¿Sinceramente? No daba un duro por volverla a ver.

Hubo un tiempo —no tan lejano—, en el que llegó a estar convencida de que su padre, @Loki N. Lanvik, había terminado el trabajo y le había dado muerte. Y créeme: Sif no lo lamentó ni por un momento. Débil y traidora, su prima se convirtió eventualmente en todo aquello de lo que los Lanvik se avergonzaban. Como los demás, Sif le dio la espalda.

Y míralas ahora.

La voz de Einar se deja oír en la distancia; su concierto acaba de empezar, y la mayoría de visitantes del campamento habrán marchado a verle. Sif prefirió quedarse sentada junto a la fogata, recién encendida, y prácticamente vacía a estas horas. Estando sola, tendría más tiempo para reflexionar...

O no.

Conteniendo el aliento, Sif guarda silencio, sin saber muy bien qué decir. Debió imaginarse que, si Oskar se presentó en el campamento, no lo haría solo...

Pero, ¿precisamente ella?
¿Después de... todo?

—Imagino que Oskar ya te lo habrá dicho —comenta, lacónica, devolviendo su mirada hacia las llamas—, pero si Loki descubre que estáis aquí, os meteréis en problemas.—Loki, sí. No papá, ni padre, ni ninguna referencia al vínculo biológico que existió entre ambos. Recuerda bien la última mirada que le dirigió desde el otro lado de su celda en Augustine, mientras el incendio amenazaba con echar abajo aquel edificio.

No la reconoció como hija.
Jamás lo haría.

Lo menos que puede hacer para no volver a avergonzarlo, es no volver a dirigirse a él como tal... ni aunque ni siquiera esté presente.

Había acudido junto a Oskar a aquel lugar, no le importaban mucho las actividades ni tampoco es como si disfrutara sinceramente de hacer alguna de ellas debido a todas las secuelas que achacaba tras su encierro pero que no pudiera sentir las cosas como antes no significaba que Astrid fuera de piedra y menos aun que no se preocupase por las personas que le importaban porque precisamente el motivo de ir hasta allí fue saber cómo estaba su prima.

-No hace falta que me lo diga, soy muy consciente de ello-la respuesta de Astrid carecía de emociones, era como si algo en ella se hubiese apagado-de igual forma tras todo lo que he tenido que pasar y todo lo que me ha quitado creo que ya no temo las repercusiones-al contrario que su prima no se había sentado sino que seguía de pie y su mirada estaba algo perdida, aquello le pasaba a menudo, era como si su cerebro desconectara unos instantes para evitar recordar el trauma vivido y eso provocaba que por unos instantes se abstrajera de la realidad por completo, era casi como cuando un ordenador se reiniciara.

Sus ojos recayeron primero en las llamas de la fogata y después en el rostro de su prima porque para ella jamás dejaría de ser familia pasara lo que pasara-Prima-no la llamó por su nombre sino por el parentesco que las unía porque creía que Sif necesitaba oír eso de ella-lamento lo que te ha pasado y no fingiré que lo entiendo porque estoy segura de que por mucho que lo intentara no sería capaz de comprenderlo-comentó de forma sincera-pero yo ya he vivido esto desde este lado con mi propio hermano y eso me ha enseñado que sea lo que sea en lo que te han convertido siempre vas a seguir siendo mi prima y no importa lo que haya pasado entre nosotras o incluso que no me quieras a tu lado-su discurso no estaba ensayado, no lo necesitaba cuando se trataba de alguien a quien quería tanto-porque mientras que yo siga viva jamás te voy a dejar sola-por primera vez en mucho tiempo la voz de Astrid era casi cálida como alguien que hablaba con cariño de otra persona, un sentimiento que quizá sólo su familia sería capaz de despertar.

«Tras todo lo que he tenido que pasar y todo lo que me ha quitado, creo que ya no temo las repercusiones…»

Cuando Sif reconoció a Astrid tras su celda, no tuvo tiempo de preguntarse cómo era posible que estuviera allí: las emociones corrían a flor de piel, y todo fue demasiado rápido. Ahora sí lo tiene, sin embargo. Y es que, cuando desapareció, todos en la manada dieron por hecho lo evidente: que Loki, en un movimiento hábil y magistral, había acabado por fin con la última heredera legítima de Aksel Lanvik.

Sin embargo, no haber alardeado de su asesinato —como sí hizo acabando con otros de sus enemigos—, debió haber sido la primera señal.

Pero que Astrid siga viva sólo puede significar una cosa: todo este tiempo, estos meses, Loki se habrá asegurado de que su destino sea aún peor que la misma muerte.

Qué haya sido de ella concretamente durante este lapso temporal, es algo que no tiene claro estar dispuesta a saber.

«Prima…»
El corazón le da un vuelco.

Desconcertada, Sif devuelve la mirada hacia Astrid. Lo cierto es que no recuerda la última vez que se oyó nombrar de esa manera y, aún más, que deseó oírse nombrar de esa manera. Recordar que aún sigue formando parte de algo; que no toda su familia le ha dado la espalda, o la ha olvidado.

Por desgracia, Astrid forma parte de aquella facción en la familia a la que jamás deseo pertenecer. Y aquella cicatriz en su alma, marcada para siempre como la hija de Loki Lanvik, le impide dirigirse a ella como realmente hubiera deseado.

Porque hubiera querido, simple y llanamente, no decirle nada y darle un abrazo.

En cambio, arisca y llena de desdén, devuelve la mirada hacia el fuego para esperar—: No. No puedes comprenderlo.—Puede que ni tan siquiera Ragnar, donde quiera que esté, podría hacerlo.—Ahí, me temo, es donde empieza el problema. Tu hermano es un traidor, Astrid. Todos lo sois.—Y siempre lo serían. La aberración, el desertor… y después, ella. La única que no se dignó a abandonar sin más.

Ahora le tiende una mano amiga y le hace una promesa que le conmueve el corazón.

Una promesa que no puede aceptar. Porque su padre, el hombre que ha renegado de ella; aquel que le dio la espalda y que la abandonó entre las llamas, siempre sería su objeto de admiración. Sif moriría siendo la hija de @Loki N. Lanvik, nada ni nadie podría cambiar aquello.

Y, aunque ahora se avergüence de aquello en que se ha convertido… Se enorgullecerá de que Sif haya sido capaz de ponerle fin.

—Pronto, eso ya no importará.—Le asegura, orgullosa, valiente, y con el alma partida por la mitad.—Tu hermano fue un cobarde y un traidor. No fue capaz de enfrentarse a su merecido final como un Lanvik.—Pero ella sí. Ella lo haría.

Y así, sin pretenderlo, y tratando de protegerse desesperadamente bajo la fachada de princesa usurpadora que tanto se esforzó en mantener frente a Astrid durante meses… le revela sus planes.

No importará, porque Sif no estará viva para verlo.

-Tus palabras no pueden herirme respecto a ese tema, Sif-mencionó con severidad-dejaron de doler hace ya mucho y nada de lo que digas me hará cambiar de opinión, sé muy bien la historia de mi hermano, hace mucho que quedé en paz con sus asuntos respecto a la manada-sentenció, no importaba qué o quién le dijera algo al respecto, la decisión de Astrid respecto a su hermano mayor era férrea.

No era la única decisión inamovible pues también había tomado una respecto a Sif y había elegido protegerla incluso si debía hacerlo de sí misma-Mi hermano fue un superviviente-replicó sin tardar-y quizá tu percepción ahora mismo esté distorsionada pero tú también lo eres-no tardó en dedicarle, sus ojos claros brillando con la luz de la hoguera.

-Como ya te dije mientras viva no vas a estar sola incluso si no me quieres a tu lado pienso estar ahí-le dedicó observándola con un atisbo casi de cariño-porque no importa lo que hayas pasado o lo que seas, eres Sif, eres mi prima y eres importante para mí-le dejó claro-Por mucho que hayas pasado aun tienes personas a las que les importas, si no quieres verme a mí está bien pero hay alguien que está sacrificando mucho por ti-seguramente ya debía de saber de quién hablaba-Antes de que cada decisión que vayas a tomar respecto a tu vida piensa en Oskar-le recordó, Thorsen era una persona demasiado buena a la que la propia Astrid había dañado y sabía bien lo que sentía por su prima, no sentía lo que en un pasado por él pero aun le tenía cariño, además sabía que su presencia le hacía bien a Sif.

—Puedes haber quedado en paz.—Concede entonces.—Y aceptar el destino por el que la facción de tu familia fue marcada. Pero yo no tenía que hacerlo, yo no...—las palabras, repentinamente, empiezan a brotar a borbotones—, no tenía que terminar así.—Se supone que su destino tendría que haber sido diferente. Que, siguiendo el legado y las costumbres de su padre, podría haber llegado lejos de la manada Lanvik...

Ella iba a ser la heredera.
La reina.

Y ahora... ahora no es nada, salvo una abominación. —Superviviente...—Ríe, sin ganas.—Me sacaron inconsciente de un edificio en llamas, después de que mi propio padre me diera la espalda.—No es que tuviera demasiado mérito.—Y ahora estoy condenada a vivir siendo un...—No se atreve a pronunciar la palabra, pero confía en que Astrid la conozca lo suficientemente bien como para poder adivinarla.

«Un monstruo.»

Pero no te creas ni por un segundo que Sif está dispuesta a conformarse. No, ella tiene otros planes. —O eres muy crédula, o sólo eres idiota.—Le espeta con una fiereza de la que ya carece, renegando a aceptar un afecto que necesita tan desesperadamente, pero que tener de vuelta en su vida sólo será la confirmación de un futuro, una vida que ha perdido para siempre.—Claro que importa, Astrid. ¡Todo importa! Lo que he pasado, lo que soy... las cosas que he hecho.—Como si pretendiera recordarle que fue ella quien estuvo ahí: preparada para pisotearla mientras se hundía en el lodo.

Astrid no puede apreciarla de verdad. No puede haberla perdonado sinceramente.

«Hay alguien que está sacrificando mucho por ti...»

—Tardabas en mencionar al otro idiota.—No ha sido capaz de apartar a @Oskar R. Thorsen, aun siendo consciente de las terribles consecuencias que aquello acarreará para él. ¿Tan egoísta puede llegar a ser?—Oskar ya debería saber que no tengo lugar en su vida. No así.—Después de todo lo que ha luchado frente a @Loki N. Lanvik para ganarse su confianza, para demostrarle su lealtad... No puede tirar todo su trabajo por la borda.—Cree que mi padre no le matará si descubre lo que intenta hacer, pero las dos sabemos que sí lo hará.—¿Cuándo ha dudado Loki en eliminar a los traidores?—No puedes dejar que lo haga, Astrid. No puedes permitir que se exponga.—Y entonces, por primera vez en toda aquella conversación, Sif concede hacer un sacrificio en nombre de una causa que, bien lo sabe, ya está perdida.

—Dices que sigo siendo tu prima y que te importo.—Le recuerda, citando textualmente sus propias palabras.—Demuéstralo.—La desafía.—Si de verdad te importo, no permitirás que Oskar se mate en vano. No merece la pena el riesgo, no por mí.—En nombre de una aberración.—Tienes que cuidar de él... Y para eso, debes convencerlo de que no vuelva a buscarme. Ni visitas a escondidas en los bosques, ni citas furtivas; nada.—No hay esperanza, y Sif lo sabe.

Sólo hace falta que... Astrid lo asuma también.

-Nadie elige un destino así, ni tú ni mi hermano y aun así para mí seguís siendo mi familia pase lo que pase-le recordó la menor de las dos, puede que sus facciones bo reflejasen sus sentimientos pero esperaba con sus palabras transmitir aquello que de otro modo no podía-Lamento que hayas tenido que pasar por esto pero a mis ojos te hace distinta no una extraña-añadió.

Lo cierto es que Astrid era consciente de que por mucho que lo intentara la contraria no cambiaría de opinión pero a su vez creía en la fuerza que unas palabras sinceras o de cariño pudieran tener por lo que intentarlo sería su elección ante aquella situación-Puede que ahora no lo veas, Sif pero has sobrevivido a una de las experiencias más duras que alguien pueda enfrentar y eso no te quita mérito-reiteró, no la convencería de aquello por ahora pero esperaba que esas palabras pesaran en algún momento en su memoria y sin embargo no pudo evitar soltar un suspiro ante la forma en que se veía a sí misma-Sólo crees que lo eres porque es precisamente eso lo que te han inculcado pero no lo eres-podría repetírselo mil veces y aun sabía que no sería suficiente.

-Puedes seguir intentando echarme de tu lado todo lo que quieras pero no pienso dejarte sola, te recuerdo que no hay palabras que puedas usar para herirme y hacer que te deje a tu suerte-de nuevo rememoró, de hecho después de todo lo que había tenido que pasar pocas cosas ya dolían en realidad y borraría de su memoria los intentos de Sif por alejarla de ella-Los hechos importan sólo en la medida que nosotras decidamos que es así-mencionó con semblante tranquilo-¿Sabes por qué estoy aquí? Porque para mí siempre pesará más el hecho de que seas mi prima y lo mucho que te quiero más que cualquier cosa que haya pasado entre nosotras-sus palabras seguidas de una pequeña sonrisa amable, era extraño volver a sentir algo cálido tras tanto tiempo reprimiendo inconscientemente sus sentimientos.

Y si algo tenía claro Astrid eso era que usaría todas así como cada una de sus cartas para probar su punto, para que Sif viera que aun quedaban personas que la querían-Y a pesar de todo lo que puedas decirle nada le disuadirá de seguirte hasta el fin del mundo para estar contigo-denotó, Astrid conocía bien a Oskar y sabía lo leal que podía llegar a ser cuando quería a alguien-No lo hará, yo misma me encargaré de ello-prometió la Lanvik, Oskar había tenido que pasar por mucho por su propia culpa por lo que lo justo esta vez sería protegerle de su tío-Ya tracé un plan para ayudar a escapar a un miembro de la manada, si es necesario trazaré otro para conseguir sacar a Oskar-igual no era el mejor recuerdo para rememorar junto a Sif debido a que tuvo que engañarla para lograrlo pero el estado actual de Astrid provocaba que en ocasiones se mostrase algo insensible.

-Sabes que no puedo prometerte eso, Sif-se negó en rotundo-No puedo pararle, nunca pude incluso con todos los castigos que tuvo que soportar por mi culpa, ¿de veras crees que puedo detener a un hombre enamorado de ti?-cuestionó con el atisbo de una sonrisa de cariño-Oskar es importante para ambas y tú eres importante para nosotros, por eso Sif, por mucho que te cueste asumirlo vamos a seguir aquí para ti porque, cada uno de manera distinto, queremos que sigas en nuestra vida-explicó de forma calmada-porque no importa en qué te conviertan o lo que hagas, para nosotros siempre vas a ser nuestra Sif-agregó la Lanvik porque para ella no importaba cuánto se hubiesen enemistado o fastidiado, siempre recordaría a la Sif de su infancia a la que siempre quiso y admiró.

«Lamento que hayas tenido que pasar por esto...»

Puede que una parte de Sif se niegue a reconocer la sinceridad en las palabras de Astrid. Después de todo lo que ha pasado entre ambas; después del mal que ella misma ha causado, le cuesta creer que su prima haya sabido perdonarla, sin más. ¿Qué habría hecho Sif en su lugar? ¿La habría seguido acogiendo y reconociendo como alguien de su familia? ¿Le habría ofrecido su apoyo, su calor?

Conoce bien las respuestas a aquellas preguntas, y no se siente orgullosa de aquellas. —Sobrevivir.—Sonríe, con evidente ironía.—No tengo claro que esa sea la palabra.—Sigue con vida, porque otros la salvaron; porque por alguna razón, su padre no terminó el trabajo, pese a que la abandonó a su suerte. Y, desde entonces, Sif no ha hecho más que darle vueltas a cuál será su final; el que merece. Merece ponerle fin a todo esto.

Pero, por irónico que suene, la quimera ha demostrado ser demasiado cobarde como para hacer lo que se supone, debe hacer. Aquello por lo que acusó a Ragnar de traidor, afirmando mientras hinchaba el pecho que ella jamás habría superado la transición, que habría preferido morir...

Las cosas no se ven tan fáciles cuando abandonas los bastidores, y sales por ti misma al ruedo, a torear.

«No pienso dejarte sola...»
«Los hechos importan sólo en la medida que nosotras decidamos que es así.»
«Para mí siempre pesará más el hecho de que seas mi prima y lo mucho que te quiero...»

Y es en aquel instante, que Sif puede sentir cómo se le encoge el corazón.

Con los ojos anegados en lágrimas, consigue devolverle la vista a su prima. Su familia. A estas alturas, de los pocos miembros que aún le quedan; que no le darán la espalda, como sí hizo el padre al que veneró durante años. —Tú... no has podido perdonarme.—No tiene sentido que lo haya hecho, pero puede comprobar que no hay rastro de falsedad o duda en su mirada.

Dice la verdad.

—Terminarás muerta, Astrid.—Le advierte entonces, severa; ella misma ya debe ser consciente de los riesgos, pero se siente en la necesidad de recordárselos.—Los dos lo haréis. Lo entiendes, ¿verdad?—Ya se están exponiendo demasiado, incluso viniendo aquí. Astrid, Oskar... y, por si fuera poco, el propio Einar le confirmó que Aron también rondaba la zona.

Se han colocado todos una maldita diana en la espalda.

Resulta irónico que Oskar le echase en cara sus intenciones suicidas, cuando ha demostrado ser el primero en estar dispuesto a perder la vida en nombre de una causa perdida. Y Astrid le acompañará, no le cabe duda.

«Eres importante para nosotros...»
«...siempre vas a ser nuestra Sif.»

No lo aguanta más. Levantándose, acorta distancias con su prima, para entonces... estrecharla entre sus brazos.

Y ahora sí: rompe a llorar.

Porque ni siquiera ella era consciente de hasta qué punto necesitaba escuchar aquellas palabras. Hasta qué punto necesitaba... dejar de sentirse sola.