Sala de los reyes.

Ha ido a buscar algo de Champagne para brindar. Ahora que la cena a terminado y se han movido de sala Nathaniel no puede evitar querer brindar con Eloise antes de que acabe la noche. Está siendo especial en muchos sentidos, y una noche curiosa en otros aspectos. Porque ha conocido gente y al mismo tiempo se ha sentido abrumado con todo aquel ambiente a su alrededor.

Despistado quizás porque aún no se encuentra cómodo del todo choca con alguien en el momento en el que intenta esquivar a quienes están a su alrededor—. Le pido disculpas —dice cuando contempla a la muchacha contra la cual ha chocado. Ha sido un choque corto y poco violento. Respira aliviado por no haber ocasionado que la contraria se hubiese manchado con alguna bebida. Nathaniel se fija que sus manos entonces están vacías.

— Si me permite —añade tomando entre sus manso dos copas del camarero que pasa en ese momento a su lado. Se queda con una y le ofrece la contraria a la desconocida. Lo primero en lo que se fija es que la muchacha es de índole asiática y con una sonrisa no puede evitar recordar a las criaturas de las leyendas de dicha cultura. Intenta quitarse esa idea inmediatamente.

Sala de los reyes.

Sunny estaba perdida. Juraba haber salido del comedor en compañía de su hermano, hablando de la poca cantidad de comida que ponían en los platos para dos glotones como lo eran ellos. Y de un momento a otro se vio completamente sola.

No estaba segura de donde podía haberse metido, quizá volvió a ver a esa periodista que no había dejado de rondar a su alrededor incluso durante la comida y había tenido que ir a esconderse. Ella, por si acaso, estaría atenta por si le llegaba a ver por algún rincón de la sala, intentando quedarse a un lado para no ser un estorbo en el camino para los demás.

Intentándolo, porque con toda la gente saliendo de la misma sala al mismo tiempo apenas le dejaba espacio de movimiento, recibiendo empujones aquí y allá. El último le vino por la espalda, menos agresivo que los demás, acompañado, además, de una voz masculina disculpándose. —Está bien, no se disculpe, no ha sido nada.— Juntando las manos contra su regazo, hizo una pequeña reverencia no demasiado pronunciada.

"Si me permite". No entendió a qué se refería hasta que alzó un poco la cabeza y le vio tomando dos copas de la bandeja de un camarero que pasaba por su lado. Sorprendida, tomó la copa que le ofrecía, sin despegar la mirada del contrario. —Muchas gracias... Y feliz navidad. Mi nombre es Sun Hee. Puede decirme Sunny si lo prefiere.— Entendía que su nombre podía ser complicado para algunas personas de fuera, por eso en su día le pusieron ese apodo. Acercó su copa a la del contrario, esperando a brindar y a que él bebiese primero para entonces hacerlo ella.

Aquella inclinación le hace sonreír. Una costumbre claramente de la cultura de aquella muchacha. Sin duda la educación es algo latente en la contraria al igual que en él. Nathaniel brinda ligeramente alzando su copa—. Feliz año Sun Hee —la llama por su nombre completo como muestra de respeto. Aunque le haya dado un apodo para facilitar la pronunciación no es necesario para él.

Después de haber sido empresario por tanto tiempo tiene facilidad para todas aquellas cosas y en el fondo tambien las identifica como muestras de respeto hacia la persona contraria—. Nathaniel Anderson —añade presentándose formalmente ante la contraria. No sabe si reconocerá su nombre o no, pero en el fondo tampoco necesita que todo el mundo sepa quién es.

— Parece que la gente está amontonándose mucho ahora mismo —comenta y el desconoce el motivo. Quizas les vendría bien separarse un poco de tanta cantidad de gente—. ¿Está buscando a alguien? —pregunta con cortesía. Al igual que él, la contraria puede no haber vendió sola y haberse separado de su acompañante.

Que pronunciara su nomnre completo en lugar de usar el apodo que ella misma le había facilitado por si lo prefería le hizo esbozar una pequeña sonrisa. Es un detalle que le gustó, su nombre era algo que le gustaba mucho de sí misma, que le hacía sentirse un poco más cerca de su casa y de su familia, y que se tomaran la molestia de pronunciarlo entero era algo que le hacía sentir bien. —Feliz año a usted también, señor.— Alzó su copa para brindar con él, sin borrar aquella pequeña sonrisa de sus labios.

Al escuchar su nombre, una nueva inclinación por su parte como forma de respeto. No conoce su nombre, aunque quizá debería, pero solo con ver su porte es suficiente para que pueda intuir que es una persona importante de alguna manera. Y aunque no, sigue siendo alguien mayor a ella. —Es un placer conocerle, señor Ander... Anderson. Disculpe, algunos nombres son un poco difíciles de pronunciar.— Aun con el tiempo que llevaba allí viviendo con su mellizo no se terminaba de acostumbrar a ciertos acentos o formas de pronunciar según qué palabras. Seguía aprendiendo y lo seguiría haciendo todo el tiempo que durase viviendo allí, estaba segura de ello.

Sus labios se torcieron ligeramente en una pequeña mueca que se acentuó al recibir un nuevo empujón, terminando por suspirar. —Sí, de repente a todos les dio prisa por salir... Seguro que más de uno irá a fumar, o a buscar algo de beber después de la comida.— No era su caso, no solía beber y nunca había fumado. Aunque no podía evitar preguntarse dónde se había quedado su hermano. —En realidad... Sí, estaba buscando a mi hermano.— Dio unos pasos hacia la pared, buscando alejarse de la marea de gente que se movía por allí y evitar un nuevo empujón. —Fue a él a quien invitaron en un primer momento, yo solo vine para acompañarle. Su nombre es Hwang Jin Sun.— Si el hombre se interesaba por el deporte seguramente habría oído hablar de él, aunque allí le conocían normalmente por otro nombre, igual que a ella. —¿Usted busca a alguien? ¿Puedo ayudarle?— Él había sido amable con ella, lo mínimo que podía hacer era serlo de igual modo con él.

El empresario sonríe. La contraria es afable y sin duda en pocas ocasiones se puede uno cruzar con alguien con semejantes cualidades. Por eso quizas no se esfuerza en marcharse si no que no le importa quedarse.

— Puedes llamarme Nathaniel, o Nathan —se ofrece por si le cuesta pronunciar su apellido. Con una sonrisa él le quita hierro al asunto puesto que tampoco es relevante y comprende que su cultura es diferente a la propia—. Creo que dentro de poco empezaran con el baile —añade observando a las personas, y viendo como la empujaban de nuevo—. Movámonos un poco, quizas juntos podamos encontrar a quienes estamos buscando —puntualiza echándose un poco hacia su derecha.

Se toma la libertad de agarrar a la contraria con la intención de evitar que vuelvan a empujarla—. Reconozco… que no he visto a nadie como tú por el momento —dice no sin cierta vergüenza. Porque da por hecho que su hermano también es asiático y ella, es la primera que se encuentra de dichas raíces—. Si me permites, te acompaño a buscarlo —añade ofreciéndole el brazo y dispuesto a acompañarla hasta que alguno de los dos encuentre a quienes están buscando.