—Oh, venga ya. Ahora no —después de la última vez, el coche de Ric estaba en el taller. Había tenido que alquilar uno después de todo justo para que arreglasen sus ruedas y a ser posible, le dieran una mano de pintura al vehículo. El cazador suspiró, bufando al salir del mismo. El que ahora conducía también le estaba dando problemas y no es que tuviera la mejor de los presentimientos, cabría decir.

No le gustaba, tampoco, tener que estar usando el coche de alguien más. No se sentía cómodo. No había un doble fondo en el que esconder sus cachivaches de cazador... Y tenía, desgraciadamente, bastantes.

—Estúpido coche —y, por si fuera poco, en Mystic Falls empezaba a aferrarse una neblina típica del otoño que se hacía paso poco a poco por el pueblo.

Abriendo el capó, se dio cuenta de que había un par de cables que no estaban en su sitio. Y si estaban o no cortados, Ric todavía no lo tenía claro. Lo único que tenía seguro es que aquello, lejos de parecer fortuito, parecía una simple y mortal trampa.

Lo había elegido al azar entre todos los clientes de @Frank A. Walker. Por eso, previamente se había encargado de sabotear su vehículo. ¿Por qué? Simple; aburrimiento.

Habría sido demasiado fácil matarlo y drenar su sangre sin más, por lo que había decidido que jugaría un poco con él. Y así fue como el pececito mordió el anzuelo.

En aquella noche oscura y neblinosa, pudo ver el resplandor de los focos del coche varado a un lado de la carretera. Bajó la velocidad de su propio vehículo hasta frenar a la altura de donde este se encontraba. No tardó en percibir la figura del hombre frente al capó levantado.

— ¿Problemas con el coche? — abrió la puerta de su auto, para bajar de este —. El mío me dejó tirada hace un par de meses — comentó, dándole una palmadita a la carrocería de este —.¿Quieres que le eche un vistazo? No soy una experta, pero... Digamos que tengo cierta fijación por los mecánicos. Así que aprendí algunas cosas — añadió con una sutil risa, mientras se acercaba hacia el hombre.

O más bien... Su presa.

El bueno de Alaric Saltzman, por supuesto. Bueno y desgraciadamente para él, nulo para los coches. No había persona en el mundo que pudiera ser tan torpe con la mecánica como lo era el profesor de historia, pero es que a él se le daban bien otras cosas. En fin, cada uno con sus talentos, imaginaba él.

Las luces de otro coche lo cegaron por un momento, hasta que una voz femenina inundó sus oídos. Una voz desconocida, por cierto. Cualquiera con un mínimo sentido arácnido habría pensado que tal vez no fuera de fiar... Pero la gente de Mystic Falls era amable y dulce cuando no te querían sacar los ojos.

Los sobrenaturales sabían mezclarse entre ellos muy bien justo por eso. Claro que, por ahora, no tenía certeza ninguna de que aquella mujer fuera un ser sobrenatural.

—Pues sí, eso parece —Alaric resopló—. Por favor —el hombre hizo un gesto con las manos para que se aproximara a su capó—. Este no es mío precisamente, es alquilado. El mío está en el taller —explicó, casi exhausto con el tema. Todavía no se lo creía—. Pero es que es el segundo este mes. Empiezo a pensar que soy un imán para los coches rotos.

O por medio romper.

Pobre e inocente criatura que de verdad creía que se trataba de un simple fallo de motor. Si pudiera sentir algo, le daría lástima. Pero como no era el caso, simplemente, le parecía patético.

— ¿El segundo este mes? Vaya... Diría que no los tratas con el suficiente cariño — bromeó, dejando escapar una pequeña risita —. Espero que no seas así en todo — añadió, guiñándole un ojo antes de prestar su atención al capó, como si realmente le interesara ayudar al desgraciado —. ¿Dices que el tuyo está en el taller? — preguntó de manera inocente, como si desconociera dicho dato —. Déjame averiguar... ¿No será en el Wanda's? — alzó ambas cejas, ladeando el rostro hacia el contrario —. Da la casualidad de que conozco demasiado bien al dueño — añadió, de nuevo como si se tratara de algo casual —. Es quien me enseñó parte de lo que sé — volvió la vista hacia el motor, entreteniéndose en toquetear unas piezas que ella misma había soltado unas horas antes —. Y mi ex — completó, como si no le hubiera ya dado demasiadas pistas —. Tranquilo. Es tan buen mecánico como desastre como pareja. Tu coche estará a salvo — bueno, en eso al menos no le estaba mintiendo.

Ric siente un escalofrío recorrer su espina dorsal, le llega hasta la cabeza y, eventualmente, baja hasta sus pies. El frío se ha transportado por todo su cuerpo y la desconfianza también. No obstante, no está seguro de si es por la mujer que tiene ahí, o porque simplemente, es Mystic Falls y no es fácil fiarse de absolutamente nada ni nadie.

Tal vez sea lo segundo.

—Los trato bien, pero el primero fue... Bueno, vandalismo —explica. Nada más lejos de la realidad. Es raro que hayan vándalos en Mystic Falls pero a ver cómo le dice que fue por una reyerta—. Oh, no. A mis parejas las trato mejor —cuando no se mueren, claro. Eso le hace pensar en Jenna, y en que hace tiempo que no tiene a nadie. Tampoco es que haya estado muy interesado últimamente—. ¿Cómo sabes que...? Vaya. ¿Será que tiene el monopolio de talleres de Mystic Falls?

Porque así es, su coche está allí.

—¿Tu ex? ¿Ese tipo es tu ex? Eso sí que no me lo esperaba —pero bueno, él que va a decir. Alaric se acerca al coche, asomándose—. ¿Cómo va? ¿Crees que funcionará?

Que tierno. Si tuviera humanidad, sentiría lástima por este. Parecía tan inocente sin sospechar que todo se trataba de un burdo play malvado al que se había tirado de cabeza.

— Bueno saber que no eres un capullo — comentó, dejando escapar una risa que reflejaba toda la emoción que en realidad no poseía —. Algo así. Imagínate que se te rompa el coche y tener que verle la cara a tu ex — fingió trastear bajo el capó, consciente de cual era el verdadero problema — Es un gruñón, pero, como ya he dicho; Es bueno en su trabajo. Tu coche estará a salvo — aunque del profesor de historia... En fin... Se podía decir que faltaba poco para que fuera historia.

— Vaya, que raro... — comentó, apoyando las manos sobre el capó cuando el hombre se acercó a ver que pasaba —. Es como si alguien hubiera cortado los cables del sensor cigüeñal — la mirada de la hereje se volvió hacia el hombre, mostrando una aparente confusión.

—Casi que prefiero no imaginarlo. Mis ex han sido todas... Bueno... —Isobel estaba pirada, obsesionada con los vampiros hasta el punto de convertirse en uno y Jenna... Ella fue la única decente y, desde entonces, las cosas fueron de capa caída para Alaric en el terreno amoroso. O, por lo menos, se han quedado estancadas hasta cierto punto.

Sea como fuere, ahora le preocupan otras cosas. Como su coche, por ejemplo.

—¿Cortado? ¿Cómo que cortado? —ha tenido que ser Katherine, o Seth—. Oh no, no, no. ¿Y ahora qué hago? —porque no es su coche. Y al no ser su coche, posiblemente tenga que hacerse responsable del estropicio igualmente porque es alquilado. ¿En qué lío acaba de meterse?

Por si fuera poco, Saltzman decide acercar la cabeza con el capó abierto para saber dónde están esos malditos cables cortados.