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Se encontraron 27 resultados para GINENZO

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Lorenzo St. JohnMar Abr 18, 2023 5:00 am
we are the storm
—En una cena.—Susurra, casi en una muda articulación de sus labios. Enzo nunca le ha invitado a cenar. De hecho, nunca tuvieron una cita decente.

Otra razón para esforzarse en salir con vida de aquel lugar.

No obstante, las proyecciones de Gin no son de mucha ayuda. Enzo sabe que solo está siendo realista, pero al vampiro le gusta pensar que todavía hay un mínimo de esperanza aprovechable a la que aferrarse.

—Por lo que he observado, este lugar no está demasiado preparado para posibles escapes.—Porque simplemente nadie imaginaría que alguien de adentro les traicionaría por el mero hecho de quietarle la correa a los sujetos de experimentación. Nadie sería lo suficientemente suicida, excepto...—Gin. Saldremos antes de que la mitad de los empleados aparezcan —Enzo parece tan seguro e intenta transmitirle esa misma seguridad a la cazadora.

Alza muy sutilmente la comisura del labio ante la justificación ajena.—No necesitas verlo todo. Para eso estoy aquí. Somos un equipo.—No es la primera vez que Enzo piensa en Gin de esa manera, pero sí la primera que lo exterioriza. Se le escucha con tanta naturalidad que cualquiera se convencería de ello.—Hasta en los planes más elaborados hay obstáculos inesperados, love.—Hace un intento por mantener a raya que Gin se preocupe más de la cuenta. Si ella ha tomado todo tipo de precauciones para que no les descubran, alejando a la mayor cantidad de empleados, entonces ha hecho su parte. Lo sucedido de aquí en adelante queda por cuenta del mismísimo azar.

Los mejores planes son aquellos que no se planean con demasiados detalles, sino que estos se van viendo en el camino.

«Tendremos que arramplar con lo que encontremos hasta salir de aquí.»

—¿Me das una licencia para ponerme sádico?—Los Agustine lo merecen. Toda esa organización deberían ser reducidas a cenizas.—Vaya sorpresa.—Esboza una sutil sonrisa de medio lado. La molesta, sí. Molesta a Gin. Y pensar que solo le hace falta echar un breve vistazo al pasado para observar el drástico cambio de la cazadora. Que sí, no es la misma organización como tal, pero Armería o Sociedad Agustine, el objetivo siempre es similar.

«Enzo...»

Su voz, la intensa mirada... Enzo no necesita más, y a la vez, sí. Qué difícil puede llegar a ser el verdadero amor.—Lo sé.—Una suave expresión sucar sus facciones por un breve momento. No hay duda: la de un hombre enamorado.—Pero vamos a decírnoslo al salir de aquí.—Propone un segundo compromiso. Acto seguido, le sonríe con dulzura.

No es el momento, pero tampoco puede evitarlo.

—¿Por cuál salida vamos? ¿Derecha o izquierda? —Le consulta al llegar al final de un pasillo con dos pasillos más a cada costado, los cuáles si mal no recuerdan, conducen a dos salidas.


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01/03 • 20 pm •  @Gin S. Ashkore
Gin S. AshkoreDom Abr 02, 2023 10:23 pm
WE ARE THE STORM
The warrior replied
«Bloody Hell.»

Llamadla romántica, pero las maldiciones del inglés vuelven a ser música para sus oídos. Intenta reprimir una sonrisa, pero no lo consigue. —Recuérdamelo cuando salgamos de aquí.—No le importaría volver a escucharlo más tarde, cuando estén a salvo...

Si es que consiguen salir de allí con vida.

Porque en el mejor de los casos, Payne dará la orden de que a ella le metan un tiro, y de que dejen vivo a Enzo el tiempo suficiente para poder verlo... o puede que sea al revés. —No bastarán si toda la organización se nos echa encima.—Y Clinton no permitiría que uno de sus experimentos más valiosos escapase sin más. Gin comprobó en su día cómo para el científico tenían mucho más valor cualquiera de los sobrenaturales encerrados en el recinto, que sus propios operarios.

Tratándose nada menos que del vampiro augustine, aquello podría multiplicarse por diez.

Huir junto a un vampiro, no obstante, resultará algo más fácil: los reflejos de Enzo captan un hombre a su espalda y este acaba con él mucho antes de que llegue a tocarle un sólo pelo de la cabeza. —Vale, eso no lo vi venir.—Admite, no sin cierto resquemor en su orgullo, aunque tampoco hay tiempo para convertir la huida en una competición.—La mayoría de soldados ya están lejos de aquí —le informa entonces; al menos tomó aquella precaución antes de decidirse a tomar acción en aquella misión—, pero se suponía que podríamos salir sin resistencia.—Se suponía que Gin y Enzo podrían abandonar las instalaciones antes de ser descubiertos; que ella le daría el veneno cuando ya pudieran ponerse a salvo, y que prácticamente desaparecerían, como lo hace el polvo.

Los planes, por desgracia, rara vez salen como fueron maniobrados. —Tendremos que arramplar con lo que encontremos hasta salir de aquí.—Les guste o no, no tienen otra opción. Ashkore contiene el aliento, contemplando al vampiro intensamente, en silencio, durante algunos segundos.—Enzo...—Quizá no tenga otra oportunidad para decírselo. Quizá sea el final, el verdadero final.

Y aun con todo, no puede dudar que ha merecido la pena. Pase lo que pase.

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01/03 • 20 pm • @Lorenzo St. John
Lorenzo St. JohnMar Mar 21, 2023 1:54 am
we are the storm
Con un precedente a cuestas, Enzo jamás ha perdido la esperanza de escapar para siempre del sometimiento de la Sociedad Augustine; aunque para eso, deba superar los obstáculos de Clinton Payne, a quien no se ha enfrentado antes.

Eso sí, sus planes solo le incluyen a sí mismo como su única ayuda posible.

Acostumbrado a no depender de absolutamente nadie, y mucho menos esperar algo de alguien, últimamente no se ha atrevido a barajar la posibilidad de ser rescatado, ni siquiera por ella. Pero, ¿será ésta su oportunidad? ¿Gin estará jugándose el cuello para otorgarle un boleto de salida del mismísimo infierno?

Al parecer, después de una vida de miseria, sí posee algo parecido a un ángel guardián.
Y quizá no sea de forma figurativa.

Aparentemente en su expresión, sigue de mala gana las instrucciones de la cazadora, un teatro que se reafirma con que no la mire a los ojos. Ni siquiera siente el pinchazo de la aguja, mucho menos el asqueroso veneno al cuál increíblemente —de tanto que lo ha recibido— no se ha acostumbrado.

Enzo no lo piensa dos veces y marcha con rapidez, hasta que… Su primer obstáculo llega a la carga.—Bloody Hell…—Murmura lo suficientemente bajo antes de tensar la mandíbula. ¿De verdad creían que sería tan fácil? Bien, bien, tiene cinco segundos para volverse, usar su velocidad y fuerza para separar la cabeza del hombre de su cuello… Entonces Gin busca su mirada con desesperación, ante lo que Enzo no tiene duda: debe intervenir.—No queremos tener problemas con Clinton, ¿no es así, love? —Lo dice para despistar al hombre antes de proceder. Justo un instante antes de aplastar al susodicho en dos, el violento movimiento de Gin le toma desprevenido.

—Y ahí están los arranques violentos a los que les tengo cariño.—Esboza una sonrisa sutil y se pone en marcha ante la áspera premura de la nefilim.—Espero que esas armas estén lo suficientemente cargadas.—Menciona con el semblante serio a medida que se desplaza, oteando su alrededor en busca de otro posible obstáculo humano, y...

Un nuevo hombre aparece por la derecha de Gin, antes de que coloque sus manos sobre ella, Enzo usa su velocidad vampirica para sujetarlo por la cabeza y romperle el cuello. La cabeza queda colgando hacia atrás y el cuerpo cae al piso, totalmente muerto. Enzo ni siquiera se inmuta.

—Eso estuvo cerca.—El alivio es patente en la mirada de Enzo. De repente, se percata del acelerado ritmo de su corazón. El miedo le ha invadido por un instante.—Bien, tú dirás. ¿Cuántos habían en las instalaciones?  —Añade, preparándose de nueva cuenta para continuar.

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01/03 • 20 pm •  @Gin S. Ashkore
Lorenzo St. JohnDom Mar 05, 2023 5:40 pm
leaving wounds in us

«No. No lo hice.»

Un jarrón de agua helada. En definitiva, duele más escucharlo de la persona que te sigue importando que de ti mismo. En su fuero interno, Lorenzo todavía guardaba una mínima esperanza de haberse equivocado. De que Gin fuese capaz de llevarle la contraria, de reconocer que aunque sea por un mísero instante no ha dudado de él. Sin embargo, sin pestañear la armera confiesa la aplastante realidad.

—No debería sorprenderme...—Pero es lo que está ocurriendo. Sin apartar sus ojos de los ajenos, susurra aquello incapaz de ocultar su decepción. Maldita sea, todavía le importa demasiado. De otro modo, no le dolería tan endemoniadamente, ni desearía escuchar una explicación que jamás pedirá por orgullo.—¿Acaso olvidaste que no eres la única con malditos traumas por abandono? —Jamás le haría pasar por eso porque sí, jamás se le habría ocurrido apartarse de la mujer que estaba comenzando a hacerle sentir tantas cosas... Ni siquiera debió espetar eso, pero es obvio que sus sentimientos por aquella mujer le han traicionado. Quiere desviar la mirada, no quiere verla a la cara, pero su necesidad de buscar en los ojos ajenos una respuesta que sí lo satisfaga no se lo permite.—Nunca te di razones para desconfiar...—Nunca después que comenzaron su efímera relación. 

St John siempre ha sido demasiado leal para su propio bien y eso al final le acaba pasando factura, porque erróneamente cree que los demás podrán retribuirle con la misma intensidad y seguridad. Sin embargo, siempre se golpea contra una pared. No importa lo que haga, la historia no cambia y no deja de repetirse como un maldito ciclo del que no puede escapar.

La revelación sobre lo sufrido por la Armería, sin embargo, cambia todo el panorama. ¿Cómo es que el destino se las arregla para joderlos de la misma manera hasta por separado? Al parecer, incluso les está prohíbido compartir su cruel destino.—No puedes estar hablando en serio...—Vuelve su mirada hacia la cazadora, frunciendo ligeramente el ceño. Esto parece una maldita novela con altas dosis de drama y una pizca de romance cada tres capítulos. Es decir, un auténtico infierno.—De modo que, somos prisioneros de Payne en celdas diferentes.—Conteniendo la rabia y frustración emergentes, Lorenzo suspira pesadamente y cierra los párpados para abrirlos al instante. Su odio y repugnancia por Clinton Payne no hace más que aumentar.

No por la gente de la Armería con quienes se relacionó en el pasado, para bien o para mal, sino por ella. Gin ha estado lidiando con su propio infierno y él no ha estado ahí para ayudarla.

Su expresión hostil y a la defensiva ya no tiene razón de ser. Enzo sigue dolido, pero su preocupación por Gin Ashkore comienza a notarse en su rostro.

—Así es.—Susurra débilmente con su mirada anclada en las lágrimas de la cazadora, como si aquel ya no fuese un hecho importante. No obstante, el dolor punzante en su brazo le recuerda que sí. Enzo quisiera saber más sobre lo ocurrido con aquel monstruo, pero si no se marcha, sí abandonará a Gin y esta vez para siempre.—Nunca te abandoné, Ginevra Ashkore. Solo la muerte me habría separado de ti.—Cree necesario asegurarlo en voz alta, sosteniendo su mirada.

Hace amago de avanzar hacia ella, pero el maldito tiempo no da un minuto de tregua, ¿cierto? Enzo la contempla con cierta intensidad por algunos segundos, deslizando la mirada hacia sus labios. Se limita a dar un asentimiento de cabeza antes de hacerse de su velocidad vampírica para desaparecer del lugar.


Ship:#Ginenzo

24/10 • 1 am •  @Gin S. Ashkore
Gin S. AshkoreMiér Mar 01, 2023 12:52 pm
WE ARE THE STORM
The warrior replied
Robert Sullivan escribió:The Devil whispers: “you cannot withstand the storm.”
The warrior replies: “I am the storm.”


—Experimento 12144.—Le interpela con firmeza, accediendo a su celda.—Nos vamos.—La impertérrita y neutral voz de Ginevra Ashkore no permitiría dilucidar hasta qué punto existe —o ha existido— un vínculo entre soldado y experimento. Se ha esforzado especialmente en defender aquella fachada, consciente de que más adelante, podría ofrecerles una oportunidad.

Y su oportunidad ha llegado.

Ha cambiado. Todo ha cambiado en las últimas dos semanas, y aunque Gin está defendiendo con rectitud y de forma impecable su apariencia como humana, bien sabe que será cuestión de tiempo que Clinton y sus secuaces descubran la verdad. Conociendo a Payne y sus métodos, no dudará en convertirla en un experimento más.

Es probable, de hecho, que la valore más de aquella manera.

Pero, si sucede aquello, si Gin deja de ser un miembro Augustine para convertirse en uno de sus sujetos, ni ella, ni mucho menos Enzo, tendrán una oportunidad para escapar.

El momento es ahora, tiene que serlo.

De un sólo movimiento, y prácticamente sin mirarlo —como si temiera que el guardia que les abre la puerta pudiera percatarse de su evidente conexión al cruzar miradas—, Ashkore toma una aguja y le inyecta el veneno en su antebrazo izquierdo. —Ya conoces las normas.—Ahorrarse protocolos será lo mejor. Tampoco lo necesitan de todas formas.—Tenemos dos horas.—Le advierte. Dos horas antes de que el veneno le alcance el corazón y el inglés muera entre terribles sufrimientos.

Aquello no será necesario, sin embargo. Pero nadie en aquel edificio tiene por qué saberlo.

—En marcha.—Advierte con frivolidad, abandonando la celda y esperando que el vampiro la siga; de nuevo, sin mirarlo. Así debía de ser: fácil, pero sobre todo, rápido.

Desgraciadamente, nada que tenga que ver con Gin Ashkore y Lorenzo St. John apunta a ser fácil. —Ginevra Ashkore.—Advierte el hombre encargado de abrir la celda.—Tienen que llevarse consigo a dos de los licántropos.—Licántropos. Tomando aire, Gin se vuelve brevemente para mirarlo. —No será necesario. Dos operarios serán suficientes esta vez.—El hombre, para su desgracia, insiste. —Los sujetos con suero héctica deben ser los encargados de hacerse con los especímenes, con independencia de que cazadores u otros experimentos lideren la misión. Órdenes de Payne.

Por primera vez en los últimos minutos, ahora sí, Gin busca a la desesperada la mirada de Enzo. Se hizo a sí misma una promesa; una que no puede incumplir. Si dos licántropos abandonan las instalaciones con ellos, no tendrán oportunidad de escapar...

Especialmente Enzo, vulnerable ante el mordisco de un hombre lobo.

De modo que Gin termina haciendo lo único que sabe, puede hacer.

Sin darle tiempo a reaccionar, agarra la cabeza de aquel hombre y le golpea salvajemente contra la pared; la contusión propicia que caiga inmediatamente desmayado, quien sabe si muerto.

Sólo tendrán doce segundos antes de que salte la alarma.

—¿Qué coño estás mirando?—Le espeta al vampiro, como si de verdad él hubiera tenido que esperarse aquella reacción.—¡Vámonos!

Ahora o nunca.

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01/03 • 20 pm • @Lorenzo St. John
Gin S. AshkoreVie Feb 17, 2023 11:20 pm
leaving wounds in us

Cuando la verdad es dolorosa y difícil de soportar, es habitual que el ser humano se acostumbre a construir su propia realidad. Dicen que, cuando te hacen tanto daño, llega un punto en el que ni sientes, ni padeces; Gin Ashkore, sin embargo, ha sufrido cada nueva decepción aún más que la anterior, incapaz de hallar su propio umbral del dolor. Consumida por un abandono con el que no fue capaz de lidiar, fue más fácil creer que la historia se repitió una vez más.

Y quizá, sólo quizá, en las profundidades de su subconsciente deseó que así fuera. Que Enzo hubiera desaparecido de su vida para no volver, alejándose del peligro al que irremediablemente habría quedado expuesto mientras la centinela, sometida y a merced de una criatura psíquica, no habría podido hacer nada para protegerlo.

Al contrario. Es probable que Sybil se hubiera deleitado con el sabor de su carne, y aún más: que hubiera obligado a Ginevra a mirarlo mientras, certera y letal, la sirena le aniquilaba, miembro a miembro.

Pero Gin todavía carece de todas las piezas del puzzle, de modo que por ahora debe conformarse con asumir la culpa de su asunción… y tragar con su orgullo. Lástima que el orgullo de la familia Ashkore sea capaz de ahogar hasta a la más humilde de las criaturas.

«Sigues aferrada a ese clavo ardiendo porque la alternativa es deprimente y trágica…»

Gin aprieta sendos puños, sometidos a la implacable fuerza del vampiro, hasta sentir sus propias uñas clavándose sobre la piel. «No me has dado el beneficio de la duda ni por un instante.» —No.—Reconoce para su propia sorpresa.—No lo hice.—Y se sorprende otra vez al descubrirse preguntándose a sí misma por qué.

¿Tan inverosímil le resultaba la posibilidad de haber encontrado finalmente a alguien que la amara tanto como lo hacía ella?

Puede que, simple y llanamente, no estuviese preparada para aceptar que el destino le concediese un breve paréntesis de felicidad antes de arrebatárselo una vez más.

Tal y como sucediera con Arya.

La historia siempre se repite. Siempre. —Sí. Es conveniente.—Admite a su vez.—Porque no eres el único que ha terminado al servicio de Clinton Payne.—Inesperada revelación, ¿no es cierto?—La Armería es historia. Yo liberé al monstruo que arrasó con cada vida, cada hombre que llegó a jurarme lealtad.—El monstruo al que Payne lleva tratando de descifrar todos aquellos meses; el mismo para el que han buscado una forma de mantenerse a salvo sin renunciar a investigarlo.—Los escasos supervivientes de la Armería quedamos a disposición de la Sociedad Augustine.—Y en la expresión de Gin puede leerse que no se enorgullece de aquella decisión: no después de comprobar en sus propias carnes cómo Payne les considera poco más que peones en sus planes, aún menos valiosos que sus experimentos. Velkan sufrió las consecuencias de aquella decisión, sin ir más lejos.

Pero, ¿qué habría podido hacer? Tras lo sucedido en la Armería, Gin supo que no podía seguir al mando. No podía velar por aquellos a quienes, ya lo había demostrado, era incapaz de proteger.

Quizá aquella sea su verdad: les ha fallado a todos. A Arya. A Velkan. A Enzo.

Sin embargo, las señales en el brazo del vampiro, prueba irrefutable de los estragos de un veneno que ha tenido la oportunidad de conocer en los últimos meses, confirman sus palabras, exponiendo una nueva realidad en la vida de Gin: Payne no les ha dicho toda la verdad… ni les ha hablado de todos sus experimentos.

Y ahora… ahora, Gin y Enzo vuelven a hallarse en punto muerto.

Separándose de él mientras se enjuga las lágrimas, Ashkore contiene el aliento. —No te queda mucho tiempo.—Y no es una pregunta: conoce bien los efectos del suero letal. Gin desearía conocer todos los detalles de lo ocurrido, pero si Enzo no bebe el antídoto a tiempo, no habrá ninguna historia que contar. Volviendo la mirada, la cazadora concluye:—Márchate. Payne ya estará echándote de menos.—Se ha equivocado. Se ha equivocado estrepitosamente tomando sus conclusiones precipitadas, y poco hay que pueda hacer para arreglarlo a estas alturas.

Pero algo tiene claro: aún no pudiendo conseguir el perdón de Enzo, expiará sus pecados encontrando aquel antídoto para él.

Después de todo, ¿quién podría conseguirlo, sino otro miembro de la Sociedad?

Sin embargo, y aún siendo consciente más que nunca de su error, no consigue liberarse de aquella angustia, aquella ansiedad en su pecho ante la certeza de que Enzo no se ha marchado. Está aquí. Siempre ha estado aquí.

Y, por alguna razón, no consigue liberarse de la idea de que ahora, Enzo estará en peligro.

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24/10 • 1 am • @Lorenzo St. John
Lorenzo St. JohnJue Ene 26, 2023 3:55 pm
leaving wounds in us

El grito atroz consigue aturdir lo suficiente al vampiro, concediendo a la morena tiempo para librarse de la presión ejercida por él. Todo sucede muy rápido, incluso para él. El sonido de las cuchillas golpeando el piso se ve opacado por una crujiente y fuerte bofetada. Su rostro queda congelado en la posición donde le ha dejado el arrebatado ataque, limitándose simplemente a pestañear repetidas veces.

Sin dar tregua, Gin lanza una fuerte acusación, seguida de otra bofetada y otra...—¡YA BASTA! —Le exige, alzando la voz por encima de la ajena.—¡Soy todo lo que quieras, menos un maldito mentiroso, Gin Ashkore! —Enzo le sujeta por las muñecas con suficiente fuerza para evitar que siga convirtiendo su rostro en un saco de boxeo. Le contempla enardecido, y sin poder evitarlo, en lo profundo de sus ojos siente una profunda decepción y le duele cargar con ella.

Sin embargo, Enzo toma un breve respiro para continuar, bajándole dos a su tono.—Sigues aferrada a ese clavo ardiendo porque la alternativa es deprimente y trágica, ¿cierto, love? —Deja entrever un atisbo de tristeza en su ojos. Una pregunta retórica, por supuesto. Porque Enzo lo sabe…

Resulta más simple y fácil para Gin señalarlo como culpable de un abandono más en su vida que valorar lo sucedido como una jugada cruel que les hizo el destino: separarlos poco después de haber aceptado que junto al otro, sus vidas comenzaban a probar la felicidad que les fue negada durante tanto tiempo.—No me has dado el beneficio de la duda ni por un instante… —Le recrimina, sin comprender el porqué. Era como si estuviera plenamente segura y no solo estuviera aferrándose a su maldito orgullo. Enzo entiende hasta cierto punto. Han sido demasiados meses sin dar señales de vida, es verdad. Pero desaparecer de un día para otro sin ofrecer ninguna explicación o ni siquiera despedirte de la mujer que amas es suficiente razón para pensar que algo va terriblemente mal.

—Payne envió a sus cazadores, me atraparon y llevaron lejos de aquí, lejos de ti. Después no tuve más opción que convertirme en uno de ellos.—Explica aún cuando la armera no le ha pedido detalles.—Dirás que es muy conveniente mi historia ¿no? —¿Por qué no volvió ¿Por qué no la llamó? Ni siquiera necesita formular esas preguntas, sabe que están en la cabeza de Gin.—Tal vez esto te conteste.—Enzo se arremanga el brazo derecho, mostrando las venas oscuras sobresaliendo bajo su piel. Veneno Augustine.—Necesito volver por el antídoto. Costumbre de todos los días —Sobreviviendo cada día pensando que en cualquier momento, cuando y no le sirva a Payne, simplemente le negará el antídoto.—Déjame ir. No volveré a repetirlo.—Por el bien de Gin y el propio, no le temblará la mano en caso de que se vea obligado a evitar que la morena tome una acción de la cual pueda arrepentirse.


Ship:#Ginenzo

24/10 • 1 am •  @Gin S. Ashkore


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Gin S. AshkoreSáb Dic 03, 2022 2:50 pm
leaving wounds in us

Habla sin pensar, juzga sin saber. Toma decisiones en base a conclusiones precipitadas y erróneas; lo ha hecho muchas veces, y lo ha vuelto a hacer. Pero no lo sabe, y lo que es peor: no le importa. Ha decidido qué creer, justificando el sentimiento de abandono; transformando el dolor en rencor, y haciendo del proceso de duelo uno mucho más sencillo para una mujer tan orgullosa como ella.

Odiarle es más fácil que asumir que, aun queriéndolo, pudo marcharse de su lado.

La mano de Enzo le agarra la muñeca con tanta violencia que Ashkore no puede evitar tensar la mandíbula, tratando inútilmente de derrotar la energía física del vampiro; una batalla perdida antes de empezar. Su mirada fiera y errática busca desesperadamente la del hombre al que ama, y en quien ahora ve poco más que un enemigo.

En el fondo no quiere hacerle daño, pero la cólera grita demasiado alto, y es incapaz de escuchar su propio fondo.

No importa cuánta resistencia trate de oponer: cualquier esfuerzo humano es inútil. Enzo logra separar la cuchilla de su garganta, imponiéndose en batalla durante aquel breve instante; dejando a la cazadora a su merced. Y, porque está a su merced, Gin no tiene más remedio que escucharle. «Cazadores Augustines...»

«Me convertí en la nueva adquisición de Clinton Payne.»

Pues sí: contra todo pronóstico, Lorenzo St. John aún estaba por cometer el peor de los errores. Sirviéndose de todas sus fuerzas, Ashkore deja escapar un grito atroz; no puede poner a prueba la resistencia de un vampiro, pero sí puede volver su propia fuerza en su contra. Se libera de la presión separándose de él, dejando caer las cuchillas al suelo; convencida de que no necesita más que su propio cuerpo para reducirlo, Gin hace lo único que le apetece, lo único que realmente necesita hacer.

Le abofetea.

—¡Mientes!—Su voz es poco más que un grito ahogado.—¡Aún tienes el descaro de mentirme! ¡EN LA CARA!Le espeta, y cierra el puño buscando golpearle en el torso, una, y otra, y otra vez.—¡Eres un desgraciado! Mentiroso, ¡MENTIROSO!—¿Que por qué Gin está tan segura de que Enzo la está mintiendo? Porque, desde hace meses, ella también es una cazadora Augustine. Ha estado al servicio del desalmado de Clinton Payne, sirviendo a pies juntillas cada una de sus órdenes; contemplando, llena de impotencia, cómo los suyos son reducidos a meras herramientas, incluso menos valiosas que los experimentos Augustine. Ha recorrido de cabo a rabo sus instalaciones; conoce a la perfección el rostro de cada uno de los sobrenaturales al servicio de la organización...

Y ninguno es él. Ninguno es Enzo.
Créeme: se habría dado cuenta de que estuvo todo este tiempo allí, con ellos. Con ella.

Pero está tan furiosa, que es incapaz de ordenar un discurso, o de organizar siquiera sus caóticos y precipitados pensamientos; de explicarle su versión, y contarle cómo la Armería fue destruida; cómo tuvo que convertirse en una Augustine más, y cómo, por ello, la historia del vampiro es simplemente mentira. Ahora sólo quiere golpearlo y obligarle a decir la verdad.

En algún punto, las mejillas se le encharcaron en lágrimas. ¿Cuándo sucedió aquello?

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24/10 • 1 am • @Lorenzo St. John
Lorenzo St. JohnLun Nov 07, 2022 2:17 am
leaving wounds in us

Casi habría preferido verse obligado a soportar el arisco humor de la cazadora, su sarta de improperios y otro sinfín de adjetivos descalificativos en lugar de esa mirada rezumando enajenación, decepción y dolor. Sí, dolor. Enzo reconocía a la perfección ese brillo asesino en los ojos de Gin: pese a su desmedida furia y ferocidad, ocultaban el dolor de la pérdida y el abandono.

Y ellos, clamaban su sangre y sufrimiento.

Pues, ¿adivina qué? Le negaría el placer de dejarle tirado en su propio charco de sangre. Si a Gin no le daba la gana de escuchar razones, la obligaría a hacerlo. Enzo no volvería a convertirse en su víctima, no entraría en ese juego del gato y el ratón, no otra vez. Ya ha pasado esa etapa de ser acorralado, cazado, y casi aniquilado por la mujer que se negaba a asimilar la verdad de sus intensos sentimientos por él. Se niega a volver a empezar con Ginevra Ashkore.

«Tu descaro no tiene límites.»
«Irte sin más... ¿como la última vez, quieres decir? »

Un reproche explicito que demostraba lo que Enzo sabía en su corazón: Gin no le mataría, no. Quería explicaciones o no habría reproches. El vampiro presionó los labios con fuerza, antes de hablar entre dientes.—Veo que sigues siendo muy ... Juzgando a tus anchas tan solo porque eliges revolcarte en tu maldita ignorancia.—No debería tentarla, un simple movimiento y rebanaría su cuello, pero no se mordería la lengua. Gin podía estar furiosa, pero él no se quedaba atrás.  

«Diez.»

Y casi como si hubiere contado con que la morena llegaría a la cuenta prometida, Enzo usa su velocidad y fuerza para, sin esfuerzo alguno, atrapar la muñeca que dirige la cuchilla hasta su abdomen. Con la extremidad libre, sujeta la mano que sostiene el filo en su garganta y la dobla hasta llevarla a su límite.—Te lo pedí por las buenas... Ashkore.—Bien, vamos a complacerla en eso.—Pero contigo todo siempre tiene que ser tan difícil, ¿cierto? —Suspiró con exasperación. Ah, pero eso le gustaba a Enzo, ¿para qué negarlo? Al final todo lo que le atrajo de Gin en primer lugar, fueron las diferencias palpables entre ambos. Lo malhablada de la cazadora frente a sus impecables modales británicos, uno de tantos ejemplos.

No obstante, Enzo tiene claro que debe dominarla para conseguir ser escuchado. El vampiro procura retorcerle el brazo a la espalda y empujarla contra la pared.—Cazadores Augustines, agosto del año pasado. Me convertí en la nueva adquisición de Clinton Payne. El bastardo me quería tan solo para él, ¿qué te puedo decir que ya no sepas? Sabes cómo funcionan.—La Armería, la Sociedad Agustine... Da igual, todos están cortados con las mismas tijeras. Miserables vidas humanas sin nada mejor que hacer que cazarles, perseguirles, aniquilarles.

¿Está en la naturaleza humana, no? Cazar al monstruo mientras esconden su propia monstruosidad.

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24/10 • 1 am •  @Gin S. Ashkore
Gin S. AshkoreJue Oct 27, 2022 12:38 am
leaving wounds in us

Se enfada. ¡Se enfada! Más de un año sin saber absolutamente nada de él, y tiene la desfachatez de indignarse. Los dedos de Gin se tensan alrededor del mango con el que porta la cuchilla; de no ser porque sostiene aquel objeto entre los dedos, habría apretado los puños con la suficiente fuerza como para clavarse las uñas en las palmas de las manos y haber comenzado a sangrar.

Pero ningún dolor físico es comparable a los dolores del corazón.

Tu descaro no tiene límites. —Nunca los tuvo, y no puede evitar conmoverse al darse cuenta de que sigue siendo tal y como le recordaba. Una parte de ella teme estar siendo aún víctima de un producto de su subconsciente, recreando lo que, al parecer —y sin motivo aparente—, se ha convertido en uno de sus miedos más recientes: que Enzo, el Enzo de sus recuerdos, volviera a su vida. Pero no: es real, tan real como un arañazo en el alma.

El cabello oscuro; la mirada teñida de intensidad. Ventajas del vampirismo, que físicamente no haya cambiado nada, pero no es en la superficie en lo único en lo que se ha fijado. Por supuesto, Gin ya había memorizado las expresiones con las que se encargaba de demonizarla, y la sonoridad de su marcado acento inglés. La necesidad de sus orbes oscuros en encontrar los propios, con la transparencia de alguien que no teme quedar por completo expuesto. Sigue siendo exactamente igual. Nada ha cambiado.

Sigue siendo el hombre del que se enamoró... y también el que, al parecer, la abandonó. —Ashkore para ti.—Le espeta con rabia, pues no va a permitirle que vuelva a tomarse semejantes confianzas con ella. No después de todo lo que ha pasado... o más bien, de lo que no ha pasado.—Irte sin más... ¿como la última vez, quieres decir? —Aún no ha tenido tiempo de reprochárselo lo suficiente, y créeme: no perderá una sola oportunidad para volver a hacerlo. La cazadora tensa la mandíbula, comprendiendo que ha llegado a un punto muerto. Formulada la amenaza, él pudo amedrentarse o dejarla hacer... y Enzo no era de los que se allanaban.

Nadie dirá que no le ha dado opción —aunque breve— para redimirse, pero el vampiro ha preferido desperdiciarla.

Diez. —Sentencia, y como si de verdad hubiera llevado la cuenta prometida, Ashkore enarbola su segunda cuchilla para, sin separar aquella que busca su garganta, clavarle esta en el abdomen... o al menos, intentarlo.

Aquello no sería ni la mitad de satisfactorio que su primera opción, pero no podrá darle ninguna explicación si empieza a ahogarse en su propia sangre.

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24/10 • 1 am • @Lorenzo St. John
Lorenzo St. JohnMiér Oct 26, 2022 7:31 am
leaving wounds in us

« Bloody hell... »
Esto no estaba pasando. No.

Enzo tenía un objetivo, órdenes claras que seguir. No podía parar porque simplemente no quería morir. Después de tanto recorrido en ese juego, sometido a la voluntad de Clinton, se negaba a ser consumido por el maldito veneno que corría por sus venas. Debía regresar con su presa para obtener un día más de vida. Ah, pero el maldito destino tenía que ponérsela difícil.

Ella, nada más y nada menos que ella, se convertía en su piedra de tropiezo esa noche.

El odio visceral de la cazadora que explotó en violencia desmedida, reinició —aparentemente— la historia entre ambos. Gin Ashkore amenazaba con ser un problema, y él, lejos de entender sus razones para atacarlo como una desquiciada asesina, se contagió con su ira. Su espalda se estampa contra la pared, y no le queda más que alzar los brazos a los costados, cerca de su cabeza. Internamente, maldijo una, dos y treces veces. Ante la encrucijada, Enzo no se detendría en palabras bonitas ni disculpas a medias, no. Se defendería como siempre lo hizo: sin miramientos.  

¿Por qué? Porque ni siquiera por un mísero instante, Gin Ashkore fue capaz de darle el beneficio de la duda.

Cuando el maldito amor de tu vida alberga traumas tan profundos sobre el abandono, jamás te dejaría —adrede y sin ninguna explicación— a tu suerte como un maldito perro de la calle.

Pero la rabia, dolor y frustración podían volverte tan ciego como para no acariciar esa posibilidad tan lógica, ¿no es cierto?

—Si quisieras degollarme, love, ya lo habrías hecho.—Elevó el mentón cuanto podía, entrecerrando apenas sus ojos.—Necesitaré más de diez segundos para explicarme.—Prosigue puntual sin perder contacto visual. Pero casi puede sentir la cuchilla rozando su piel, u nmaldito movimiento y estaba muerto.—¡Maldita sea, Gin! —Se quejó con rabia, desviando sus ojos hacia la mano que sostenía el arma contra su cuello.—¡Rájame el maldito cuello de una vez o baja esa cosa y escúchame! Porque si crees que me iré sin más, puedes esperar sentada.—Enzo le dará una sola oportunidad antes de hacer lo que debe hacer por el bien de los dos.

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24/10 • 1 am •  @Gin S. Ashkore
Gin S. AshkoreMar Oct 25, 2022 12:13 am
leaving wounds in us


Olvidarás todo sobre mí o sobre lo que hemos hablado y… oh —concluye—, espero que Enzo siga vivo. Me encantaría conocerlo.

[...] Cuando Gin abandona la Armería, sabe qué es lo que tiene que hacer… aunque sea incapaz de explicar por qué. Tampoco es capaz de explicar por qué se ha acordado de Enzo en aquel instante, ni por qué siente la necesidad de encontrarlo. Sólo sabe qué tal vez, y sólo tal vez, esté en peligro. Por su culpa.

Y aunque no pueda evitar guardarle rencor por haber desaparecido, sólo puede rezar por qué esté bien.


Monster to monster, 1 de mayo de 2012.


Alguien ha salido de caza.
Y Gin... Gin va a frustrársela.

Porque cuando le reconoce, la centinela no se detiene a meditar los porqués: tampoco le interesan. Reconociendo su silueta merodeando el campus Whitmore, cree erróneamente lo único con lo que puede fantasear alguien con el corazón roto: que está allí por ella. Pero Gin tiene tatuado el orgullo Ashkore en las venas, y está convencida —o quiere estarlo—, de que ya es demasiado tarde. Debería marcharse.

Debería hacerlo... ahora.

Porque, por alguna razón que es incapaz de recordar, Gin se siente aterrada ante la posibilidad de que haya vuelto. Enzo St. John no debería estar allí: hasta en la más íntima fibra de su ser, puede sentirlo. No puede, no puede estar allí.

Pero qué es más fuerte: ¿la rabia o el miedo?

¡ASQUEROSA RATA INMUNDA! —¿Acaso lo dudabas? Alzando de más la voz y alertando a cualquier posible presa que Enzo estuviera persiguiendo. Cree que el factor sorpresa ha conseguido jugar en su favor, pues consigue alzar una de sus cuchillas para colocarla justo debajo de su garganta, arrinconándole contra el muro más cercano.

Su mirada centellea de ira. — Por la vida de mi primo —favor que nunca ha olvidado—, te daré diez segundos antes de rasgarte la garganta o que desaparezcas de mi vista.Lo que pase primero. Diez segundos, ni uno más.

Y lo hará, por supuesto que lo hará.
Sin pestañear.

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24/10 • 1 am • @Lorenzo St. John