Smash into pieces escribió:When the skies are falling
hear the heroes calling.

Si un viejo amigo de la familia Ashkore —como puede serlo Ernest McFayden—, te recomienda personalmente a uno de sus pupilos como candidato para entrar a formar parte de la organización... Más vale que le prestes atención.

Y es que puede que Ernest sea un auténtico cascarrabias, pero Gin no es tan necia como para despreciar su consejo o su palabra. Aquella misma mañana, Gin se reuniría con el joven aprendiz del exorcista. ¿Su nombre? —Caleb Kwog.—La descripción de McFayden no deja lugar a dudas: cabello oscuro, porte elegante y enmarcados rasgos asiáticos. Gin Ashkore avanza por el hall de la Armería, extendiéndole su diestra para estrechar ambas manos en señal de saludo cordial.

—Es un placer conocerte por fin. Soy Gin Ashkore.—Y esto es lo primero que tienes que saber de la líder de la Nueva Armería: nunca, absolutamente jamás, la verás presentándose por su nombre completo.—Ernest no es la clase de hombre que ofrezca fácilmente referencias, por lo que debes saber que las expectativas contigo están muy altas.—Si @Ernest J. McFayden se está encargando de formarle en el manejo de las habilidades exorcistas, tiene que estar aprendiendo muy bien a cumplir con sus próximas labores...

Pero a Gin no le gusta dejar las cosas en manos del mero azar o las referencias. Aún deben conocerse un poco más. —Acompáñame.—Le dice entonces, dando media vuelta y esperando que Caleb la siga.—La Nueva Armería es todo un complejo de instalaciones. Por fuera sólo llega a verse la punta del iceberg.—La mayoría de las instalaciones, en verdad, se encuentran como pasadizos bajo tierra.—Todos nos hemos sentido algo abrumados la primera vez, pero las oficinas están muy cerca; tomando el desvío de la derecha.—Le explica, dirigiéndose al despacho personal de Gin.

Allí podrán hablar con un poco más de tranquilidad.

Luego de varios consejos, más bien órdenes, de último minuto, Caleb abandona el despacho de McFayden con dirección a la Nueva Armería. No puede ir a pie, por lo que sube a su coche y prende el motor mientras, desde el móvil, se le van indicando las coordenadas. Está nervioso, pero más allá de eso la ansiedad gobierna al menor de los Kwog. No esperaba que sucediera, honestamente, se había esforzado en aprender, estudiar, involucrase por completo y entregarle su vida a la causa, pero de todos modos nunca creyó que se le haría un ofrecimiento como ese. ¿Se sentía honrado? ¡Por supuesto!, pero también podía percibir la necesidad de dar la talla, de ser suficiente, alojarse en su cuerpo. En su mente.

Los minutos en el coche se hicieron eternos, pero Caleb había llegado, puntual como siempre, esperando en el hall de bienvenida a ser recibido por la líder de aquel grupo. Sonrió mientras regalaba una pequeña reverencia antes de tomar su mano en un apretón suave pero firme.— Puedo hacerme una idea. El placer es mío, Gin. Soy Caleb Kwog. —aunque eso seguro ella ya lo sabía.— Vengo con todas las intenciones de cumplir con ellas… —con las expectativas.— no permitiría que Ernest me avalara si no tuviera esa seguridad. —no era solo su nombre el que estaba en juego, ni su actuar el que estaba siendo estudiado. El prestigio de su mentor se encontraba sobre la mesa, y si fallaba, lo mancharía a él también.

No estaba dispuesto.

Asintió ante su petición y se dispuso a seguirla, dejándola ligeramente guiar esa caminata entre las paredes del lugar, escuchándola con atención y afirmando de tanto en tanto a modo de confirmación, de que le estaba prestando atención.— Me alegra no ser el primero entonces. —por supuesto que era difícil ubicarse cuando nunca antes había pisado aquel lugar. No sabía, de hecho, cuanto tiempo pasaría en él. Su mayor no le había dado información de ese tipo, suponía era Ashkore quien se encargaría de ello. ¿Cómo funcionaba? ¿Qué debía hacer él?

—Por favor. —pidió le permitiera abrir la puerta de lo que suponía era su despacho y le invitó a entrar con la mirada. Cerró tras de sí una vez ambos se encontraban dentro de la oficina.— Esta pregunta debe resultarle repetitiva, pero debo hacerla... —se aclaró— ¿Qué espera de mí?

Un proyecto de exorcista hábil y prometedor: con aquellas palabras, @Ernest J. McFayden introdujo a su aprendiz, y llamó poderosamente la atención de la cazadora. Tras las últimas incidencias reseñables vividas y sufridas en la Armería, Gin estimó capital contar con más sujetos capaces de ayudarles a contener una amenaza que creyeron extinguida, y sin embargo sigue poblando la tierra.

La amenaza demoníaca.

—Casi puedo oler la presión.—Se permite bromear para romper el hielo. No le ha mentido: la Armería tiene altas expectativas con Kwog, pero siendo honestos, Ashkore no habría contado tan rápidamente con él de otra manera. Para cumplir una tarea tan importante y capital como aquella, necesitan a individuos extremadamente competentes. Las víctimas podrán ser numerosas en probabilidades arriesgadas, y sólo los más valientes y hábiles lograrán sobrevivir... y proteger a aquellos que más lo necesitan.

—Aún recuerdo bien la primera vez que recorrí estos pasillos.—Hace... ¿cuánto tiempo ya? ¿Cinco, seis años?—Entonces, esta organización servía a otros propósitos. Pagamos altas las consecuencias. ¿Te ha hablado Ernest del monstruo de la Armería?—Le dice entonces, volviendo el rostro para mirarlo.—En cualquier caso, logramos preservar una parte importante de la estructura, y adaptamos algunas alas a nuestros nuevos fines.—Y es que hay una razón por la que se hicieron llamar "La Nueva Armería". Siguen siendo una institución donde la mayoría de miembros son humanos, pero ya no se mueven cazando sobrenaturales con los que experimentar.

Ahora, los defienden. Defienden a todos los más débiles, a aquellos que no pueden defenderse por sí mismos. Vampiros jóvenes, licántropos recién convertidos, o brujos que aún no dominan sus capacidades, se encuentran asimismo entre sus protegidos.

—Lo primero de todo —le sonríe, abriendo la puerta de su despacho y accediendo en primer lugar, esperando que Caleb la siga—, que no te dirijas a mí con tantos formalismos.—Arquea una ceja para tomar asiento tras el escritorio, invitándole a sentarse frente a ella.—Puede que yo esté al mando, pero no pretendo convertirme en tu superior. Todos aquí estamos por la misma razón, y buscamos lo mismo.—De modo que Gin no se contempla por encima del resto de miembros de la Armería. Todos ellos son sus iguales.

Y Caleb, también.

—Dicho esto —prosigue, dejando escapar un suspiro—, no te mentiré. La Armería se ha visto envuelta en ataques que... a duras penas hemos logrado controlar.—Y en pocas palabras: necesitan ayuda.—Demonios. Los vuestros os habéis dedicado a estudiarlos desde hace generaciones.—Y la información es poder.

De otro modo, ¿cómo podrían enfrentarse a ellos?

Presión…

Sí, siente presión. Una presión que él mismo se inflige, una presión por ser el mejor en lo que sea que haga. No es por ego, ni por querer ser mejor que el resto. Su obsesión con la excelencia viene de una carencia que el hombre aún no ha sido capaz de detectar en sí.

—¿Lo de la bóveda? —le habían compartido esa información, pero no en su totalidad.

Cualquier podría pensar que Ernest lo había enviado con la líder de aquel grupo sin las armas necesarias para demostrar su eficiencia. Caleb no lo veía así. Para él, la poca información compartida solo era una muestra de la lealtad del mayor para con los miembros de la Nueva Armería. Le había dicho lo justo, ya Ashkore serían quien decidiera que otras cosas compartir con el asiático o no.

Se inclinó mínimamente hacia el escritorio antes de que la mujer empezara a hablar.

«No te dirijas a mí con tantos formalismos»

Difícil. Muy difícil petición.

Caleb se mordió la mejilla interna tratando de encontrar las palabras correctas para explicarle.— Agradezco que me lo pida, pero créame cuando digo que no es por lo que parece. —¿Alguna vez se había referido a alguien más sin dirigirse de usted? Las personas eran contadas con los dedos de una mano y creía sobrarle dedos: Un par de amigos, su hermano, Ryuki. Siempre fue así, lo educaron para ser así. Incluso con McFayden. Más de diez años a su lado y no había dejado de llamarle, señor.

—¿Bajo qué circunstancias? —¿por un ataque directo o en busca de proteger a seres inocentes? La diferencia era abismal a ojos del moreno, quien entendía que un movimiento como el que lideraba Gin Ashkore podía ser merecedor de incontables enemigos.— Hay gente muy preparada, por supuesto. —el mismo se veía dentro de ese grupo de personas. Desde que supo la verdad de sus padres no había dejado de estudiar. Había sacrificado tantas cosas por la causa…— ¿Cuándo fue el último ataque? Por lo que me cuenta se trata directamente de una disputa entre esos seres y la Armería. ¿Solo se trata de demonios o hay algo más allá?

Aunque tenía el conocimiento que se necesitaba para su profesión, lo cierto es que Kwog no le había dedicado horas al entrenamiento físico. No las suficientes. ¿Qué tanto lo necesitaría?

Apunto mentalmente el ver aquello como un punto a mejorar.