No se siente seguro habiéndose marchado de Nueva Orleans. Pero tampoco a tenido más opciones. Desde que aceptó el trabajo como guardaespaldas de Mu-suk prácticamente ha sellado su modo de vida hasta que el mismo decida cambiarlo. Y por el momento, no quiere hacerlo. Asique tampoco puede quejarse por aquel viaje a Mystic Fall.

Lo que no le gusta es que Mi-suk este siendo amenazada. Y menos aún que eso la haya llevado a tener que viajar para encontrar la ayuda de la que según le ha contado es una de las amigas que tuvo en el pasado y quizás pueda ayudarla. No se fía. Y quizas, peca de sobreprotector.

Y tampoco sabe porque se preocupa tanto por ella. Al fin y al cabo, debería darle igual pero después de tantas décadas, quizas el reencuentro con la vampiresa ha sido la única conexión que ha tenido. Una conexión que va más allá de simplemente ser una conocida. Porque no lo fue.

Es una de las pocas conexiones con el pasado a las cuales siente que puede aferrarse. Aun sin que esta sepa todo lo que ocurrió con Min, el kitsune cree que tiene la responsabilidad de protegerla. Quizas para evitar que ocurra lo mismo que ocurrió con la mujer que amo en el pasado.

— Sigo sin confiar en lo que vas a hacer —le dice conforme continúa conduciendo y entrando finalmente en la frontera que daba la «bienvenida» al pueblo—. ¿Estas segura de que va a ayudarte solo porque en el pasado te hizo una promesa? —pregunta mirándola de reojo—. Yo podría hacerlo —declara, mostrándose molesto cuando en verdad no lo está. Él podría ayudarla cierto, pero tampoco quiere hacerlo si no era estrictamente necesario.

El problema: Mi-suk le conocía perfectamente. Y aunque no supiese el porqué de su comportamiento arisco y distante, si será capaz de ver que Sun-Hyeon se preocupa por ella, al menos lo hace. A su manera, se preocupa por ella.

No conocía Mystic Falls, pero es allí donde residía actualmente una vieja amiga, aquella mujer que le había hecho una promesa hace tantos años y que finalmente necesitaba que se cumpliera. Se había debatido durante muchos días si enviarle aquel mensaje o no, pero finalmente con la última amenaza no pudo más y se quebró. Ahora estaba en un viaje de carretera, junto a su guardaespaldas y amigo, rumbo a lo desconocido.

La verdad es que estaba agradecida de no ir sola y sabía que, aunque lo hubiera intentado, Hyeon no la hubiera dejado hacerlo. También le había tomado lo suyo contarle sobre las amenazas, pero era cuestión de tiempo para que se diera cuenta de que algo estaba mal por lo que era mejor cortar por lo sano. Puso los ojos en blanco al escucharlo, era obvio que no iba a estar tampoco de acuerdo con aquella excursión, pero la vampiresa no tenía muchas opciones — Bueno, sé que no lo parece, pero a veces acierto con las personas en las que confío — no podía jactarse de ser la mejor a la hora de leer a las personas, la había pasado mal por aquello, pero estaba segura de que no había fallado con Minerva. Entendía que Hyeon no confiara, pero es que no la conocía como Misu.

Las palabras de su compañero la conmovieron, por muy duro que se pudiera mostrar sabía que su preocupación por ella era genuina. Desvío la mirada hacia la ventanilla para que no la viera sonreír. — Se que podrías, pero no estoy segura del todo con lo que estamos lidiando y tener algo de apoyo extra no vendría mal — eso era real, no tenía idea de si su acosador estaba solo o venía acompañado. Estaba bastante segura que se trataba de su creador, las cartas que había recibido rayaban el odio y la posesividad. En algún otro momento de su vida sentiría que no había escapatoria, pero estaba segura de que si recurría a Minerva podría sentirse más confiada a la hora de enfrentarlo.

Tiempo atrás había logrado escapar de él solo porque lo había atrapado con la guardia baja, estaba segura de que si hubiera sido en otras circunstancias ahora estaría muerta o seguiría atada a él. — Además, hay que ver el lado positivo de todo esto — se giró para mirarlo con una sonrisa socarrona — Puedes pasar tiempo extra con tu jefecita adorada — pestañeo muchas veces intentando parecer tierna, le gustaba picarlo, sabía que tras esa fachada fría y distante aún se ocultaba el verdadero Sunhyeon. Solo esperaba algún día poder llegar a verlo en todo su esplendor, estaba segura de que encontraría aquello que lo motivará a volver a ser el mismo, solo era cuestión de esperar.

Con el tiempo se habia vuelto desconfiado. El mismo era consciente de ese hecho. La desconfianza radicaba en el hecho de que al fin y al cabo él no había podido escoger. Su vida… siempre se había basado en ser un muchacho servicial y por ende tardo mucho tiempo en conocer la verdadera realidad del mundo. Un mundo que cuando centro en su vida puso la misma patas arriba de una manera cruel y despiadada.

Quizás por eso evito durante mucho tiempo relacionarse con más personas y quizas por eso en la actualidad peca de sobreprotector con quienes le importan. Y Mi-suk le importa. Ahora que parte de su pasado a regresado no puede permitirse que esa conexión se rompa, porque quiera o no reconocerlo, estaba cansado de sentirse solo.

Acepto aquel trabajo porque así podría tener una excusa, pero es cierto que tampoco le había sentado nada bien saber que su «jefa» había sido amenazada por aquel hombre que ya busco arruinarle la vida en el pasado. Aunque no lo haya mostrado, está preocupado y su temple se ha visto mermado al pensar en la situación que ahora tienen entre manos y la posibilidad de que ella sufra. Y quiere evitarlo a toda costa.

— Lo que tu llamas apoyo extra… —empieza diciendo—, yo lo llamo posibles complicaciones —declara sin dejar de mirar la carretera. Esta agobiado, aturdido. No le gusta haberse tenido que alejar de Nueva Orleans—. ¿Adorada? No es una palabra que te pegue demasiado. Yo apostaría más por… mandona. Si, esa es más adecuada —declara. Esta bromeando, pero su rostro no muestra sentimiento alguno. Sus hombres, no obstante, se ha relajado un poco.

El problema es, que Sun-Hyeon tiene tanto miedo de vivir que ha olvidado las cosas más cotidianas de la vida, como sonreír y ser feliz en situaciones como aquella, que claramente ameritan la buena compañía para compartir en un viaje que si bien es desesperado puede tornarse diferente siempre y cuando ambas partes quisieran.

No esperaba que confiara en Minerva, pero si que confiara en ella y el hecho de que estuvieran en ese auto camino a verla, era la confirmación de que en efecto era así. Sabia que iba a quejarse de ello todo el camino, era su forma de ser y para que mentir, le agradaba, así como era, por algo seguía manteniéndolo a su lado. Pero lo cierto era que sus palabras le generaban deseos de poner los ojos en blanco una y otra vez, esta vez simplemente negó con la cabeza chasqueando la lengua. – Te digo que confíes en mí, no será una complicación, cuando la conozcas se te pasará – aunque no estaba segura de que realmente pudiera llevarlo a la reunión que iba a tener, después de todo su amiga podía tener los mismos reparos con Sun Hyeon que él con ella.

Saco su celular y reviso las indicaciones que había recibido, esperaba que no se perdieran porque si los agarraba el amanecer, eso si seria un problema. Había escuchado de algunas joyas que les permitían a los vampiros salir de día, pero no había dado con las personas para conseguir tal cosa y por ahora solo le tocaba vivir bajo la protección de la noche.

Abrió la boca en un gesto de indignación mientras se llevaba una mano al pecho. - ¿Mandona yo? Pero si tú eres peor – alego e inmediatamente soltó una carcajada divertida. – Yo pensé que era la persona mas gruñona del planeta, pero mi querido amigo, tú me ganas – estiro la mano y presiono con su dedo el entrecejo de Hyeon intentando alisarlo sin éxito. - ¿Ves? Y no me digas que es por culpa mía, porque yo soy un encanto contigo – bueno, ni tanto, pero lo cierto es que, al sentirse cómoda con él, se le hacía mucho más fácil relajarse y mostrarse menos cerrada. – Mira, si las cosas se ponen peligrosas, siempre puedes entrar, cargarme en tus brazos y salir corriendo, ya sabes, cosas de guardaespaldas – le guiño un ojo antes de volver su atención al celular, afuera se veía bastante oscuro, pero no era problema para ella.

Sigue dudando. Porque siempre ha sido un ser desconfiado por naturaleza. Al menos desde que su cambio de vida le obligo a serlo. Antaño él podría haberse mostrado de forma muy diferente, ahora… Sun-Hyeon tenía demasiados lastres que cargar a sus espaldas.

Y uno de ellos era el hecho de la preocupación por la contraria. El simple hecho de que pudiese pasarle algo que él no controlase, le ponía los nervios de punta. No quería repetir acciones pasadas y quizas se estaba preocupado demasiado, pero… no podía arriesgarse a perder a nadie más. No como paso con Min.

El kitsune chasquear la lengua ante las palabras de la contraria. No, seguramente no se le pasara el mal genio en mucho tiempo. Asique sigue estando tenso. Ni siquiera se relaja cuando ella toca su frente y sigue con aquella broma que el mismo ha decidido continuar. Pero su entrecejo si se destensa ligeramente antes de que un suspiro pesado salga de sus labios.

— Si la cosa se complica… no me hago responsable de lo que ocurra. —O más bien a querido decir, de las acciones que él tenga que tomar—. Ya sabes… cosas de guardaespaldas —repite las palabras de ella, como si eso justificase que acababa de decirle que, si tenía que entrar atacando para salvarla, seria exactamente eso lo que haría.

Aunque en el fondo, espera que la vampiresa tenga razón y la tal matriarca del clan Cayeldra haga honor a la palabra que en su día le prometió a su amiga. Por otra parte, también entiende que Mi-suk se sienta quizás más apoyada por quienes son de su mis raza que por él. Pero eso, no hace que la preocupación disminuya.

— Como… ¿Cómo es la matriarca de los Cayeldra? —pregunta entonces, queriendo saber más información de la mujer con la que ella se va a reunir—. Me refiero a… ¿Qué hizo ella en el pasado para que confíes tanto? —curiosidad, información. Su rostro neutro no deja que se vislumbren las intenciones de aquellas preguntas.