—Y hablando de todo un poco...—La mirada inquisitiva de Elena se vuelve hacia Caroline, al volante del vehículo.—Esa repentina insistencia con devolverme este fin de semana a Mystic Falls no habrá tenido nada que ver con el incidente de la semana pasada, ¿verdad?—Te pongo en situación.

Hace exactamente una semana, el dúo dinámico volvió a la carga: @Seth D'Sousa y @Ares T. Costa se presentaron en el Campus Whitmore dispuestos a hacerla daño, llevársela o quién sabe qué, y aunque @Alaric Saltzman estaba allí, por muy poco no consiguieron salir con vida. Así, temiendo que @Kai R. Parker, la Condesa Sangrienta, o algunos de sus lacayos vuelven a estar extrañamente interesados en ella, el grupo ha estado de acuerdo en tener a Elena vigilada, por lo que pueda pasar. Claro que se ha impuesto un pacto de silencio, pues por todos es sabido que a la morena no le agrada la sensación de sentirse una prisionera, ni qué decir de convertirse en motivo de preocupación o carga para sus seres queridos.

Bueno; pacto de silencio por todos, menos por Damon, por supuesto. Él es el único que le ha dicho directamente que deberían dejarla encerrada en la mansión Salvatore unas semanas, atada de pies y manos al sofá de ser necesario.

De modo que Caroline se ha ofrecido a llevarla de vuelta a Mystic Falls —el coche de Elena tuvo que terminar en el taller, cortesía del cazador y de su compinche expresionista—, y de paso, a cumplir con su papel vigilante durante el trayecto. Un trayecto que Elena habría logrado sonsacar...

De no ser porque, apenas cruzan el puente Wickery, un grave estruendo les obliga a detener el coche. —¿Qué...?—Pareciera que hubieran chocado con algo o... que alguna rueda hubiera pinchado.—¿Estás bien?—Sólo se han llevado un buen susto, al menos.—Deberíamos comprobar qué ha pasado.—Sugiere, antes de bajarse del coche...

Aquel fue, amigos míos, el primer error.

Evaluando las ruedas, todo parece en orden. ¿Habrá sido cosa del motor? —¿Ves algo?—Le pregunta a Caroline. Si no encuentran una solución, van a tener que llamar a alguien más para que venga a buscarlas...

Claro que puede que todo aquello no sea mero accidente, sino algo provocado.