La melodía suave y fluida del saxofón resonaba en el aire nocturno de Nueva Orleans, sus notas se elevaban y descendían con un ritmo vibrante que casi parecía tener vida propia. Logan se encontraba en un popular local de música, esperando a su amiga Gia.

Logan miraba alrededor, los destellos de luces de neón parpadeaban, reflejándose en los adoquines húmedos y en los rostros de los presentes. La atmósfera estaba cargada de emoción y energía, la música se fundía con el murmullo de la multitud y los risueños brindis de los amigos reunidos. Aunque solía ser el bromista, a veces, Logan disfrutaba simplemente de sumergirse en el ambiente y observar a la gente a su alrededor.

Miró su reloj, Gia estaba un poco retrasada, pero no le preocupaba. Mientras tanto, ordenó dos bebidas, una para él y otra para ella, y se acomodó en una mesa cercana al escenario, con la vista fija en el grupo de jazz que daba un espectáculo fascinante.

Fue justo cuando se volvió a reclinar sobre su asiento, cuando la vio aparecer:—¡GIA!—no pudo contener su excitación al verla y se levantó para recibirla con un fuerte abrazo:—He pedido ya algo para los dos—le señaló su mesa donde había dos jarras de cervezas llenas y frías:—Es increíble esto. Música en vivo, buena compañía y muchísima comida—se volvió a acercar hacia sus respectivas sillas para retirársela:—¿Has visto a los demás?—se refería naturalmente a sus otros compañeros y a Marcel.

Se había perdido. Llegaba tarde a su encuentro con Logan y lo sabía, pero es que se había perdido. No tenía otra excusa. Después de su encuentro con Rhett, Gia se había entretenido al despedirse. Y no solo eso, es que se había quedado tan ensimismada que no recordaba hacia donde tenía que ir.

Cuando lo hizo, pasaban cinco minutos de las ocho. Bueno, bien, algo era algo. No llegaba tan tan tarde.

—¡Logan! —exclamó. La energía del muchacho era fácilmente contagiosa, correspondiendo a su abrazo—. Perfecto, necesito algo de beber o me moriré en cualquier momento —y a falta de sangre, buena es la cerveza. Por suerte se había encargado de comer bien aquel día—. Sí, de hecho, vengo de estar con Rhett. Antes estuve con Nigel y a Marcel y a Cami los veré después —se encogió de hombros, lo tenía todo planeado—. ¿Te gusta, eh? El Jazz en esta ciudad siempre ha sido increíble.

A ella al menos siempre se lo había parecido.

Logan miró a Gia con una mezcla de alivio y alegría cuando finalmente apareció. No había estado esperando mucho, pero siempre había una pequeña parte de él que temía que algo malo hubiera sucedido. Después de todo, Nueva Orleans era una ciudad donde cualquier cosa podía pasar, especialmente si eras parte del mundo sobrenatural.

Y especialmente desde que los brujos controlaban la ciudad…

Al escucharla mencionar a todos los que había visto, Logan levantó una ceja con diversión —Sí que estás ocupada. ¿Debería sentirme halagado de que hayas hecho un hueco para mí—bromeó, riendo suavemente:—Oye, prueba la cerveza. Está buenísima. ¿Por qué hacen sólo estas cosas así en momentos de festividad?

Tras sentarse bien en la silla, respondió a la cuestión de la música:—Entiendo el sentimiento. Y sí, hay algo en el Jazz de Nueva Orleans que es simplemente... mágico—agregó, mirando a su alrededor, sin dejar de sonreír con el bigote de espuma en sus labios:—Cada vez que escucho esa música, siento que estoy conectando con la historia y la cultura de la ciudad. Es una experiencia inigualable—inconscientemente, su mente navegó hacia ciertos recuerdos compartidos con su hermana cuando eran niños. La imagen le hizo sonreír aún más.

Después de una pausa, Logan se inclinó un poco hacia Gia, con una sonrisa juguetona:—Y por cierto, si alguna vez te pierdes de nuevo, solo sigue la música. Parece ser una buena guía en esta ciudad—añadió con un guiño:—¿Qué tal con Nigel y Rhett, por cierto?

—¡Eh! —Gia puso los ojos en blanco—. Puede. Dale las gracias a Nigel de que haya salido de la nave, no lo tenía pensado —no planeaba hacerlo, no. Tampoco decirle eso a Logan, pero daba igual. Lo hecho, hecho estaba. Mentiría y ya está. Con que uno de ellos supiera por qué no iba a acudir, bastaba—. ¿La cerveza? ¿No podemos beber... algo más nutritivo? —vale, no. Tal vez no.

Morder a alguien ahí con tanta gente de testigo no era la mejor idea.

—No me mires así, siempre preferiré la sangre —se encogió de hombros. Le bastaba también una bolsita, pero no veía ninguna por allí. Gia no tardó en pillarse un vaso de plástico lleno de cerveza hasta arriba—. Nueva Orleans siempre ha tenido vida propia y la seguiría teniendo de no ser por... bueno. Las cosas que pasan por aquí —pareciera que se lamentara pero nada más lejos de la realidad. Gia era una luchadora y se quedaba en Nueva Orleans para precisamente eso; luchar por su ciudad, por su hogar.

Pero había demasiado gente que la denominaba así sin motivo.

—Bien, bien, están los dos vivos. ¿Sabías que Rhett se ha apuntado a lo de las peleas? Está acojonado —escondió una sonrisa tras el vaso de cerveza al beber. Le habría encantado apuntarse.

Logan rió ante el comentario de Gia sobre la cerveza:—Sí, entiendo el sentimiento. La sangre siempre será nuestra primera elección, pero esta cerveza está genial y ya ni te cuento la comida—con un gesto de su mano atrapó la atención del camarero:—¿Nos podría traer dos grandes hamburguesas con queso y patatas fritas?—tras aquello, se volvió a acomodar sobre su asiento:—Hablaré entonces con Nigel. Es el mejor—cogió su propia cerveza y brindó con Gia antes de darle un sorbo.

Cuando Gia mencionó Nueva Orleans, Logan asintió con la cabeza:—Esta ciudad... tiene algo especial. Y ahora, a pesar de todo lo que ha pasado, siento que debo protegerla y cuidar de sus habitantes—reflexionó, mirando a su alrededor, apreciando el ambiente animado y lleno de vida de Nueva Orleans:—Y también protegeros a vosotros, sois mi familia—lo último lo comentó en un murmullo, muy cerca de su copa, ya que sentía que aún no estaba la altura:—Mira ahí vienen las hamburguesas.

Al escuchar la mención de Rhett, Logan soltó una risa:—¿En serio? Eso sí que es una sorpresa. Nunca pensé que se apuntaría después de la batalla de los brujos que, por cierto, aún debo conseguir una nueva Playstation—dijo, tras atrapar una patata frita y mojarla en kétchup:—Yo apunté a Nigel. Me he vestido con esta camiseta de Globox para animarlo.

—Ya te veo. Estás muy... Hambriento. ¿Es que no has comido nada? —se estaba acostumbrando, después de un año, a continuar comiendo sangre. O mejor dicho, alimentarse de ella y beberla, porque no se le podía llamar a eso comer. Era como su motor, como el aceite que necesitaba para empezar a funcionar o de lo contrario, Gia podría desmadrarse demasiado.

Claro que jamás le diría que no a unas hamburguesas con patatas fritas—. ¡Que las hamburguesas tengan doble de queso! —gritó, esperando que el camarero le escuchase. Bien, tampoco sería capaz de renunciar del todo al queso—. Oh Logan, eso es muy dulce —demasiado incluso para ella—. Sabes que da igual cuánto te tapes, ¿no? Los vampiros tenemos un oído muy fino.

En pocas palabras, había escuchado lo que había dicho.

—La verdad yo tampoco —se encogió de hombros dándole un buen mordisco a su hamburguesa, tirando del queso—. Pero creo que le irá bien, Rhett ya se dedicaba a esto antes. No es la primera vez que pelea —y esperaba que no fuera la primera vez que lo hacía con un sobrenatural.

—Siempre tengo hambre. Parece que no me conozcas—se encogió de hombros y dio un buen mordisco al pan tostado que cubría su hamburguesa. Sin poderlo evitar, su alegría ante ese manjar, provocó que sus caninos se alargasen un poco ante el contacto de la carne:—El queso está buenísimo.

Gia había tenido una gran idea en pedir una mayor cantidad de ese complemento. Le resultaba sorprendente cómo el queso podía mejorar tanto la calidad del producto.

—Es como lo veo, Gia, por muy dulce que te parezca—le comentó con demasiada sequedad y es que, a veces, Logan empezaba a cansarse de que se metiese tanto con él:—Bueno esto ya está—lanzó la media hamburguesa que le quedaba sobre el plato y se levantó de su taburete:—He quedado y debo irme. ¿Nos vemos después, vale?

Se despidió con un gesto de su mano y se marchó del lugar.