Afueras de Hamburgo, Alemania.

¿Qué ha llevado a la Condesa y a sus Jinetes al viejo continente?

Una misión sin precedentes.

Erzsebét ha sido reservada con los detalles, pero @Ares T. Costa y @Rhysand G. Rousseau, demostrando una vez más su lealtad ciega, accedieron a llevar a cabo aquel viaje sin hacer preguntas. Un traslado en avión, y algunos recorridos en automóvil después, conducen al particular trío a las afueras de Hamburgo, Alemania; concretamente, a su región norte.

La región boscosa se extiende más allá de adonde alcanzan a percibir. Parecieran hallarse perdidos en medio de la nada, pero nada más lejos de la realidad: se encuentran exactamente, donde deben estar. Ante ellos, se extiende lo que parecía una escondida caverna; refugio de animales... o tal vez, de monstruos. —Hace siglos —les revela finalmente, solemne, concediéndoles por fin sus merecidas respuestas—, un hombre fue encerrado en la cripta del interior de esta caverna. Un hombre responsable de toda clase de atrocidades y desgracias.—Alguien, cuya lealtad le interesa sobremanera.—La lepra, la Plaga de Justiniano, la Peste Negra... son sólo algunas de sus obras.—Y alguien como él, no ha de ser menospreciado entre sus filas.

—Ares, Gaspard.—Les dice entonces.—Hoy, devolveremos a la vida a este hombre.—Y a cambio, conseguirán de él todo lo que necesitan en estos momentos.

Su implacable poder.

Sirviéndose de un sencillo hechizo de fuego, Erzsebét crea una llama a descansar sobre sus dedos, utilizándola como iluminación para adentrarse en la cripta. —¿Vamos?—Ella misma los dirigiría. No hay miedo en su expresión o sus movimientos.

Hoy, están un paso más cerca de su ansiada victoria.

Ares era el primero en subestimar muchas veces a sus enemigos y, aunque la experiencia le había enseñado que debía ser más cauto con todo eso, el brujo había decidido continuar con sus mismas decisiones: subestimar a sus enemigos. Mismo motivo por el que lo haría con aquella Hermandad—. Por favor, estoy convencido —y si les eran un problema, no pasaba nada. Ares estaba convencido de que podrían contenerlos.

Aún tuviera que perder el control de su magia, lo harían.

—Lo haremos —Ares estaba seguro de que podía hablar por Rhysand a la hora de decir que lo harían. Porque lo harían. No había, tal vez, más perros fieles hacia la Condesa que ellos dos. Incluso Ares dudaba de la lealtad que los malditos cazadores le profesaban a la mujer.

Sin embargo, el mismo brujo notó que algo no iba bien. Daba igual cómo lo intentara o cómo no lo hiciera; se le dificultaba la misión. Estaba claro que Ares no podía hacerlo solo... Necesitaban a Rhysand, y lo necesitaban ya.

DADO DE ARES: Fallo (0).
TOTAL: 0.

-Tomaremos las preocupaciones necesarias para asegurarnos de que sea así-respondió el brujo con determinación y con ello se refería precisamente a encargarse personalmente de obtener toda la información que pudiera sobre dicha organización secreta porque cuanto menos supieran entonces más se expondrían a sus enemigos.

No importaba lo mucho que costase llevar a cabo aquella tarea, Gaspard estaba seguro de que lo conseguirían y su convicción por los planes de la Condesa no se vería mermada por lo difícil que aquello se pusiera, en todos sus años de vida aquella seguridad en la contraria no había flaqueado un solo momento ni lo haría ahora.

-El poder también está en los números-mencionó como confirmación ante las palabras de Ares, los Jinetes de la contraria por mucho que pudieran llegar a picarse el uno al otro a la hora de la verdad eran una unidad, una que no dudaría en apoyar a la hereje en todo lo que requiriera-Tendremos poder más que suficiente-en eso tenía fe el expresionista ya que el contrario también lo era y la propia Condesa gozaba de un gran poder.

Así pues, poniendo una mano sobre la Condesa, se concentró en traspasarle todo el poder que le fuera posible y de necesitarlo sería toda de la que dispusiera el expresionista.

No puede decirse que este sorprendido. Porque a lo largo de su larga, larga vida ha visto muchas, quizás demasiadas cosas. Asique no le parece extraño que existan personas con la capacidad de absorber magia de otros. Con todo el poder que el mismo llego a sustentar, ¿como algo así iba a resultarle extraño? Sencillamente le parece sumamente divertido contemplar a los otros dos presentes además de aquella hermosa mujer.

— Magias poderosas —sigue canturreando—. La magia de los Sacmis es poderosa… perdura en el tiempo —susurra pensativo. Está buscando quizás la forma de poder ayudar. Pero estando en el Otro Lado, es imposible que él pueda hacer nada—. Oh, vaya… parece más difícil de lo que al principio parecía. Quizás no salga de aquí… el loco encapuchado no salga nunca de aquí —añade con una sonrisa malvada.

Porque sabe que, si no son ellos, serán otros. Al final alguien conseguirá sacarle de allí de una forma u otra. Si unos le han encontrado, otros lo harán. Sin embargo, él sabe que aquellas personas aún no han terminado de mostrar sus capacidades. Y sabe, que son ellos quienes le sacaran de allí. En más de seiscientos años no ha tenido nunca, nada tan claro.

«Lo haremos.»
«El poder también está en los números...»

Sus Jinetes desprenden seguridad en sí mismos, pero sobre todo, desprenden seguridad hacia ella. Hacia su causa. Báthory no podría sentirse más orgullosa, si bien es consciente de que para superar aquel desafío, deben actuar todos a una: demostrar sus habilidades y llevarlas al límite.

El precio a pagar es alto, pero la recompensa lo será aún más. —Hemos de... seguir intentándolo.—Murmura entre dientes. Con la energía de ambos brujos fluyendo por su sistema, Báthory se convence de que podrán lograrlo. Sólo necesitan seguir intentándolo...

Hasta las últimas consecuencias.

ERZSEBÉT = 0 (Fallo)
TOTAL = 7

Sabía que, de todas maneras, con el Expresionismo uno se la jugaba bastante. Tenías una probabilidad de fallo igual de alta que una de acierto. Con el resto de las magias, posiblemente, fuera lo mismo. O por lo menos, estaba casi completamente seguro de que con la nigromancia también era así.

Pero Ares, que había sido educado para jamás rendirse pese a las circunstancias en las que estuviera envuelto, no tenía en mente dejar atrás una lección tan valiosa como esa. Por una vez, sus padres hicieron algo digno de su respeto. Y con todo, el expresionista continuó, sabiendo que de esa forma su magia podría ser de ayuda.

Daba igual que la cabeza le diera vueltas, que sus energías se debilitasen o que su nariz sangrara; él seguiría al pie del cañón.

DADO DE ARES: Acierto.
TOTAL: 7 + 6 = 13/30.

Si había algo que el expresionista agradecía de la magia que practicaba era precisamente que cuanto más la usase más fuerte se sentía, no como cuando hacía uso de la nigromancia la cual podía llegar a dejarle realmente hastiado y débil pero aquella era un arma de doble filo porque el no saber cuándo se debilitaba en demasía podría llegar a acabar con su vida por excederse en el uso de la magia.

-No cejaremos en intentarlo-le aseguró el brujo a la contraria-en nuestro camino sólo existe un resultado, el éxito-le aseguró el expresionista y es que no habían llegado tan lejos ni recorrido tan largo camino para acabar fallando en un cometido tan crítico como lo era aquel, ninguno de los tres presentes estaba dispuesto a echarse atrás en algo tan importante.

Y así pues el expresionista cerró los ojos tomando una bocanada de aire para después soltarla despacio por la nariz, aquella era una técnica de meditación que había aprendido para relajarse y buscaba poder concentrar todo su poder en la Condesa, necesitaban que aquello funcionara.

Sólo un poco más... Sólo un poco más...

Erzsebét Báthory, Condesa Sangrienta, mujer de ambas tomar, hereje. Sabedora de haber llegado a esta tierra con un oscuro y relevante propósito, no permitiría que aquella cripta fuera su fin... ni tampoco se irían con las manos vacías. Utiliza sus últimas energías para darle un empujón a aquel hechizo...

La cripta se abre con un ligero click, permitiendo que el cuerpo del poderoso brujo, conservado con magia después de tantos siglos, utilice aquellos últimos resquicios de magia. El poder de Báthory en canal con dos fuertes brujos expresionistas, concede a aquella criatura el bien más preciado.

Su primer hálito de vida. —Levántate.—Le ordena al brujo, quien poco a poco podría recuperar la consciencia... recién devuelto a la vida.—Levántate... Hazarmaveth...—Le ordena, concediéndole así su segundo regalo: un nombre. «Morada de la muerte».

Una nueva era para aquella criatura, sí. Pero también... para todos ellos.

Sigue canturreando, bailando e ignorante en verdad de todo el poder que se está desbordando para abrir aquel lugar. Sin embargo, cuando aquella cripta se abre el mismo siente el tirón fuertemente. Primero, sus pasos se detienen en seco, su boca se abre con una muda exclamación y esta pasa a ser una amplia sonrisa.

Conforme su cuerpo físico y mágicamente conservado tira de su alma el ríe fuertemente, como un loco. Como un demente. Está a punto de revivir.

En el interior de aquel cuerpo su alma actúa ahora por instinto, pero sus ojos no se abren de forma inmediata. Solo lo hacen cuando aquel nombre es pronunciado. Un nombre… algo que jamás ha tenido. Ni siquiera al nacer. Ahora, la Condesa sin duda le ha demostrado cuan poderosa es.

Asique, aun con aquella capucha mugrienta y oscura, se pone en pie, y cuando se acerca a la Condesa, no duda lo más mínimo el desprenderse de ella y mostrar su horrendo rostro, con una sonrisa que deja ver la podredumbre de su dientes.

— Mi señora —susurra antes de inclinarse directamente ante su personas. La personas que le ha devuelto a la vida—. Hazarmaveth, creador de las plagas de Egipto así y enfermedades tales como la peste negra, a su servicio —declara, conforme aquella sonrisa macabra se convierte en una alocada risa.

«Ya está hecho.
Ha vuelto a la vida».