«¿Gin? Gin, ¿puedes oírme?»

—Arya, ¡estoy aquí! —Apenas Gin ayuda a Hécate a entrar en el edificio, marchan directas a su objetivo: la bóveda de la Armería. Todavía puede escuchar desde dentro los gritos de socorro de la vampiresa—. Vamos a sacarte de aquí. —Le promete, volviendo entonces la atención hacia la bruja. La última vez que fue allí abajo con alguien —Velkan entonces—, no fue capaz de escuchar a Arya al otro lado. A decir verdad, ahora mismo poco le preocupa que Hécate tampoco sea capaz de hacerlo.

—Es aquí. —Le confirma con un asentimiento—. ¿Crees que podrás romper el sello? —La bóveda de la Armería fue sellada con magia y, aunque cabe pensar que debió haber un motivo para que aquel lugar fuera cerrado, tampoco le importa demasiado en estos momentos.

Van a liberar a Arya. Y van a hacerlo hoy...

...A menos que alguien esté dispuesto a impedírselo.

Ayudar. Bonita y estúpida perdida de tiempo. Exactamente cuando nos referimos a ayudar desinteresadamente.  Otras veces, como en esta ocasión, podía ser algo bastante provechoso para mí. Ayudar a la prima de Grace debería atribuirme cierto mérito que ayudase con mi propósito. Y ello que era lo que buscaba al ayudar a aquella mujer.  No me interesaba quien estuviese atrapado, tampoco el motivo u objetivo. Ni si quiera me importaban aquellas palabras atropelladas que ahora surgían con cierta desesperación de labios de Ashkore.

Por eso, tampoco me demoro en llegar al lugar indicado. Allí observo donde se encuentra el sello. Lo observo en silencio y cierro los ojos para apreciar la magia que este pudiese estar reflejando. Me tomo unos segundos para ello, segundos en que ignoro toda impaciencia producida por la contraria. Aquel sello era poderoso... una pena, que yo también lo fuese. Dejo ver una sonrisa que se tuerce al tiempo que abro los ojos. - Por supuesto. Te dije que lo rompería. Y eso haré. - Con lentitud alzo mi mano hacia aquel lugar, dispuesta a ejercer mi parte del acuerdo.

Muchas cosas han cambado, para Diane… descubrir ciertos aspectos de su pasada ha sido primordial en ese cambio. Y sin embargo, es quizás por eso por lo que ha dejado de esta pendiente tanto como lo estaba antes de las personas que estaban cerca de ella. Quizás, el no haber escuchado a Gin a tiempo, había propiciado aquel desastre.

La mujer, se había enterado de lo que su sobrina pretendía hacer, y quizás por ser más mayor comprende que hay secretos que están mejor guardados y no expuesto a la luz. Claro está, tampoco sabe el calvario que ha tenido que pasar la actual líder de la Armería escuchando aquellas voces. No, no lo sabe.

Peor por primera vez, puede que Diane y Gin no estén de acuerdo en algo y es responsabilidad de Diane intentar que su sobrina no desate un mal que si está encerrado después de tanto tiempo, es por algo. Aunque sabe que para eso, va a necesitar ayuda, y por eso se la ha pedido a Dylan, quien ahora avanza con ella por los pasillos hasta llegar a la bóveda.

— Gin… —susurra Diane nada más verla junto a aquella muchacha (Hecate) que parece ser partícipe de todo aquello—. ¿Qué estás haciendo Gin? —pregunta, antes de saltar a la defensiva. Sobrina y tía, siempre se han entendido bien, asique al menos por una vez espera que su relación le sirva para hacerla entrar en razón.

La bóveda, no debe ser abierta.

Voces...

Cuando Diane fue a buscarla para contarle lo que estaba sucediendo con Gin, no lo dudó ni un instante; tenía que ayudarla. Gin había estado para ella cuando perdió a Jax, evitando que hiciera alguna locura. Ahora era el turno de Dylan para devolverle el favor.

A toda velocidad, la cazadora siguió a la mayor por los pasillos hasta la bóveda subterránea; un lugar al que nunca se había adentrado hasta ese momento.

— Gin, espera — le pidió a la que consideraba una amiga más que una líder — Diane me lo ha contado todo. No creo que sea buena idea abrir esa puerta — expresó con preocupación. Su mirada se desvió al percatarse de que, junto a ella, se encontraba una mujer a la que no había visto antes —. ¿Y tú quién eres? — le preguntó a la extraña, mirándola con desconfianza.

Han sido descubiertas.
Descubiertas, demasiado pronto.

—Tía Diane... Dylan.—Gin vuelve el cuerpo por entero hacia las dos cazadoras. Trata de mantenerse tranquila y solemne —como se supone, debería verse una líder—, pese a que no se siente así en absoluto. No en aquellos momentos. No, sabiendo que Arya todavía sigue al otro lado.

Ashkore dirige una última mirada a la bruja. La decisión de Gin ya está tomada, pero cuando las centinelas sean conscientes de aquella, puede que no le den demasiado margen de opción. —Dad un paso atrás. Es una orden.—De algo tenía que servir ser la líder de todo aquel embrollo, ¿verdad?

Gin contiene el aliento.

—Lo siento.—Alcanza a pronunciar. Del bolsillo de su cinturón extrae una pequeña bomba de humo, útiles en momentos de distracción—. Hécate, ¡abre el sello! ¡Ahora!—Aprovechando los segundos de confusión, Gin echa a correr hacia la posición en la que recuerda a Dylan, tratando de abrazarla para inmovilizarla—. No te resistas, Avery. Será peor.—Y empieza a mover la cabeza hacia todas partes, en busca de su tía.

No consigue encontrar a Diane.

Alzo mi mano hacia aquel sello, pero el sonido de unos pasos acompañado de voces logra que detenga aquel movimiento a medio camino. ¿La líder de la Armería ni si quiera puede mantener alejados a sus propios subordinados cuando va a hacer algo a sus espadas? Nt nt nt, que decepcionante, una pena.

Sentimentalismo. Al parecer no son dos armeras cualquieras. No. Una de ellas es nada más y nada menos que el otro enlace que estudié junto a Gin. La tía de Grace. Diane. Adorable, una reunión familiar. Para que luego Grace diga que solo pienso en mí. Si ya soy como parte de la familia. Desgraciadamente, quizás eso me lleva a que no puedo matarla, herirla... quizás si. En cuanto a la otra...no hay nada en mi conocimiento que me retenga de quitarla del medio. - En esta ocasión. Solo trato de ayudar a una amiga. - Sonrío con cierta malicia antes de asentir a la mirada de Gin y alzar mi mano completamente hacia el sello para comenzar a romperlo.

Pero me da la impresión de que hay un motín en aquel lugar y las palabras de Gin no van a ser tenidas en cuenta. Niego para mí sin alterar mi expresión neutral y tranquila. Aquel teatrillo tomado por ataque no parece sernos de especial utilidad. Quizás, deba hacer algo para detenerlo. Y debo hacerlo ya. Mantengo estirada la mano con la que trato de romper aquel sello, pero sin titubear dirijo mi mano libre hacia donde se encuentran aquellas armeras. Con un movimiento de esta trato de que aquella niebla causada por la bomba de la Ashkore empiece a espesarse, causando pesadez en aquellas dos mujeres.

— No acepto la orden — respondió de inmediato. Era la primera vez que le llevaba la contraria a Gin desde que subió al poder —. Si lo ves conveniente, puedes echarme. Pero ahora mismo no te hablo como una subordinada, sino como una amiga — necesitaba hacer que la cazadora entrara en razón. Que parara aquella locura.

A pesar de los intentos de ambas mujeres, parecía que Gin tenía claro lo que iba a hacer. De un momento a otro, todo se lleno de humo y tuvo que cubrirse la boca con la mano cuando empezó a toser.

— ¡Por favor, Gin! — le pidió a su compañera, justo en el momento en que sintió sus brazos rodearla —. ¡No puedes abrir este lugar! ¡No sabes lo que hay al otro lado! — y el tema de las voces que Gin escuchaba, no le gustaba lo más mínimo.

Haciendo fuerza con ambos brazos, trató de deshacerse del agarre de su amiga para después, intentar empujarla contra la pared más cercana y así ser ella la que la frenase.

Vida: 150%
Dado 1 | Defensa: Deshacerse del agarre.
Dado 2 | Ataque: Intentar inmovilizar a Gin contra la pared más cercana.

Nadie en realidad sabía lo que se ocultaba detrás de aquella puerta, sellada precisamente por algo. Pero Diane, estaba segura, tenía fe en que si algo debía estar oculto con una magia tan potente, era sin duda porque era peligros. Algo de lo que debían guardarse las espaldas. Dylan, fue la primera en negarse a acatar la orden de Gin y Diane por su parte inclino ligeramente la cabeza, con cierto dolor en su mirada.

Ella tampoco podida obedecer aquella orden, pero no podía hacerle tampoco daño a sus sobrina—. Gin, no sabes lo que hay ahí dentro. Nadie lo sabe —intenta alegar nuevamente, convencerla quizás—. No hagas algo de lo que pueda arrepentirte —advierte antes de que aquella bomba sea lanzada. Con un suspiro pesado, Diane se echa hacia atrás y utiliza ese mismo humo para ocultarse.

Para ella, atacar a Gin no es una opción, pero tiene una mejor. Sin aquella bruja, no podrán romper el hechizo, asique, es tan sencillo como noquearla primero a ella, y ese humo, es algo de lo que piensa aprovecharse para acercarse por la espalda de la contraria y arremeter contra ella de forma directa, con la intención de agarrar su brazos y suturarlos a la espalda, retorciéndolos para inmovilizarla. Momento en el que aprovechara para asestar un golpe en la parte de su rodilla con intención de que la dónde y se arrodille, sometiéndola e impidiendo que habrá el sello con suerte.

Vida: 150%
Ataque doble (1/2)
Dado 1 | Ataque: retorcer sus brazos colocándolos tras la espalda. Valor del dado 75%.
Dado 2 | Ataque: asestar golpe en la parte trasera de la rodilla para someterla. Valor del dado 75%

Las miradas de Ashkore y Avery se cruzan una última vez mientras Gin deja escapar un pesado suspiro. No hay odio, rencor, soberbia o maldad en la mirada de Dylan, sino que parece francamente preocupada por la decisión que su líder haya podido tomar. Por desgracia, Gin se siente más que capaz de llegar hasta las últimas consecuencias si es necesario.

Al fin y al cabo, se trata de Arya. No puede limitarse a dejarla allí... Ni va a arrepentirse de sacarla de la bóveda.

—Tengo que hacerlo.—Gin siente que se ahoga pronunciando aquellas palabras. Es consciente de a lo que se arriesga, pero está dispuesta a correr ese riesgo. No tiene otra opción. Así pues, trata de inmovilizar a Avery sin demasiado éxito, mientras consigue vislumbrar —una vez el humo se disipa—, a su tía, enfrentándose a Hecate.

No debería haber dejado a la bruja sola. —¡No la hagas daño!—Le grita a Diane, casi desesperada mientras, después de sentir el frío contacto de la pared contra sus mejillas, utiliza su propio codo para golpear a Dylan y tratar de liberarse—. No me lo pongas más difícil.—En sus palabras se sobreentiende la petición. Intentaría volverse y utilizar un juego de pies para practicarle una llave y hacerla caer.

¿En qué momento las cosas se han complicado tanto?