—Te he visto antes con Gin.

Concretamente, Cedric había reconocido a la cazadora entre el gentío del pueblo unas horas antes. Había estado en una de las paraditas navideñas, contemplando algo que a ambas les había hecho sonreír. El interés del nigromante en ese punto había desaparecido, por lo que no se esforzó mucho en averiguar qué había sido aquello que había despertado la ilusión en ambas mujeres.

—Discúlpame, no me he presentado—extendió su brazo derecho para ofrecerle una mano enguantada:—Me llamo Cedric. Conocí a Gin en un momento singular y místico—prefirió ser críptico con la desconocida, ya que no sabía hasta qué punto su receptora estaba familiarizada con el mundo sobrenatural. Asimismo, tampoco consideraba de que fuese una buena carta de presentación el confesarle que su amiga lo había conocido cuando estuvo muerto.

—Me gustaría hablar con ella después. ¿Crees que tendría un momento o los villancicos le han dejado por hoy suficientemente sorda?

La voz de un hombre a su espalda llamó la atención de Iris y la asustó, porque la rubia, como siempre, iba pensando en sus cosas sin darse cuenta en todo lo que ocurría a su alrededor. Por suerte, captó una palabra que sí entendió: Gin—. ¿Hablas de Gin Ashkore? —era la única que ella conocía, así que sí, tenía que ser ella. Parpadeó un par de veces, extrañada—. Me llamo Iris, conocí a Gin este año —añadió con una débil sonrisa.

Y lo dejó ahí. Prefirió no ahondar más, por si acaso.

Por supuesto, la rubia también cogió la mano del desconocido —ahora más conocido porque sabía su nombre, Cedric—. Pues no sabría decirte... No veo a Gin muy aficionada a los villancicos, siéndote sincera —se le escapó una suave risotada—. Creo que podrás hablar con ella después. Aunque ahora no sé donde está, la he perdido.

La había perdido totalmente de vista. ¿Dónde estaría? En fin, daba lo mismo. Luego se verían de nuevo.

—La misma—se reprendió internamente a sí mismo por no haber sido más específico, pero agradeció la rapidez de la interlocutora por captar rápido su pregunta:—Un placer, Iris—tras estrechar la mano femenina, el nigromante sintió algo.

No supo concretar qué, pero sí que pudo intuir que aquella chica poseía atributos especiales.

Cedric debió intuir que la cazadora se rodearía de gente así. Con todo, precavido por naturaleza, no preguntó directamente a Iris sobre su enigmática condición:—Menos mal que sigue manteniendo su buen gusto—rodó los ojos y escondió su mano de nuevo en el bolsillo de su largo abrigo oscuro.

—La buscaré más tarde. Espero que no tenga ningún compromiso—inconscientemente, su mirada oscura se perdió entre la multitud por si la encontraba, pero no supo reconocerla entre todo el gentío:—Oye Iris, tienes cara de ser buena chica. ¿Tú podrías ayudarme con un regalo para mis sobrinos? Tienen casi dos años ya.

La verdadera razón por la que Cedric se encontraba ahí era justamente para comprarles algo. Ahora que los hijos de su hermana eran mucho más grandes, deseaba malcriarlos con algún juguete.

—Lo mismo digo —añade con una sonrisa fresca y sincera, escondiendo su rostro un pcoo más en su jersey de cuello alto y en su abrigo inmediatamente después. No, no, demasiado frío. No va a sacar su carita a pasear por ahí. Y que se le enrojezca la piel o algo, sí hombre—. Ya, la verdad, no creo que la elección de villancicos de este año sea muy buena.

Arruga la nariz dejando escapar una suave risotada. No, la verdad es que no lo es en absoluto. No está seguro de si el nuevo alcalde —pff— @Loki N. Lanvik tiene algo que ver o no. Porque si todo va a ir igual de bien —valga el sarcasmo— en el pueblo como lo van los villancicos, van listos y apañados.

—Vaya, gracias —se lo dicen bastante. Va a empezar a creérselo—. ¡Ay, qué monos! Claro que te ayudo. ¿Qué les suele gustar? ¿Peluches, superhéroes, cosas hechas a mano,...? —porque si hay algo que a Iris le gusta mucho son los niños. ¡Le encantan! Sobre todo los niños de los demás. No sabe si en algún momento tendrá, pero de momento es bastante joven como para siquiera planteárselo.

Cedric asintió ligeramente ante su comentario sobre los villancicos. No es un hombre de muchas palabras cuando no se trata de asuntos más serios, pero una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios ante la expresión risueña de Iris. Poseía la misma vitalidad y entusiasmo que su melliza, Marlene.

— La elección musical puede ser decepcionante en ocasiones, sin duda—respondió en un tono muy irónico, sospechando que ese estilo de música lo volverían a escuchar el próximo año.

Cuando su interlocutora aceptó en ayudarle con los regalos para sus sobrinos, el nigromante se percató de que realmente no sabía cuáles eran sus gustos. Se quedó momentáneamente paralizado y, al intentar abrir su boca para responderle, no pudo más que exhalar un suspiro mudo.

— Peluches y algún libro ilustrado. No quiero que sean analfabetos, a pesar de que Ethan está mostrando síntomas preocupantes sobre su inteligencia — no pudo contenerse. Era consciente de la dureza de su comentario, pero también, si se analizaba desde su punto de vista, podía verse un atisbo de compasión.

Era su forma de preocuparse. Cedric tan sólo deseaba que sus sobrinos fuesen igual de buenos que su hermana.

—Yo te sigo. Me siento un poco perdido por aquí. ¿Me recomiendas algún sitio para comprar esto?