—Toma, para que no se te olvide quiénes son los verdaderos amigos —añadió con una media sonrisa, pasándole su vaso con la bebida que Rhett le había pedido—. ¿Te vas a presentar al combate? ¿Has perdido la cabeza? —en realidad ella no podía juzgar demasiado. A fin de cuentas, Gia de estar mejor humor habría hecho lo mismo. Se habría metido en los cuadriláteros.

Pero prefería que no. ¿Y si se encontraba con @Heidi C. Ellsworth otra vez? No es que no pudiera soportarlo, es que no sabía si saldría viva de allí.

Era de las únicas veces en las que había dudado de sus capacidades.

—Intentaré animarte de todos modos. Solo espero que no te maten, o a Marcel le dará algo —ese pobre hombre cargaba con más disgustos encima de los que Gia pudiera recordar—. ¿Crees que si les pregunto me dejarán tocar música con ellos? —porque era ahí donde estaban. En ese mismo puesto donde se había quedado con Nigel una hora atrás.

Él se había ido, pero a Gia le costaba. Era el único lugar donde se sentía más viva.

— Puede que un poco — esbozó una media sonrisa, tomando el vaso con la diestra que alzó en un brindis antes de llevárselo a los labios para darle un trago —. Pero vamos. No puedo estar tan desentrenado. Antes me ganaba la vida a base de esto — y aunque de eso ya habían pasado más de dos años, debía ser como montar en bicicleta; Nunca se olvidaba del todo.

Además, ahora era un ser sobrenatural. Un vampiro entrenado por Marcel Gerard. No podía irle peor que entonces. Aunque, claro... Apuntarse a un torneo sobrenatural significaba que sus rivales también eran sobrenaturales.

— No dejaré que eso suceda — quizás alardeó más rápido de la cuenta —. Ahora soy más precavido que antes. No quiero morir, aunque no lo parezca — un pensamiento muy diferente al del antiguo Rhett, que parecía buscar cualquier excusa para acabar con los huesos en la tumba. Las palabras de Gia la hicieron volverse a ella para contemplar su rostro y le regaló una sonrisa —. Hazlo. Hace mucho tiempo que no te escucho tocar — la animó, colocando la palma de su mano sobre el hombro de su amiga —. Recuerdo que era una de mis actividades favoritas cada vez que salía de casa. Pararme a escucharte tocar — añadió, invadido por la nostalgia de aquellos días.

—¿Sólo un poco? Estás peor que... No, sabes qué, déjalo —iba a decir que estaba peor que ella pero no, eso no era posible. Gia habría ido de cabeza a los combates. Si tan solo se hubiera enterado antes de su eistencia no habría dudado en apuntarse, pero no lo hizo—. Antes, tú lo has dicho. ¿Has entrenado últimamente? Aunque sea con Marcel, para no perder la forma —se encogió de hombros. Le parecía una pregunta bastante acertada.

No es que no confiase en sus posibilidades pero el cuerpo tendía a resentirse. Durante su vida, Gia tuvo que aprender varias cosas... No muy agradables, digamos. Así que aprendió a defenderse como buenamente pudiera. Claro que con las habilidades de un vampiro nunca contó, lo que le llevaba a pensar que tenía que ponerse en contacto con @Elijah Mikaelson de nuevo.

—Brindemos por tus ganas de no morirte entonces —añadió. Gia se sintió animada por las palabras de Rhett y no dudó en ponerse de pie. La verdad, hacía bastante tiempo que no tocaba nada para nadie y el White Linen Night tal vez fuera la mejor ocasión para hacerlo. Por eso no pusieron mucha objeción a que Gia tocase con ellos, prestándole un violín.

Era como volver a sentirse en casa.

— Sí, tranquila. Con Marcel, con Logan, incluso con Jax — sobre todo, con este último. Era increible lo hábil que era para carecer del sentido de la vista —. Créeme; no les va a ser fácil patearme el culo — o eso era lo que creía, pues estaba siendo un poco fanfarrón al respecto.

Gia quería tocar y no iba a negarlo; Se estaba muriendo de ganas por volver a escucharla. Por eso la animó a que lo hiciera.

Con una sonrisa en los labios, el ahora vampiro se dejó embaucar por el sonido de la música que esta creaba. Un sonido que le traía la nostalgia de un pasado compartido. Siendo testigo de ese momento, decidió saborearlo y disfrutar de la emoción que la vampiresa desprendía en cada una de sus notas.

Y tal cual hacía en el pasado, rebuscó en el bolsillo su última moneda que lanzó hacia la joven.

Total, ya se había acostumbrado a estar sin blanca.