Balconada.

Esta abrumado, no puede sentirse de otra manera en ese momento. El lugar es hermoso, imponente y parece digno de un castillo del siglo pasado. Está acostumbrado a las conferencias, pero no a ese tipo de fiestas en las cuales prácticamente faltan las máscaras y los bailes. ¿Quién dice que eso no es algo que este por comenzar?

Nathaniel necesita algo de aire y por eso se ha excusado diciendo que iba al baño, lugar que no le vendría mal conocer pero que aún no ha encontrado en semejante castillo. Pero no, no necesita realmente ir a los servicios solamente tomar algo de aire. Y por eso se ha dirigido a la balconada más cercana donde muchos comparten su momento de tranquilidad. Ve en uno de los laterales a varios fumadores y al mismo tiempo en el extremo donde se encuentra el, ve a una mujer que también parece necesitar un respiro.

— Tanta pomposidad resulta abrumadora —comenta acercándose a la mujer al verla sin compañía. Quizás es mera educación o quizás curiosidad, pues cree haber visto a aquella mujer acercarse a alguno de los Sacmis. Aún tiene a muchos que conocer, pero le llama la atención ese detalle—. Nathaniel Anderson —se presenta con tal de no parecer mal educado tras haberla asaltado.

—Abrumadora e incluso algo excesiva, si me lo permite.—Bromea con amabilidad cuando aquel hombre se acerca para charlar con ella. Nissa se había separado de Ezra unos minutos para tomar aire; un nivel de opulencia como aquel requiere también de un breve paréntesis de descanso.—Desde luego, nuestros anfitriones no han reparado en gastos.—Se permite añadir, antes de dedicarle una cálida sonrisa a su interlocutor.

—Oh, cielos… ¿Nathaniel Anderson, de TecnoIndustries?—El imperio empresarial construido por Gabriel Jones, nada menos.—Nissa Morningstar.—Se presenta acto seguido, tendiéndole la mano; un gesto formal y propicio en el protocolo entre empresarios.—Actualmente soy directora del spa Oasis, en el Distrito Garden, pero mi familia es gran admiradora del trabajo de su padre. Soy hija de Atalay Başak.—Nombre que espera, resulte ciertamente familiar para él. Los Başak son, al fin y al cabo, un nombre reconocido en la industria automovilística, especialmente en Nueva Orleans.

—No esperaba encontrarle por aquí, aunque no sé de qué me sorprendo.—Le dice, mostrándose cordial.—Pareciere que no haya alma en Nueva Orleans que no se haya animado a acudir al evento del señor Ackerman.

Mera cortesía y educación es lo que sin duda le ha llevado a acercarse a la muchacha. Sin embargo, saber que le conoce, o que al menos reconoce su apellido siempre es de sumo alago para el hombre, además de aumentar considerablemente su ego.

Puede que la empresa sea dirigida por Eloise, pero al fin y al cabo era de su familia asique el apellido Anderson es bastante concedió precisamente por eso en Nueva Orleans. Lo que no espera es cruzarse con una muchacha cuya familia tiene una buena relación con el precisamente. Asique eso es motivo de más alegría.

— Que sorpresa —dice con una sonrisa cálida y agradable conforme saluda a la contraria según el protocolo—. Atalay Başak… claro que sí. El mismo me ha aconsejado en alguna que potra ocasión sobre los vehículos que escojo para mi empresa —explica ante tal descubrimiento. Sin duda es agradable contar ahora mismo con alguien que pueda aportarle algo más de normalidad a su vida.

Sin embargo, el empresario no puede evitar preguntarse qué es lo que hace allí la joven y porque le ha llamado la atención verla con miembros de la hermandad. ¿Sabe algo de todo lo sobrenatural que rodea el mundo? Puede que si o puede que no—. ¿Ha venido en representación de su familia esta noche? —pregunta observando a su alrededor. Están solos, y es una zona alejada, quizas eso sea un incentivo para hablar sin rodeaos. Si ella conoce a la hermandad, Nathaniel supone que sabrá que el tambien es miembro de la misma.

—¿Por qué no me sorprende?—Inquiere, dejando escapar una carcajada amable.—Ah, mi padre no puede evitar opinar, incluso aunque nadie le haya pedido opinión. ¿Qué puedo decir?—Añade, encogiéndose ligeramente de hombros.—Rara es la ocasión en la que conseguimos convencerle de cambiar de tema, pero convirtió su pasión en su profesión… y esa fue la perdición familiar.—Sobra decir que está bromeando, siendo evidente por el tono de su voz.—Imagino que usted mejor que nadie sabrá de lo que hablo.—En calidad de heredero del imperio de su familia, el señor Anderson se habrá criado entre materia empresarial, y escuchado sobre toda clase de negocios a la hora de comer…

Tal y como sucedió con ella.

La diferencia es que Nissa, decidida a construir su vida sin depender de su familia, se embarcó en un proyecto empresarial muy diferente del de su padre. —Puede decirse que sí —comenta, ladeando el rostro—, aunque representando más a mi familia política que biológica. Contraje nupcias con un miembro de los Morningstar hace algunos años.—Prosigue con cierto deje de orgullo. A pesar de las diferencias que ha tenido con algunos de los parientes de Ezra, es consciente de lo mucho que han hecho por Nueva Orleans.—Tal vez haya podido oír hablar de ellos. La mayoría de sus miembros tienen importantes negocios en la ciudad, aunque mi marido es SEO en el Hibernia Bank.—Y es el mejor en su trabajo, habría podido añadir.

Pero a Nissa no le gusta alardear más de lo protocolariamente bien visto. —Imagino, sin embargo, que todos hemos venido más por motivos de ocio que de trabajo.—Inquiere con una media sonrisa.—Aunque nuestro anfitrión no se ha desprendido de su gran aura de misterio y misticismo en toda la noche…—Y Nissa empieza a sospechar que se trata de una circunstancia que no va a cambiar.

Auron Ackerman se presentó ante su público, pero no ha vuelto a exhibirse por el evento. Créeme: Nissa está segura. Lo ha buscado con la mirada en más de una sala, sin éxito.

La sonrisa de Nathaniel se hace presente, acompañando las palabras de la contraria. Es cierto que su padre nunca supo contenerse en dar su opinión, pero no es algo que Nathaniel no hubiese agradecido siempre. No obstante, sigue la conversación de la contraria y asiente—. Por supuesto que se a lo que se refiere señorita. Los empresarios por desgracia nos movemos en ese tipo de situaciones —responde riendo alegremente—. Nuestro trabajo nos atrapa en muchos aspectos. Su padre y yo en cierto modo nos parecemos —añade tomando de uno de los camareros cercanos cos copas de champagne.

Él se queda con una y ofrece la contraria a la muchacha, conforme la escucha. El apellido de su marido sin duda es conocido para él, pero nada más allá de eso—. Reconozco que nunca he tenido el placer de tratar directamente con ningún miembro de la familia Morningstar —confiesa tomando un pequeño sorbo de aquella copa—. Enhorabuena por su unión —alza la copa seguido a sus palabras, brindando por sus palabras.

Escuchar hablar nuevamente de Auron sin duda es algo que le llama la atención. Al parecer su anfitrión no ha vuelto a aparecer y eso ha suscitado mucha intriga y duda entre los presentes. Como bien dice Nissa el misticismo es algo que sin duda le rodea de forma constante—. En realidad, no creo que vuelva a aparecer. —Porque él cree que, de querer hacerlo, ya lo habría hecho—. Pero le agradezco esta velada —añade con una sonrisa. Hacía tiempo que no tenía el privilegio de asistir a un evento como aquel.

—Gracias.—Le sonríe con amabilidad.—Oh, y no dude que si sus negocios siguen siendo tan provechosos como lo que he oído, terminará tratando con los Morningstar.—Le asegura con un asentimiento, torciendo el gesto acto seguido.—Aunque tengo entendido que la Dirección de Tecnoindustries se encuentra actualmente cedida a alguien que no pertenece a su familia. ¿Es cierto?—Cree recordar a su padre haciendo algún comentario al respecto, precisamente al hilo de que su primogénita, la propia Nissa, no estuviera interesada en continuar con el legado familiar.

—Eso parece, ¿verdad?—Coincide con Nathaniel sobre el señor Ackerman.—Hay que reconocer que la generosidad desmedida no es nada a lo que estemos acostumbrados en una ciudad como Nueva Orleans…—Y su anfitrión ha sido extrañamente generoso y hospitalario, abriéndoles las puertas de su hogar sin más…—Pero es agradable gozar de algunos filántropos que se animen a realizar veladas como esta. De otro modo, algunos de nosotros no habríamos tenido oportunidad de coincidir.—Y descubrir allí al amable señor Anderson ha sido una sorpresa de lo más agradable.

—En fin, señor Anderson —concluye la morena—, ha sido un placer conocerle formalmente. Espero que tengamos la oportunidad de coincidir próximamente.—Por ahora, su marido debe estarla esperando… y no debe hacerse de rogar más.

Así, sonriendo con amabilidad, Nissa Morningstar dirige una última mirada a su interlocutor antes de regresar hacia el interior del edificio.

— Así es, la dirección corre actualmente de la señorita Eloise Collins —responde finalmente con una sonrisa—. Aunque la empresa sigue siendo parte de mi vida y de la vida de los Anderson, decidí cedérsela a quien podría tomar una mejor gestión que yo —finaliza. Y no había otra persona en la que confiase más que Eloise para todas esas cosas. Y sin duda se le daba mejor a él, que no quería semejante responsabilidad.

No tiene ni idea de porque el interés en ese hecho, pero Nathaniel permanece escuchando a la contraria, asintiendo levemente ante lo que respecta a su anfitrión de aquella velada. En verdad tiene razón porque en ocasiones el tambien a sido ese tipo de filántropo, asique no puede evitar comprender a la perfección todas sus palabras.

— Sera un placer volver a coincidir y seguir haciendo negocios. —Y así quizas conocer a su esposo o incluso realizar alguna inversión con la propia mujer. Nathaniel como hombre cortes y galante se despide de Nissa cuando esta finalmente decide poner fin a la conversación. El mismo debería ir a reunirse ya con Eloise—. Le deseo feliz año señorita Morningstar —se despide antes de tomar su propio camino de regreso.