Fue de forma completamente casual. No es que Malika se hubiera convertido en una acosadora de Maegor y lo estuviera siguiendo. Fue completamente casual que justo el día que ella decidió reunirse con "su amor" estuviera con otra.

Y no es que pudiera sentir celos. O al menos eso se repetía. Pues, con su humanidad apagada, no podía sentir algo tan humano y estúpido como eran los celos. ¿Verdad? Y, sin embargo, sus intenciones cambiaron en tan solo un momento, dejando de lado a Maegor para seguir a la desconocida e intrigante mujer que osaba acercarse a lo que ya comenzaba a calificar como suyo.

Pero la paciencia no era lo suyo y observar tampoco, así que, en cuanto tuvo la oportunidad, se lanzó sobre ella. Ambas acabaron rodando cuál felino por un callejón. —¿Quién co** eres y que haces con él?— Espetó al tiempo que se enderezaba con cierta elegancia ensayada.

Era común verla cerca de Maegor. No solo era su conversor, sino el vampiro que la había convertido en todo lo que era ahora. Y aunque no podía sentir hacia él algo parecido a la lealtad hacia este, era lo más cercano a lo que una hereje sin humanidad podía llegar a considera ¿Amigo? Como fuera.

La compañía de Maegor hacía que inevitablemente, pensara en su pasado. El lo débil que era entonces... Y sobre todo... En él...

Frank.

Pensó en hacerle una nueva visita. Al fin y al cabo, se la debía por la última vez. Se preguntaba si el mecánico seguiría a esas horas en el taller o, en su defecto, la chica a la que dejó ko y que parecía ser importante para el hombre. Como fuera, al menos encontraría algo de diversión.

Sin embargo, ese momento entretenido que necesitaba, apareció de la forma más inesperada.

Rodó por el suelo tras recibir el impacto. Sus sentidos se pusieron alerta, mientras sus ojos se oscurecían al mismo tiempo que las pequeñas venas los envolvían. Se incorporó lentamente, con la mirada fija en su atacante, que hizo lo propio mientras le dedicaba unas bellas palabras.

Él...

La mirada de la hereje se entrecerró, perspicaz, ante la mención del pronombre masculino. Así que se trataba de eso...

— ¿"Él"? — una sonrisa ladina se torció en los labios de aquel rostro que reflejaba cero humanidad —. ¿Te refieres a Mae? — pronunció con una voz excesivamente melosa, claramente, a propósito —. Más bien la pregunta aquí sería quién te crees que eres tú para venir a pedirme explicaciones — alzó el mentón con orgullo —. No me digas que eres el nuevo juguetito de Mae. Porque, spoiler; Como tú ya ha habido muchas, pero como yo, ninguna — boom. Si la vampirita quería guerra, se la daría

Querido Frank... Vas a tener que esperar un poquito más.

Se sintió triunfante al verla rodar junto a ella y mucho más al mirarla desde arriba mientras se incorporaba. Pero ese falso y vago sentimiento duro poco. En cuanto escucho las palabras ajenas, aquel tono meloso y coqueto que provoco aún más furia en su interior y le hizo recordar el porqué de su inquina.

—Maegor.— Siseo queriendo corregirla al escuchar el diminutivo ser pronunciado de aquella forma. Sus ojos también cambiaron ante sus provocaciones, tornándose oscuros y mostrando características similares.

Una sonrisa más dudosa que confianza atravesó sus labios. —No hay otras.— En su tono se adivina una certeza que poco tenía de cierta. Tras su transformación, Malika comenzó a ver las ventajas de su nueva naturaleza y, por desgracia, también las desventajas. Los recuerdos amortiguados por la compulsión volvieron a ella como una puñalada, una que la destrozo completamente. Por eso, al apagar su humanidad, hizo lo único que sabía, copio a la única persona que podía ser un ejemplo para ella.

Aferrada al ideal de mujer vampiro que conocía, Malika se creía cada palabra que decía y repetía. —¿Y tú que tienes de especial?— Inquirió mientras comenzaba a caminar a su alrededor, observándola como un buitre que pretende caer sobre su presa.

Esbozó una sonrisa altanera al ver como el rostro de la mujer se transformaba. Y es que sus palabras habían dado justo en el clavo; podía reconocer a una mujer celosa y posesiva.

De no ser porque la contraria había comenzado aquel juego al atacarla, puede que no hubiera caído tan fácil al comenzar con las provocaciones con las que pretendía alimentar aquella emoción negativa.

— Mae, para mí — respondió de manera cantarina, dejando escapar una risita. En realidad, nunca la llamaba así, pero la contraria no tenía por qué saberlo —. ¿No hay otras? — ladeó el rostro hacia un lado, observándola con una falsa compasión —. Dime, ¿Qué tan bien lo conoces? Porque dudo que lo hagas mejor que yo — respondió burlona, comenzando a andar en círculos a su alrededor, sin dejar de observarla —. Maegor y yo llevamos juntos cinco años — por supuesto, no iba a aclararle en que sentido se refería. Lo dejaría a su imaginación —. Él mismo me convirtió en lo que soy ahora — añadió, guiñándole un ojo. También dejaría que fuera ella la que sacara sus propias conjeturas.

Así sería más entretenido.

Aquel detalle tan especificó la dejo fría, congelada donde estaba. Era cierto, Malika desconocía prácticamente casi todo sobre Maegor. La relación que tenía se basaba simplemente en aquellos encuentros casuales que habían compartido, además del fugaz beso en navidad.

La duda la asalto igual que si la hubiera golpeado. Malika quería creer que había encontrado al hombre que la haría sentir, algo mucho más que ese dolor y vacío que ahora tenía. Al igual que su conversora encontró a algunos que le dieran calor, que le rindieran pleitea. Ella deseaba lo mismo.

Y la sensación de verse abandonada la consumió, sacando de su interior la furia atrapada. —Entonces...— Avanzó en su dirección, completamente erguida y con el rostro frío. —Te haré desaparecer.— Amenazo con una sonrisa curva dibujada en los labios. Y, al igual que antes, deformo su rostro, revelando su naturaleza vampírica y lanzándose contra ella.

Vitalidad: 15
Ataque: 6

Incluso para alguien cuyas emociones estaban apagadas, resultaba satisfactorio ver el anonadado rostro de la mujer que la había atacado en un primer lugar. Ya lo decían, quien ríe el último, ríe mejor.

— Uhh... que miedo — la provocó, fingiendo un exagerado estremecimiento. Aquella era una emoción que la vampiresa hacía demasiado tiempo que no sentía —. Puedes intentarlo, pero la única que acabará mal eres tú — siseó, dejando que pequeñas venas se formaran alrededor de su mirada que usualmente carecía de emoción, pero que, en ese momento, brillaba ante la diversión de aquel reto.

— Phesmatus Motus — pronunció con la intención no solo de evitar que esta la alcanzase, sino también para mandarla a volar contra un contenedor de basura.

Vitalidad: 25.
Defensa: 7 [FALLO]
Ataque: 9 [FALLO]

La mujer no se hizo a un lado, ni se achantó ante sus amenazas, por lo que Malika acabo chocando contra su cuerpo y ambas rodaron por el suelo. Había colocado sus manos sobre el cuello ajeno, apretando y queriendo clavar sus uñas en la piel. Por un momento se sintió algo tonta, dos mujeres peleando, literalmente como locas, por un hombre que podía estar jugando con ambas.

El hecho de haberla oído pronunciar algo en latín la trajo al presente cuando aún forcejeaban. —Eres una bruja.— Pronunció con cierto despreció y asco mientras seguía intentando arañarla y herirla. Era una conjetura por parte de Malika, pues desconocía que existieran criaturas mixtas y, por lo tanto, que pudiera ser ambas cosas. Aun así, tenía claro que sus palabras fueron un intento de hechizo.

Por lo que en lugar de seguir intentando dañarla, dirigió su mano hacia la boca de la mujer, intentando silenciarla, impedir que usara eso en su contra. —Callada estarás más bonita.— Amenazo con un brillo demasiado oscuro en sus ojos.

Vitalidad: 15
Ataque: 6

"Eres una bruja".

— Eso es lo que les hubiera gustado a mis padres — replicó ante el comentario de la vampiresa, sin inmutarse en lo absoluto o sentirse degradada —. Por suerte o por desgracia, están muertos para poder ver que me ahora soy algo mucho mejor que eso — añadió con una sutil risa que denotaba cualquier ausencia de emoción.

Al parecer, la mujer desconocía lo que Layla era realmente, no se había parado a investigarlo, sino que había atacado sin ser consciente de a qué se enfrentaba realmente. Sería un placer para ella el mostrárselo.

Al ver como la vampiresa trató de silenciarla, hizo uso de su velocidad para tratar de agarrarla con la diestra del cuello y empujarla contra la pared.

— Oh, ¿No quieres escuchar que no eres especial para Mae? — trató de picarla, consciente de que las palabras parecían dolerle más que los golpes —. Pobre y tonta chica... No tienes nada de especial que pueda retener su atención por más de un par de días. Nunca podrás ser como yo — añadió, con su mirada brillando de forma peligrosa.

Vitalidad: 25 - 6 = 19.
Ataque: [CRÍTICO] 9 x 2 = 18

La rabia estaba haciendo mella en las palabras y acciones de Malika. Se sentía presionada a defender lo que creía suyo, a pesar de ser también consciente de que no existe ese denominativo entre ellos. Sentía que tenía que dar la cara, hacerse temer y ponerla a sus pies. Tal y como había visto a Bianca hacerlo con multitud de enemigos que se pusieron en su camino. Claro que, por desgracia, ella desconocía mucho de los secretos que la otra le había ido ocultando.

Como por ejemplo saber cuando rendirse.

El último golpe, la fuerza con que la bruja la estrello contra la pared, fue la gota que colmo el vaso. Sus fracciones estaban deformadas, su instinto de supervivencia prevalecía por encima de todo raciocinio, incluida la necesidad de refutar las palabras que le dirigía. En esos momentos, solo le importaba librarse del agarre, librarse de su enemigo y huir.

Sintió como su propio cuello iba cediendo por la fuera de intentar soltarse y por la presión ajena. Fue tan solo un clic, pero reverbero en el silencio de la noche, en la intimidad de aquel rincón en el que se encontraban. La fiera ya no peleaba, ya no luchaba, era solo un cuerpo inerte y flácido.

Queda ko, fuera de combate.

Presionó los dedos de la diestra sobre el cuello de la vampiresa, mientras empujaba la cabeza de esta contra la pared. Puede que aquel enfrentamiento no hubiera entrado en sus planes de la noche, pero debía admitir que estaba siendo entretenido ver como el rostro de esta se descomponía ante las palabras maliciosas que que le susurraba.

Finalmente, cuando se aburrió de aquel jueguecito, apretó con más fuerza su cuello hasta que escuchó el chasquido de su cuello y fue solo entonces cuando la soltó, dejando que el cuerpo cayera con muy poca delicadeza.

— De verdad... Maegor debería aprender a elegir mejor a sus juegutitos — se sacudió las manos, mirando el cuerpo inerte de la vampiresa tirada a sus pies —. Por suerte para ti, llevo mi blusa favorita y no me apetece manchármela de sangre — expresó a pesar de que esta ya no podía escucharla. Tras propinarle una patada para hacerse paso, la hereje abandonó el callejón.

La vampiresa no iría muy lejos en un buen rato.