A veces la vida te sonríe. A veces la vida parece que va bien, que decide darle un descanso a la gente, como a Lexi Branson en esta ocasión. Y es que la rubia, que si bien va a casarse con el que considera su mejor amigo y además, amor de su vida —después de su primera pareja—, está de un humor impecable. Y últimamente, a pesar de guardarse las espaldas porque Rayna Cruz sigue siendo una amenaza por Mystic Falls como si aquello fuera —que lo es— su coto de caza personal, Lexi intenta olvidarlo un poco. Vale, su cuñado está siendo perseguido por una cazadora sobrenatural paranoica, pero eso es problema de la Lexi del futuro.

La de ahora está más que confundida y contenta de ver a una Katherine sentada en un banco de la plaza, como si la vida no fuera con ella. O como si el envejecimiento no tuviera nada que ver con ella. Anda que no.

—No sé de quién te estás escondiendo —empieza la rubia, tomando asiento a su lado—, pero no se te da precisamente bien. ¿Tal vez de la Señora Guadaña? —la muerte, por supuesto. Lexi no puede evitar bromear y burlarse sobre la nueva condición de Katherine: ahora es humana, se ha tomado la cura y adiós vampirismo. ¿Acaso no es divertido?—. ¿Cómo se siente volver a ser humana?

Y por supuesto, la rubia puede imaginarse la respuesta.

—Si has venido a burlarte de mí, te sugiero que te largues.—Le espeta, malhumorada, como si realmente estuviera en posición de dar órdenes.—No estoy de humor.—Advierte, acto seguido, aunque es evidente.

¿Es que no tuvo suficiente la última vez restregándole su boda con @Stefan Salvatore, que ahora viene a...?

¿A qué exactamente?
¿A disfrutar de la desgracia ajena?

Qué puedo decir: si conoces el recorrido de Katherine Pierce, se lo tiene merecido. Y créeme: lo sabe. Pero no está llevándolo bien. —Oh, genial.—Comenta, sarcásticamente.—Aún no he decidido qué me gusta más: tener un aguante con el alcohol deplorable, ser incapaz de correr con tacones, o... depender constantemente de alguien para vigilarme.—Se asegura de hacer aquel último apunte, por lo que pueda pasar. Efectivamente, no ha venido sola, y nunca está sola.

De suerte que Nadia y @Hayley Marshall se están asegurando de ello.