—¿Estás en este mundo? —Gia chasqueó un par de dedos frente la cara de Marcel mientras esperaba que el vampiro reaccionase y volviera a la conversación que estaban manteniendo—. ¿Estás bien? No parece que estés aquí —cualquiera lo diría. Marcel estaba enamorado de Nueva Orleans y Nueva Orleans lo estaba de Marcel, eso era así, a pesar de todas las puñaladas que la ciudad le había dado en forma de amigos, enemigos y viejos rencores.

Aquel hombre, aún así, no se rendía. Era digno de admiración.

—Olvídate de lo que sea por un día —le dijo la sartén al cazo. Esperaba que @Nigel V. Warwick no le dijera nada de lo sucedido con la bruja—. Mira, va a empezar el espectáculo de danzas contemporáneas —pero la realidad era que Gia no tenía la cabeza metida en esas cosas tampoco. Solo había leído el cartel donde lo anunciaban, nada más.

Tenía la cabeza en otra cosa muy distinta.

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Volviendo repentinamente a la tierra ante aquel chasquido, Marcel sonríe de forma ladina. —Uno se pierde en sus pensamientos un par de minutos, y no se lo perdonan el resto de su vida.—Bromea, pretendiendo restarle importancia, aunque es cierto: Marcel está preocupado, bastante preocupado. La presencia de los Strix en el White Linen Night podía ser algo previsible, pero su conversación con Deucalion Atreides ha dejado en evidencia sus temores: están allí... por él.

¿Vigilándole? Es posible.

Y aunque pueda comprender las motivaciones en aquella decisión de parte de Tristán de Martel, el vampiro no puede evitar sentirse igualmente incomodado. —¿Nunca has oído eso de que Inquieta vive la cabeza que sostiene la corona?—Una de sus citas favoritas de Shakespeare; aunque Marcel ya no sea el rey de Nueva Orleans, sigue sintiéndose identificado con aquella frase.—Preocuparme para que vosotros os lo paséis bien, sigue siendo mi trabajo.—Reafirma, con una sonrisa cómplice.

Desviando la mirada hacia los bailarines, Marcel intenta cambiar de tema. —Más tarde iré a buscar a Nigel. Quiero echarle un vistazo antes del combate.—Aunque tampoco se olvida de Rhett, conoce lo suficiente a Warwick como para saber que la lucha libre y la violencia en general, no van demasiado con él. Siente curiosidad por los motivos que le han llevado a participar de algo así.—¿Sabes si ya está por aquí?

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Marcel era la única persona en mucho tiempo que despertaba verdadero respeto y lealtad en Gia. Desde que se había convertido en vampiresa y su vida había cambiado —para mejor en su opinión—, casi no se despegaba de él. Siempre había sido una mujer muy independiente, individualista e incluso todavía a día de hoy lo era, pero empezaba a entender el concepto de familia a un nivel superior.

Y, por eso, también le daba las gracias a Marcel.

—Y te lo seguiré recordando —hasta el día en el que muriese de ser necesario—. He oído demasiadas cosas —contestó, esbozando una pequeña sonrisa—. Mi madre solía repetirme esa frase. Creía que yo acabaría siendo algo importante —y la mujer, a su manera, tenía razón. Solo que tal vez no de la forma en la que ella creía.

Bien sabía Gia que Marcel todavía creía ser el rey legítimo de Nueva Orleans y, después de todo, los marcelinos que lo apoyaban creían igual. Su corona había sido arrebatada y se la estaban pasando los unos a los otros.

Les llegaría su momento, por supuesto.

—Pero tú también puedes pasártelo bien, Marcel —se encogió de hombros—. No tienes que protegernos siempre. Deja que te protejamos también —¿acaso no tenían sus errantes la espalda de su líder? Por supuesto que sí—. He visto a Nigel hace horas. De hecho él me invitó a venir, o mejor dicho me convenció —pero no ahondaría en más detalles por ahora—. Estará con Logan o con Rhett —le preocupaba que Nigel fuera a participar en un combate con otro ser sobrenatural.

De ser ella le habría dado igual, Gia se apuntaba a lo que fuese. Pero aquel grandullón, que era más tranquilo y pacífico que ella...

—¿Crees que las cosas en Nueva Orleans volverán a ser como antes para nosotros? —y con nosotros no se refería a todos los vampiros, no. Se refería específicamente a ellos.

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«Y te lo seguiré recordando.»

—Eres de lo que no hay.—Le reprocha, aunque sólo se está riendo del tema.—¿Qué voy a hacer contigo?—Y es que, por irónico que pueda resultar, Marcel aprecia rodearse de vampiros como Gia. No todos tienen el valor suficiente para cuestionar o enfrentarse a la autoridad... obligando a grandes líderes a percatarse de sus propios errores.

Mantenerse vigilante por aquellos que han decidido apoyarle en su causa, sin embargo, no es uno de ellos. —Lo dices como si protegeros no fuera divertido.—Inquiere, todavía con aquel tono jocoso.—Siempre causando caos, y armando alguna de las vuestras...—Aunque, en realidad, Marcel no se ha llevado ningún gran disgusto con sus chicos en los últimos tiempos. A veces, sólo hace falta un acto de fe para recibir la respuesta propicia.

Una que en ningún momento, le ha defraudado. —¿Sinceramente?—Le dice entonces, volviendo el rostro para mirarla.—Hay ocasiones en las que siento que nada volverá a ser como antes. Pero eso no tiene por qué ser necesariamente algo peor.—Nos aferramos al pasado, sin tener claro que el futuro puede ser aún más prometedor.—Recuperaré esta ciudad, Gia; no me detendré hasta conseguirlo. Y la convertiremos en nuestro hogar.—¿Que las cosas vuelvan a ser exactamente como antes? Eso es lo que no tiene claro.

Pero Marcel es un hombre de objetivos, y no va a parar hasta recuperar su corona.

—Vayamos pues con los chicos, ¿te parece?—Le propone finalmente.—Aprovecharé para presentarte a una vieja amiga, Cami. Creo que te va a encantar.—Tanto o más de lo que le encanta al propio Marcel.

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