Todavía quedaba poco más de media hora para que la carrera comenzara y ella había vuelto a quedarse sola. Eso no era un problema para ella, en realidad. Estaba acostumbrada, y apreciaba tener unos momentos de calma para ella misma, aunque calma había poca siendo que estaba rodeada de gente, pero aquel lugar tenía algo que hacía como un efecto bálsamo sobre sus nervios. Sin importar el tiempo que pasara, ese siempre iba a ser una parte importante de su sentimiento de hogar y de ella misma.

Desde que se asentaron un poco mejor de nuevo en Mystic Falls, Charlie no había podido evitar preguntarse qué habrían sido de los amigos que tenía allí antes de verse obligada a marcharse a Charlotte. Con Annie ya se había encontrado y agradecía poder seguir contando con su amistad. Aún había gente con la que tenía que encontrarse, y que en cierto modo temía volver a ver.

Sabía por ejemplo que con Lev no tenía que preocuparse, no cuando Jazz ya se había encontrado con él y le había tranquilizado y animado a ir a buscarle algún día al hospital con la confianza de que sería bien recibida por el contrario. No podía negar que le extrañaba, una barbaridad, igual que extrañaba a Albert. Aún no se había atrevido a buscarle, no sabiendo cómo se tomaría su regreso sin que le hubiese dicho nada.

Aunque bien sabía que, retrasar aquel encuentro, sólo haría que fuera peor. Suspiró. "Venga, Charlie, es Alby, seguro que se alegra de verte, no puede salir mal." Sí, tenía que buscarle, sin falta. Lo haría al día siguiente cuando saliese del trab... —Ay, perdón, no estaba mirando por donde iba.— Ni se había dado cuenta de que se había puesto a caminar de nuevo y había llegado hasta la zona del escenario principal. Abrió los ojos de par en par al darse cuenta de con quién había chocado. Incluso estuvo a punto de tropezar con sus propios pies al echarse un par de pasos atrás. —¿Albert? ¿En serio eres tú? Qué...— Por un momento hasta se había olvidado de que él trabajaba allí como voluntario, era más que obvio que estaría por allí. Estaba decidida a encontrarse con él, pero no de esa manera tan brusca. ¿Qué debía decir ahora?

Adoraba estar allí. Cuando me encontraba en el campamento Valhalla me sentía como si estuviese en mi propia casa. Tan cómodo, tan seguro… tan feliz. Y me encantaba traerme a Babbs conmigo, pues este era el mejor sitio para que una perrita como ella se sintiera libre para correr a sus anchas.

Además, aquí tenía muchos amigos y ahora también a mi novio. Era una «excusa» más para poder vernos.

Y con aquellos festejos el ambiente era aún más alegre y divertido. Por mi parte, estaba jugando un rato con mi amiga peluda. Le lanzaba un palo y ella iba a buscarlo y me lo traía. Justo acababa de irse corriendo detrás de él cuando alguien chocó contra mí. Me giré al instante hacia ella, tanto por el golpe como por la voz, y mi rostro se iluminó aún más. Si es que eso era posible.

—¡Charlieeeeee! —exclamé con una gran sonrisa. Después de que ella se diese cuenta de que estaba hablando conmigo, la abracé y la levanté del suelo para dar vueltas con ella. Nunca antes me habría atrevido a hacer algo así, pero ahora era un nuevo Albert, con mi misma esencia, pero más fuerte… y seguro de sí mismo—. ¿«Qué rubio platino» querías decir? —bromeé tras dejarla en el suelo y tomé sus manos sin pensar.

Desde que me matasen la primera vez, había empezado a teñirme para hacer algo que fuese diferente, algo que me sacase de mi «zona de confort». Ella había llegado a verme, pero muy poco en comparación con lo que había visto mi pelo natural, así que quizá le sorprendía verme aún teñido.

En ese momento volvió la perrita y la miré sin perder el gesto alegre.

—¡Babbs, mira quién ha vuelto! —Al animalito le faltó tiempo para ir a mimar y recibir mimos de mi mejor amiga.

En el instante en el que se vio rodeada por los brazos de Albert y sentía que sus pies se despegaban del suelo, supo que nada podía salir mal en aquella conversación. Se abrazó al chico con fuerza, riendo alegremente cuando comenzó a dar vueltas con ella entre sus brazos. Si la felicidad tenía cara y nombre, era ella en ese instante. —¡Sí! Dios, nunca pensé que te vería así después de tanto tiempo. Pensaba que ya habrías vuelto a ser moreno.— Tomó sus manos de vuelta, apretando estas suavemente, en un gesto cariñoso, mientras le examinaba bien. Había cambiado mucho, sólo con ese recibimiento podía notarlo, y no hablaba únicamente de su cabello. —Pero te queda genial, sin duda. ¿Cómo haces para estar cada día más guapo? Tienes que contarme tu secreto.— Le guiñó el ojo de forma cómplice, con una sonrisa de oreja a oreja que sería muy difícil que perdiese en algún momento del día.

Podía recordar que la última vez que le habñia visto ya había tomado ese cambio de look, pero a esas alturas pensaba que ya habría recuperado su tono oscuro habitual. Evidentemente se había confundido, aunque eso era un detalle sin importancia teniendo en cuenta que la había recibido con los brazos abiertos. Literalmente.

Escuchar el nombre de aquella perrita le iluminó el rostro todavía más si es que a esas alturas era posible aquello. —¡¡Ay, Babs, ven aquí pequeña!!— No dudó en dejarse caer al suelo para recibir al emocionado animal. La llenó de caricias, de besos y de mimos cada vez que ella se quedaba quieta el tiempo suficiente para poder hacerlo. Finalmente se lanzó a sus brazos y ahí se quedó, moviendo la cola de forma frenética. —Ha crecido un montón... Como tú.— Lanzó una mirada de soslayo a Alby, dando unas palmaditas a su lado para que se reuniera con ella. —Seguro que tienes un montón de cosas que contarme. Ponme al día, cuéntame cómo te va todo, cómo estás ¿Y tus padres?— Habían pasado meses desde la úlima vez que habían hablado, desde que se marcharon de Charlotte, así que debía haber muchas cosas que no sabía de la vida de su amigo.

Y sabía que aquello le vendría de vuelta, porque efectivamente habían sido algunos meses desde que intentara ponerse en contacto con ella y nadie respondiera el teléfono en Charlotte, pero no sabía si estaba lista para enfrentar aquél tema con su mejor amigo. Procuraba mantener aquello guardado en un rincón profundo de su mente para no caer en él una y otra vez, necesitaba hacer ver que estaba bien, que no le pasaba nada, para que su hermano pudiera empezar a perdonarse de una buena vez y a quererse bien de nuevo, como cuando nada había ocurrido todavía.

Me reí cuando confirmó mis palabras.

—La verdad es que me gusta mucho cómo me queda este color, así que seguramente lo lleve durante bastante más tiempo —contesté. Sus palabras me hicieron reír de nuevo—. Pues no lo sé, probablemente lo mismo que haces tú —le devolví el cumplido, con tono jocoso. Me reí una vez más y la volví a abrazar, era mi forma de demostrarle lo contento que estaba de volver a verla.

Fue muy gracioso el reencuentro entre Babbs y Charlie. Y pensar que podrían no haber vuelto a verse nunca más… Mi pobre perrita. Había sido muy valiente y por ello también estuvo a punto de morir…

—¿Te vas a quedar o… solo estás de visita? —pregunté mientras me sentaba en el suelo para estar a la misma altura. Mi gesto seguía siendo alegre, pero ahora más apagado por la probabilidad de que fuese a marcharse de nuevo. La echaba muchísimo de menos… me quedaban pocos amigos cerca—. Estuve preocupado… pensé que les había pasado algo a Jareth y a ti. —Con el tiempo, traté de convencerme de que había algún motivo para que no contestaran… algún motivo no preocupante.

¿Qué se supone que iba a hacer ahora? ¿Cómo iba a llenar el tiempo? Jareth ya conocía el Campamento Valhala. De hecho, había ayudado a construirlo. No importa cuanto quisiera engañarse, nunca iba a tener la motivación que tenía Winnie. — 3 horas…. — Encima, no estaba ni cerca de ser las 20:00hrs. — Piensa Jazz…piensa… — Sería fácil que se fuera a meterse al coche y se pusiera a dormir, pero tampoco quería hacer eso. Jareth no era un aguafiestas. Solo tenia que encontrar algo con lo que entretenerse.

Cherry estaba allí ¿cierto? Todavía no era hora de la carrera.  — Hmmm…— Volteó la vista y, comenzó a observar a la gente. Según lo que él sabía, su hermana no había ido con nadie — Puede estar en cualquier lugar…— La lógica que tenia que seguir era la siguiente ¿Dónde iría si fuera Cherry y estuviera sola? Lo primero, sería la comida. Aunque no se veía en ninguno de los puestos.

De pronto, mientras caminaba solo entre la multitud, una voz conocida llegó a sus oídos de licántropo. No, no era Charlotte, era otra persona — ¿Beckett? …— Imposible. ¿Tenia más conocidos en el campamento? Albert era un gran amigo que había hecho en sus días en Mystic Falls.

Su oído no lo engañaba ¿cierto? Automáticamente, Jareth comenzó a seguir la voz del chico. No estaba muy lejos, se dijo. — No puede ser …— Había dos siluetas cerca del escenario, una de mujer y otra de hombre. La chica era Charlotte. Se conocía su olor de memoria, pero ¿Quién era el chico? Trago saliva. — ¿Beckett? …— Con tono de curiosidad, hizo la pregunta mientras se presentaba en el lugar.

No iba a negar que le quedaba bien ese color de cabello, aunque con el rostro que tenía Albert estaba segura de que se vería genial con cualquier tono que se quisiera poner. —Te sienta de maravilla, te lo digo en serio.— Se echó a reír con él, contagiada por su risa y por la alegría de haberse encontrado de nuevo con él. Había sido una idiota pensando que aquello podría haber salido mal. Le abrazó con cariño, sin dudarlo un solo instante. —Anda ya, ojalá tuviese un poco de tus genes.— No había que pensar que se sintiera mal consigo misma, pero en ese momento lo único que quería era soltarle cumplidos a su mejor amigo después de tanto tiempo sin saber de él.

Cruzó las piernas al estilo indio, dejando que Babs se acomodara allí para seguir recibiendo sus caricias mientras hablaba con Albert. —Hemos vuelto para quedarnos, hemos conseguido un piso y trabajo, así que es oficial.— A menos que, sin querer llamar a la mala suerte, volviese a ocurrir algo y les obligasen a dejar de nuevo Mystic Falls. No pudo evitar suspirar, desviando la mirada hacia el animal, era más fácil enfrentar su mirada que la de su mejor amigo. —Sé que debería haberte llamado antes, pero... Las cosas se complicaon en Charlotte...— No quería pensar en ello, no en ese momento, cuando se habían podido reencontrar, cuando se suponía que debía disfrutar y distraerse. —Te lo contaré con detalles otro día, es una promesa, hoy... Hoy no es un buen día para hablar de ello.— Y esperaba que el rubio pudiera entenderla.

Un olor familiar le hizo levantar la cabeza. Uno muy familiar. Babs también se dio cuenta de que el otro Danvers se acercaba a donde se encontraban, porque se levantó de donde se había acomodado para ir en busca de Jareth. —¡Eh, Jazz, aquí! Sí que has tardado en dar señales de vida, eh.— No había visto a su hermano en ningún momento desde que habían llegado hasta entonces, pero mejor dejaría que se saludara con Albert como se merecían, estaba segura de que Jazz también había extrañado al chico, casi tanto como lo había hecho ella.

Tenía el pelo bastante corto, pero aun así fingí atusármelo y echarme la melena hacia atrás para bromear cuando Charlie volvió a halagarme. Me reí nuevamente. La risa de mi mejor amiga sonaba melodiosa y agradable, te hacía sentir como en el hogar.

—Bueno, bueno, pero qué aduladora estás. Me voy a sonrojar —seguí bromeando, haciendo uno de esos gestos que sirven para restarles importancia a sus palabras.

Mientras Babbs recibía caricias de Charlie, yo le rasqué el nacimiento de la cola, algo que le encantaba. Y, tras oír a la mujer lobo, por si aún no estaba lo suficientemente feliz, se me iluminó la mirada —no necesitaba verme en un espejo para saberlo— por la alegría. ¡Iban a quedarse, mis dos amigos iban a quedarse en Mystic Falls!

—¡Qué alegría! —exclamé—. Me acabas de hacer muy feliz, Charlie. Los eché mucho de menos… —Sin embargo, me relajé y me mostré preocupado al ver lo que hacía ella después. ¿Qué le ocurría? Cuando dijo que las cosas se habían puesto difíciles fui a preguntarle al respecto, pero volví a cerrar la boca enseguida, porque si no quería hablar de ello no había nada que añadir—. No te preocupes. Puedes contármelo cuando quieras o no hacerlo nunca, es decisión tuya. Pero ¿estás bien?

La atención de mi amiga se fue hacia otro lado y traté de buscar el origen, pero desde mi posición no lo encontré, así que volví a mirarla a ella en busca de respuestas… hasta que llamó a su hermano. El corazón me dio un vuelco de la emoción y Babbs ya se me había adelantado. Me puse en pie de golpe y me giré hacia él con una gran sonrisa ya dibujada en el rostro.

—¡Jazz! —exclamé y acorté la poca distancia que nos separaba para lanzarme a sus brazos y saludarlo como era debido—. ¡Te echaba de menos! —Me alegraba que hubiese aparecido allí, antes de que tuviese tiempo de preguntarle a su hermana por él.

— ¡Tiempo sin verte, viejo! — Repuso con alegría. Luego, le devolvió el abrazo y se empezó a reír. Vaya casualidad, ¿verdad? Justo cuando estaba por irse a dormir al coche, se topaba con Albert Beckett. Dios santo Cualquier palabra era poca para explicar lo emocionado que se sentía el Jareth en ese minuto.  Lev, Albert, poco a poco todos sus viejos amigos estaban volviendo a aparecerse.

Luego, vio a su hermana a espaldas chico — Ya, tuvimos un poco de problemas para llegar — Confeso entretenido. Menos mal que, Lottie no se había ido en el coche con él y con Winnie. ¿Por qué? Pues, porque el atasco de tráfico casi los dejaba sin evento. — Esto es increíble — Dijo, mientras a soltaba a su amigo, y lo observaba con atención. — ¿Les molesta si me quedo con ustedes? — Pregunto. Ahora que había vuelto a ver a Beckett, había muchas cosas de las que Jareth, quería hablar.

Muy poca gente lo sabía, pero ese chico había desempeñado un papel crucial en el crecimiento de los mellizos en el pueblo. Al final, era una de las pocas personas de su edad con las que podían relacionarse.

Más adelante, cuando Jareth se sentó, volvió la vista hacia su hermana. — ¿Se encontraron hace mucho? — ¿Cuánto le habría contado Lottie sobre su regreso? No había hablado de más, ¿cierto?

No podía no estar feliz de haberse reencontrado con Albert. Realmente le había extrañado desde que tuvieron que marcharse, igual que a Lev y a mucha otra gente, pero ya estaban allí, y no planeaba irse a ninguna parte en un plazo corto de tiempo. —Yo también te echaba de menos, no te imaginas cuánto. Charlotte no es nada en comparación a Mystic Falls.— En especial porque no estaba su mejor amigo allí. Con una sonrisa, tomó una de las manos del contrario, mirándole a los ojos. —Eres mi mejor amigo, Alby, te lo contaré, pero no hoy. No quiero estropear nuestro reencuentro.— Dio un suave apretón a su mano antes de soltarla. No quería preocuparle, pero no le apetecía nada estropear el día de ambos recordando lo de Helen. —Estoy bien, ahora estoy bien.— Una verdad a medias, porque la culpa aún seguía presionándole el pecho desde dentro, pero no había por qué entrar en detalles.

Arrugó ligeramente el ceño por las palabras de su hermano. "¿Tuvimos?" ¿Al final había llegado en serio con esa cría pelirroja? No entendía por qué pretendía hacerse cargo de todo el mundo cuando apenas podíamos con nosotros mismos. —Claro, quédate, de hecho dentro de nada tendré que irme a la carrera, así que podréis hablar tranquilos.— De hecho, era prácticamente hora de que se marchase si no quería terminar llegando con el tiempo justo.

Se levantó, mirando a los dos chicos después de haber comprobado la hora. —En realidad tendría que irme ya, todavía tengo que cambiarme para ponerme el bañador. Espero no terminar en el agua, pero por si acaso, prefiero tener ropa seca con la que volver a casa.— Medio bromeó, aprovechando también aquella distracción para evitar la mirada interrogante de su hermano. No había contado nada, pero aún así, sentía la presión. —¿Me acompañáis a cambiarme? Así os arrastro hasta la zona de carrera para que me animéis.— Sonriendo traviesa, tomó de la mano a Albert para ayudarle a levantarse, y le arrastró con ella.

Se libarían de ella por un rato, el tiempo que durase en la carrera, y que podrían aprovechar para charlar entre ellos, de momento, tenía una competición que ganar a toda costa.