Iban tarde y todo era culpa de Sigrid. Ulrik le prometió que la llevaría a las festividades navideñas que estaban celebrando en el pueblo. Su intención era poder darle un día distendido, en el que ambos olvidaran la situación inestable de la manada, las riñas con sus respectivos hermanos y todos los problemas que no dejaban de interponerse en su relación.

Hoy sería un día solo para los dos.

A decir verdad, no sabía por qué estaba tan irritado si por el hecho de que no hubieran salido a pesar de la hora que era o a sus nervios. Esta era la primera cita romántica que Ulrik tenía. Desde su adolescencia estuvo tan centrado en seguir los pasos de Oskar, que nunca se centró lo suficiente en las relaciones. Solo pensaba en la sensación de ser lobo y libre.

—Te prometí que te llevaría a comer.— Decía mientras, a diferencia de como solía hacer normalmente, conducía de camino al centro del pueblo. —Pero a estas horas no sé si pillaremos alguna mesa en el Mystic Grill.

El mal humor que Ulrik mostraba solo hacía gracia a la loba, no por verle así, pero sí porque se molestase - o eso creía ella - por su retraso en haber estado lista para la cita. La calma de la rubia, chocaba frontalmente con la irritación del lobo.

Le miraba mientras él conducía y terminó por sonreír al escucharle.- No pasa nada, como si tenemos que comernos un bocadillo. Me da igual, solo me apetece poder disfrutar un rato contigo lejos de todo.- Confesó dedicándole una pequeña sonrisa, aunque él tuviese la vista fija en la carretera.

No se había parado a pensar que era su primera cita, era extraño porque ya se tenían como pareja, pero apenas habían hecho nada juntos más allá de la manada y sus cosas. Ella había pensado muchas veces en eso, en que apenas se conocían en realidad, pero le daba igual, tenían tiempo o eso creía, por eso, aquella primera cita le hacía tanta ilusión.

¿Así que vamos a comer en el Grill? - Preguntó curiosa.- ¿Y qué vamos a hacer después? - La incertidumbre tenía expectante a la Haraldson que no conocía el plan de aquel día, pero que se dejaba llevar y guiar por él, lo haría siempre y en cualquier situación. Además, aprovecharía para  poder hablar con él más tranquila y que ambos conociesen más del otro.

Para su suerte no tuvo que conducir más de media hora antes de encontrar un aparcamiento bastante cerca del centro, donde estaban colocados los puestos del mercado y las luces navideñas. —Eso era lo más obvio.— Indico respondido a su pregunta sobre el lugar en el que iban a comer. Ulrik era bastante exquisito a la hora de elegir algún lugar del pueblo para visitar, después de tanto tiempo alejado aún le costaba.

Se bajó del coche y procedió a ayudarla a bajar como todo un caballero, tal y como se esperaba en una cita. —Si te dijera más no sería una sorpresa.— Y le dedico una sonrisa a medias entre la felicidad que sentía y la sorna por dejarla con la intriga. Ese día tendría que confiar en él.

Al igual que Sigrid, agradecía poder estar un momento a solas, disfrutar el uno del otro, lejos de toda la tensión que les aguarda en casa. Y la verdad es que tenía muchas ganas. Poder pasear con ella entre los puestos del mercado, ver su rostro iluminado por las luces al anochecer... Le parecía casi idílico.

—¿Qué te apetece comer?— Con cierta vergüenza, Ulrik la tomo de la mano en cuanto comenzaron a caminar. Pese a que ya había pasado un tiempo desde que se besaron, en ningún momento había formalizado su relación. Sus sentimientos, aunque mutuos, seguían en el aire.

Le miró con una pequeña sonrisa ante la respuesta y le observó bajar del coche, iba a hacer los propio cuando él se adelantó y le abrió la puerta. Tomó su mano para bajar, le pareció un gesto bonito, caballeroso que le sorprendió y le gustó a partes iguales, Ulrik era un tanto brusco en ocasiones y bastante seco - aunque no con ella - en general, por eso le gustaban más aquellos detalles.

Vas a dejarme con la curiosidad, genial.- Murmuró con una media sonrisa adornando su rostro. Estaba un poco nerviosa, no lo había estdo durante el camino, pero ahora que habían llegado...Cuando le tomó la mano, levantó la vista hasta el rostro del lobo y apretó ligeramente su mano, antes de que comenzasen a caminar entre la gente.

Algo suave...me estoy planteando dejar de comer carne.- Aguardó su respuesta y su reacción con una mueca entre la incertidumbre y la contención de la risa, no creía que él fuese a dejar pasar aquello sin hacer algún comentario.- Pero de momento sigo comiendo, así que sorpréndeme.- Si la iba a sorprender con todo también quería que lo hiciese con la comida.

Llegaron al Mystic Grill y a pesar de estar lleno, no tuvieron que esperar demasiado. En unos minutos tenían una mesa disponible, al ser dos no era complicado encontrarles un hueco. Una vez se sentaron, la loba se quedó mirándole y no pudo esconder la sonrisa mientras le observaba.- ¿Y bien?¿Qué vamos a comer?

El hecho de que Sigrid apretara su mano le daba fuerzas y también provocaba que su corazón saltara en su pecho. Ese era uno de los motivos por los cuales era consciente de sus sentimientos por la loba. No estaba seguro de si era amor, de si sería capaz de decirle que la amaba... Pero sabía que estaba completamente enamorado de ella.

Y tal vez hoy sería el día perfecto para poder demostrárselo, ya que no era capaz de expresarlo con palabras.

En cuanto estuvieron asentados en una de las mesas, Ulrik sintió la presión de la situación y además tuvo que enfrentarse a su mirada. —La verdad no tengo mucha hambre.— Debido a los nervios sentía un vacío en el estómago, muy parecido a las mariposas.

Cogió la carta y se la acercó para que pudiera seleccionar que era lo que prefería. —¿Te parece si pedimos algo ligero?— Dejo un poco en el aire si se refería a algo sin carne como ella hizo notar antes o si lo que pretendía era un bocadillo. Pero así era mejor, él se quitaba la carga de decidir todo y podría invitarla a lo que realmente le apeteciera.

En el proceso de darle el papel, sus manos se tocaron y Ulrik aprovecho el momento para sostenerla. Distraídamente comenzó a acariciar sus dedos.

Cuando estuvieron sentados en la mesa, le miró sin poder esconder una sonrisa. Era curioso que se le hiciese extraño compartir tiempo con él de ese modo, pero también lo era el modo en que le veía cuando le miraba. A ojos de la loba, Ulrik era el hombre más guapo del mundo, era atento con ella, aunque a su manera y no podía dejar de pensar en lo increíblemente afortunada que era.

Vale. - Al coger la carta, no le pasó desapercibido aquel roce previo a las caricias sobre sus dedos. Las manos del lobo eran ásperas, como las de un guerrero, contrastaban de forma abrupta con las de ella, pero le gustaba sentirle así, aunque aquel pequeño gesto la puso nerviosa.

Entrelazó finalmente sus dedos con los de él, acariciándole y dejando la carta sobre la mesa, antes de llevarse la mano de él, aun con la propia, hasta los labios para dejar un pequeño beso sobre sus nudillos. Le miró después volviendo a sonreírle, pero entonces la camarera se acercó a preguntar que iba a tomar rompiendo ese momento entre los dos.

Oh, yo creo que una ensalada.- Miró al chico.- ¿Quieres una ensalada y un par de hamburguesas? - No quería carne, pero las opciones en el Grill no eran demasiadas, por no decir ninguna.

No tuvo que pensarlo demasiado, Ulrik acepto gustoso la opción que Sigrid le proponía. Espero pacientemente a que un camarero pasara a su lado para ordenar la comida de ambos. Tenía hambre, pero los nervios eran más grandes que su apetito en esos momentos. No pensaba en las hamburguesas, solo en el tímido roce de sus manos y en la conexión que los unía.

—Lo siento.— Se apresuró a disculparse mientras esperaban en silencio y tensión, por lo menos de su parte. —Se suponía que debía ser un día romántico y bonito, pero no se me da muy bien.— Pese a lo que le costaba mostrar sus sentimientos, Ulrik sabía que con ella podía mostrarse sincero y vulnerable. Sigrid era una de las pocas personas en las que confiaba completamente. Ella veía más allá de su carácter rudo y violento, veía el dolor por lo que estaba pasando su hermano, veía su confusión ante los cambios en la manada.

Dejándose llevar por los sentimientos que se agolpaban en su interior, apretó su mano. Si tan solo tuviera las palabras adecuadas para hacerle entender todo eso... Pero nunca fue demasiado hablador, ni expresivo. —Tal vez debería haber elegido otro lugar...— Su mirada era incapaz de enfrentarse a la de ella, por lo que paseaba por las cabezas que los rodeaban, por las figuras de otras parejas que, en contraste con ellos, parecían mucho más "cómodos".