—Chaval, si no te bebes el chupito me lo beberé yo —amenaza de la manera más bromista posible. No, claro que no lo hará. Y no, a Jay Burgess sigue sin gustarle la navidad; ni tan siquiera un poco. Si ha salido esa noche es porque se trata del último día del año, porque es Logan su compañía y porque bueno, quiere pasárselo bien.

Solo eso, pasárselo bien. Destensarse un poco y... reírse. Para eso Logan es un experto, desde luego.

—A la de tres, ¿eh? Uno, dos y... ¡Tres! —tras contar hasta el número nombrado, Jay se lleva el chupito de tequila a los labios, bebiéndolo deprisa para luego continuar con la sal y el limón. Mira que es un tío fuerte y grandote, pero es que el tequila a veces tiene más poder sobre él—. Madre mía, como sube esto con el estómago medio lleno.

Puede que sea porque no ha comido mucho, sí. Es probable.

Logan para celebrar año nuevo había quedado con Jay, aunque más tarde había prometido a Rhett de reunirse en la plaza para hacer la cuenta atrás. Los dos planes iban a ser distintos, ya que con Jay se iba a emborrachar y con Rhett iban a lanzar petardos. Visto así, consideraba que quizás era peligroso estar borracho mientras se dedica a jugar con los fuegos artificiales, pero la decisión ya había sido tomada.

Nunca se había alegrado tanto de estar ya muerto.

—Esto no es nada para mí—en realidad, nunca se había emborrachado. Desconocía esa sensación tan popular de la resaca, pero esperaba ahora vivirla con Jay. Si había alguien que pudiese vigilar por su seguridad era el lobo:—No, no lo bebas—con su brazo, rodeó el vasito como si de una muralla se tratase:—Dame unos minutos que hace nada me he bebido dos piñas coladas. Soy muy virgen aún y tú vas a saco.

Se sentó sobre el taburete y apoyó ambos codos sobre la barra, preparado para el chupito:—¡CUATRO!—no había alcanzado a tiempo el vaso, ya que se había quedado absorto con una de las botellas. En efecto, se trataba de una de color verde fluorescente y que en su título se leía “Absenta”:—Joder, como pica—intentó con su mano abanicarse la boca, mientras que con la otra cogía rápido el limón para seguir la misma secuencia que el lobo:—Todavía no me sube, aunque si noto un ligero mareo—dio unos golpecitos al hombro de Jay:—Quiero beber eso. Mira qué color tan chillante. Como el color de tus ojos—naturalmente, su dedo índice le señalaba la Absenta.

—No me jodas Logan, no me había dado cuenta de que eras virgen —rueda los ojos poniéndolos en blanco—. Y estoy seguro de que en todos los ámbitos, ¿o hay alguna moza que te guste? —carraspea antes de proseguir—. O mozo, igual eres gay y yo no lo sé —Jay se ríe encogiéndose de hombros quitándole hierro al asunto; le guste lo que le guste a él le da igual, solo quiere saber si es virgen ahí también o no.

Que es que cotilla no se hace, se nace, y Jay Burgess es como la Vieja del Visillo pero en versión licántropo y, además, hombre.

—¡Pero Logan! —el hombre deja escapar carcajadas fuertes palmeándole la espalda de la misma manera. Su sangre hawaiana se nota sobre manera cuando le toca beber—. ¿Quieres absenta? Se te ha ido la cabeza, chico —pone los ojos en blanco negando—. Si ya te está dando un chungo con piñas coladas y los chupitos, no me quiero imaginar con la absenta. Además, mis ojos no son verdes fosforito —vaya ocurrencias tiene el vampiro. El mejor vampiro de Marcel, eso es Logan—. Ahora bien, podemos probar primero con ginebra a palo seco. Si lo superas, entonces probamos la absenta.

—Yo no soy virgen. La perdí, aunque no me acuerdo mucho del suceso—le confesó entre hipos. Fue una noche de fiesta y el resultado fue un desastre. Apenas duró y se quedó dormido encima de ella. Asimismo, la chica poco después le confesó que le gustaban más las mujeres. No obtuvo ni una segunda oportunidad. Logan comprendió pronto que el amor y él no eran muy compatibles:—No, sólo me gustan las chicas aunque no conozco ni una actualmente—se encogió de hombros y apartó el rastro de la sal sobre sus labios. El sabor que le había dejado el chupito le había disgustado.

—¿Por qué no podemos probarla? Nada, un sorbito—su voz salía entrecortada debido a las fuertes palmadas de su amigo. En ocasiones, sentía que Jay era como una especie totalmente distinta a la de un licántropo. La fuerza que éste poseía no la encontraba normal:—Pero hay que probar un poco todo—había súplica en su voz y, si aquello no resultaba convincente, intentó expresarle con su mirada su deseo por cambiar de alcohol:—¿Pero son verdes, no?—acercó más su rostro al de él para comprobar el color de sus ojos. No obstante, estaba ya algo borracho y no se atrevió a sincerarse con lo que veía:—¿Ginebra? Si con eso consigo que me des absenta, lo acepto—llamó al camarero con un gesto de su mano para que se acercase y les sirviese:—¿Hacemos una apuesta, Jay?

El licántropo casi escupe la bebida—. ¿¡Cómo dices!? Oye pero eso son las primeras historias que se cuentan entre amigos, joder. Me tienes desinformado Logan, voy a poner una hoja de reclamaciones —le hace una gracia dramatizar con el vampiro que ni él se lo cree. Bueno, sí, sí se lo cree porque Jay puede ser muy dramático. Podría haber sido actor si se lo hubiera propuesto—. Pero algo tienes que recordar, eso no se olvida así porque sí.

Como su primera vez que tampoco la ha olvidado. En el asiento trasero del coche de su padre. Todavía le duele la espalda de aquella vez... vamos, que un poco más y era trapecista.

—Si lo que te faltan son chicas, yo te presento alguna —ni que tuviera un jodido catálogo de mujeres, en serio. Pone los ojos en blanco ante su propia ocurrencia—. Verde que te quiero verde, anda, tontaina, pide la absenta también —pone una mano en la cara de Logan para apartarlo un poco de él. Espacio personal, por favor—. Pero primero la ginebra —y eso es lo que le dice al camarero que les sirva primero. Ginebra con limón, para que no esté tan sumamente a palo seco.

Jay Burgess no tiene ningún problema en darle un trago, aunque es probable que se arrepienta al día siguiente.

—¿Y bien? ¿Cómo lo ves?

—¿Qué? ¿Cómo confesarte este ridículo?—las mejillas se Logan se arrebolaron de un color rojizo intenso. Desconocía si aquello ya era efecto del alcohol o de su vergüenza al acordarse de tal recuerdo:—Nada de hoja de reclamaciones, por favor. ¡Lo confesaré!—la seriedad con que había tomado su broma evidenciaba aún una inocencia que no había perdido tras su conversión. El joven vampiro era la perfecta diana para hacerle cualquier tipo de jugarreta por su naiveté:—Fue en una fiesta. Bebí mucho y ella se ofreció para ir a una habitación después de liarnos. ¿Cómo decir que no, sabes?—soltó dos hipos seguidos y se golpeó el pecho para continuar con su patético relato:—Pues ahí estábamos. Yo me puse encima y duré menos que el coito de un conejo—la poca dignidad que le quedaba tras aquella confesión, la silenció con un largo sorbo de su bebida.

El camarero ya les había dejado la ginebra sobre la barra. Juzgó la condición de Logan con una mirada de desdén, pero les sirvió igualmente la absenta que también pedían.

—¿Tienes muchas amigas? ¿Pero serán lobas?—se acordó inevitablemente de la Lanvik y creyó que se hacia pipí encima. Su desafortunado encuentro con la loba le había dejado secuelas traumáticas:—Yo ya encontraré una, aunque también estoy feliz solo—se ensanchó su sonrisa cuando éste apartó su rostro del suyo:—Tengo yo razón. Eres Jay, el de los ojos esmeralda. Debería ser tu nuevo epíteto entre los lobos—soltó una sonora carcajada que llamó la atención del huraño camarero.

Logan ignoró los inquisitivos ademanes del barman y se limitó a beber la ginebra:—Ostras, pues está rica—se relamió los labios y dio otro largo sorbo:—¡Jay! Esto es un descubrimiento—era la primera vez que probaba tantos licores desconocidos en el espacio de una hora:—¡Va! Ahora la absenta y vamos a la pista de baile. Te enseñaré mi moonwalk de Michael Jackson.  

Y una vez más, Jay Burgess casi vuelve a escupir. El relato que le cuenta su amigo el vampiro sobre su primera vez teniendo sexo es cuanto menos... graciosa, y hasta ridícula. Pero que Dios los libre a los dos si han tenido primeras veces «decentes». Jay se pregunta si es que eso ha sucedido alguna vez, pero está casi seguro de que no—. Tampoco es que yo sea el más indicado para hablar sobre las primeras veces, eso seguro —niega con la cabeza casi dejando escapar una risa grave.

Mejor no hablemos de su vida sexual que lleva mucho tiempo sin.

—Algunas sí son lobas. ¿Te supone un problema? —war flashbacks repentinos en los que Jay estuvo con Clarissa, una vampira. Aunque no duró mucho aquello—. Oye, no te preocupes. Para un polvo está bien, por lo menos te desfogas —se encoge de hombros, asintiendo a las palabras del chico. Tampoco va a presionarle a nada—. ¡Ah, no, no! De eso nada. A mí me parece que te voy a dar la absenta otro día —que se le ha puesto Logan cien por cien rojo. No está para bailar—. Además, como bailes mucho tú vomitas. Me va a tocar llevarte a casa en cualquier momento.

—Creo que las primeras veces son siempre nefastas. Brindemos por eso—a estas alturas, Logan buscaba cualquier excusa para chocar su copa con la suya y beber todo su contenido de un trago. Para su sorpresa, aquella primera experiencia no estaba siendo tan mala. Parecía tener una buena resistencia al alcohol.

Al menos, por aquel momento…

Naturalmente, las copas se fueron llenando cada vez más y, lo peor de todo, reemplazándose por otros licores que fueron difíciles de asumir en su organismo. Poco a poco, la mente de Logan empezó a abotagarse y a ver de forma dispar el rostro de su amigo. No obstante, su orgullo se negaba a confesarle sus flaquezas:—No, claro que no. Pero que no se llamen Revna ni tenga que ver con Lanvik—soltó un sonoro hipo ante su mención:—Bueno, en ese caso supongo que no me importaría si la magia surgiese—emocionado ante la futura perspectiva de copulación lupina, se subió sobre el taburete:—El año empieza lleno de ilusiones—intentó agacharse para tomar la boca de la botella de absenta, pero su torpeza—provocada por sus altas dosis de alcohol—provocó que se cayese.

—Joder. Otro día te bailo. Mejor nos vamos. He quedado después con Rhett—se limpió la sangre de su nariz tras ese choque frontal y, tras dejar el dinero de las bebidas, marchó con Jay del local.