Si ya era complicado vivir tranquila en Nueva Orleans, vivir en aquel pequeño lo hacía aún más complicado. En un lugar donde todos se conocían, donde probablemente la gente… bueno, fuese de pueblo. El ver a alguien con mi aspecto parecía ser como la atracción diaria. Las miradas, los comentarios, era triste que pasase eso pero… no tenía intención de perder quien era por eso.

Sobre todo.. por que si no lo hice en su momento, no lo iba a hacer ahora. Por eso iba caminando por el pueblo con los cascos puestos y un par de libros y papeles sosteniéndolos entre mis manos. Estaba completamente ajena a lo que ocurría a mi alrededor. Solo prestaba atención a la música que escuchaba y a mis propios pensamientos.

Que quizás fue un error por mi parte, pero normalmente iba así por Nueva Orleans y no solía tener problemas. Una pena que… aquí fuese diferente. Antes de querer darme cuenta, una sombra aparece por un lado y choca contra mi. ¿Resultado? Todos mis libros y papeles por el suelo.

Suspiro con pesadez mientras arrugo los labios y me agacho corriendo a recoger las cosas. Especialmente, los papeles que tienen garabateados runas y hechizos. Pero, bueno, estaba en esto cuando por unos segundos me pareció ver algo o alguien mejor dicho conocido. Y bueno.. elevo la vista y allí está. - ¿¡Tú?! - ¿La ladrona de gatos? ¿Qué quería robarme ahora?

#Ankotte

Si algo bueno tenían los fines de semana, era cerrar antes en el restaurante y tener más tiempo para descansar y hacer lo que quisiera. Por suerte tenían un buen aire acondicionado en el trabajo y pasar las horas allí no era un suplicio tan enorme como podría serlo en otras partes, pero igual, deseaba salir para descansar. Quizá, ir a su casa para ponerse el bañador e ir hasta el río a pasar la tarde, no sonaba como un mal plan.

Todavía quedaba media hora para cerrar, y parecía que la gente lo hacía a propósito, pero era cuando más gente llegaba, por suerte, la mayoría eran pedidos para llevar y no pretendían quedarse a comer allí, pero ya era un retraso más que notorio. Pero por suerte ese día estaban Jerry y Jareth con ella en el turno, así que tenía seguro que lo sacarían todo sin problema y llegarían para cerrar a la hora que les tocaba, aunque viendo lo lleno que estaba el local en ese momento, era difícil de imaginar.

Y precisamente por lo lleno que estaba era que los problemas estaban servidos en bandeja de plata. Estaba recogiendo una de las mesas que ya había terminado de comer y se había marchado cuando vio una actitud rara, algo cuchicheaban, mirando cada dos por tres hacia la barra, sin darse cuenta de que ella estaba cerca. Y era una lástima que con todo el bullicio no hubiera podido escucharles bien, porque entonces habría podido prevenir lo que iban a hacer. —¡Eh, no podéis marcharos sin pagar!— Soltó los platos que había cogido y fue tras ellos, aunque la gente no parecía dispuesta a colaborar quitándose del medio, por lo menos.

Cuando consiguió salir del local ya no había rastro de los chicos. —¡Mierda!— Tenía que haber intuido que no tenían muy buenas intenciones cuando se sentaron tan cerca de la puerta y pidieron las cosas más caras de la carta. En ese punto solo le quedaba resignarse, hacerse a la idea de que le tocaría pagarlo de su bolsillo y seguir trabajando, pero alguien tuvo que chocarse con ella. —¡Lo siento! Deja que te ayude ¿Estás bien?— Fue al escucharla que se dio cuenta de quién era. Ella, tenía que ser ella y en ese momento. Suspiró, no le apetecía discutir, pero no podía decir lo mismo de la morena. —Sí, yo, puedes quitar esa cara de asco. Ha sido sin querer ¿Vale?— Porque ya podía saber que le iba a echar toda la culpa a ella, cuando claramente ninguna de las dos se había dado cuenta de la otra.

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El pueblo no era demasiado grande pero creo que si lo suficiente como para que no fuese necesario tener que chocarme justamente con ella. Arrugué la boca con molestia mientras daba algunos pasos hacia atrás con un poco de molestia. Realmente, solo me moví un poco hacia atrás por que estando agachada era difícil, pero lo suficiente para poner espacio entre ambas.

¿Cara de asco? Arrugué las cejas molesta por ese comentario. No podía evitar pensar que esa chica era del tipo que miraba a otros por encima del hombro y que siempre, bueno, siempre echaban la culpa a los demás. Como ahora. - Pues deberías mirar por donde vas...

Negué despacio y continué recogiendo los papeles intentando darle prioridad a los que tenían hechizos para que la otra no los viese. - Ahora están todos mezclados.. - Fue un susurro molesto más para mi que para la contraria, pero continué recogiendo mientras veía como uno intentaba salir volando. Uno al que probablemente no llegase. - No.. no... - Por que esos papeles que estaban más lejos.. bueno, eran mis deberes de Química y como los perdiese..

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Resopló con fastidio. Siempre hacía lo mismo, la miraba mal, y encima ignoraba por completo todo lo que decía. —Ya me he disculpado ¿vale? No sé qué más quieres que haga, incluso te estoy ayudando a recoger los papeles. Y te he hecho una pregunta, ya podrías responder.— Porque aunque la morena siempre fuera el ser más desagradable del planeta cuando se dirigía a ella, seguía preocupándose por si le había hecho daño.

No estaba prestando atención a lo que había en las hojas, por muy mal que pudiera caerle a la contraria, aunque todavía no sabía por qué, no era una metiche que se dedicaba a cotillear cosas que no eran suyas, aunque curiosidad no le faltaba. Fue al ver las hojas que salieron volando, cuando se puso en pie, dispuesta a no dejar escapar ninguna.

Y es que aunque estuviera cabreada por los que se habían ido sin pagar, y aunque le pusiera nerviosa su actitud, aceptaba y admitía que había perdido las hojas por su culpa, así que no iba a dejar que lo recogiera todo ella sola. Bastaron un par de zancadas y un salto para poder tomar los papeles que se habían volado con una pequeña ráfaga de aire, y se agachó de nuevo para apresurarse para terminar de juntar las demás para que no volviera a suceder. —Lo siento, en serio, he tenido un problema con unos clientes que se han ido y por eso he salido corrieno.— Quizá no quería escuchar sus razones, solo tener un motivo más para odiarla. —¿Te has hecho daño?— No sabía cómo de fuerte había chocado con ella, pero si podía hacer algo lo haría sin dudarlo.

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Suspiré con pesadez deteniéndome solo unos segundos a mirarla antes de encogerme de hombros y volver a la tarea de los papeles. No le había respondido y tampoco  tenía intención de. Además.. solía dar las gracias pero en este momento o mejor dicho, con ella, no me apetecía demasiado hacerlo.

Menos cuando uno de mis papeles habían salido volando y lo único que podía hacer era verlo alejarse mientras por dentro maldecía el hecho de ver como aquellos ejercicios salían volando. Eran parte de un trabajo importante y me llevarían mi tiempo tener que rehacerlos..

O quizás no, por que la rubia creída fue quien los cogió y eso consiguió que arrugase los labios una vez más algo molesta. Extendí eso si mi mano para tomar aquellos papeles, creía que eran los únicos que faltaban... - Gracias. - Por que por muy insoportable que fuesen, debía reconocer que había alcanzado mis papeles y eso... era de agradecer bastante la verdad.

No tanto el que volviese a explicar una vez más todo. ¿O era la primera vez que lo explicaba? No estaba segura... Pero como parecía que no iba a parar... me detuve. Golpee los folios hasta que quedaron medianamente alineados y conforme los metía en la mochila que llevaba a mis espaldas si que alcé la mirada hacia ella y me encogí de hombros negando. - Estoy bien... tampoco fue un golpe tan grande. - A pesar del desastre de papeles... lo cierto era que no había llegado a tocar con mi culo el suelo.

- No he visto salir a nadie. Lo siento. - Por que dentro de todo aquello, me había ayudado y aunque me gustaría ayudarla no veía como podría hacerlo sin usar una magia que no tenía especial ilusión en usar con una loba que no sabía lo que yo era... - Ni te había visto a ti. - Reconocí, si no, no me hubiese chocado claro...

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De verdad no sabía cómo tratar con ella. Cada vez que intentaba ser amable con ella, su respuesta era de lo más desagradable. Por favor, si todavía no sabía siquiera por qué estaba tan molesta con ella. ¿Es que la había ignorado alguna vez sin darse cuenta? ¿Le había quitado el último de sus pasteles favoritos alguna vez? ¡Si hasta la acusó de querer robarle el gato cuando solo impidió que lo atropellase un coche en su fuga del veterinario! De verdad, no entendía que tenía en su contra.

Y aún así ahí estaba, ayudando a recoger el desastre que había formado sin querer, incluso corriendo para atrapar las hojas que salieron volando por culpa del viento. No hizo siquiera el amago de ver de qué trataban aquellas páginas, si la situación ya estaba tensa, no quería ni imaginar cómo se pondría si pensaba aunque fuera por un instante que intentaba leer sus cosas.

Suspiró cuando al fin dijo algo, aunque fue el agradecimiento más seco que había oído en mucho tiempo. Tampoco podía hacer nada más. —No es nada, espero que no te falte ninguna hoja, no he visto más por el suelo.— Echó un vistazo por los alrededores, por si acaso había alguna por ahí extraviada de la que no se había dado cuenta hasta entonces, pero parecía que ninguna más había intentado escaparse.

Al menos podía quedarse tranquila sabiendo que no se había hecho daño por su culpa, no tanto porque los que se habían ido sin pagar se habían salido con la suya, pero qué remedio, le tocaría poner la comida de aquellos imbéciles de su sueldo. Por desgracia para ellos, Charlotte difícilmente olvidaba el olor y la cara de alguien que le ha tocado las narices como esos chavales. —No importa, me tocará pagar su comida de mi sueldo... Como odio a la gente que hace esas cosas...— ¿Tanto les costaba pensar un poco en los demás? Como fuera, miró a la morena mientras se apartaba algunos mechones que se escaparon del recogido. —Deja que te invite a algo para disculparme. ¿Tienes hambre? Tenemos buena comida, si no, un refresco o un batido quizá...— No podría sentarse con ella, pero al menos tenía que intentar suavizar las cosas con la contraria.

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No era mi fuerte socializar y tampoco solía ser la persona más simpática o habladora. Si a ello le añadías que no me caía bien la persona contraria... bueno, creo que eran necesarias más explicaciones para dejar claro por que tampoco era la persona más dicharachera de allí.

- Yo también lo espero. - Por que no me gustaría tener que repetir las cosas de la universidad. La química es interesante, pero repetir lo mismo constantemente, salvo que fuese magia, no me interesaba. - Luego cuando las organice lo comprobaré. - Usaría magia, obviamente y me encargaría de poner cada página en su lugar.

Y como aunque no me cayese bien, no soy una persona realmente borde, solo en ocasiones. Me tragué las palabras que estuve apunto de decirle. Pero también era verdad, si se había descuidado en su trabajo, ... las consecuencias hay que cumplirlas.

- Presiento que no me vas a dejar irme si no digo que si a tu oferta. - Alcé una de mis cejas observándola antes de negar y suspirar. - Por eso.. un batido estará bien. De vainilla. - Ya que iba a pedir prefería hacerlo bien incluyendo el sabor. - ¿Dónde me siento? - Una pregunta más dentro de mi silencio esperando a ser guiada por la rubia.

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Volvió a echar un vistazo alrededor, tanto en la acerca, como la carretera, y el aire, pero allí no había ninguna otra página perdida, y tampoco parecía que se hubiese volado ninguna más. Y esperaba que de verdad hubieran atrapado todas, ya bastante tenía con los que se habían ido sin pagar aprovechando toda la gente que estaba en el restaurante como para encima también recibir las recriminaciones de la contraria por haberle perdido alguno de sus apuntes.

—Eso queda a tu elección, no te voy a obligar a que aceptes mi invitación.— Sí, se sentiría mejor si aceptaba y podía compensarla por el empujón de ese modo, pero ni podía ni pretendía obligarla a nada. Sin embago, una pequeña sonrisa apareció en sus labios cuando aceptó su invitación. —Genial, un batido de vainilla entonces.— Se adelantó para abrirle la puerta y dejar que entrase primero, para luego ir tras ella y adelantarse un poco.

La guió hacia una de las pocas mesas vacías que había, casi al fondo del restaurante, y le señaló una de las sillas para que se sentara. —Ponte cómoda, lo traeré en cuanto pueda.— Y no la molestaría mucho, porque tenía bastante trabajo que atender. Enseguida se puso en marcha, recogiendo algunas mesas de camino hacia el interior de la barra, esquivando a la gente que iba de un lado a otro, tanto compañeros como clientes.

No tardó demasiado, por suerte, la gente comenzaba a despejar el lugar, así que pudo llevarle el batido de vainilla apenas unos minutos después. —Toma, te traje también una galleta, no sé si te gustará, pero... Aquí lo tienes, haz lo que quieras con ella.— Quizá no le gustaba y optaba por llevársela para alguien, ella no se enfadaría, hiciera lo que hiciera. Dejó la copa y el plato con la galleta encima de la mesa, y se quedó limpiando y recogiendo otra cercana que había quedado vacía mientras ella llegaba con el pedido de la bruja.

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A punto estuve de cambiar de idea cuando dijo aquello, pero tengo que confesar que una pequeña parte en mi interior terminó por suspirar y resignarse al hecho de que había aceptado. Al menos... me llevaba un batido gratis. Eso, está bien supongo.

La seguí por tanto por aquel local hasta la mesa que me señaló. Observé un poco a mi alrededor antes de dejar caerme en la silla. - Vale. - Nuevamente una corta respuesta mientras la veía alejarse. En el tiempo que ella no estuvo abrí mi mochila para colocar bien allí los papeles, también, aproveché para guardar los cascos que aún llevaba sobre los hombros.

Me tomé mi tiempo y lo hice con tranquilidad. De hecho, una vez que terminé me quedé mirando unos segundos el móvil hasta que apareció aquella chica rubia de nuevo. Pronto mi mirada recorrió lo que traía. No admitiría que me gustaban las galletas, pero tampoco diría lo contrario. Y si... el batido tenía bastante buena pinta.

- Bueno, lo normal que se hace con las galletas es comerlas... Igual tu haces cosas raras con ellas pero.. - Y ese comentario borde se me escapó mientras me encogía de hombros. Por un momento fue todo gracias que salió de mis labios. Bueno, algo con intención de ser un gracias.

Acerqué el batido y di un sorbo a la pajita abriendo los ojos algo más de lo normal al notar aquel sabor que tenía. Estaba realmente bueno. Y... se que no debería pero terminé por suspirar y sin mirar a la contraria, pero sabiendo que estaba lo suficientemente cerca para escucharme, hablarle. -Está muy bueno el batido. Gracias. - Ahora que lo pensaba. Creo que ni sabía su nombre.

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Suspiró con fuerza ante ese comentario tan borde de la contraria. No entendía por qué tenían que estar en esa situación. Cada vez que ella intentaba dar un paseo adelante, la contraria retrocedía diez, y todavía ni siquiera entendía por qué la tenía tanto coraje.

Levantó la mirada que había estado limpiando hasta entonces. —No, no hago cosas raras con la comida. Tírala a la basura, llévatela, tírame la galleta a la cabeza. Parece que ganas no te faltan.— Sacudiendo la cabeza, se fue hasta otra mesa para seguir limpiando.

—Mira, entiendo que no te pueda caer bien, aunque no sé qué te hice para que le tengas tanto asco, pero...— Ya no se podía morder más la lengua, estaba cansada de intentar trabar amistad con alguien que solo tenía malas contestaciones y miradas para ella. —Da igual, olvídalo. Mejor me vuelvo al trabajo, disfruta de la merienda.— Murmuró mientras recogía algunos platos y vasos de la mesa para llevárselas al interior.

Puede que cuando volviera a salir ya no estuviera, o que mágicamente tuviera ganas de hablar, pero eso no lo comprobaría hasta veinte minutos después.

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Rodé los ojos cuando se puso de aquel modo tan victimista con la galleta. No soy experta en hacer amigos, por no decir que soy un desastre, pero ella tampoco parece la mejor, si es que, realmente, intentaba "quedar bien".

- Tranquila. - Un comentario seco pero casi en un susurro antes de tomar una de aquellas galletas y llevarla a mis labios para darle un mordisco mientras la miraba y alzaba una ceja antes de sacudir la cabeza. No entendía a quienes nada más que buscaban hacerse las víctimas de aquella forma.

No era una persona de palabras, creo que era algo que había quedado claro, pero cuando ella volvió a hablar no pude mantener los labios cerrados sin al menos hacer aquella pregunta. - ¿Pero qué? - ¿Lanza la piedra y esconde la mano? Cada vez entendía menos a aquella chica. No sabía que pretendía o a que jugaba. Luego me llamaban a mi rara...

- Vale. Gracias. - Si se iba a dentro del local, bueno, simplemente terminaría aquel batido, aquellas galletas, me pondría mis cascos y volvería a mi camino. Creo que había "sociabilizado" suficiente por aquella tarde la verdad y no había sido sencillo con aquella chica.

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