Poco a poco, se acerca la primavera.
Y con ella, la celebración de su boda.

Gin ha madrugado aquella mañana para peinar las calles de Grove Hill en busca de diferentes alternativas: flores para los centros de mesa, decoraciones, el ramo... De suerte que Iris la está ayudando con los preparativos, pero Ashkore siente que el tiempo igualmente se le está echando encima. Parece evidente que todo aquello no es lo suyo, y si bien su celebración será sencilla, hará lo posible porque sea perfecta.

Enzo y ella se lo merecen.

Todavía es temprano, y además, coincide con fin de semana, razón por la que las calles de Grove Hill están prácticamente despejadas. Algunos convecinos, madrugadores como ella, también comienzan a verse entrando en cafeterías o cumpliendo con sus quehaceres; algún que otro, incluso, la saluda al reconocerla. Son pocos los residentes por aquel pueblo, y por ende, las caras nuevas se identifican deprisa...

Caras nuevas como la de aquel muchacho con el que coincidiría aquella mañana.

Podría pensarse que estaba allí de paseo o de día libre, pero lo cierto era, que se estaba tomando un descanso. A primera hora, habían recibido un aviso y acababa de terminar de acomodar a todo el mundo y ponerlos a salvo. Por eso, aprovechando que tenía una hora de descanso después de todo el caos, se había desplazado hacia el centro del pueblo. Aun llevaba su mono de bombeo abierto y con la parte superior colgando por la cadera.

La camiseta blanca debajo de dicho mono le permite dejar de sentir las altas temperaturas a las que ha sido sometido. Busca un sitio donde pararse y tomar algo. Necesita reponer aguas para que su cuerpo siga funcionando bien el resto del día.

Va tan apresurado por la vida que no solo va mirando hacia bajo buscando acomodar las mangas del mono si no que no presta atención a su alrededor y acaba chocando con una muchacha. Sus hombros entran en contacto quizas bruscamente pero no consigue tumbar a la contraria por lo que agradece que el impacto no haya sido demasiado rudo.

— Disculpa —dice al cabo de un segundo al alzar la mirada y ver la hermosa muchacha castaña—. Estaba pendiente de otra cosa —añade observándola. Parece conocer aquel sitio bastante mejor que el, aunque por el momento solamente se preocupa de disculparse con ella.

Aquellas situaciones nunca serian fáciles. No al menos para el que lo único que intentaba es que no hubiese heridos. Cuando los había, las cosas solían complicarse, pero afortunadamente todo había salido bien. Al menos por el momento. aquella muchacha no obstante pareció darse cuenta de que podría haber una situación complicada.

— Si… esta todo controlado —responde con amabilidad—. Ha sido un incendio menor… aunque no lo parezca —se apresura a añadir cuando se da cuenta de que tiene las manos todavía negras por la suciedad—. Estaba buscando un sitio donde reponerme un poco. —siempre lo hace. Después de cada «salvamento» necesita tomar algo. Una tónica suele ser.

Sin embargo, no conoce aquel pueblo y por ende nos abe demasiado bien donde podría cumplir con esa petición.

— En efecto, ha sido un incendio menor… —responde con una sonrisa algo triste—. Pero por desgracia ni siquiera nosotros sabemos que ha pasado hasta que las autoridades redacten los informes —declara chasqueando la lengua—. En mi opinión ha sido un accidente. Nada provocado —añade, aunque siendo el un hombre ajeno a la realidad del mundo, ¿cómo iba a poder imaginarse que hubiese sido algo más allá de un mero accidente?

La vida para él era mucho más sencilla en ese aspecto. Pero Kennai no había vivido experiencias tales en su vida asiquen, sencillamente seguía siendo un humano con un gen de lobo latente que ni siquiera había despertado todavía. Asique, no había mucho más que comentar al respecto o palabras que sirviesen para saciar la curiosidad de la contraria.

— Si no le importa la compañía de un hombre recién salido aparentemente de una guerra… —bromea con una sonrisa—. La acompaño entonces. —Porque lo necesitaba con cierta desesperación. Asique no se molestó en negarse—. Es la primera vez que nos envían a Grove Hill, vivo en Mystic Fall. Este parece un sitio tranquilo —comenta para amenizar la marcha.