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PUNTO DE
INFLEXIÓN
Nunca se había sentido tan aterrada.
Temía muchas cosas de su vida, pero jamás se habría imaginado que esta daría un vuelco tan violento en tan poco tiempo. En tan solo unos minutos lo había perdido todo. Había desatado el caos. No… no, pero ella no era quien lo había provocado…
Había sido él. Richard. Ese perverso hombre que había intentado hacerle algo deplorable y que había desembocado tanto en su muerte accidental como en la de la persona favorita de Milena sobre la Tierra. Y ahora ella ya no estaría jamás.
Sus lágrimas se camuflaban entre las gotas de lluvia que la habían empapado por completo y que pegaban su cabello a su rostro. Y con aquel rostro de puro espanto miraba al médico de su hermana mayor, esperando que la dejase entrar. No sucedió.
Milena miró a su alrededor, asustada, pero con aquel torrente de agua no había nadie en la calle.
—Cecilia ha muerto… mi hermano Richard la ha matado —dijo con la voz temblorosa por el llanto… Pero no quería contarle los detalles allí. Se enfermaría y… ya no era solo por eso, sino por el miedo de que alguien la escuchase o la viese. Por mucho que no hubiese nadie en la calle, ella estaba demasiado asustada como para ser razonable—. Por favor, dejadme entrar, no puedo volver a casa… —suplicó.
Temía muchas cosas de su vida, pero jamás se habría imaginado que esta daría un vuelco tan violento en tan poco tiempo. En tan solo unos minutos lo había perdido todo. Había desatado el caos. No… no, pero ella no era quien lo había provocado…
Había sido él. Richard. Ese perverso hombre que había intentado hacerle algo deplorable y que había desembocado tanto en su muerte accidental como en la de la persona favorita de Milena sobre la Tierra. Y ahora ella ya no estaría jamás.
Sus lágrimas se camuflaban entre las gotas de lluvia que la habían empapado por completo y que pegaban su cabello a su rostro. Y con aquel rostro de puro espanto miraba al médico de su hermana mayor, esperando que la dejase entrar. No sucedió.
Milena miró a su alrededor, asustada, pero con aquel torrente de agua no había nadie en la calle.
—Cecilia ha muerto… mi hermano Richard la ha matado —dijo con la voz temblorosa por el llanto… Pero no quería contarle los detalles allí. Se enfermaría y… ya no era solo por eso, sino por el miedo de que alguien la escuchase o la viese. Por mucho que no hubiese nadie en la calle, ella estaba demasiado asustada como para ser razonable—. Por favor, dejadme entrar, no puedo volver a casa… —suplicó.
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