THEY DON'T BUILD HOMES
LIKE YOU
Han sido horas cruciales, y muy largas, pero finalmente puede decirse que Yvette lo ha conseguido: habiendo purgado la mayor cantidad posible de lirio de su sistema, sobrevivirá un día más.
Durante las largas horas de intervención, no obstante, Lizzie y Jay no han cruzado palabras. Una mirada entre ambos al verla llegar, cargando con el cuerpo semiinconsciente de aquella mujer tan parecida a ella, fue suficiente para que Jay comprendiera que, fuera lo que fuese que debiesen hablar al respecto —y no sería poco—, aquel no era el momento. Transcurridas lo que en términos médicos se conocen como las horas de oro —aquellas en las que la probabilidad de defunción del paciente son preocupantemente altas—, Lizzie se retira de la habitación para dejarla descansar. La cabaña que comparte con Jay no es tan grande como para contar con varias habitaciones, de modo que la ha dejado durmiendo en el dormitorio principal.
Sobre la cama que comparte con Jay.
Detalles que, por ahora, no son importantes. No con la vida de su hermana en juego.
Cierra la puerta de la habitación, tratando de hacer el menor ruido posible. Como se imaginaba, Jay ya la está esperando en el salón, en completo silencio. Lizzie deja escapar un suspiro antes de concluir el diagnóstico. —Sobrevivirá.—Le dice, simplemente.—Pero necesita descansar. Puede que tarde varios días en despertar.—Todo dependerá del tiempo que asimismo tarde en purgar por completo la esencia de lirio.
Yvette recibió una buena dosis, prácticamente mortal. Es un milagro que aún siga viva. Hizo bien en marchar hacia los pantanos en su búsqueda, porque puede que hubiera dejado pasar un par de horas más, y no hubiera visto un nuevo amanecer.
[b]—Vayamos fuera.—[b]Le pide, echándose por los hombros lo primero que encuentra —una manta—, y ladeando el rostro con elocuencia, para que la acompañe. Tienen mucho que hablar, pero por lo que pueda pasar, es mejor que lo hagan fuera. Si alguno de los dos necesita levantar la voz de más, podrán hacerlo sin perturbar el descanso de Yvette.
Yvette: la mujer por la que ambos se reencontraron, y que a la par, casi los destruye. La misma que ahora dormirá durante varias noches en su cama de matrimonio.
Durante las largas horas de intervención, no obstante, Lizzie y Jay no han cruzado palabras. Una mirada entre ambos al verla llegar, cargando con el cuerpo semiinconsciente de aquella mujer tan parecida a ella, fue suficiente para que Jay comprendiera que, fuera lo que fuese que debiesen hablar al respecto —y no sería poco—, aquel no era el momento. Transcurridas lo que en términos médicos se conocen como las horas de oro —aquellas en las que la probabilidad de defunción del paciente son preocupantemente altas—, Lizzie se retira de la habitación para dejarla descansar. La cabaña que comparte con Jay no es tan grande como para contar con varias habitaciones, de modo que la ha dejado durmiendo en el dormitorio principal.
Sobre la cama que comparte con Jay.
Detalles que, por ahora, no son importantes. No con la vida de su hermana en juego.
Cierra la puerta de la habitación, tratando de hacer el menor ruido posible. Como se imaginaba, Jay ya la está esperando en el salón, en completo silencio. Lizzie deja escapar un suspiro antes de concluir el diagnóstico. —Sobrevivirá.—Le dice, simplemente.—Pero necesita descansar. Puede que tarde varios días en despertar.—Todo dependerá del tiempo que asimismo tarde en purgar por completo la esencia de lirio.
Yvette recibió una buena dosis, prácticamente mortal. Es un milagro que aún siga viva. Hizo bien en marchar hacia los pantanos en su búsqueda, porque puede que hubiera dejado pasar un par de horas más, y no hubiera visto un nuevo amanecer.
[b]—Vayamos fuera.—[b]Le pide, echándose por los hombros lo primero que encuentra —una manta—, y ladeando el rostro con elocuencia, para que la acompañe. Tienen mucho que hablar, pero por lo que pueda pasar, es mejor que lo hagan fuera. Si alguno de los dos necesita levantar la voz de más, podrán hacerlo sin perturbar el descanso de Yvette.
Yvette: la mujer por la que ambos se reencontraron, y que a la par, casi los destruye. La misma que ahora dormirá durante varias noches en su cama de matrimonio.
2 marzo • 01 am • @M. Jay Burgess
A Yvette T. Washington le gusta esta publicaciòn
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