El paseo marítimo de Newport está muy tranquilo a pesar de ser sábado. Está anocheciendo. Hope se ríe desde su sillita mientras dos mujeres la sonríen y hacen carantoñas de vez en cuando, mientras siguen paseando. Alice aún no asimila que un hombre como Klaus haya podido contribuir a dar vida a algo tan dulce, pequeño e inocente.

Hope Mikaelson. Así se llama.

Se suponía que Lorcan y Alice sólo pasarían en Newport un par de días, pero descubrir allí a la original, así como que la hija de Klaus no fue asesinada, les ha retenido allí unos días más. La rubia no se siente especialmente afín a los originales, pero el bebé sigue siendo la hija de Hayley, y Alice tiene que reconocer que, a pesar de la inhumana fama de los Mikaelson, a veces pueden llegar a ser capaces de renunciar a todo por aquello que es justo.

O al menos, algunos Mikaelson.

—Debo reconocer que, de entre cada ciudad perdida en el país, aquí es el último lugar donde se me habría ocurrido encontraros. —Reconoce con una sonrisa, volviendo a tocar el tema sobre cómo los Mikaelson decidieron que lo más seguro para el bebé sería dejarla bajo la protección de uno de ellos, muy lejos del ojo del huracán—. Supongo que por eso ha sido una buena elección. —Ahora, sólo ellos, además de la familia Mikaelson en sí, saben que Hope está viva.

Comparten un secreto cuya responsabilidad puede costarles la vida, pero Alice está preparada para asumir los riesgos. Aun siendo bebé y siendo Mikaelson, aquella criatura es tan Media Luna como la propia Alice Harlem.

—Oye... La verdad es que Lorcan y yo no teníamos planeado quedarnos mucho más en Newport. —No contaban con aquel imprevisto y alargaron su estancia en la ciudad un poco más, pero lo cierto es que si Lorcan y Alice se marcharon, fue para poner distancia física y mental entre ellos y los enemigos que los separaban en la ciudad.

Y aunque ha podido comprobar de buena mano que Rebekah no es Klaus, sigue siendo una Mikaelson.

—Pero si nos necesitas más por aquí... En confianza, puedes decírnoslo. —Añade, sonriendo de nuevo—. La cría necesitará toda la atención que sea posible. —Y aunque Alice no tiene mucha experiencia con los niños (y aún menos los bebés), está dispuesta a ayudar.

La suave brisa de la noche golpeaba su rostro y mecía sus cabellos rubios mientras empujaba el carrito de bebé en el que iba su sobrina. Dar una vuelta por el paseo marítimo se había convertido en algo habitual para ella en los últimos meses y no sería una estampa extraña de ver de no ser porque ese día, tía y sobrina se encontraban acompañadas por otra mujer.

Alice Harlem.

La alfa de la manada Luna Creciente y que junto a Lorcan Kreizler, dieron con ella días atrás, por casualidad.

— Exacto, esa era la idea. Necesitaba un lugar alejado, pero tampoco una gran ciudad y si podía tener un buen clima para la pequeña, mejor... — su mirada baja hasta el carrito, la risa de Hope era una dulce melodía. La cara de la pureza en tiempos de guerra —. No podíamos quedarnos en Nueva Orleans, con tantos enemigos no era un lugar seguro para Hope... — y a pesar del miedo inicial, durante los últimos cinco meses se podía decir que ambas habían vivido en una burbuja, alejadas del peligro.

Dirigió una mirada hacia su acompañante. Aunque en un primer lugar, la idea de ser descubierta la puso en alerta, al final llegó a la conclusión de que Alice no era su enemiga y que también le preocupaba la seguridad de la pequeña.

— Lo entiendo, New Port está bien para pasar unos días de vacaciones — por lo que no le sorprendía que ambos se tuvieran que marchar en breve, claro que no podía callarse ante la oferta, no después de lo que había averiguado — De hecho... Hay algo que tengo que contarte. Más que nada por la seguridad de Hope — explicó volviendo la vista hacia la bebé, que permanecía ajena a todo —. Lorcan y tú no soís los único que me habéis encontrado... Y temo que esto pueda repetirse — expresó, denotando cierta inquietud al respecto.

Si alguna vez le hubieran dicho que habría acabado teniendo una amena conversación con la hermana menor de Klaus Mikaelson, no se lo habría creído. Pero, para ser justos, Rebekah y Klaus no tienen mucho que ver. O al menos, no lo tiene aquella faceta que ha conocido de los dos.

Y es que Rebekah es una vampiresa, pero no ha conocido a otra como ella tan humana. Tan familiar. Y tan entregada a una criatura tan pequeña. Ha estado apartada de Nueva Orleans todo este tiempo sólo para proteger al bebé de sus enemigos. El espectáculo en el Complejo no era más que un disuasorio. Ahora, sólo su familia sabría que Hope estaba bien: viva y a salvo.

Bueno, su familia... y también Alice y Lorcan.

—Y creo que hicisteis bien. —Coincide con un asentimiento—. No creo que haya una ciudad más peligrosa que Nueva Orleans para alguien como ella. Supongo que... no habrá sido una decisión fácil para nadie. —Rebekah hubo de separarse de sus hermanos, y el bebé, de sus padres—. Pero hicisteis lo correcto.—Sin embargo, y aunque aquel fuera un buen plan, no era perfecto.

Lorcan y Alice encontraron a Rebekah sin dificultad. Accidentalmente, es cierto, pero sin dificultad. Quizá por eso no se extraña cuando la vampiresa confiesa que no son los únicos que la han encontrado. La noticia sobre la supervivencia de Hope podría empezar a propagarse en cualquier momento, y todos los sacrificios que hicieron hasta ahora no servirían de nada.

—¿Qué tienes en mente?—Le pregunta directamente, pues en realidad ignora por dónde puedan ir los tiros. Si hay algo que Alice pueda hacer por Hope, sin duda lo hará; aunque no se le ocurre el qué en aquellos momentos.

A día de hoy, Rebekah no sabría decir si había sido lo correcto, pero sin duda, si fue lo que les pareció más sensato en ese momento. Hope tan solo era una niña, un bebé que llevaba apenas unos meses en el mundo. Rebekah no era tan inocente como para creer que no llegaría el día en que su sobrina conociera lo terrible que podía ser, pero de lo que sí se aseguraría sería de que pasasen unos cuantos años antes de que eso sucediera.  

— No fue fácil, mi hermano y Hayley no tienen la suerte de poder ver crecer a su hija — la mirada de la rubia se ensombreció, aquel privilegio era algo del que solo Rebekah estaba disfrutando —. Han sacrificado algo tan importante y que solo sucede una vez en la vida para poder protegerla — y ahora ni siquiera estaba segura de si iba a funcionar. No cuando la seguridad de su paradero pendía de un hilo.

— La persona que me encontró... No representa ninguna amenaza — o al menos eso era lo que le decía su instinto. Freya... la hermana que perdieron y que ahora había regresado —. Sin embargo... Me advirtió sobre un peligro que estaba a punto de cernirse sobre nosotros... Sobre ella... — la mirada de la rubia se dirigió de nuevo hacia el carrito, donde se cruzó con la dulce mirada inocente de la niña.

— Ella no es la única persona que me está buscando... Y si me encuentran a mí, también darán con ella — negó con la cabeza, frunciendo el entrecejo. Ahora mismo Alice era la única a la que le podía confiar sus preocupaciones —. Y si eso sucede, temo no ser capaz de ser capaz de protegerla al estar aquí sola — dirigió su mirada hacia la otra rubia, tanteando el terreno —. Sé que mi hermano y tú habéis... Tenido vuestras rencillas... — por decirlo de alguna forma suave, claro —. Pero Lorcan y tú... Ahora mismo sois lo más parecido a unos aliados con los que puedo contar — y al final, de una forma u otra, también eran familia para la niña —. Confío en que vosotros también pondréis por delante la seguridad de Hope. Y puede que sea egoísta pedíroslo, pero sí, os necesito — porque de otra forma, Rebekah Mikaelson se encontraría completamente sola en aquella lucha.

Alice deja escapar un suspiro. Puede que Klaus no sea santo de su devoción —ni muchísimo menos—, pero sí conoce a Hayley y, en cualquier caso, Harlem puede sentir empatía. Ser padre es ser padre, ya seas un buen hombre o el mismísimo Klaus Mikaelson. Tener que separarse de su hija al poco de nacer, no debió de ser una decisión fácil para nadie.

Pero al menos podían tener la seguridad de que con Rebekah, estaría en buenas manos: es fuerte, elegante y sorprendentemente maternal. Haría lo que fuera por su sobrina, y además de alejarla del foco de peligro durante el tiempo que fuera necesario, le daría todos los cuidados que aquella pequeña princesa pudiera necesitar. —Y en el caso de muchos, ni siquiera una vez en la vida. —Técnicamente, ni siquiera Klaus y Hayley deberían haber podido concebir a Hope. Fue un milagro de la madre naturaleza.

Y aunque puede que no hubieran elegido ser padres, asumieron su papel con generosidad. Conscientes de que no podrían arriesgarse a tener a Hope cerca de ellos si aquello la ponía en riesgo.

Alice frunce el ceño, extrañada ante las palabras de Rebekah. —¿Un peligro? —Siendo justos, ¿cuántos peligros podrían estar detrás de Hope Mikaelson siendo hija de quién es? Incontables, seguro. Pero aquel peligro en particular debe ser especialmente fuerte si es que ha llegado a preocupar de aquella manera nada menos que a una vampiresa original—. Sí, bueno. —Suspira, encogiéndose de hombros—. Supongo que es una forma de decirlo. —Claro que catalogar de “rencillas” la masacre a su anterior alfa y a toda la manada, es todo un eufemismo—. Mira… lo que sucedió con Klaus es… insalvable. Lorcan tiene una opinión diferente de la mía... pero hay algo en lo que ambos coincidiríamos. —Comenta, desviando la mirada hacia la pequeña—. No es justo hacer a los hijos responsables de los crímenes de sus padres. —Al fin y al cabo… Hope no es más que un bebé. Casi una recién nacida—. Lo que sea con lo que tengas que lidiar... Nosotros te ayudaremos, Rebekah. Quizá como licántropo yo estoy más limitada —al menos más de lo que lo estaría un híbrido o un vampiro original—, pero puedes contar conmigo. —Es lo justo. Lo correcto —. ¿Qué necesitas de nosotros? —Si hay algo de lo que ya se puedan encargar, mejor será saberlo cuanto antes—. ¿Hay… algo que podamos hacer contra ese peligro?