UBICACIÓN: Backstage del escenario principal.

—Venga, anda, dime la verdad. Te pggrometuo qwe nwo se lo dirggé a naawdie.—Devorando prácticamente con ansias su bocata de bacon con queso, Sif acompaña a Einar en sus últimos minutos antes de subirse al escenario. Estamos de acuerdo en que a nadie le parecería buena idea darse un atracón de bocadillos antes de un concierto pero, ¿qué te puedo decir?

Einar es un auténtico vikingo.

Sif se aclara la garganta con su refresco antes de volver a insistir. —Anda, va.—Le dice entonces.—Dímelo: ¿el puesto de hachas estaba amañado?—Y es que aquella tarde, Sif empezó su cita-no-cita con @Oskar R. Thorsen haciendo el mayor de los ridículos frente a las dianas.

La castaña siempre ha sido orgullosa, y rara vez reconocía sus propios errores. Pero puedo asegurarte que, desde que llegó al Campamento Valhalla, nunca le había pasado nada así. Y créeme: Einar hace pasar por la prueba de las hachas a todos sus acampados. ¿O de verdad creías que el nombre del lugar fue elegido por casualidad?

—Te juro, te juro y te juro —le repite varias veces—, que nadie lo sabrá. Será nuestro secreto.—Y un gran alivio a su orgullo herido.

¿Que debería estar calentando la voz a 15 minutos de iniciar su pequeño concierto? Evidentemente. ¿Que en su lugar se estaba zampando un bocadillo que Sif le había traído de las cocinas? Je je.

— ¿Pogquef difes efo? — cuestionó el rubio, masticando el último pedazo de tan delicioso manjar, mientras lamentaba habérselo acabado tan rápido. Apenas había tenido tiempo de saborearlo —. Espera... ¿Acaso te fue mal? — parecía incluso decepcionado. Y es que, los últimos días, se había empeñado en enseñarle el noble arte del lanzamiento de hacha. Porque sí, estaba dispuesto a convertirla en toda una vikinga —. Me rompes el corazón, Sif. Pensé que era mejor profesor — comentó, llevándose una mano al pecho de forma dramática.

Por que sí, si no hacía de todo un drama, no sería él.

— ¿Me crees capaz de trucar el puesto de las hachas? — alzó ambas cejas mientras se inclinaba para sacar de debajo de una mesa una lata de cerveza que había escondido de forma estratégica. En teoría, no podía servirse ni una gota del alcohol dentro de los límites del campamento, pero era parte de su ritual el tomarse una cerveza antes de cantar  —. ¿Quieres? — le ofreció a la joven. Si ella caía, no sería el único que pecase.

—Decir que me fue mal sería algo así como ser muy amable.—Comenta, frunciendo el ceño. Ella diría, más bien, que hizo el completo ridículo.—Pero no fui la única a la que le pasó.—Le asegura entonces.—Competía con alguien. Contra alguien.—Aún no tiene claro el matiz.—Digamos que el asunto estuvo reñido, pero no en el buen sentido.—¿Que de qué te estoy hablando?

Pues, por supuesto, de la extraña cita que tuvieron Sif y @Oskar R. Thorsen hace unas horas, precisamente lanzando hachas. Todo mal, pero increíbles las risas. —No hay profesor mejor.—Le asegura.—Bueno, admito que @Dominic L. Hawke te hace la competencia, pero aún sigues siendo mi favorito.—Y ya es difícil, teniendo en cuenta que Dominic es algo así como el salvavidas multidisciplinar del Campamento Valhalla.—Pero es que nunca me había ido tan mal.—¿Puede que sólo haya tenido un mal día?

¿O que igual estaba algo nerviosa?

No: Sif prefiere pensar que había truco. —No.—Admite con sinceridad.—Pero alguien más pudo haberlo trucado.—Sin embargo, si Einar le asegura que no ha tenido nada que ver, ella creerá en su palabra.—Dime que es cerveza de verdad.—Los ojos le hacen chiribitas cuando Einar le ofrece una lata de cerveza; prácticamente, se abalanza sobre ella sin preguntar más.—Creo que no me bebo una desde que...—Desde que me convertí en esto.

Su transformación en quimera es constante punto de inflexión, aunque ya lleve meses fuera del Edificio Whitmore.

De suerte que las burbujas del elixir dorado enseguida le hacen sentir mucho mejor. ¿Es posible que le sepa aún más deliciosa de cómo la recordaba? Su expresión de satisfacción lo dice todo.

— ¿Contra alguien? — alzó ambas cejas. Tal y como lo había dicho, parecía que había cierto pique ahí —. ¿Contra quién? — le preguntó por curiosidad. Supuso que no se trataba de nadie del campamento si no había mencionado su nombre de primeras —. Vamos, que en vez de a ver quien ganaba, era más bien un a ver quién perdía — soltó una sonora carcajada al imaginarse la escena, aunque en el fondo le daba un poco de pena, porque significaba que estaba siendo algo deficiente como profesor.

Su pecho se infló y su corazón se lleno de orgullo, conmovido ante las palabras de Sif al asegurar que él era su favorito. En el corto tiempo que llevaban compartiendo juntos en el campamento, le había tomado mucho cariño a la Lanvik.

— De acuerdo, que sea nuestro secreto — le guiñó un ojo a esta, de forma cómplice —. Además, tú también eres mi alumna favorita — bajó la voz, como si hubiera alguien más por allí que pudiera escucharlos —. ¿No será que en realidad estabas más concentrada en tu rival que en el objetivo en sí? — realmente, no iba con segundas. Es que a veces el querer ganar a alguien te puede nublar el juicio.

Soltó otra carcajada cuando vio brillar la mirada de la Lanvik ante la visión de la lata de cerveza.

— Pues claro que es verdad. Yo nunca miento — era algo que se le daba francamente mal. Lo pillaban enseguida —. Pero no le digas nada a Selene, ¿Vale? Otro secreto — porque ocultar la verdad, no era mentir.

Al ver como la castaña se detuvo mientras hablaba, supo a lo que se refería. No hacía falta que dijese nada.

— Habérmelo dicho antes. Tengo un alijo secreto en mi cabaña. Dominic y yo solemos sentarnos frente a la fogata a beberlas mientras los demás duermen — a veces, incluso dejaban que Bigby se uniera a ellos, Muy de vez en cuando, que tampoco se fiaban de que no acabase él solo con el alijo —. ¿Por qué no te unes a nosotros la próxima vez? Solemos tener conversaciones profundas e interesantes — se hizo el enigmático para despertar su curiosidad.

—Contra un idiota.—Está bien: igual Einar necesita algo más específico. Suspira.—Puede que... haya algunos lobos de mi manada aquí hoy.—Y sin el puede.—Tranquilo, estoy bien. Creo que son los únicos que sabían que estoy en el campamento, y... no van a hacerme daño.—A estas alturas, Sif puede tener que @Oskar R. Thorsen y @Astrid H. Lanvik no son una amenaza para ella.

Aunque nadie podría negar que, efectivamente: son dos idiotas redomados. —La cuestión —prosigue, volviendo al punto—, es que no había perdido nunca en el tiro al hacha.—O al menos, nunca desde que Einar le enseñó sus técnicas y tips para lanzar como una auténtica vikinga.—Hasta hoy.—Y según Sif, resulta de lo más sospechoso e inquietante.

Quién fuere su contrincante, según ella, no habría tenido nada que ver.

El interrogante de Einar, sin embargo, sugiere lo contrario. —No.—Ha respondido demasiado rápido.—Para nada.—No ha sonado muy convencida.—¿Eso crees? No.—¿De verdad, Sif?—No, no, no, no, no y no.—Demasiadas negaciones.

Suspira.
—Bueno, puede que un poco.—Ups.

No quiere creer que haya sido capaz de afirmarlo en voz alta, pero para cuando quiere darse cuenta, ya es tarde. —Es que... me pone de los nervios.—Ese es el gran super poder de @Oskar R. Thorsen: realmente sabe cómo sacarla de sus casillas... y cómo acelerar atropelladamente su corazón.—Sabe perfectamente lo que le pasará si sigue viniéndome a ver, ¡y aún así, insiste en seguir viniendo! Te juro que querría arrancarle la cabeza; o atarle de pies y manos y encerrarle en la mansión Lanvik; o...—Toda aquella sarta de improperios se detiene abruptamente al darse cuenta de que, con franqueza, sólo existe una verdad.—Creo que me gusta.—Y vuelve la mirada hacia Einar, arrancándole aquella cerveza de las manos.—Dame eso antes de que siga diciendo tonterías.—El largo trago del licor dorado le devuelve un poco de paz y de cordura.

—¿Por qué empiezo a pensar que Selene sólo conoce la punta del iceberg de este campamento?—Algún privilegio tenía que tener Einar siendo el jefe, ¿no es cierto?—¿Conversaciones de borrachos frente al fuego? ¡Pues claro que me apunto!—Está segura de que podría disfrutar de esas charlas profundas e interesantes...

Quién sabe. A veces, una sólo necesita alguna distracción... Algo a lo que aferrarse.

— Ah, ya sé a quien te refieres — cayó en ese momento, recordando que se había encontrado con el mismo —. También me preguntó si había trucado las hachas — ese Oskar Thorsen... Esperaba que la clase de primero de vikingo que le había dado le hubiera quedado bien clara —. Sé que no va a hacerte daño. Le importas — de no ser así, le habría dado también la espalda como hizo su padre. Pero no, el Thorsen se había quedado encaramado a esa palanca cuando lo encontró.

Ante las negaciones de la joven, el rubio inclinó la cabeza hacia un lado, confuso.

— Estás negando demasiado — observó, avispándose de que algo ocultaba —. ¿No será que en realidad...? — bingo. No le hizo ni falta llegar a la conclusión por si mismo; Ahí estaba Sif cantando como un pajarito —. ¡Qué mona! ¿Te acabas de sonrojar? — el rubio soltó una carcajada. No se estaba burlando de ella, tan solo le sorprendía ver aquella cara desconocida de la joven.

Pero sobre todo, lo que le gustaba era ver esa chispa de felicidad que el Thorsen despierta en ella. Porque, honestamente, Sif se merecía volver a sonreír.

— Lo que creo es que deberías ser honesta con él — respondió el rubio, ensanchando su sonrisa cuando Sif le arrebató la cerveza —. Es evidente que a él también le gustas. De otra forma, no arriesgaría su vida — apuntó. No es que fuera precisamente el doctor amor, pero hasta él se daba cuenta de esos pequeños detalles —. Además, no es tan terrible. Siempre tendrá un hueco en el campamento si lo desea — añadió. Así no tendría que jugarse la cabeza de forma literal; podría ser libre de estar con Sif siempre que quisiera.

— Porque si mi hermana descubriera todo lo que se cuece en realidad... No, prefiero no saberlo — alzó ambas manos mientras negaba. No, no... Era mejor que Selene se mantuviera en la ignorancia para ciertas cosas —. Por cierto... También quería comentarte otra cosa — se rascó la nuca. En realidad no era nada grave, pero consideraba que Sif debía saberlo —. Tu primo también está aquí — le contó. Y es que, él mismo se había enfrentado hacía unas horas en un duelo de lanzamiento de hachas contra @Aron T. Lanvik —. No le dije nada de ti. No sabía si querías que supiera que estás aquí — le explicó. No le correspondía hacerlo sin el consentimiento de la Lanvik.

«Sé que no va a hacerte daño. Le importas.»

—Lo sé.—Confirma con un asentimiento.—Y me temo que ese es el problema, Einar. Los Lanvik... —suspira—, ellos no perdonan a quienes se involucran con traidores. O con... indignos.—Y aunque ella misma propugnó y defendió tan firmes valores, no puede contener un escalofrío al pensar en el trágico destino que podría depararle a Oskar.

—Por todos tus dioses del Valhalla, Einar Asgardson —le advierte; su expresión se ha vuelto mucho más severa, casi amenazante, pero pierde toda razón con las mejillas todavía sonrosadas—, te juro que como esto salgo de aquí, te arrepentirás. ¡Pienso negarlo todo!—¿Acaba prácticamente, de admitir sus tan poco convenientes sentimientos ante Einar? Es probable. Pero no ha mentido: negará todo hasta el final, porque es consciente de lo que aquellos sentimientos pueden significar... no tanto para ella, sino para el propio Oskar.

Y no sería ella quien le condenase a un final fatal. —No. Nononononono y no. Simplemente no.—Vuelve a negar una vez más, repetidas veces.—No has oído nada. Esta conversación nunca ha existido. ¿Tú quién eres?—Y le da otro trago a aquella cerveza, como si de verdad fuera tan sencillo.

Ojalá fuera tan fácil como esconder toda aquella sarta de confesiones y consejos bajo un tupido velo. —¿Aron?—Mierda. Debió imaginarse que, si Astrid y Oskar estaban aquí, también él habría venido. Sif suspira con cansancio: se le está acumulando el trabajo.—Ni siquiera sé si es buena idea que nos volvamos a ver...—No después del rencor; de todo lo que ha pasado. Sif sigue siendo, al fin y al cabo, la hija del hombre que puso en jaque a la familia de Aron.

Un hombre que ahora, también la ha rechazado. Cruda ironía.

—Creo que ya es la hora.—Le advierte a Einar; es el momento de que salga al escenario y vaya a darlo todo.—Adelante, hijo de Odín. Demuéstrales lo que vales.—Por ahora, les basta con concentrarse en los retos del futuro inmediato.

Lo que esté por venir... aún está por verse.