Niccolo Machiavelli escribió:Never attempt to win by force what can be won by deception.

Las visitas a su humilde morada se fueron reduciendo a medida que —previsiblemente—, cada vez eran menos los lobos que se prestaban voluntarios a bajar a los sótanos para alimentar a Trudeau. Así pues, sus dosis de sangre fueron espaciándose cada vez más en el tiempo, y ahora sí: Oliver empezó a experimentar los signos del tan poco agradable proceso de momificación. Su corazón late desesperado, tratando de bombear la poca sangre que aún queda en su sistema; y cada nueva respiración arde en su tráquea como si fuera papel de lija.

Trágico, oh, sí. Pero sobre todo, harto desagradable.

La falta de energías le invita a sumirse en un profundo sueño, siendo aquella una forma que rápidamente encuentra para evadirse de la realidad. Sus recuerdos le llevan a un paraje que ya creía olvidado, y que sin embargo, reconoce apenas da un paseo por el lugar. Son los bosques de Carolina del Norte, uno del que fuera los asentamientos de su manada seis años atrás, mucho antes de que Oliver y los suyos se convirtieran en híbridos o siquiera hubieran escuchado hablar de Klaus Mikaelson. Una época en la que otros lobos formaban parte de su manada. Lobos, como Selene.

Como Hayley.

Y al reconocerla allí y contemplarse a sí mismo, totalmente liberado, entiende lo que está pasando. Marshall está utilizando una de sus habilidades vampíricas con él, metiéndose en su cabeza para buscar... ¿qué exactamente? — Bien jugado. —Le dice, metiendo sendas manos en los bolsillos de su abrigo.— Por un momento, casi me creo que el lugar lo elegí yo. —Nada más lejos de la realidad, por supuesto. Aquel rincón ha sido cuidadosamente elegido y premeditado para lograr aquello que todos han luchado por provocar: despertar en él algo. Cualquier cosa sirve, a estas alturas.

— Reconozco que pensé que la violencia sería tu opción. —Teniendo en cuenta cómo acabó su último encuentro, y que de no ser por Remy, Hayley hoy no estaría aquí, la habría imaginado decantándose por posibilidades más... bestiales.

« Por un momento, casi me creo que el lugar lo elegí yo »

—¿De verdad? —Hayley no se lo cree ni por asomo.—Estonces no estuvo ni tan mal, eh? —Relajada, menos dramática y más en su salsa, Hayley simplemente no parece ella misma.— Pude haberte cambiado de ropa a una más... casual, eso sí, quizá no me habrías pillado tan rápido.—Se encoge de hombros y echa un rápido vistazo a su alrededor antes de posar su mirada entornada sobre aquel hombre.

Desde que supiera sobre el confinamiento de Oliver, la híbrida estuvo valorando la posibilidad de visitar el sitio de reclusión, a pesar de todas las advertencias que ha escuchado de los lobos que residen en el Complejo Mikaelson. Que Oliver esté más desagradable que nunca, no debe ser razón para alejarse de él. Al contrario, su debilidad física le vulnera lo suficiente para aprovechar la oportunidad de presionarlo a volver.

Y no la desaprovechará.

Eso sí, Hayley es consciente de que probablemente aquella sea su última oportunidad. Por más que le pese, debe ser realista.—Ah bueno, la última vez casi me matas, tengo una hija que criar y ya sabes el resto. Cero violencia, al menos... física.—Alza las comisuras de sus labios en una sonrisa mecánica, el gesto no sube hasta sus ojos.—Este paraje no desaparecerá, no de momento.—Avisa extendiendo su actitud relajada. Se esforzará por no enfadarse, esta vez no caerá en las provocaciones del híbrido.—Podemos dar una vuelta por este recuerdo sin ningún compromiso. Tenemos tiempo de sobra y no hay mucho que temer, ¿cierto?—Hayley hizo un ademán para invitarle a andar por el bosque, esbozando una suave sonrisa.

Necesita creer que todavía son capaces de recuperar al hombre que salvo el futuro de muchos de los que están ahí.

Oliver entorna la mirada, extrañado. Confundido. A pesar de su último encuentro y de las palabras elegidas por el híbrido —unas palabras elegidas a conciencia, por supuesto—, Hayley parece extrañamente... conforme. Tranquila. En paz.

Abriéndole la puerta a su alma, como una vieja amiga: alguien que quiere confiar... y te invita a confiar. —¿Así que esta será tu estrategia? ¿Un viaje amistoso por nuestros recuerdos?—Por más que utilice a Hope de pretexto, ya se dejó llevar por la ira una vez, y no duda que fácilmente podría volver a hacerlo. Pero no están allí como pasatiempo. Todos y cada uno de los lobos de aquel Complejo se han ido turnando para provocar al híbrido de una y mil formas distintas, ansiando desesperadamente hallar con la tecla que le ayude a regresar.

Sorpresa: no la hay.

Oliver alza la mirada hacia el paraje mientras escucha a su interlocutora. —Recuerdo bien este lugar. Aquellos días...—Carolina del Norte fue un Estado especialmente importante para el híbrido. Entonces siendo un licántropo, el alfa y el resto de primeros lobos Trudeau, se asentaron en aquellas tierras una larga temporada.—Nos retrasaste cientos de veces, ¿lo sabías? ¿Eres consciente del esfuerzo que me obligaste a invertir en ti?—Esfuerzo que antaño, asumió con gusto. Como alfa, entendió que era una responsabilidad tomar el cargo de todos los lobos que decidieran seguirlo.

Incluso a pesar de que una loba tan joven como Hayley, fuera una auténtica carga.

¿Qué tiene que perder? Está decidido en sus convicciones, de modo que se limita a empezar el paseo. Al final del sendero, recuerda bien que se hallaba la cabaña de madera en la que estuvieron viviendo durante aquel tiempo. ¿Sería allí donde se dirigían? —Una pérdida de tiempo, si me lo permites.—Y si no se lo permite, tampoco le importa: ya está dicho.—Todo para que terminases convirtiéndote en la madre de la hija del hombre que nos desgració a todos.—Vergüenza debería darle, pero no por él.

A estas alturas, aquello poco le importa a alguien como Oliver.