Los cambios siempre eran complicados más aun para alguien que parecía más anclada al pasado que viviendo en el presente pero hacerlo por Nora siempre fue un buen incentivo para volver a intentarlo incluso si resultaba algo complicado-Reconoce que me quieres más por eso-le susurró a la contraria de vuelta con una pequeña sonrisa, hablar de aquellas cosas en público aun también le costaba pero tener la ventaja de que su novia pudiese escucharla incluso si apenas estas palabras fuesen audibles hacía todo más fácil.

-Entonces acabemos con esto cuanto antes-cedió bufando ante aquello, lo haría incluso si era de mala gana porque aquella era la condición de Nora antes de dar paso a su romántica velada y si tenía que soportar a un par de borrachos por el camino así fuera, por ella-después espero evitar más interrupciones, de no ser así el siguiente en buscar tu atención juro que va a perder la cabeza-y ella misma se encargaría de llevar a cabo aquella promesa.

Si de Mary Louise dependiera entonces pondría a los pies de su amada todo el pueblo, sería capaz de poner a todos así como cada uno de los habitantes bajo compulsión con la simple intención de que estos le hicieran una venia a Nora cada vez que pasase ante ellos porque para ella era lo mínimo que merecía pero eso llamaría la atención no sólo de Lily sino también de la Cazadora y no quería exponerse a un sermón ni a Nora al filo de la espada de esta.

-Entonces como se suele decir, larga vida a la reina-una sonrisa genuina se dibujó en los labios de la rubia mientras observaba a la contraria con un cariño que jamás le profesaría a otra persona-y como reina consorte espero ver la eternidad junto a ti-y tras aquello encaminó sus pasos junto a los de su novia esperando con ansia por la que sin duda sería una velada memorable a su lado.

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Lo intentan. Intentan ser mejores cada día, la una para la otra, y Nora puede comprobarlo en pequeños gestos como aquel: aunque todavía no esté acostumbrada a aquellas muestras de afecto en público, Mary Louise no le suelta su mano; al contrario, se la estrecha con cariño, y la morena no puede sino sentir su corazón colmado de dicha.

No podría ser más afortunada. —Oh, Mary Lou —se echa a reír—, en lugar de corazón tienes puro arsénico.—Igual que ella. Quizá por eso hacen tan buena pareja después de todo.—Vamos, Mare, sólo será un momento. Después tendremos toda la noche para nosotras.—Y aquella también es una promesa: la promesa de que, en realidad, está en manos de ambas que aquella velada sea romántica y perfecta, y no sería Nora quien la echase a perder.

La hereje deja escapar una carcajada empapada de emoción contenida. No es la primera vez que ambas bromean sobre el tema, aunque mentiría de no admitir que Mary Louise consigue hacerla sentir como una verdadera reina. Y, ¿qué importa si aquella corona solo es temporal? Si su reino tan sólo se circunscribe al pequeño pueblo de Mystic Falls.

Una parte de ella se siente como si de verdad todo a su paso les perteneciera.

Y Mary Louise sólo confirma aquel sentimiento. —No sé si alguien podría negarme algo —concede, levantando la mirada para volver a contemplarla—, pero este reinado no me serviría de nada sin mi reina.—Alteza y alteza, reina y reina.

Como siempre debió ser. —Venga, vayamos para allá.—Concluye, avanzando con decisión rumbo al Mustic Grill.

Una velada espectacular las espera.

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Aun se le hacía extraño que Nora la tomase de la mano y dicha sorpresa se reflejó en sus facciones al mirar a la contraria. Irónico cuanto menos cómo un pequeño gesto como lo era aquel pudiera ponerla en alerta incluso después de tanto tiempo y cuando en el año en el que vivían ya no suponía realmente un problema como antaño-El vino siempre es el acompañamiento perfecto para cualquier tipo de comida-mencionó la rubia de vuelta, no retirar la mano aun le costaba horrores en público pero lo intentaba, quería hacerlo por Nora así que en su lugar le dio un pequeño apretón a esta-aunque hay más formas de hacer una comida más dulce-y Mary Louise era experta en ello, el miedo era su mejor arma para eso pues, a su juicio, enriquecía el sabor de la sangre.

-Sí, preguntemos a algún borracho por los fuegos artificiales-comentó casi en tono de queja mientras rodaba los ojos, si Nora era la sociable de las dos podías considerar a Mary Louise como la práctica y eso de socializar no sólo es que no fuera algo que no se le daba bien sino que además detestaba estar rodeada de desconocidos-Será muy romántico-aquello era prácticamente una promesa cuando se trataba de hacer algo por la contraria-no es menos de lo que merece alguien de la realeza-bromeó la rubia a su modo pero sobre todo lo importante es que sería un instante compartido para ellas dos.

Aunque si le hubiesen dicho durante su encierro en el mundo prisión que estaría un día como ese junto a su novia compartiendo un momento que, en otra época, hubiese sido privado en una zona pública sin duda alguna al que fuera su interlocutor lo hubiera tildado de demente-Lo que desee la reina del lugar, ¿quién podría negarte algo?-cuestionó con una media sonrisa mientras la observaba caminando junto a esta, sin duda aquel estaba siendo un gran día del que Mary Louise guardaría un buen recuerdo consigo simplemente por el hecho de ver feliz a su Nora.

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—Hagámoslo entonces.—Tomando a Mary Louise de la mano, Nora le sonríe.—Las compras siempre me abren el apetito. Y creo que ese vino que sirven durante el Día de los Fundadores por el Grill vuelve el picoteo mucho más dulce.—No creerías que están hablando de comida de verdad, ¿cierto? Digamos que Nora es más de tentempiés en forma de cuellos largos y sangre palpitante…

Sangre mucho más dulce bajo los efectos del vino casero, receta tradicional entre las familias fundadoras.

—¿Qué?—Devolviendo la atención hacia su pareja, Nora da media vuelta para volver a mirar a Mary Louise. —Oh, los fuegos.—Recuerda inmediatamente.—Pues ahora que lo dices, no estoy segura. Luego cuando pasemos por el Grill, preguntamos por allí; seguro que alguien más lo sabe.—Y cómo no: cualquier oportunidad para socializar, parece aceptable.—De todas formas, tenemos tiempo para…—…para prepararse. Todo un día por delante de celebración… aunque Mary Lou, detallista como siempre, ya tiene un plan en mente.—¿Un picnic improvisado? ¡Qué buena idea! Podría ser muy romántico.—Le sonríe, emocionada. Es agradable poder hacer toda clase de planes con tu pareja sin tener que, en resumen, fingir que no son planes de pareja. Algo de ese vino casero, algún que otro piscolabis…

El siglo XXI es sencillamente maravilloso.

—Pediremos la comida para llevar en el Grill, entonces.—Propone, emocionada, mientras se adentran en el mercadillo. De nuevo, no se refiere a nada de comida tradicional. La sangre para llevar puede ser algo engorrosa, pero se las apañarán.

Además, seguro que alguien puede ofrecerse a hacerle un favor a Miss Mystic Falls, ¿cierto?

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Exponer a su novia a miradas ajenas no era precisamente algo de lo que la rubia disfrutara, es más, si por ella fuera se hubiese encargado personalmente de hacer una masacre con cada tipo que le lanzase una mínima mirada lasciva a Nora... pero no podía porque sabía que para ella aquello era importante y sería piadosa por un día al menos porque se lo había prometido, quería que su novia disfrutase de pasearse exhibiendo su flamante corona de reina.

-Podríamos comenzar por el mercadillo e ir después al Mystic Grill por si nos entra hambre-propuso observando junto a la contraria el panfleto que llevaba, puede que no fuese su tipo de ambiente pero lo soportaría aunque fuese por unas horas-De igual modo me parece más justo que hoy elijas tú a donde vamos, no todos los días puedo llevar de la mano a Miss Mystic Falls-mencionó con una sonrisa cariñosa, Mary Louise sabía que Nora disfrutaba de su título y ella de lo que hiciera feliz a su chica... menos la atención pero intentaba mantenerse sosegada al respecto, reprimir sus instintos homicidas.

Aunque juraría que los presentes no se lo estaban poniendo nada fácil observando con severidad a las chicas que saludaron a su novia hasta que estas desaparecieron de su vista, era una costumbre que tenía-¿A qué hora son los fuegos artificiales, Nora?-se interesó volviendo la atención hacia la contraria como si nada hubiese sucedido-Podemos buscar un buen lugar donde verlos con tiempo, incluso podríamos llevarnos algo para comer en plan picnic improvisado-propuso la rubia observando con cariño a la contraria, incluso por un día podría hacer el esfuerzo de comer aquel tipo de comida que sabía a puro químico si era por ella.

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Como Miss Mystic Falls 2013, Nora no habría podido dejar de acudir al Día de los Fundadores. Y, ¿qué mejor forma de hacerlo que acompañada de su novia?

Acaparar todas las miradas y ser el centro de atención es algo tan propio de la manera como su necesidad inherente de respirar. Vestidas de gala, como dos damas de 1864, tomaron el papel protagonista en la carroza correspondiente del desfile; apenas un par de horas después, de nuevo vestidas de calle, vuelven a recorrer las calles del centro del pueblo, valorando su próxima parada.

No me dejarás mentir: Nora se lo está pasando en grande.

—¿A dónde crees que deberíamos ir?—Inquiere, oteando un panfleto informativo con el programa de actividades para aquel día. Lleva un refresco de la mano; resulta que durante la fiesta, el pueblo está atestado de toda clase de pequeños puestos callejeros de comida y bebida.—He visto que hay un mercadillo de antigüedades, aunque no sé si te apetece eso más, o ir al Mystic Grill. Hay música en directo; puede ser divertido.—Y no es que Nora y Mary Louise coincidan siempre en términos de diversión, pero a veces, es tan sencillo como repartir el tiempo entre ambas partes.—Lo que sí deberíamos hacer sí o sí más tarde, es quedarnos al espectáculo de fuegos artificiales. Debe ser precioso.—Pirotecnia, buena música, un mejor ambiente...

¿Qué más podrían pedir?

—Oh, ¡hasta luego!—Se despide entonces de una pareja con las que se cruzan, que saludan a las chicas —y a Nora en particular—, con amabilidad. La morena no les ha visto en la vida —o no los recuerda, al menos—, pero como Miss Mystic Falls, empieza a acostumbrarse a recibir tanta atención.

Qué te puedo decir: está más que encantada.

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Había pocas cosas que le pudieran dañar tanto a Mary Louise como aquella, separarla de la que era el amor de su vida parecía una broma macabra del destino. Tras haber superado por tantos años los obstáculos que la vida les puso por delante en aquel mundo prisión habían encontrado un lugar seguro en el que no habísn de esconderse, donde no tenían que preocuparse por ser perseguidas por aquello que sentían y aun así la escasez de sangre amenazaba ese paraíso en el que habitaban.

En momentos como aquellos Mary Louise maldecía la forma en que cayeron en la trampa de los Géminis, el día en que les encerraron porque lo que para ella era un paraíso a su vez se trataba de una prisión-Viniendo de parte de Valerie no sería algo de extrañar-mencionó con acritud-como ella no puede ser feliz está celosa, vive amargada-a ojos de la hereje su "hermana" con lo único que soñaba era con reencontrarse con Stefan y al no poder hacerlo mientras las veía a ellas felices pareciera como si los celos la carcomieran al tener algo que ella no.

-Eso es, será como una siesta, pasará antes de que nos demos cuenta-mostrarse positiva no era algo nada fácil para alguien como lo era la hereje, si se venía abajo sería lejos de los ojos de Nora porque no soportaría verla llorar por su inminente separación, el simple hecho de pensar en estar obligada a estar alejada de esta dolía terrible pero no había opciones.

Y sin embargo el momento que compartían se vería interrumpido por una variable inesperada, una voz, la de Óscar llegando a casa con novedades provocaría que la hereje se quedase escuchando por unos segundos-¿Ha traído algo?-cuestionó extrañada más aun ante la voz de Lily cuestionando la presencia de alguien más-¿Todos vosotros...?-por unos instantes Mary Louise observó a Nora, cauta incluso algo confusa hasta que la contraria tiró de su mano dejándose llevar. La rubia no podía imaginarse que su hermano les había encontrado una inesperada solución a su problema aunque no por ello la hereje se mostraría menos hostil con sus nuevos invitados, al fin y al cabo eran extraños invadiendo su hogar.

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Los dedos de la mano de Nora se entrelazan a los de Mary Lou, contemplando la morena a su compañera, llena de infinito cariño. —Lo sé.—Sabe que desearía librarle de todos los males, del mismo modo que Nora habría ansiado liberar a su pareja de todo aquel innecesario dolor.—Ojalá todo hubiera sido diferente.—Ojalá nunca hubieran terminado encerradas en aquel Mundo Prisión. Se habrían merecido compartir una vida mejor.

Pero no.

El aquelarre Géminis tuvo que interponerse... y arrebatárselo todo.

De suerte, al menos, que ni siquiera ellos lograron separarlas. —Puede que... Valerie sólo haya intentado aterrorizarme.—Sugiere entonces.—Puede que en realidad, no sea para tanto. Quizá sólo... sea como una larga siesta.—Añade repentinamente, sonriendo con timidez, empezando a creerse aquella idea.—Nos iremos a dormir, y cuando despertemos, será como si el tiempo no hubiera pasado. Como si nunca...—nos hubiéramos separado.

¿Tan inverosímil o difícil de creer sería plantearse a algo así?

Tal vez.

Pero Nora necesita desesperadamente aferrarse a un clavo ardiendo. Las frentes de ambas se tocan y la morena cierra los ojos, disfrutando de la sensación; consciente de que podría ser uno de sus últimos momentos juntas. —Yo también te quie...—Sin embargo, el que debía ser un momento de lo más romántico entre las dos, se ve inevitablemente interrumpido cuando una estruendosa voz recorre los entresijos de la casa; desde el hall, y avanzando entre los pasillos, alcanzando el fino oído de las dos herejes.

«¡Lily, querida! ¡Ni te imaginas lo que te he traído...!»

—Es Óscar.—La mirada de Nora busca la de su compañera, consciente de que podría escucharle tan bien como ella. «¿Quiénes... quiénes sois todos vosotros?»

Hay alguien más aquí.

Sin mediar más palabra, Nora toma a Mary Lou de la mano, rumbo al piso inferior. Tienen a unos nuevos invitados a quienes dar la bienvenida.

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La positividad era algo difícil de pretender cuando ella misma estaba asustada ante la idea de estar tan cerca de Nora, no poder verla, tocarla, no, si se paraba a pensarlo juraba que se echaría a llorar y eso era lo último que quería hacer delante del amor de su vida.

Y sin embargo cuando Nora puso en palabras aquello que sentía, precisamente lo que Mary Louise también sentía fue el momento preciso en que su propio miedo se hizo real, Nora era el pilar de su vida-Desearía poder librarte de tener que pasar por esto-mencionó la mayor de la dos-quisiera poder escaparme contigo a algún lugar donde alejarnos no fuera algo inevitable-la rubia soltó un suspiro aferrándose a la mano de Nora, Mary Louise no admitiría que tenía miedo quizá por orgullo en un intento aun de mostrarse fuerte ante la persona a la que más quería pero sus palabras denotaban que temía lo que el destino les tenía preparado-Rezaré cada día si hace falta por un milagro que me ayude a mantenerme a tu lado y no nos obligue a separarnos de manera tan cruel-sus palabras casi como una promesa para después depositar un beso en la mano de Nora, su mirada después volviendo a los ojos de la contraria, si tan sólo ese milagro estuviera a su alcance entonces haría lo que fuera para hacerlo realidad.

-Sólo nos queda confiar en que encuentre un modo de ayudarnos lo más pronto posible-mencionó aquello que ambas ya sabían, su destino no estaba en sus manos y, aunque estaba en alguien que era prácticamente como su madre, Mary Louise no podía evitar sentirse algo impotente por tal hecho-Nora...-su voz un susurro, por unos segundos la hereje no supo encontrar las palabras, no podía hacerle promesas que no podría cumplir como que todo iría bien o que no pasaría nada, sólo podía estar ahí para ella pero dolía tanto escucharla decir aquello-Sabes que iría contigo hasta el fin del mundo-le recordó-simplemente pensar en separarme de ti duele tanto que no sé cómo ponerlo en palabras, creo que tampoco es algo que quiera hacer-por unos segundos le retiró la mirada intentando ocultar ese miedo, juraría que sólo de pensarlo podía sentir una punzada en el pecho.

Sin embargo no podía evitar pensar en algo-Nada ni nadie ha sido capaz de separarnos hasta ahora, que irónico que sea nuestro propio sustento lo que amenace con ello-negó con la cabeza ante aquello-pero hasta que llegue ese momento no pienso despegarme de ti-le prometió acercándose hasta juntar su frente con la de la contraria-Te quiero, Nora-le recordó aquello que ya sabía y a lo que la rubia se aferraría en los tiempos difíciles que estaban por llegar.

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Mary Louise tiene razón: no tiene sentido que pierdan el poco tiempo que les queda dándole vueltas a qué será de ellas. Sin embargo, Nora no puede evitarlo. Se siente aterrada, y no sólo porque vaya a ser la primera vez que viva un proceso de momificación: en todas estas décadas, será la primera vez que vaya a verse obligada a permanecer lejos de Mary Lou.

Porque las van a separar. Una vez empiece todo, ambas se sumirán en un letargo profundo, y no podrán volver a disfrutar de la otra hasta a saber por cuánto tiempo. ¿Años? ¿Décadas? ¿Siglos? El futuro se presenta incierto, y aunque harán aquel sacrificio para que Lily pueda conseguirles una oportunidad, ni siquiera existe garantía de que consigan salir de allí.

Tal vez, sus últimas horas juntas lo sean para siempre.

Y no lo reconocería delante de Valerie, o Malcolm, ni siquiera delante de Lily. Pero la realidad, es que Nora está muerta de miedo.

—Lo sé.—Intenta sonreír, confirmando las palabras de Mary sobre Valerie. Ha perdido la cuenta de las veces que la han descubierto leyendo los diarios de Stefan y observándolas con recelo.—Pero tengo miedo —Admite finalmente, confiando como sólo podría hacerlo en la mujer que ama—, porque tenga razón.—Porque, si ya le resulta doloroso pensar en la separación, no alcanza a imaginar cómo se sentirá algo mucho peor.

Nora alza la mirada. En el fondo, sabe que Mary Louise no puede ofrecerle una respuesta confirmatoria: ninguno de ellos sabe lo que les depara el futuro. Sin embargo, lejos de pretender tan sólo consolarla, Nora puede hallar en su mirada la verdad: confía plenamente en sus palabras, en sus posibilidades.

«Lily encontrará una solución pronto, siempre lo hace.»

Y aquello es cierto: Lily siempre consigue encontrar una solución. No debería ser diferente ahora, ¿no es cierto?

—Si alguien puede salvarnos —concluye entonces, algo más convencida—, esa es Lily.—Como ya les salvó a todos una vez. Confiar, por ahora, es todo lo que les queda. La mano de Mary Louise descansa sobre su mejilla, y Nora acaricia a su vez aquella, con infinito cariño.—Sé que seré tuya por el resto de la eternidad.—Le asegura, convencida.—Y que sólo serán un puñado de años, pero... la idea de separarme de ti, Mary Louise... Me parte el corazón.—Y aquella es la única razón por la que Nora podría negarse a llevar a cabo el plan.

Preferiría morir de hambre a vivir un sólo instante lejos de ella.

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Era inevitable para ella recordar aquellos versos, para la rubia todo lo que Nora hacía era algo digno de memorizar y, al contrario que quizá alguno de los miembros de su familia la repetición de aquellos versos para ella no eran un hastío sino una forma de recordar que aquellos poemas conjuntos eran especiales para ellas. Para Mary Louise había casi algo íntimo en recitarlos o escucharlos cuando se trataba de Nora y por mucho tiempo recitar aquellas palabras fue un "te quiero" encubierto que había perdurado con el pasar de los años.

-Shh, no pienses de la ausencia cuando aun nos queda algo de tiempo para estar juntas-casi la reprendió en un susurro, la propia Mary Louise no estaba segura de poder enfrentar aquella separación aunque fuera una absoluta realidad, había hablado anteriormente con Lily sobre el tema de las reservas y la ausencia de una solución para estas, afrontar ese tiempo siendo consciente de todo lo que sucedía sabedora de que el amor de su vida estaría tan cerca de ella pero no podría tocarla ni verla tampoco escucharla, la rubia sabía que dolería en demasía aunque no quería poner a Nora triste-A Valerie siempre le ha gustado exagerar todo más aun cuando ella sabe algo que nosotras no-su voz en tono de queja, no era un secreto que la rubia y la castaña siempre parecían tener una guerra abierta-además siempre nos ha tenido envidia, como ella no puede tener lo mismo con su adorado Stefan-mencionó en tono burlón con una sonrisa buscando hacer reír a la contraria.

Sin embargo por mucho que quisiera evitarlo la hereje sabía bien que tratar aquel tema era algo inevitable y no podía culpar a Nora por las incógnitas que asolaban su mente cuando ella misma también lo había pensando anteriormente-No demasiado-mintió, Mary Louise desconocía con exactitud cuánto tiempo estarían así pero cuando la verdad podía hacer más daño que una dulce mentira entonces escogería la segunda-Lily encontrará una solución pronto, siempre lo hace-le aseguró algo que sin duda bien sabía sucedería pues la confianza de la rubia en la que era como su madre era totalmente plena, ella siempre les había ayudado, siempre había cuidado de ellos y era la persona que le enseñó el verdadero concepto de familia a todos ellos.

-No importa cuánto tiempo pase o cuánto nos lleve volver de ese estado-la hereje se aseguró de mirar a Nora a lo ojos mientras decía aquello, quería que su memoria captase ese recuerdo y ella misma atesorar los instantes que aun les restaban-tenemos la eternidad por delante, ¿qué son un puñado de años cuando nuestro amor es atemporal?-cuestionó llevando su otra mano a la mejilla de la contraria acariciándola, echaría de menos su rostro angelical aunque no era capaz de ponerlo en palabras, quería ser fuerte por Nora.

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Nora no puede evitar sonreír. Que Mary Lou se aprendiese algunos versos —o la totalidad— de aquel poema, era una consecuencia inevitable a los recitales diarios de su novia. Las manos de ambas se encuentran, y la morena cruza los dedos y estrecha la palma de la rubia contra la suya.

Ni siquiera han empezado a desecarse, y ya la echa de menos. —Le he pedido a Lily que, cuando empiece, nos deje lo más cerca posible la una de la otra.—No se atreve a pronunciar las palabras textuales, aunque no cree que vaya a hacerla falta.—Según Valerie, el proceso será tan doloroso que para entonces, ni siquiera nos importará.—Y no duda en rodar los ojos, en evidente señal de incredulidad. No es que Valerie Tulle no sea de su agrado: es que son demasiado diferentes como para, según Nora, guardarse genuino aprecio.

Y la primera hereje es una auténtica víbora, todo sea dicho.

—¿Cuánto tiempo crees que...?—Sabe que no debería formular preguntas para las que Mary Louise no hallará respuesta, pero el alma de Nora se halla desconsolada. Podrían pasar días, meses, cien años más; pasarán todo aquel tiempo momificándose, a la espera de que aquella a quien han aceptado como madre encuentre una salida para todos.

Y, aunque se mantengan físicamente cerca la una de la otra, Mary Louise y Nora se van a separar.

Aquella será la peor parte.

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La rubia sabía lo que iba a ocurrir, lo que no sabía era si estaba preparada para presenciar cómo no sólo su familia sino la persona a la que amaba se iban desecando sin que pudiera llegar a hacer nada al respecto, por eso se había hecho a la idea de cederle parte de su ración a Nora aunque todos habían acordado que sería Lily quien debía de recibir el resto de su reserva de sangre. Todos en aquella casa sabían y confiaban en que si alguien podía sacarlos de aquel lugar esa sería la vampira, la madre de aquella familia.

Pero hasta que llegase el momento en que Mary Louise se desecara planeaba pasar todo el tiempo que pudiera junto a Nora y, como siempre solía hacer, sus pasos se encaminaron hacia la habitación de la contraria casi como si intentase ser silenciosa a sabiendas de que la contraria la detectaría mucho antes de que alcanzase a entrar, lo había hecho tantas veces que era casi parte de su rutina.

Al llegar a la estancia primero asomó la cabeza no dudando mucho en entrar con una pequeña sonrisa en sus labios, no dijo nada pues no quería interrumpirla, ¿cuántas veces había escuchado anteriormente ese poema? ¿Cuántas oportunidades le quedaban de hacerlo? Ignoraba la respuesta a cualquiera de las dos preguntas pero tenía claro que no dudaría en hacerlo a cada pequeña ocasión que se le presentara.

Desde un rincón de la habitación la hereje escuchaba a su novia, el cansancio en ambas comenzaba a ser patente y aunque la mirada de Mary Louise estaba llena de ternura también había algo de preocupación, su destino era inminente, no les quedaba mucho hasta que el proceso de momificación las separaba por quién sabía cuánto tiempo aunque sin duda para la rubia incluso un par de minutos separada de Nora parecerían una eternidad.

-Si estas delicias para tu mente pueden conmoverte-la hereje comenzó a moverse hacia la cama recitando aquellos versos tan familiares, aquel era el poema espejo del que Nora recitaba-entonces vive conmigo y sé mi amor-su mano estirada buscando alcanzar la de Nora porque si lo último que había de ver o recordar antes de quedar momificada podía quedar a su elección entonces siempre elegiría que fuese el rostro angelical de la contraria.

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Un día antes de la llegada de forasteros.

Hace algunas semanas que Lily y su familia tomaron una decisión. Las reservas de sangre que han podido conseguir y almacenar en aquella casa les han permitido mantenerse despiertos con una ingesta racionada y precaria, pero pronto ni tan siquiera habrá unas pocas gotas diarias para todos. Alguien debe mantenerse despierto para encontrar una salida; ese alguien, debe ser Lily. Hasta entonces, todos los demás deberán sacrificarse.

Todos... y también Nora y Mary Louise. —Si todo el mundo y el amor fueran jóvenes...—La voz de Nora se deja escuchar desde el dormitorio, justo a tiempo de percibir aquella sombra entrando a hurtadillas en la sala. Más de cien años a su lado han sido suficientes para reconocer a la perfección los andares de su novia.—Y la verdad se hallase en la lengua de cada Pastor...—Se trata de los primeros versos de un poema que Nora ha podido recitar en aquel lugar hasta la saciedad: La respuesta de la ninfa al Pastor.—Estos bonitos placeres nos podrían mover...—La mirada de Nora se alza entonces, para contemplar el rostro de la persona a la que más desea.—Vivir contigo, y ser tu amor.—No les queda mucho tiempo.

Ambas han recibido su última dosis de sangre. En cuestión de días, empezarán a experimentar el proceso de momificación. Lo único que Nora le ha pedido a Lillian, es que los ataúdes de ambas se encuentren uno al lado del otro.

Cuando despierte, quiere que lo primero que vuelva a ver en esta tierra, sea la sonrisa de Mary Louise.

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