Los años de experiencia que tiene John a sus espaldas le ayudan a saber quién podría ser un chupasangre y quién no. Aún y con todo, se da margen a sí mismo para poder equivocarse; sin embargo, hacerlo costaría la vida de un inocente y no está dispuesto a pasar por ahí. sabe que hacerlo podría ser fatal para la otra persona, así que solo cuando está seguro de que su presa es un vampiro, es cuando empieza la cacería.

Los sigue, los acecha y en algunos casos, los hace volverse paranoicos. No con todo el mundo se recrea del mismo modo, únicamente con aquellos que se le presentan como una amenaza nivel tres, es decir, el grado máximo en la escala Ashkore. Misma que utilizó por primera vez hace muchos años, cuando se la inventó.

Y que, por cierto, ha continuado usando.

Aún y con todo, los vampiros siempre serán una amenaza para él. La escala solo es un medidor del peligro y los riesgos que él, como humano y cazador, pueda correr; no de los vampiros. Así que esa noche la ha seguido. A ella, su próxima presa. Y espera que, por fin, pueda darle caza también.

Es consciente de que nunca debió confiarse. Beau se lo advierto en una ocasión. Rayna también estaba localizando presas en Nueva Orleans. Y está claro que espero a que se separasen para ir a por ellos. Y ella había sido la primera presa individual que la cazador había querido cazar. Y lo estaba consiguiendo. Porque de momento, ya la había marcado.

Es así por lo que ha regresado. Para intentar avisarles de alguna manera de que bajo ningún concepto deben separarse. Tendría que haberse ido rápido, haberse pasado rápido por aquella casa donde sabe que esta Liliam. Pero la han interceptado. Y el terror a invadido su cuerpo cuando lo ha sentido que ha comenzado a huir una vez más, por su supervivencia.

Rayna… la Cazadora la está siguiendo, buscando para darle caza. Ya escapó una vez… ¿escapo? O solo… ¿está jugando con ella? El terror invade el cuerpo de Valerie, le tiemblan las piernas, pero la herida, es una muestra de que no es Rayna quien va tras su pista, y la voz que escucha termina de demostrarlo: es un hombre.

Quizas tiene alguna posibilidad. Pero lejos esta de saber que es precisamente uno de los aliados más poderosos de la cazadora. Aun así y con el terror que siente a que aparezca en cualquier momento, termina por mostrarse, a espaldas de aquel hombre—. ¿Por qué me estas siguiendo? —pregunta, cual mujer inocente. Pero ambos lo saben: Valerie no es precisamente alguien inocente.

—Porque puedo oler a kilómetros lo que eres —una maldita vampira, o peor. No siempre se ha enfrentado a híbridos, pero existir, existen. Sin embargo, le vale con que tengan esa mitad vampírica para que John vaya a por ellos—. Porque sé que no eres nada inocente aunque me pongas ese tono de voz. Al contrario, no eres más que una bestia que no se merece vivir.

Y puede que no sea el único que le haya dicho esas palabras, pero a él no le importa.

—No seas cobarde, muchacha. Date la vuelta y mírame. Mira a los ojos del hombre que esta noche va a darte caza y va a darte muerte, porque no volverás a ver a nadie más que a mí mientras te arranco el corazón —y mientras, Ashkore espera paciente a que la vampira reaccione a sus palabras para ser él quien dé el golpe crítico.

Tendría que habérselo imaginado. Regresar a Mystic Fall no habia sido una buena idea. Y al parecer tampoco lo era quedarse en Nueva Orleans… Sin embargo, ¿Qué podría haber peor que ser marcado por la Cazadora? En esos instantes, Valerie pensaba que nada podría ser peor. Ni siquiera aquel cazador.

Claramente no lo conocía, pero el simple todo de su voz le daba escalofríos y estaba claro que era una amenaza. Por tanto, no iba a esperar lo más mínimo a que el contrario tuviese oportunidad alguno de hacerle daño. Si tanto quería luchar contra alguien, bueno… Valerie tenía fama de ser la peor de todos los herejes cuando se trataba de sadismo y formas de alimentarse.

La bola de fuego se generó en su mano tras aquel susurro del hechizo. Se dio la vuelta lentamente tal y como el contrario le había pedido. Acto seguido la lanzo contra el contrario, pero no de forma directa, si no hacia uno de sus lados—. Solo una. Una advertencia. Déjame en paz. —O acabara teniendo una pelea con ella. Pero… ¿no es eso lo que quiere? Prácticamente, ya le ha dicho que es su presa.