No había ninguna celebración ahí. Esa fiesta era incluso posterior a su nacimiento, todo un invento de la ciudad para atraer a más turistas, haciéndolos pensar que ir enteramente de blanco y lino durante aquella noche tenía alguna especie de origen místico. Lo cierto es que David no era muy partidario de ir vestido de esa forma, pero por respetar lo que ya era toda una tradición, tuvo que tragarse sus opiniones.

—Pfff... Esto es muy obvio. —Le dijo a su acompañante en voz baja, viendo al truco de magia que un embaucador realizaba ante la multitud. Era insultante —Si querían magia sólo tenían que llamarnos. —Disimuladamente, movió su mano y causó una ligera brisa que hizo que alguna que otra gorra de los presentes saliera volando.

—Venga, vamos a dar una vuelta. Esto es una pérdida de tiempo. —Le sugirió a Mai, haciéndole un ademán para que lo acompañara y no se quedara atrás.

-Shh, no les faltes al respeto a los admiradores del mundo mágico-mencionó la bruja ante aquello con una pequeña sonrisa pues por supuesto que aquellas personan no poseían magia pero consideraba que si lo pretendían debía de ser porque admiraban esta y quisieran poseerla-Si nos llamaran a nosotros tendríamos que dar muchas explicaciones a los turistas, sería muy tedioso-comentó la chica haciendo una mueca de desaprobación ante aquello.

Aunque no podría ver mucho más de aquello pues David parecía querer moverse-¿Qué? ¿En serio? El truco aun no ha terminado, ¡David!-le llamó pero este ya había echado a andar así que no tuvo más remedio que acelerar su marcha hasta quedar a la par suya-Oh, vamos, son sólo imitadores, déjales que disfruten por un día mientras que nosotros ya nos encargaremos de los asuntos más importantes de la ciudad-bromeó con una pequeña sonrisa en sus labios.

-No seas tan gruñón, ¿es porque has tenido que venir de blanco y no es tu color favorito?-cuestionó la bruja algo curiosa ante aquello-Ya que no quieres presenciar el espectáculo de magia vayamos a hacer algo que sí quieras, hay muchas actividades por aquí, ¿qué te apetece hacer o ver?-se interesó esperando por la respuesta de su amigo.

Dejó escapar una risa al escuchar las palabras de su amiga —Pero son turistas, son tontos. Míralos, no tienen ni idea de nada. Si les dices que los unicornios existen, te van a creer, y si les haces una lectura de cartas usando una app del móvil, pensarán que eres Dios. —Comentó con sorna. No era muy fan de los visitantes de la ciudad, pues eran un turismo barato y morboso que, según David, no aportaba lo suficiente a Nueva Orleans.

—No sé si todos son imitadores. Hay algunos que sí creen que tienen dones. —Aunque evidentemente, ninguno que se prestara a algo así sería un brujo verdadero, ¿No? —Pero sí, la diversión al final siempre será para nosotros. —Soltó con un marcado sarcasmo, riendo instantes después.

—Lo odio, Mai. Los códigos de vestimenta me parecen de las cosas más tontas del mundo. Y lo peor es que hasta los disidentes cumplimos con ellos. —Eso tenía un nombre: opresión. Sí, David se sentía oprimido por verse obligado a vestir de blanco, pero con suerte al día siguiente lo habría superado.

—Pues... —Quedó pensativo, sin saber realmente hacia dónde debían dirigirse —¿Qué tal el museo de arte sureño? —Se le ocurrió tras unos segundos. A David le gustaba contemplar el arte, más cuando era de un origen cercano —No lo he visitado todavía y hace un rato oí a dos tontos comentando que está bastante bien. Está a dos minutos de aquí. —Empezó a caminar hacia donde se suponía que se encontraba el lugar.

—Oye, ¿Y a ti cómo te ha ido estos días? —Le preguntó, pues hacía bastantes días que no se habían visto.

Intentó no reírse, quizá por respeto o porque simplemente no quería ser muy obvio sobre aquello de lo que se reía aunque no tuvo mucho éxito llevando aquello a cabo-¡David!-casi le regañó entre risas al contrario mientras le daba un golpecito juguetón en el hombro-No descubras nuestros métodos para hacernos con el dinero de los turistas que vienen a visitarnos, luego sabrán cómo cargarse nuestro negocio-bromeó aun riendo-Además, ¿te imaginas que alguien descubre que tiene magia de verdad en mitad de un show? Eso sí que sería un espectáculo-planteó la bruja.

Aunque si algo había cierto es que, tal como dijo el contrario, aquello no era más que un mero timo para sacarles el dinero a los turistas, Mai suponía que cada uno encontraba su propia forma de ganarse la vida incluso si esta era poco ética y un auténtico insulto para los verdaderos brujos-¿Crees que haya alguno por aquí que se aprovechando de tener magia?-cuestionó algo curiosa ante aquello-Supongo que alguno tiene que haber que haga eso, ¿no?-comentó algo curiosa ante aquello, quizá debió de fijarse mejor en los trucos que realizaban los del show de magia.

-Aaw pero eso es porque hasta los disidentes pueden ser muy buenas personas que no buscan causar conflicto entre los brujos al evitar romper una tradición-mención en relación a las palabras del contrario y Mai de hecho agradecía que, incluso si era a disgusto, David hubiese decidido seguir con aquello tradición, puede que fuese algo estúpido vestir de un mismo color todos pero era algo bonito a ojos de la bruja, como si por un día fuesen todos una unidad.

Se quedó algo pensativa ante aquello-¿El museo?-cuestionó para después asentir-Vale, vayamos a ver qué hay, ¿guías tú?-cuestionó con una pequeña sonrisa, así las cosas serían mucho más divertidas y seguro que el contrario sabía algún que aportar-¿Yo? Oh, pues sin mucho cambio diría yo, intento pasar todo el tiempo que puedo fuera de casa, las cosas siguen algo tensas después de lo ocurrido-comentó soltando un suspiro-¿Y tú? ¿Alguna novedad de la que no esté enterada? ¿Ascensos, nuevo interés romántico, algún hechizo nuevo?-se interesó algo curiosa por el contrario mientras seguía a este.

La mente de Mai era brillante. David nunca se había enterado de algún mago de pacotilla que descubriera en mitad de un espectáculo que tenía poderes, pero era un caso factible. De seguro había más de un brujo en Nueva Orleans que desconocía de sus habilidades y del verdadero mundo que lo rodeaba —Espera, pero... El regente podría evitar eso, quizás. Creo. No tengo ni idea. —Tenía sentido pensarlo dado que él tenía conexión con los Ancestros, y estos podrían avisarle —Pero yo pagaría por ver un show así. —Admitió, pensando que realmente sí sería gracioso.

—Sí, lo creo. —Él mismo lo había visto: brujas verdaderas cobrando por lecturas. Si sus predicciones eran acertadas o erróneas, no lo sabía, pero sí existían —Si algún día me retiro de la abogacía creo que sería rentable abrir un negocio de magia rosa. Será gracioso estafar a solteras para enamorar al hombre que las vuelve locas. —Rio con la mitad del rostro y se imaginó la situación. Ninguna de ellas acababa bien para él.

—Así es. No quiero líos por un tiempo. —Ya había tenido suficiente con tener que estar meses fuera de la ciudad —tampoco se quejaba de las vacaciones— buscando como curar una enfermedad derivada de un hechizo realizado por una maldita Levesque. Encontrar un sifón para que lo ayudara fue misión imposible —Pero Mai, parecemos sacados de un manicomio. —Se miró a sí mismo de abajo hacia arriba y solo confirmó sus palabras.

Asintió, dispuesto a hacer de guía en el museo de arte. Volvió a asentir mientras Mai hablaba, comprendiendo su postura —¿Pero lo llevas bien? —Inquirió con una ceja alzada, no pudiendo evitar mostrar cierto grado de preocupación.

Ante las preguntas de Mai, la expresión de David fue respuesta. ¿Ascensos? Negó con la cabeza manteniendo una expresión seria. ¿Nuevo interés romántico? Apartó la mirada cabizbajo. Es más, el tema hizo que ignorara el resto de lo que su amiga dijo. Lo cierto es que sí había alguien en quien se había fijado, pero odiaba pensar en él porque lo hacía sentir frágil —Mira, ya hemos llegado. —Cambió de tema radicalmente, observando el museo al aire libre.

Las pinturas eran de lo más interesantes. En una se podía apreciar a cuatro cinco esclavos de origen africano leyendo un periódico tras trabajar en una plantación, y en otra se veía el gran salón de una mansión de la ciudad. El estilo era muy propio de Luisiana —Me gusta esta. —Llamó la atención de su amiga, mostrándole la primera —Vale 20,000$... —El museo sí que se iba a sacar un buen dinero esa tarde.

-¿De veras crees que el Regente de los aquelarres tiene tan pocos problemas como para preocuparse por eso?-cuestionó bastante poco convencida ante aquello-Además si no pertenece a nuestro aquelarre entonces no creo que pueda hacer mucho, es una figura de autoridad en el Barrio francés pero no creo que posea ese tipo de autoridad sobre los que son ajenos a este-reflexionó en alto algo pensativa.

De igual modo lo que dijo David daba que pensar, ¿podría el Regente saber si algún otro brujo despertaba sus poderes en la ciudad? Según recordaba durante la prohibición de hacer magia de Marcel era Davina quien podía sentirlo-Suena como algo bastante rentable-asintió la bruja ante aquello-bastante poco ético pero rentable-puntualizó.

-Quisiera poder decir lo mismo pero lo cierto es que últimamente los problema me encuentran incluso en casa-confesó la bruja soltando un hastiado suspiro ante aquello-¿Y cuál es el problema?-cuestionó la asiática riendo ligeramente ante aquello-Eso nos da una excusa para comportarnos como dementes, es más, incluso podríamos asustar a un par de turistas-propuso la bruja algo bromista.

Irónicamente por mucha broma que fuera si David decidía hacerlo se animaría también a ello-Oh, sí, por eso prefiero pasar tiempo fuera de casa para que las discusiones que hay en mi hogar no me afecten-respondió con cierto sarcasmo porque lo cierto es que no, Mai no lo llevaba nada bien.

-Oh, estábamos más cerca de lo que esperaba-comentó dejando el tema pasar aunque no pasó por alto precisamente la reacción de David a la pregunta sobre el interés romántico, prefirió eso sí no presionar más el asunto-Son preciosas, se nota el talento de los artistas-mencionó sólo para escuchar el precio que valía aquello no pudiendo contener su sorpresa la cual se dibujó quizá algo exagerada en sus facciones-¿¡QUE VALE QUÉ!?-terminó por gritar para después llevarse las manos a la boca buscando tranquilizarse, que vergüenza-Oye, igual ha dejado de ser tan bonita a mis ojos, ¿eh?-mencionó esta vez en un susurro.