Salón del Baile.

Quiere reunirse con Deucalion. Al fin y al cabo, ha ido con el precisamente para recordar viejos tiempo. aunque en ese momento los viejos tiempos que recuerda son más bien incomodos y horribles. La masacre de Marsella. No puede evitar acordarse de ese día y de todo lo que aconteció más adelante. Por fortuna no es la noche del cambio de año, ni del cambio de siglo.

Le ha costado relajarse, le ha costado amoldarse al hecho de que aquella familia haya abierto las puertas de su casa a desconocidos… no puede evitar preguntarse con que finalidad. Y pese al discurso dado por su anfitrión Dion sigue guardando cierto recelo a la celebración. Por eso quizas quiere reencontrarse ya con Deucalion.

Pero no ha podido evitar reconocer a alguien a quien no puede sencillamente pasar por alto e ignorar. Porque es una de las pocas personas que se ha ganado un trocito de su corazón en los últimos meses que ha estado en Nola—. Estas preciosa —dice para llamar su atención, tomando en señal de respeto su mano y depositando un beso en el dorso de la misma. Costumbres antiguas, demasiado arraigadas como para perderse tan pronto.

De nuevo su hermano era quien la había animado a asistir a una fiesta. Seguía sin sentirse cómoda en un lugar tan lleno de gente, pero tampoco quería pasar la nochebuena sola en casa, no cuando ya había pasado demasiadas sin poder disfrutar de la compañía de Rowan, así que se animó a comprarse un vestido elegante y arreglarse, algo que no hacía muy a menudo, aunque lo cierto es que le levantaba bastante el autoestima y los ánimos.

A esas alturas la cena ya había terminado y una copa de champan descansaba entre sus manos, mientras daba vueltas por el lugar esperando a que su hermano terminase con el asunto que le había mantenido ausente los últimos minutos. ¿O ya había pasado media hora? No estaba segura, se había mantenido distraída observando los cuadros y las decoraciones del lugar, tratando de guardarse los pequeños detalles en la memoria para plasmarlo en un lienzo el día siguiente. Sería su propia manera de hacer memorable aquella noche.

Reconoció enseguida la voz masculina, y antes de girarse para encontrarse de frente con Bartholomew ya había una amplia sonrisa adornando sus labios. —Muchas gracias, tú también estás muy guapo esta noche.— Tomando el vuelo de su vestido, hizo una pequeña inclinación frente al contrario, respondiendo así al beso que había depositado en el dorso de su mano. —Y feliz navidad ¿Cómo estás? ¿Disfrutas la fiesta?— Ahora que se había encontrado con él, la espera no se le antojaría tan larga como estando sola.

El antaño noble de su casa sonrió ante el alago de la contraria y sin pensárselo un solo momento tras dejar aquel delicado beso en su dorso se acercó a ella lo suficiente para que pudiesen mantener una conversación más personal—. ¿Bailas? —pregunto entonces tomándose la libertad de no soltar la mano que había besado y ajustarla con la suya para tomarla por la cintura con la contraria.

Los motivo s por los cuales hizo aquello fue simplemente porque vio que Ursula estaba sola y quizas así podría aportar algo de diversión a su vida en ese momento. Porque la consideraba una buena amiga, una persona que se merecía ese tipo de momentos. Pero nada iba más allá de eso pues el corazón de Bartholomew solamente pertenencia a una personas. Siempre había pertenecido a él y siempre seria de él. Y precisamente porque le había recuperado estaba de buen humor, y feliz.

— Feliz navidad Ursula —añade con una sonrisa dando un par de paso y guiando a la contraria—. Disfruto de la fiesta, y de la compañía de cierta persona —responde con un brillo especial en sus ojos. Ursula lo sabe, ella sabía que había alguien pues cuando se conocieron el suspiraba por desamor. Un desamor que ha recuperado y que seguramente ella sepa entender como tal—. No me digas que has venido sola —cuestiona finalmente, pues no puede creer que no tenga pareja para compartir aquella fiesta.

Una pequeña risa brotó de sus labios cuando sintió la mano ajena en su cintura. —No esperes que sea una gran bailarina, eh.— Advirtió con un dejé de diversión en su voz, dejándose llevar por el contrario hasta hacerse un lugar en la pista de baile junto a otras y variopintas parejas que se habían unido a bailar al son de la orquesta que rompía los murmullos de la habitación.

No tardaron en moverse por la pista lenta y suavemente, deslizándose como si flotaran, sin preocuparse de nada en ese momento. Desde aquella noche en la que conoció al contrario, sintió un gran cariño por él, y no dudaba que con el tiempo terminase de convertirse en una figura importante en su vida.

—Feliz navidad a ti también, Bart, me alegra verte de nuevo. En serio.— Y más sabiendo que aquello que el día que le conoció le daba un aire de tristeza y melancolía era lo que hoy dibujaba esa sonrisa en sus labios. Sonrisa que no pudo evitar que se reflejase en sus propios labios. —¿Lo dices en serio? Eso es genial, me alegra saber que pudieron arreglar las cosas. ¿Eso significa que te quedarás en la ciudad?— No le gustaría llegar a perder el contacto con el contrario.

Negó despacio con una sonrisa, haciendo un barrido a la sala con la mirada en busca de Rowan. —Si hubiera tenido que venir sola no estaría aquí. Vine con mi hermano, se fue unos minutos a hacer una cosa, pero no tardará en regresar.— Porque le conocía, no la dejaría sola en una fiesta así por mucho tiempo, además, era lo que había dicho antes de ausentarse, que no tardaría en volver. —¿Has venido con esa... Cierta persona entonces? Seguro que estará preguntándose donde estás. Espero que no se moleste porque te retenga unos minutos.— Sonreía, no lo podía evitar, aquella música, el ambiente, y por supuesto la compañía mantenían su humor en alto.

No esperaba más que divertirse y brindarle algo de diversión a la contraria. El siempre había sido un apersona dada a todas esas fiestas. En el fondo la nobleza había sido aquello con lo que se había criado y él no podía olvidarse de su vida con tanta rapidez. Nunca podría.

— Si. Lo digo enserio —responde con una sonrisa amble conforme la guía por aquella pista de baile—. Me quedare un tiempo. Al menos de momento —responde, aunque no puede asegurarlo porque no sabe que es lo que tiene pendiente Tristán para todos ellos. Y no sabe si permanecerá mucho tiempo allí o será enviado lejos. Aunque pensar en ese momento, sin duda lo entristece sobremanera.

Pero esa noche no quiere pensar en todas esas cosas. No quiere anticiparse a esas desdichas que ni siquiera han pasado todavía, y que ni siquiera sabe si van a pasar realmente—. He venido con esa persona si —añade finalmente observándola—. No le importara que me retengas, aunque… en realidad te estoy reteniendo yo a ti. ¿a tu hermano le importara? —pregunta finalmente aun manteniendo el rostro afable que siempre ha tenido con ella.

Dion sigue guiándola hasta que la música se detiene, momento en el cual hace lo propio—. ¿Te acompaño a buscar a tu hermano? —pregunta entonces. Quizas es solamente una excusa más para poder hablar con ella, pero lo cierto es… que le gustaba hablar con Úrsula, por eso, no le importaba acompañarla un rato más.