EMINEM escribió:
Look
If you had
One shot
Or one opportunity
To seize everything you ever wanted
In one moment
Would you capture it?
Or just let it slip?

Contra todo pronóstico, el padre Osborne se ha encontrado con una pequeña encrucijada. O más bien, en una gran encrucijada. Resulta que su naturaleza como humano se ha visto amenazada y ahora no sabe qué hacer, mucho menos a quién acudir. En sus manos, una pequeña tarjeta con un nombre le hacen recapacitar, guardándola poco después. Mejor en otro momento, concluye.

Hace unos meses tuvo un encuentro fortuito con aquel hombre, que fue quién le descubrió varias cosas sobrenaturales. Con el paso de los días y las semanas, más gente le fue —y le siguen— hablando de ello.

Al final ha acabado derrotado, en la barra del bar Rousseau en el barrio francés de Nueva Orleans. Allí al menos nadie le conoce y, de paso, ha dejado la sotana y el alzacuellos en casa. Allí no es cura, allí es... simplemente Isaiah—. Una cerveza.

Y, una vez más, huye de sus problemas a través del alcohol. Está a un paso de dejar de ser cura porque tal y como va... ¿A quién va a guiar si no sabe hacerlo consigo mismo?

Graham no está habituado a tomar una pausa en su ajetreada vida para reflexionar sobre todo lo que está aconteciendo desde que regresó a New Orleans. La verdad, jamás lo ha hecho con su vida en general. Pérdida sobre pérdida, demasiados intentos por empezar una nueva vida que acaban siempre de vuelta en el mismo lugar, la misma gente y los mismos problemas.

De los cuáles no puede huir. Ya no.

¿Se encuentra en un callejón sin salida? Graham no lo llamaría así, porque sabe perfectamente que la puerta para salir está bien abierta. El asunto es que si se marcha, si vuelve a abandonar a todos, es probable que esta vez una parte de su corazón se quede allí para siempre.

Qué predicamento.—¿Primera vez aquí? —Mueve la barbilla hacia el desconocido a su lado como gesto de saludo.—Esa cerveza es una mierda.—Advierte con una media sonrisa en los labios. A excepción de los nuevos clientes, nadie la toma. El barman le dedica una mirada de advertencia que Blackburn responde alzando las manos en señal de rendición. Luego, ensancha el gesto en su boca.

—¿Cuándo te dejó? —Mujeres, siempre son las causantes de esa expresión que justo domina el rostro del desconocido.—Aunque no hayas sido tú, regresa y pídele perdón. Spoiler: Para ellas siempre seremos nosotros los culpables.—Aconseja de buena fe, llevando a sus labios la corona de su botella de cerveza.

—Eso creo, sí. —La verdad es que no está cien por cien seguro pero puede decirse que está ahí actuando como un novato cualquiera en ese momento. Se siente algo perdido y avergonzado por la facilidad con la que ese hombre ha reconocido aquello—. Entonces aconséjame.

No tiene demasiada experiencia en lo que hay en Nueva Orleans. Él no ha salido mucho de Mystic Falls, nada más que lo justo y necesario.

—¿Qué? —Le extraña bastante el comentario, negando con la cabeza. ¿Es que parece que es de los que son dejados y no de los que dejan?—. No, no. Nada de eso. Ni siquiera tengo pareja. Un dolor de cabeza menos con el que contar. —Aunque el que se le viene ahora encima es grande—. Tú... Digamos que estoy viviendo cambios en mi vida bastante bruscos y no sé qué hacer con ellos.

Sobre todo porque uno supone un cambio inmensamente grande con el que Isaiah nunca ha contado hasta hace bien poco.

Con luz verde, Graham se gira al empleado del turno:—Dame una Margiekugel's, una Guinness Black y una Sierra Nevada.—¿Aconsejar? No, no. Eso dándole. Que pruebe las tres y vea cuál le cuece el paladar.

Un dolor de cabeza menos con el que contar.

Graham se carcajea, porque en el fondo sabe que el desconocido lleva razón.—Ah, pero entonces estarías cerrándole las puertas al placer.—A sentir, a vivir... Alza la comisura derecha en una mueca parecida a una sonrisa. Chasquea la lengua.—Demasiado sacrificio.—Menea la cabeza en señal de reprobación.—Viéndote bien, tienes cara de no saber qué mierdas hacer con tu vida.—Normal, algunos no pueden ocultarlo como el propio Graham.

Y como cosa extraña, Graham observa que le atinó. Es que hay caras de pobres desgraciados demasiado evidentes.—¿Y tienes lo que necesitas para afrontarlos? —Graham le da una probada a su propia cerveza antes de que el empleado deje sobre la barra las tres botellas de cerveza.—Sea lo que sea, no huyas. Tendrás que enfrentarlo tarde o temprano. Más vale que sea temprano, tarde duele un huevo.—Con un movimiento de su mentón, le invita a tomar una de las botellas.

—Vaya —sorprendido, ve cómo el camarero saca botellas de las tres bebidas nombradas. Isaiah no tiene mucha experiencia, ya se puede notar, y siempre bebe aquello que más barato puede ser. Sea lo que sea. Sobre todo cuando está desesperado.

Y en ese momento lo está, y mucho.

—Soy cura, no es que tenga ese tipo de placer —desde hace mucho. Supone que la confesión va a ser algo inesperado para su nuevo compañero de bebidas, pero no le importa, parece que está dispuesto a escucharle y eso al cura le es más que suficiente—. No diré que no lo echo de menos —igual que enamorarse. ¿Cuándo fue la última vez que lo hizo?

Ya ni lo recuerda.

—¿Tanto se me nota? —deja escapar una carcajada, asintiendo con la cabeza a lo que dice—. El problema está en que para enfrentarme a ello tengo que hacer algo que sé que no me voy a poder perdonar —¿matar a alguien y desatar la maldición del licántropo? Eso no entra en sus planes.

Y con aquello en mente, Isaiah decide coger la Guinness Black y darle un buen sorbo—. Definitivamente mil veces mejor.

Sonríe de medio lado al notar al hombre un tanto impactado por las cervezas. ¿Será la cantidad o la variedad?

Duda que se resuelve en menos de lo que canta un gallo.

—Un cura.—Alza ambas cejas. ¿Quién es el sorprendido esta vez?—Vaya, eso sí no me lo esperaba.—Aunque ahora todo tiene mucho más sentido.—Entonces... ya sabes, ¿tú nunca...—has follado en tu vida? Pregunta implícita, porque vamos, se sobreentiende con su tono y mirada. Aunque, la respuesta ajena le da un indicio de que quizá por ahí no van los tiros.

Graham comparte la risa ajena y se encoge de hombros, dando a entender que la respuesta es sí.—Huelo cosas a metros de distancia.—De forma literal y no literal, eh. Instintos, se llaman instintos de lobo.—¿Sabes que va a perseguirte, no? A veces las circunstancias nos obligan a hacer... cosas que jamás habríamos hecho. —Le da un trago a su cerveza y emite un resignado suspiro.—¿Y crees que podrás vivir sin resolver eso? —No, Graham cree que no. Porque es viva imagen que los problemas y dificultades siempre encuentran el camino de regreso a tu vida...

Y se instalan como parásitos complicados de expulsar.—Te lo dije.—Se encoge de hombros.—Soy un experto en la materia.—Suelta una breve y ligera risa.

—Antes de entrar en todo ésto del alzacuellos y echar al diablo de las personas —se encoge de hombros mientras se ríe ligeramente. Lo irónico de la situación es bastante interesante, por lo menos en su opinión—. No todos los curas lo hemos sido desde que nacimos, a veces a la gente se le olvida eso. También hemos sido humanos en algún momento —y como tal, cometen errores o atrocidades, según vean.

Cosas que él condena, por supuesto.

—Tu perspectiva me está ayudando más de lo que crees —asiente con la cabeza un poco perplejo. Y eso que al principio ha pensado que era un simple cabeza hueca, tonto de las cavernas. Definitivamente le ha juzgado mal. Perdóneme padre porque he pecado—. No, creo que no. Pero la pregunta que me hago es, ¿estoy preparado a afrontar las consecuencias de ese cambio si llego a enfrentarlo? Tampoco creo estarlo...

¿Acaso alguien está preparado a vivir luna llena tras luna llena a transformarse en un dichoso licántropo? Seguramente su acompañante ni siquiera se imagine aquello. Oh, qué equivocado puede estar Isaiah.