En la actualidad, Seth hacía lo imposible para mantener la mente ocupada, y aquello incluía aceptar cualquier cosa, cualquier misión, por simple que esta pudiera llegar a ser. O al menos, así era en apariencia. El encuentro con Clarissa no salió tal y como tenía pensado, así que optó por tomar un nuevo enfoque en esta ocasión. Una vez mas había tomado las medidas necesarias, siguiendo a su objetivo y recopilando información sobre él, para saber cual sería el mejor momento para actuar.

Y, al fin, el día había llegado y haciendo uso de una simple capucha para resguardarse de la fina llubia que estaba humedeciendo la ciudad de Mystic Falls salió del coche. Ahí estaba ella, una mujer rubia, de unos treinta tantos sin saber realmente lo que se le venía encima.

Cruzó la calle y simplemente, como si aquello fuera un encuentro casual, se cruzó con su objetivo, para después pararla con una simple pregunta. — Disculpe, ¿Le podría preguntar una cosa? — hizo uso del tono mas encantador que conocía, ya que aquello era casi la antítesis de su forma real de ser. — ¿Acaso conoce usted a Clarissa? — Y sabía que con solo aquello ya habría acaparado toda su atención.

En cuanto escucho el nombre de su hija, todo se detuvo. Arylia miro al desconocido con curiosidad y recelo. La situación actual no dejaba espacio a aliados, solo a más problemas, y por precisamente por eso aquel encuentro no le pareció nada casual.

Podía sentir la multitud de humanos a su alrededor, ajenos a lo que podía surgir en ese momento. La vampira alzó una mano y convino al desconocido a caminar a su lado. —¿Quién eres y qué relación tienes con Clarissa?— Su mandíbula estaba tensa, por lo que las palabras salieron a trompicones entre sus dientes.

En su cabeza bullían las ideas buscando entre sus recuerdos, intentando encontrar a quien de todos podría haber mandado a ese sujeto y cuáles podrían ser sus intenciones. Desconocía cuáles habían sido las conexiones de Viktor en los últimos años, durante su ausencia, pero por su hija estaba más que dispuesta a enfrentarse a todos y cada uno.

¿Era terror aquello que podía ver en los ojos de la vampiresa? Tal vez. Pero, por una vez, él no le había hecho nada por desgracia. Pero tampoco era como si fuera a desvelarle todo el camino de jugarretas que le había hecho a la fotógrafa. Por el momento aquello esperaba que solo quedara entre ellos dos y que ninguna de aquella información huhbiera sido desvelada a la mujer que tenía delante.

Ya había pensado con anterioridad como se presentaría y como encaminaría la conversación para obtener la información deseada. — Oh, solo soy un conocido. Un buen amigo, aunque ahora hace un tiempo que no se nada de ella. — Puso una de sus mejores sonrisas mientras acompañaba sus pasos al mismo sentido que los de la rubia. — Nos conocimos hace unos meses en una fiesta en la que ella era fotógrafa y verdaderamente, para que negarlo, me rechazó. — Y seguía doliéndole su orgullo incluso al día de hoy. — Pero aun así hemos seguido quedando y hablando. Es muy buena chica. —.

Para que negarlo, para cualquiera que no conociera el cazador podría pensarse que era un tipo incluso amigable, alguien que se le podría llegar a catalogar del término "buena persona". Mas, en el fondo, sus verdaderas intenciones se alejaban bastante de ello. Solo quería cumplir su objetivo y mandar a aquella tipa y su adoptada a freír espárragos una larga temporada.

Las explicaciones recibidas no la convencieron lo suficiente como para que abandonara su actitud recelosa. En su cabeza, seguía buscando un sentido a esa presencia, alguna conexión que pudiera darle la respuesta al porqué buscaba a su hija o se acercaba a ella. Si bien podía pecar un poco de paranoica en esos momentos, lo cierto era que los hechos recientes no le dejaban demasiado espacio a la confianza.

No evito sonreír al escuchar que Clarissa había rechazo su cortejo y eso, en cierta medida, le insuflo algo más de confianza en la unión que podían tener. —¿Y qué pretendes?— No quería sonar brusca. Pero, por más que fueran conocidos y amigos, según sus palabras, no entendía lo que pretendía al acercarse a ella y comentárselo. Si fuera algo importante, pensaba, sería su hija quien le estaría contando lo que sea que sucediera.

Pese a la desconfianza, sentía también una pizca de curiosidad por saber lo que pretendía obtener de ella y de esa conversación. —¿Cuál es tu nombre?— Inquirió al percatarse de que había explicado muchas cosas con respecto a la relación con su hija, pero poco de él. —Creo que sería gusto que lo supiera. Dada la forma en la que me has abordado, tan directo, doy por sentado que sabes el mío y también la relación que me une a ella.— En realidad eran presunciones suyas, que podían o no ser acertadas. Pero mientras mostrara confianza en sus propias afirmaciones, daba la sensación de que dominaba la situación.

¿Se estaba tragando su historia? Seth no lo tenía del todo claro, pero no por ello iba a dejar de seguir insistiendo. La pregunta que la mujer le hizo a continuación, así como su actitud evidenciaban que seguía desconfiada y no era por menos. Tal vez seguir hablándole de lo poco que sabía de Clarisa a la larga ablandaría ese pútrido corazón, pero tenía un poco de prisa y no pensaba quedarse allí toda la noche hablando sobre la fotógrafa muerta de hambre.

— Oh bueno, realmente quería hablar contigo de otra cosa, pero no estaba seguro de si eras tu o no. — En verdad, lo tenía mas claro que el agua; sabía perfectamente quién era aquella mujer y gran parte de sus quehaceres diarios. Con poca cosa lo podía sorprender a aquellas alturas. Pero aquel teatro, poco a poco iba haciendo su efecto. Así que en vez de rendirse, quiso aguantar un poco mas.

Tomó la mano de la mujer en un suave apretón saludándola al presentarse. — Me llamo Seth. Estoy encantado de poder conocerte en persona. — Dijo su verdadero nombre ya que no ganaba nada mintiendo. Total, había probabilidades de que se la encontrara en un futuro sabiendo como iban las cosas en el bando de la Condesa. — No esconderé que realmente se cosas de ti, pero verdaderamente me duele que no sea viceversa. — ¿Doler? Hablar de aquella manera le daba arcadas, habría preferido abordarla y sonsacarle la información a la fuerza, aunque tal vez no conseguiría todo lo que quería y la alianza se vería damnificada por ello.

Una vez se hubo presentado, se apartó y guardó ambas manos en los bolsillos, para así poder seguir con su teatro. — Realmente Clarisa no te ha dicho nada de mi ¿huh? Supongo que sabe lo que es realmente importante, ya que le encanta la fotografía. — Aquello le estaba empezando a aburrir, aquella conversación era soporífera, así que decidió darle un poco de emoción revelando parte de información y reconduciendo la charla hacia el tema que realmente le interesaba. Tal vez perdería parte de la confianza que había ganado, pero también ganaría tiempo. — Además dio la casualidad que tenemos otra cosa en común, con un mismo objetivo. Supongo que te sonará si te menciono el clan Starkov. Me dijo que formaba parte de ellos. — Mentira, la maldita chupasangre lo había estado escondiendo como una rata y no lo había descubierto hasta que recientemente le habían dado aquella misión para descubrir qué había sido de ellos.

Seth. Repitió aquel nombre en su cabeza, intentando hacer memoria y recordar si en algún momento de sus últimas conversaciones su hija lo había nombrado. Pero el intento fue en vano, pues no recordaba nada y de haberlo nombrado, al ser un chico, estaba segura de que se habría esforzado en preguntarle mucho más a su hija al respecto. A fin de cuenta, en ciertos sentidos, era una madre demasiado sobre protectora.

Dejo que siguiera hablando esperando que revelara en algún momento el motivo de aquel aborde. O al menos, sus intenciones al respecto. Pues, por más que quisiera, no era creíble el hecho de que se hubiera acercado a saludarla tan solo por ser la madre de Clarissa.

Se mosqueó cuando le escucho hacer alarde por segunda vez del afán de su hija por la fotografía, usándolo como excusa para su desconocimiento. —O tal vez no eres tan importante como para que me hable de ti.— No pudo evitar replicar de forma mordaz, sintiendo como el enfado la dominaba. No sabía si era el tono ajeno o la forma en que lo dijo, pero llego a molestarle verdaderamente.

Alzó el pie más que dispuesta a alejarse, dejándolo allí plantado, hasta que escucho las fatídicas palabras. Tuvo que contenerse para no poner los ojos en blanco, pero sí se llevó una mano al rostro en un gesto exasperado. —Es por eso.— Respondió en voz alta, más para sí misma, aclarando por fin la situación. Finalmente, encontraba el motivo y la razón.

—Si, ambas formábamos parte del clan Starkov.— Se esforzó en remarcar el tiempo pasado en la frase, así como de usar un tono cansado y automático, como si hubiera repetido aquella conversación en más ocasiones. —Pero ya no.— Poso su mano sobre el hombro ajeno, en un gesto maternal y un poco de pesar, como si le estuviera dando ánimos ante la triste noticia que le comunicaba. —Lo siento, pero llegas un poco tarde.

Y, esta vez, si dio un paso hacia delante, planeando dejarlo allí sin más explicaciones.

Aquella mujer seguía a la defensiva y no parecía creer todas las explicaciones que Seth le estaba dando. Una vez había empezado a desconfiar le parecía bastante difícil volver a recuperar la fe perdida, pero aun así, como el cazador verdaderamente no tenía nada a perder, prefirió seguir presionando en un intento de conseguir alguna información interesante que le pudiera ser de utilidad a la Condesa.

Una cosa sí que era verdad, tanto Clarissa como Arylia tenían la misma pasivo-agresividad en cuanto hablaban con el moreno, lo cual verdaderamente lo divirtió. Hacía aquella misión mas llevadera y un poco más interesante. — Lo encuentro poco probable. Estoy seguro que si no te ha hablado de mí será por otros motivos. — Nadie podía resistirse a Seth D'Sousa, era la reencarnación de la perfección, así que era imposible que pasara desapercibido. Muy probablemente Clarissa no había querido preocupar a su madre con los rifirrafes que había tenido con él.

Valió la pena apretar un poco mas las tuercas, aunque la rubia se pusiera a la defensiva. Seth ya había mostrado todas sus cartas y por ello había destapado sus verdaderas intenciones. Ya no valía la pena seguir interpretando aquel estúpido papel y podía mostrarse tal y como era. — Así que ambas ya no nos servís para nada. — Contuvo las irrefrenables ganas de llamar a ambas mujeres inútiles, pero como aun no tenía claro qué querría hacer la Condesa con ellas, prefirió no pasarse en demasía.

Tomó la mano que la mujer había apoyado en su hombro, pero aun no había decidido soltarla. — Habría sido divertido si me hubiera percatado antes de que vosotras luchabais para el mismo propósito. Nos lo habríamos pasado muy bien. — Y aun aquellas palabras que podrían haber sonado en un tono amistoso en cualquier otra situación, por el tono y la expresión del castaño daba a entender que la clase de diversión que hablaba no sería la misma que tal vez Arylia o Clarissa se pudrieran haber pensado. Algo mucho mas retorcido y macabro pasaba por su cabeza, pero nunca podría ponerlo a prueba. O al menos así era por el momento.

— Ha sido un placer. Espero que la próxima vez sí que escuches hablar de mi. — Y se encargaría personalmente de que así fuera si volvía a encontrarse con la vampiresa fotógrafa. Dejó ir la mano de Arylia con suavidad y simplemente, como si todo aquello nunca hubiera pasado, pasó de largo dirigiéndose a su coche, con ganas de desaparecer y desperdiciar su tiempo libre en cosas mas importantes que aquellas dos estúpidas mujeres.