La rubia echo la cabeza hacia un lado, de brazos cruzados en un claro gesto de que ni la misma Elena podía creerse lo que estaba diciendo.

¡Evidentemente no!

— Ya puedes empezar a hablar — Caroline la escucharía, como siempre hacía. Incluso si tenía el presentimiento de por donde iban los tiros y que no iba a gustarle nada.

”Estamos juntos”

Y ahí estaba, el jarro de agua fría cayó sobre ella, a pesar de que ya se lo veía venir. Había tratado por todos los medios —como una hipócrita— de convencerla de que Damon nunca sería la mejor opción para ella. Y ahora estaban juntos.

— Ha cambiado — repitió entre dientes, con rintintin. Y no iba a dar ningún argumento en contra de eso, pues era cierto —. Sí, Elena, ha cambiado. ¡Pero sigue siendo Damon Salvatore! — exclamó alzando ambas manos comenzando a dar vueltas por la habitación . ¿Como podía ser la única que no viera el problema en eso? —. El egoísta de Damon Salvatore. ¿De verdad crees que alguien como él puede hacerte feliz? Los tipos como él no cambian del todo de la noche a la mañana — sus palabras podían sonar duras, pero es que se preocupaba por su mejor amiga.

Además de sentirse una maldita hipócrita.
Igual era porque, en el fondo, desearía que alguien le dijera esas mismas palabras para hacerle abrir los ojos.

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—A lo mejor es que tú tenías hoy mucho que decir, y no sé para qué me quieres como amiga si no es para desahogarte.—Eso, o Caroline tiene razón en todo lo que ha dicho, y disfrazar la verdad no servirá de nada a estas alturas. Vamos, ¿desde hace cuántos años que se conocen? Si hay alguien que pueda adelantarse a sus pensamientos o leer sus expresiones, esas son sus mejores amigas.

Y especialmente, Caroline. A ella nunca se le escapa nada.

«Damon.»
«¿Qué sucede ahora con Damon?»

Según Elena, que la rubia siempre dé por hecho que ha pasado algo con @Damon Salvatore —o, dicho de otro modo: que ha hecho algo—, no es demasiado justo, pero este no parece el mejor momento para tener un debate al respecto. Necesita que exista entre ambas el mejor ambiente posible, para que Caroline reciba la noticia de la mejor forma posible...

—Care, yo...—¿Cómo encontrar las palabras adecuadas? ¿Existirían siquiera?—Estamos juntos.—Al final, opta por la solución más rápida: decir la verdad así, sin florituras, sin anestesia; un golpe que tendrá consecuencias. Pero Elena se cruzará de brazos a esperar aquellas.—Oye, sé lo que me vas a decir.—Se adelanta. Al menos, puede imaginárselo.—Ha cambiado.—Ni siquiera Caroline podría negarlo, ¿verdad? No es el mismo Damon que llegó al pueblo cuatro años atrás; tampoco es el Damon que pasó tiempo a su lado, que la utilizó...

Es... otra persona. Alguien mejor.

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«Rayna Cruz.»

—Escuché historias sobre ella en el pasado — más bien leyendas a la que no les prestó demasiada atención—, pero nunca que fuese una de ustedes.—Tal y como expone la propia Elena, se supone que ni entre Katherine y ella, ni siquiera después, hubo otra réplica. Sin embargo, por lo visto todos se equivocaron.

Damon suspira con rabia y pone los ojos en blanco. No es como si le hiciera gracia tener que confesar estas cosas.—No, ella no se hizo pasar por ti.—Admite entre dientes. Al menos ahí, la nueva réplica de diferencia de Katherine.—Yo simplemente asumí que eras tú y obviamente la saludé con una buena dosis de cariño.—No tiene que explicarse más, Elena ya debe saber perfectamente a lo que se refiere cuando la saluda: sus demostraciones de afectos subidas de tono.

—¿Indagar? —Frunce el ceño. Si la cazadora de cazadores ha usado la fachada de Katherine Pierce, lo más seguro es que…—Katherine, seguro se ha encontrado con ella. Y antes que digas cualquier cosa, mejor pensar en esa alternativa y no en que alguien más pudo haberla puesto al corriente sobre ti, alguien cercano a nosotros.—Ni siquiera Damon quiere prestar demasiada atención a esa posibilidad.

No cabe duda de que la cazadora puede usar su rostro para acercarse a sus presas, valiéndose de lo accesible que resulta casi todo el mundo para alguien como Elena Gilbert. Sin embargo, el trabajo Damon no es resignarse y preparar a Elena para que también lo haga, no. Debe tranquilizar, debe asegurarse de que todo vaya bien…

—Elena, Elena. Escúchame.—Toma su rostro entre sus manos.—Jeremy está bien. De momento, todos lo estamos.—De lo contrario, algo le dice que y hubieran recibido noticias desagradables.—Tranquila, vamos a encontrar una solución, siempre lo hacemos.—La pregunta ahora mismo es a qué costo.—Todos aquí saben dar pelea mejor de lo que pensamos.—Y nadie volvería a escuchar tremendo cumplido de Damon Salvatore.

Damon piensa en Stefan. En su interior, compartiendo el mismo miedo que su preocupada novia por sus hermanos.

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— Desde que nos hemos despertado no he dejado de hablar y hablar. En cambio tu has estado muy callada todo este tiempo — le explicó, señalándola con un dedo acusador —. Lo que significa que tienes algo en la cabeza a lo que le estás dando vueltas en busca de la mejor manera para contármelo — que Caroline podía ser rubia, pero de tonta no tenía ni un pelo. Y en lo que se refería a sus amigas, las conocía lo suficiente como para saber cuando algo les preocupaba. O cuando habían cometido una locura.

"Es sobre... Damon."

— Damon — repitió el nombre del Salvatore de forma seca y cortante. ¿Qué se suponía que había hecho este para tener así Elena? —. ¿Qué sucede ahora con Damon? — la vampiresa se cruzó de brazos, observando a su amiga con el ceño fruncido. Los nervios de Elena la delataban y sabía que fuera lo que fuera, lo que su amiga tenía que contarle no iba a gustarle.

Fue entonces cuando un pensamiento fugaz cruzó su mente, haciendo que las piezas comenzaran a encajar.

— ¿Qué ha pasado entre vosotros? — le preguntó de forma directa, temiéndose lo peor y preparándose para poner el grito en el cielo.

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—Estoy bien, estoy bien...—Le promete, asintiendo nerviosamente, si bien no era su propia seguridad lo que la ha tenido preocupada. Que aquella réplica hubiera hecho semejante declaración de intenciones para con los vampiros, sólo puede significar una cosa: de nuevo, muchos de los seres queridos de Elena vuelven a estar en peligro.

Damon, entre ellos.

Lo irónico del asunto es que, por lo visto, no ha sido la única vampiresa en cruzarse con ella... y salir ilesa.

«La viste. También la viste...»

—Rayna Cruz.—Que ambos se hayan cruzado con ella en aquel intervalo de tiempo resultaba poco probable, pero también les ahorrará a los dos muchas explicaciones.—No... no creí que fuera posible. Se suponía que la última réplica antes de mí fue Katherine...—Pero ninguno termina de conocer del todo las reglas de creación de sombras de Silas y Amara, de modo que, en realidad, puede haber sido posible.

El mundo es demasiado grande, y las posibilidades, infinitas.

—¿Cómo? Te... ¿Te engañó para que pensara que eras yo? ¿Por qué...?—¿...Haría algo así? Pero, subamos la apuesta: ¿y por qué no? Si Rayna Cruz se ha presentado en el pueblo más atestado de vampiros de Virginia, ¿por qué no hacerse pasar por la réplica más relacionada con vampiros de la zona?—Delante de mí... fingió ser Katherine.—Pero delante de alguien más, optó por la identidad de Elena.—Ha tenido que indagar sobre mí.—Es la única conclusión posible.—Tal vez haya preguntado, o... Dios mío; si está aquí, puede estar haciéndose pasar por mí frente a alguien más.—¿Con qué objetivo?

Es lo que todavía se les escapa.

—¿Qué vamos a hacer?—Su mente viaja en dirección a una única persona.—@Jeremy G. Gilbert , ¿él está...?—¿Con @Annabelle R. Zhu? ¿Estará bien?

¿Estaría presente frente a Rayna?

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Como un redomado idiota e imbécil, así se siente.

¿Cómo no ha sabido reconocerla? Y lo peor, ¿por qué siempre le ocurre lo mismo? Cuando Katherine se hizo pasar por Elena también no fue capaz de reconocer la diferencia desde el primer momento. Habiendo salido con vida de un encuentro con nada más y nada menos que con Rayna Cruz, Damon no tendría que prestar atención a esos detalles que carecen de importancia frente al resto, pero para él es una vergüenza no conseguir reconocer la mirada única de Elena.

Enrabietado, y también alarmado por el estado de la réplica que sí le interesa, Damon se encamina hacia el puente sobre el río con el ceño fruncido, encontrándose de frente justamente con Elena, quien se lanza a sus brazos de inmediato.

—Elena, Elena.—La estrecha entre sus brazos como si no lo hubiera hecho en mucho tiempo.—Estás bien, sí estás bien.—Sonríe aliviado. Pasa sus manos por el cabello ajeno, inspira su aroma. Es ella.

Al separarse, Damon le toma del rostro con ambas manos, besa sus labios como muestra de que en verdad le alegra tenerla entre sus brazos. Luego, ancla su mirada en la suya y se mantiene así por un breve momento:—La viste. También la viste.—No es una pregunta, lo da por hecho.

No hace falta más que ver la cara de terror de su chica para saberlo.

Damon pestañea repetidas veces, esto es una maldita pesadilla y muy innecesaria, por cierto. Se supone que están ahí para divertirse, evadirse en una ridícula carrera de canoas. Pero, parecen condenados a salir de un conflicto para sumergirse en otro sin tregua alguna, como si no merecieran un momento de felicidad. Este era su primera festival o celebración pública como novio de Elena, debía ser tranquila, debían centrarse en disfrutar y que su mayor preocupación fuese ganar la estúpida carrera…

—Como si no fuese suficiente con Katherine, tiene una gemela aún más malvada que ella.—O trilliza, o quintilliza. A estas alturas sele olvida cuántas réplicas hay campantes por el mundo.—Creí que ella eras tú.—Admite, tensando la mandíbula, mostrando ligeramente lo desagradable que le resulta la situación.

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Elena sonríe con ternura. Puede que Bonnie sea una bruja excelente y talentosa, pero su auténtico don, a menudo, se encuentra en sus palabras. —¿Por qué siempre sabes exactamente lo que decir?—Y es que no le falta razón: mientras Caroline es controladora, y mide cada uno de sus movimientos al milímetro, Bonnie entiende la importancia de las acciones del corazón.

Puede que Elena hubiera logrado contener sus sentimientos un tiempo, pero tarde o temprano, la verdad —su más profunda verdad—, habría salido a la luz. Y ni ella misma hubiera logrado detenerla. —Sé que estará ahí.—Le asegura a su amiga.—Damon es... complicado, pero extraordinariamente leal. No me fallaría.—Jamás lo haría.

Y nunca ha dudado de ello. Ni siquiera antaño, cuando Elena se negaba a aceptar sus sentimientos. De algún modo, ha sabido siempre que el mayor de los Salvatore jamás se separaría de su lado... a menos que ella se lo pidiera.

Y puede que, en el fondo, Elena sea demasiado egoísta como para querer dejarlo escapar.

Las manos de la morena rodean las de la bruja, estrechándoselas con infinito cariño. —Gracias.—Le sonríe.—Era... muy importante para mí que lo supieras.—Y, en cierto modo, que fuera capaz de respetar aquella decisión.

La conversación, sin embargo, termina tomando un giro inesperado. —Bonnie Bennett, no me lo puedo creer.—Más divertida y animada, la vampiresa contempla con expectación a su mejor amiga.—¿Has conocido a alguien? Porque quiero saberlo todo.—Aquello sí que no se lo esperaba. ¿Puede que por fin todo sean buenas noticias para todos ellos?

#BONLENA, #BAROLENA, #DELENA, #MONNIE

Al final ha conseguido aquellos refrescos servidos en vasos de plástico, pero es consciente de que se ha demorado. ¿Cómo no lo habría hecho? Aún no siente haberse recuperado del inquietante encuentro que ha vivido minutos atrás.

En tensión y visiblemente nerviosa, avanza con la mente nublada rumbo al punto de encuentro —el puente sobre el río. Apenas queda media hora para que comience la carrera de canoas, pero todos los eventos del Campamento parecen haber quedado en segundo plano. Nada parece demasiado importante después de que su nueva y misteriosa réplica haya hecho acto de presencia, dejando su amenaza y su postura como una peligrosa baza sobre la mesa.

No puede creerse que algo así pueda estar pasando otra vez.

¿Acaso con Katherine no era suficiente?

La presencia de Damon, justo frente a ella, súbito y alarmado, arrancan de Elena un grito ahogado. —Damon...—No se esperaba verlo allí, y al encontrarse, se ha sobresaltado. Pero su corazón se conmueve de alivio inmediatamente.

A su lado, es difícil pensar que las cosas puedan salir mal... pese a que al mismo tiempo, todo su mundo esté amenazando con desmoronarse una vez más. —Gracias a Dios...—Acorta distancias para dejarse estrechar entre sus brazos; una de las cervezas prácticamente se ha derramado, pero ya no le importa lo más mínimo.

Está allí. Está bien...

—Creo que tenemos problemas...—Verla de aquella manera le dejará preocupado, pero por ahora, es todo lo que se siente capaz de decirle.

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«A ti te pasa algo.»

Siempre tan observadora y perspicaz, Caroline Forbes jamás pasa por alto un detalle fuera de lugar en el ambiente, las fiestas o sus mejores amigos. Por supuesto Elena, quien no desea que Care se preocupe antes de tiempo —o puede que sólo desee posponer un poco más lo inevitable—, niega con la cabeza y frunce la expresión con aparente asombro. —¿Nerviosa? No, ¿por qué...?—Añade, alzando la mirada hacia ella.—¿Por qué lo dices?—Aquella es más bien, su manera de preguntarle qué le ha delatado, aunque tampoco es relevante.

Nunca se le ha dado bien mentir. —En realidad... no es que sepa algo, pero sí quería contarte algo.—Matiza, mientras deja escapar un suspiro y se llena de valor.—Creí que tendríamos ahora un rato para hablar.—Y vaya si necesitarían de un buen rato, porque conoce bien a su mejor amiga y prácticamente, puede imaginarse su reacción.

Nada buena, por cierto.

—Es sobre... Damon.—Revela finalmente, concediendo unos segundos para que la bomba se tome la licencia de ir explotando por sí sola.

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No pudo evitar sonreír cuando escuchó esas palabras de su mejor amiga. La bruja ya se había dado cuenta de lo que sentía Elena por Damon, pero nunca lo dijo en voz alta por miedo a que el vampiro hiciera daño a Elena. La Bennett tenía que admitir que algún día esto iba a pasar y, quisiera o no, tenía que aceptarlo. — A veces cuesta encontrarnos a nosotros mismos y a lo que podemos sentir, pero más vale aceptarlo que luchar contra ellos. — Porque si algo podía afirmar la bruja, era que negar lo que era evidente era peor.

— Desde luego que Damon Salvatore no es mi persona favorita, pero no voy a odiarte por quererlo. — No podía. Si Elena ha decidido aceptarlo y querer a Damon, ella también tenía que aceptar esa decisión. Porque era la decisión de su mejor amiga y la bruja iba a apoyarla en eso. —Si tu crees y confías en que Damon estará ahí para ti, confiaré en él para que así sea.  — Añadió agarrando las manos de su mejor amiga con una sonrisa. —Como ya he dicho, Damon podrá no ser mi persona favorita, pero se que puedo estar tranquila si él está cerca de ti. — Y aunque no quisiera admitirlo, tenía algo en común con Damon y era que daría su propia vida por cualquiera de sus mejores amigas.

La miró y negó levemente con la cabeza. —No puedo enfadarme por una decisión que has tomado tu, Elena. Te dije que siempre estaría ahí en cualquier momento. Si por alguna razón la relación con Damon no te va bien, seguiré estando ahí y no te recriminaré la decisión que tomaste.  — Aseguró intentando calmarla con sus palabras. La bruja no podía enfadarse por algo así. —Ah, bueno... Lo que quería decirte es que invité a alguien para ir al baile que hacen en el instituto. Se ve que también pueden asistir ex alumnos y me atreví a invitar a alguien para que me acompañara. — Comentó apartando la mirada. ¿Cómo le iba a explicar a Elena que había invitado a Matt Donovan a que fuera con ella al baile?

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«Puedo deducir que...»

Elena sonríe de medio lado. Como no podía ser de otra manera, la más intuitiva de sus mejores amigas ha dado en el clavo de lleno. —Así es.—Asiente.—En realidad... tuve una conversación muy reveladora con Stefan hace un par de meses. Fue él quien... me hizo darme cuenta de la verdad.—Y es gracias a Stefan, que Elena logró hallar el valor para aceptar sus propios sentimientos.

—Sé que habéis tenido vuestras diferencias —le sonríe—, pero... me preocupaba tu opinión.—Por eso era tan importante que Elena hubiera tenido aquella conversación con ella. Si Bonnie debía enterarse, debía hacerlo de sus labios.—Parece una locura, Bonnie, pero sé que es así. Hay mucho dentro de él que no deja ver fácilmente... Haría cualquier cosa por mí. Y aunque tiene un don para los problemas, o para boicotear todo lo bueno que hay en él, no me lo quiso poner fácil.—Reconoce.—Damon me ha demostrado que puede hacer las cosas bien y sé que lo hará.—Todavía se acostumbra a lo abrumadora que puede ser su voluntad por protegerla, por encima de todo y todos, pero Elena confía en que sea algo con lo que pueda lidiar.

—Entonces, ¿no... estás enfadada?—Después de tantos meses en el ataúd, lo cierto es que Elena no termina de tener claro el punto de relación en el que Bonnie y Damon se encuentran. Hasta donde sabía, limaron asperezas mientras él estuvo en el Otro Lado y ella fue el Ancla, pero ambos tienen una personalidad muy fuerte: cabía pensar que aquellas diferencias que antes mencionaba, demostrasen ser más fuertes que el inicio de su nueva amistad.—¿Qué era eso que querías decirme, por cierto?

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Desde que se había despertado, Caroline no había parado de moverse ni un solo segundo mientras empacaba sus pertenencias. Había estado hablando en voz alta durante todo ese tiempo y no fue hasta que se calló y se paró que se dio cuenta.

Algo sucedía...

La mirada de la rubia se clavó en su mejor amiga mientras esta terminaba de empacar su equipaje. Sus ojos se entrecerraron y la observaron minuciosamente los gestos de la Gilbert. Hacía demasiados años que conocía a Elena como para saber cuando esta se encontraba nerviosa por algo.

Y dudaba que fuera por el inicio de las vacaciones.

— A ti te pasa algo — no era una pregunta, era una afirmación. La rubia dejó su maleta a un lado y se cruzó de brazos. No parecía tener intención de moverse —. Estás nerviosa, como si supieras algo que yo no — dejó caer el rostro hacia un lado. Era demasiado evidente —. Vamos, dispara. ¿Qué es lo que me estás ocultando? — no pudo evitar mostrar su impaciencia. Y es que, tenía el presentimiento de que fuera lo que fuese a lo que Elena le estaba dando vueltas, no iba a gustarle. De lo contrario, no estaría tan nerviosa.

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No iba a mentir, las palabras de su mejor amiga hicieron que la bruja empezara a pensar hacia donde quería llegar. Sintió un leve escalofrío al escuchar el nombre de ese Salvatore y la expresión de su cara cambió.

Quiso abrir la boca, gritarla, incluso quería irse de ahí. Todo menos escuchar lo que le estaba explicando. ha pasado algo entre nosotros. Agarró aire y cerró los ojos, expulsándolo poco a poco. Necesitaba tranquilizarse, porque no quería que su odio hacia Damon se reflejara en su mejor amiga, puesto que ella no tenía la culpa de lo mal que le caía ese chico.

- Puedo deducir que por querer darme una buena noticia y que ha pasado algo entre tu y Damon, es que has aceptado lo que sientes ¿No? - Porque seamos francos, la bruja no era tonta y conocía perfectamente a Elena como para saber que, aunque no quisiera, sentía algo por Damon Salvatore. - No te voy a decir que Damon Salvatore me cae de maravilla, porque sabes perfectamente que no es así. - Se sinceró. - Pero. - Porque si, había un pero en todo eso. - Si algo he visto desde que le conozco, es que haría cualquier cosa por ti. - Y si, eso era algo malo, pero si Bonnie Bennett tenía que dejar la vida de Elena Gilbert a alguien, se la dejaría a Damon Salvatore. - No me gusta nada la idea de que tu y él seáis pareja, pero bueno, mientras no te haga daño, aceptaré lo que tu quieras, Elena. - A fin de cuentas era la vida de su mejor amiga y, aunque ella quería verla feliz y una parte de la bruja sabía que Damon no la haría feliz, no era quien para decírselo. Tenía que verlo por si misma para llegar a esa conclusión. - Pero bueno, explícamelo mejor, desde el principio, luego te tengo que contar yo algo. - Comentó con una leve sonrisa al pensar en la noticia que también le quería dar. ¿Cómo se iba a tomar Elena que Matt invitara a Bonnie al baile de mañana en la escuela de Mystic Falls?

       

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Entre Damon Salvatore y Caroline Forbes escribió:— You? You hate me. You once told me that calling me Satan was an insult to Satan.
— Well... Nobody is perfect.

—The devil inside, The Vampire Diaries.

Bonnie ya lo sabe.
Caroline no va a quedarse fuera de esto.

Son sus últimas horas en el Campus Whitmore, antes de las vacaciones. Parece que Bonnie volverá a Mystic Falls acompañada de Matt —guiño, guiño—, así que Elena y Care tendrán un rato a solas para charlar. Ya han recogido todo en su más vacía habitación; una última revisión a la sala, les permite comprobar que no se olvidan nada. —Creo que está todo.—Avisa, mientras recoge su maleta.—¿Nos vamos?

¿Está nerviosa? Está nerviosa. Y no porque empiecen sus vacaciones, precisamente. Si Bonnie tuvo sus razones para no mostrarse demasiado feliz ante la nueva perspectiva de Elena junto a Damon, Caroline tiene aún más. Su comienzo fue más que tormentoso, y nunca pierde oportunidad de exponer su opinión sobre el mayor de los Salvatore.

Una no demasiado halagüeña.

Sea como fuere, Elena es consciente de que sabrá tarde o temprano, de modo que prefiere que su buena amiga escuche la verdad de su parte y nadie más. Es lo menos que se merece.

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Pues sí: para qué engañarnos. Elena y todo su círculo se han visto demasiado expuestos a malas noticias en los últimos meses; traer consigo una más, es algo que deberían evitar a toda costa. Sin embargo, según Elena, aquello no debería ser necesariamente una mala noticia... ¿no?

Se trata de su felicidad. ¿No deberían sus mejores amigas sentirse felices por ella también?

Entonces, ¿por qué sus reticencias y su sincero miedo a contarles la verdad?

Sea como fuere, ya es tarde: no hay vuelta atrás. —Es una buena noticia. O al menos... espero que lo sea.—Concede con franqueza.—Es... sobre Damon.—Añade, retirándose un mechón del cabello tras la oreja, con evidente nerviosismo.—Bonnie, ha... ha pasado algo entre nosotros.—Se atreve finalmente a decir, sin concretar aún, pero habiendo encontrado un buen comienzo.

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