Si a algo "humano" le había tomado el gusto Mazikeen era al maquillaje, la moda y cuanta chuchería material brillante y llamativa se le cruzase por delante de los ojos. Al mismo tiempo, absolutamente todo no podría importarle menos cuando se trataba de sus objetivos más viscerales; no le importaba ensuciarse entera de sangre o romper las ropas más preciosas del mundo si eso le causaba aunque fuese un mínimo dolor a alguien. Esa noche no tenía mayores expectativas, podía ser una jornada normal, como cualquier otra; bailar en frente de extraños le causaba cierta satisfacción al ser el centro de atención, pero mucho más gratificante era no tener que hacer mucho para tenerlos en la palma de su mano si deseaba torturarlos.

¿Quién sería voluntario aquella noche...?

Mientras terminaba de colocar un estridente rojo a sus labios y chequear los últimos detalles de su vestimenta fue que su camino comenzó a torcerse: casi como un censor interno, cual si una alarma se hubiera encendido en su mente, Mazikeen percibió cerca una energía... extrañamente conocida.

—Mercy, es tu turno. —La voz del niñito que jugaba a ser la mano derecha del Rey del bar dio la orden para que se presentase en el escenario.
—En seguida. —La demonio sonrió y permitió que el muchacho se retirase.

En la parte pública del bar, la música comenzando a sonar y las luces apuntando al centro del escenario dieron a entender que comenzaría el siguiente show. Algunos festejaron al reconocer la rutina pues sabían de quién se trataba, pero hubo un murmullo detrás de escena y en la barra de tragos que llamó la atención a unos pocos. "¿Dónde rayos se metió?" pudo oírse, y a punto de que uno de los bartender estuviese por ir a buscar a la bailarina en fuga, las puertas del local se abrieron sutiles dejando pasar una esbelta pierna. "¡Allí está, allí está!" exclamó uno de sus "fanáticos", al tiempo en que "Mercy" terminaba por aparecer por la entrada principal, haciendo que los operadores de luces se agarraran la cabeza y tuvieran que improvisar tal cual ella lo estaba haciendo.

El show, por supuesto, era una excusa. Su objetivo principal: encontrar entre el público esa energía oscura que le resultaba tan familar.