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Se encontraron 25 resultados para Heimos

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Deimos T. EllsworthDom Feb 18, 2024 9:12 pm
Such horrible things

¿Improvisar? Sí y no.

O más bien… Depende de la ocasión. En situaciones «joyas» como ésta, lo recomendable es recurrir al arte de la improvisación. Porque de haber continuado con su planificación, Deimos habría enterrado el cuchillo en aquel menudo cuerpo una y otra vez, mutilando la carne hasta hacer fiesta con sus tripas.

—¿No te gusta desafiarte a ti misma, Heidi? Improvisar te da un mundo de posibilidades.—No hay límites, a diferencia de la planificación, la cual necesita seguir un orden para llegar al objetivo. Por supuesto, ninguna  tiene porqué ser mejor que la otra. Saber oscilar entre ambas en el momento correcto, resulta clave cuando se desea controlar el entorno de tu presa.

Aunque Heidi se lo pone difícil. Parece más que dispuesta a luchar por no convertirse en esa presa. La adolescente le sostiene la mirada, tal vez por orgullo, pero poco importa la razón. Fascinado por su reacción, Deimos no puede hacer más encargarse de saciar correctamente aquella mirada expectante.

—Tu umbral de dolor es alto.—No es una pregunta, sino una clara apreciación al observar el aguante de la chica. Y Deimos se deleita con ello, pues le abre un mundo de posibilidades con Heidi. Sin proponérselo, cada segundo que la bruja permanece orgullosa y negada a dejarse invadir por el terror, seduce más a Deimos. Ella lo empuja, le tienta a ir más lejos en aquel crimen que podría llevarlo a prisión.

«Lo preguntas... como si de verdad fuera a vivir mañana…»

—Solo tiras un platillo gourmet a la basura si su sabor no te convence.—¿Sucedería con Heidi? Todavía no lo ha decidido, necesita más de ella. Y sin embargo, cuando —empujado por la propia Heidi— devora la sangre mezclada con la delicia de sus pezones, Deimos se convence en el acto.

Y ahora, sintiéndose como si hubiese experimentado alguna especie de droga, sabe que nunca tendrá suficiente de ella.

Los gemidos incontrolables de Heidi se convierten en música para sus oídos, animándole a ser más feroz y descuidado. Como respuesta, Deimos sólo ansía enloquecerla de placer. A diferencia de las demás chicas —víctimas— a las que ha sometido de esa manera, Heidi lo está disfrutando al máximo y no se corta en demostrarlo con gritos de júbilo, reteniendo la cabeza de Deimos sobre sus pechos, atendiéndola tal y como su explosivo deseo lo requiere. Pero…

¿Qué es lo que verdaderamente quiere Heidi?

«Vamos... hazlo. Quiero sentirlo dentro de mí»

¿De verdad desea ser partícipe de una escena caníbal cuyo desenlace sea su inevitable muerte? Y entonces, lo entiende todo. La propia Heidi, altanera y orgullosa, no sabe lo que realmente quiere, por una sencilla razón… No conoce todos los placeres a los que Deimos le está sometiendo. La chica cree que encontrará en los minutos previos a su muerte, el máximo placer que se puede sentir, cuando la realidad es muy diferente. Deimos puede darle más…

Una aleación placer, dolor y diversión infinita, una mezcla de todo donde su naciente necesidad sexual y sus perversiones más oscuras sean satisfechas a la vez. Sin embargo, para eso la necesita viva, no dispuesta a obtener un final por su mano, sino…

Un nuevo comienzo.

Sabiendo lo que verdaderamente requiere ese ruego de su cuñada, Deimos hace un movimiento repentino y clava el cuchillo en la pared. Desliza sus manos por los muslos de Heidi hasta llegar a sus glúteos. La sujeta con propiedad y alza su cuerpo sin ningún esfuerzo,  acomodando sus piernas alrededor de las suyas. A pesar de que sus labios se hallan a un par de centímetros de distancia ni siquiera los roza. Unido a ella como uno solo, Deimos se gira y avanza hacia la cama, donde la arroja con brusquedad.

De pie, ensangrentado y con una mirada demente, Deimos sonríe de forma retorcida. Su propia entrepierna reacciona cuando sus ojos recorren la silueta femenina, la sangre sobre la piel nívea ha creado una extraña clase de belleza. Sus pupilas dilatadas de deseo miran con excitación lo que otros encuentran como aterrorizante y repulsivo.

Abalanzándose sobre ella, Deimos separa las piernas de la adolescente, sube cada muslo sobre sus hombros y hunde su rostro bajo la falda colegial. Su lengua tantea el terreno, y Deimos confirma sus sospechas: está más que húmeda. Sus manos se agarran de los muslos ajenos mientras su lengua caliente comienza a practicar todo tipo de perversiones… Con un par de lengüetazos, recoge la sangre caliente y fresca que brota cerca de la entrepierna ajena para luego devorar sus pliegues.

—Definitivamente, eres un platillo gourmet.—Susurra él, aspirando incluso el aroma que desprende aquella zona, una extraña combinación si le suma el olor de la sangre.—Déjame entrar, Heidi.—Sus palabras pretenden transformar todas las células del cuerpo ajeno en puro salvajismo. Quiere que la hermana de su mujer desee tenerlo ahí para siempre, y que ese deseo sea más fuerte que aquella incoherencia de asesinarse el uno al otro. Sí, si ambos desean volver a disfrutar de aquella sinergia, ese explosivo placer que ambos han descubierto en el otro, no tiene sentido pensar en el asesinato como último objetivo.

Deimos se abre paso con su lengua, no sin dificultad, invadiendo su intimidad hasta donde aquel cuerpo se lo permite. Quiere que Heidi lo desee más profundo, en aquel ángulo perfecto… Aquella posición tan sensual —al menos para la mente retorcida de Deimos— mientras su boca la degusta como si fuera el platillo gourmet más sabroso que se ha preparado en su vida.


SHIP: #Heimos

1994 • Noche • @Heidi C. Ellsworth
Kol T. MikaelsonSáb Nov 11, 2023 2:35 pm
THEY HIDE
IN THE SHADOWS
—¡ATRÁS!—Kol Mikaelson arremete a Heidi Ellsworth con tanta rapidez y fuerza, que al principio nadie habría podido asegurar que se trataba siquiera de alguien con aspecto humano. El vampiro original ha utilizado su super velocidad para apartar a Heidi de Kaleb —y por ende, impedir que la hoja llegue siquiera a rozar la muñeca de Davina—, golpeando su cuerpo con violencia contra unos contenedores, esperando que el impacto fuere suficiente para dejarla inconsciente.

Sabe que podría matarlos sin más, pero dos nuevos asesinatos de brujos a manos de un vampiro, pondría de nuevo a la mujer que ama con una diana en la espalda. Por ahora, se conformará con que ambos puedan huir.

De modo que, antes de que Deimos Ellsworth pueda tener tiempo de reaccionar con alguna clase de hechizo atroz, empuja y retiene el cuerpo del brujo contra una pared; sus colmillos se hunden sobre el cuello del hombre durante algunos segundos, y sólo se separa de la piel de su víctima para bramar—: ¡MARCHÁOS!—El grito se dirige a Davina, naturalmente, dirigiéndole una última mirada fugaz —teñida en rojo sangre—, antes de volverse hacia el brujo y proferir, de manera iracunda—: Tienes suerte de que no te pueda matar —lo hará esta vez, para protegerla—, pero la próxima vez que nos veamos, me aseguraré de desmembrarte antes de que puedas soñar siquiera con volver a tocarla.—Y, rezando por que Davina y Kaleb hayan tenido margen para dejar aquella calle atrás, Kol agarra el cuerpo del brujo por los hombros, apartándole de la pared unos centímetros para volver a hacerle impactar.

Su cabeza contra el duro cemento no soportaría mantener la consciencia.

La amenaza ha terminado... al menos, por ahora.


19 agosto • 22 pm • @Davina Claire + @Deimos T. Ellsworth
Heidi C. EllsworthSáb Nov 11, 2023 2:15 pm
THEY HIDE
IN THE SHADOWS
Es cierto que están asustados, y es cierto que el joven Westphall está haciendo lo posible por hacerse el duro, por demostrarse capaz de defender a su amada. Pero Heidi, perfeccionista por naturaleza —y en las materias que le interesan—, no va a conformarse con provocar un poco de pavor en sus víctimas, no.

Ansía oírles gritar... mucho antes, y muchas veces, previos a recibir su estocada final. —¿Pasta carbonara con cerebro?—Inquiere con la mirada brillante, pudiendo imaginarse la receta emplatada: espagueti fino y de la mejor calidad, con huevo, parmesano, cebolla... y materia gris en vez de bacon.—Estoy empezando a salivar...—Advierte, sonriendo de forma siniestra.—Creo que ya tenemos menú para nuestro aniversario, amor.—Está decidido. Sólo quedan unas pocas semanas, y el cerebro de Claire podrá conservarse bien en su congelador.

Sí, sí, en el congelador. ¿Dónde crees que Deimos Ellsworth guarda sus mejores ingredientes?

Iracundo y colérico, su marido termina por estallar contra el joven brujo, quien se sirve de pocos y muy torpes argumentos para impedir lo inevitable: la muerte segura de ambos. Cierto es que Kaleb no les ha hecho nada, pero... los daños colaterales existen, y eso es algo que hasta Uther Morningstar lo sabe. Por no hablar de lo evidente: una vez te conviertes en traidor, no hay vuelta atrás...

Y si apoyas a los traidores, te conviertes en uno de ellos.

La cautivadora y retorcida propuesta de Deimos deja sobre la mesa las escasas alternativas de Kaleb: o accede a perder voluntariamente su preciada mano, o habrá de cortársela a Davina. Riendo con emoción, Heidi sostiene el cuchillo mientras hace descansar la punta sobre el dedo índice de la mano opuesta, canturreando. —Qué será, será...—¿Qué elegirá?—Tic, tac, tic, tac. ¡Se acabó el tiempo, querido!—Sin dándole más margen para reaccionar, le agarra de la mano con fuerza para obligarle a sostener el arma.—Tómate tu tiempo, querido; así le dolerá más.—Le recomienda, rompiendo a reír de forma delirante.

El show no ha hecho más que empezar... o puede que esté a punto de terminar.


19 agosto • 22 pm • @Davina Claire + @Deimos T. Ellsworth
Davina ClaireLun Oct 30, 2023 3:25 pm
THEY HIDE
IN THE SHADOWS
—¡Ya suéltame!—Le exige a Heidi, apretando los dientes para evitar soltar algún quejido cuando ésta le jala el cabello. No puede negarlo: está muerta de miedo por las asquerosidades que escucha sobre tripas y desmembramiento… ¿Será que ha llegado el momento de pagar de verdad por lo que hizo a los brujos junto a Marcel?

De ser así, Davina preferiría a Kaleb fuera de esto.—¡No! Nadie pasará por encima de ti, Kaleb…—Davina le mira con expresión dura y niega con la cabeza en señal de advertencia. Pero el chico ya tenía un plan, apelar al temor que aquellos brujos podrían tener a Morningstar, temor a que así como los sacó de aquella casa de brujos locos, podría devolverlos si pisan en falso.

Davina se limita a alternar su mirada de uno a otro, esperando que el movimiento de Kaleb cause la reacción esperada. Si consiguen que los suelten, podrían tener una oportunidad de enfrentamiento, eso en el peor de los casos.

Pero el perturbado de Deimos parece decidido a asumir los riesgos. Entre sus depravados acercamientos y escalofriantes burlas, manifiesta un nulo interés por prestar atención a Kaleb. Y naturalmente, habiendo observado el dúo dinámico que conforma con su mujer, duda mucho que ésta le lleve la contraria. Davina niega lentamente con la cabeza cuando el uso de aquel cuchillo que blande Heidi se convierte en un especie de juego. Locos, desquiciados, degenerados… Davina se siente en la necesidad de actuar, poniendo su vida en riesgo. El problema es que no lo hará con Kaleb en medio.

«Ruégale a mi mujer que te corte la mano, o va a obligarte a tomar el cuchillo y cortar la de tu noviecita»

—¡NO! ¡NO! ¡Dejenlo en paz! Su problema es conmigo, no con él. ¡Kaleb no ha hecho nada! —Salvo fijarse en la chica equivocada. Una por la que parece dispuesto a dar todo, justamente lo que Davina no quiere.—¡Está bien, está bien! Haré lo que quieran, pero dejenlo libre. ¡No le hagan nada! —Ah pero, ni creas que en verdad se rendirá con facilidad. Aunque cada vez se aterra más, solo está fingiendo para conseguir que Kaleb quede libre, pero en cuanto tenga oportunidad les dará un poco de su medicina.

Incluso si debe ponerles ese cuchillo por la cabeza a los dos.



19 agosto • 22 pm • @Heidi C. Ellsworth + @Deimos T. Ellsworth
Deimos T. EllsworthDom Oct 22, 2023 9:31 pm
Such horrible things

No debería tomar en cuenta la opinión de quién carece de experiencia para sustentar la suya, pero a Deimos le resulta imposible desechar aquellas palabras. Y el hecho de que sean pronunciadas precisamente por una adolescente, no siente la necesidad de seguir refutando. Lo más probable era que Heidi devolvería un contraargumento sobre otro.

Y no, no quiere que aquello se convierta en una discusión filosófica.

«No necesitas nada de ella.»

—Las apariencias.—Con sinceridad, el poder y estatus no son imprescindibles para él, lo eran para su padre. Por eso arregló aquel matrimonio con una familia que podía sacar a la suya de la miseria social.—Un psicópata necesita herramientas para guardar las apariencias, eso siempre será fundamental.—Sí, se ha denominado a sí mismo como psicópata. Y lo hace tan tranquilamente… Como si estuviera hablando del clima.

Qué más quisiera Deimos no tener que recurrir a ello, pero si quiere conservar su vía libre para hacer y deshacer, debe hacerlo. Aunque no es su ideal de una vida perfecta. La verdad es que le encantaría liberarse por completo, vivir sin limitaciones… Pero nadie lo comprendería. Y lo peor, nadie le apoyaría.

Todos serían demasiado moralistas.

Aunque Deimos tal vez ha descubierto una interesante excepción: Heidi. La chica no tiembla de miedo cuando comienza a lacerar su piel, no emite un solo quejido… ¿Será orgullo? ¿Desafío? ¿O es que quebrarla será más complicado de lo que creyó?

Sea como fuere, Deimos no está acostumbrado a que no le supliquen por su vida, mucho menos a las torturas sin llantos. Aunque, por el comportamiento de la joven, esto no tiene pinta de que vaya a convertirse en un acto de tortura.

Y lejos de exacerbarlo, aquella actitud profundiza su interés.

Deimos contiene el aliento ante el gemido de placer ajeno, reacción que sí le ha sorprendido. Y para ser sincero, lo ha disfrutado. No debería seguir por ese camino, Deimos sabe que no… La chica es una adolescente, pero necesita saber más, necesita saber qué hará la morena si él continúa haciendo.. cosas impropias.

Y la respuesta no demora en aparecer.

Deimos entreabre los labios cuando Heidi acepta su mano de buena gana y comienza a lamer como si una mano ensangrentada fuese lo más placentero del mundo. Un gemido de placer escapa de sus labios mientras sus ojos siguen los salvajes movimientos de aquella lengua trabajando sus dedos, y luego se deslizan hacia la desafiante mirada de la chica. Una ola de excitación recorre su espina dorsal.

—Oh no, sé que serías capaz.—Asegura con voz ronca. De hecho no miente, sabe que lo haría.—Solo quiero ver quién es más rápido de los dos.—Porque si crees que Deimos no acabaría con la vida de Heidi sin pensarlo dos veces, estás equivocado. Nadie la extrañaría, a nadie le importaría si deja de existir. Y lo mejor: nadie sospecharía de él.

Sin embargo, sigue viva porque Deimos quiere saber hasta dónde es capaz de llegar.

«Y el juego... no ha hecho más que empezar.»

Mentiría si dijera que no le embarga una extraña ola de emoción y expectación. Y no lo juzgues, tú también quieres seguir avanzando hacia lo retorcido, prohibido y depravado. Pero Heidi le sorprende una vez más, porque no se decanta por tentarle con placer carnal, ella quiere más sangre. Y para ser una adolescente, posee una voz de dominio demasiado fuerte… Difícil de ignorar.  

Y aunque Deimos da la impresión de que seguirá sus instrucciones al pie de la letra —más por placer propio que por obedecer—, no es así. Su intención es ir más allá de aquellas puntuales órdenes… Sin imaginar que es la reacción que la chica desea propiciar. Deimos pudo haberlo advertido de no ser porque realmente se ha distraído, entre fascinación y el deseo de saciar su curiosidad.

Todo lo que quiere saber en este momento es cómo seguirá reaccionando Heidi.

Así que toma el cuchillo entre sus manos.—Quiero que lo disfrutes tú también.—¿Por qué debe hacerlo solo él? Eso sería tan… común y corriente. Y ambos han demostrado hasta ahora que no entran en ese grupo tan mundano.—Deja de hacer planes… Cuando acabe contigo, veremos si todavía te compensa darme muerte.—Esta es la verdad: nunca ha practicado esa clase de juegos con nadie más, al menos no quien los recibiera con agrado, totalmente consensuado. Esto es nuevo. Y en definitiva, no convierte a Heidi en una víctima.

Sino en su cómplice.

Y Deimos jamás ha tenido un cómplice.

Sin titubear, el brujo desliza la punta de la afilada hoja por los labios ajenos, siguiendo un camino lento por la barbilla, el cuello, la clavícula… Jamás había reparado en la suavidad de la piel nívea, ni en la figura de la chica. De un solo movimiento cortó la unión de aquella prenda oscura, dejando el pecho expuesto y a su merced. Deimos sostiene nuevamente la mirada ajena mientras continúa deslizando el arma blanca, esta vez causando incisiones más que superficiales en la piel. Al mover su mano de forma circular, la punta corta alrededor de uno de sus pechos; los hilos de sangre no solamente manchan la hoja, también el abdomen plano en trayectoria recta. Manteniendo el contacto visual, Deimos desliza el cuchillo hacia el lado izquierdo y repite el procedimiento, está vez presionando la hoja sobre un pezón, aunque sin cortar un solo centímetro… Sólo deseando provocar una reacción más placentera…

—¿Podrías vivir sin uno de estos? —Por supuesto que se imaginado cortándolo, mutilándolo a placer, aunque no precisamente para que se pierda.—Debe ser una exquisitez.—Sí, está diciendo que se lo comería en el sentido más literal, y su expresión no deja lugar a dudas.

Pero desviándose del libreto entregado, Deimos la toma por la cintura con propiedad y decide saciar otro tipo de placeres. Finalmente, después de dedicarle una intensa mirada a la joven, acerca su rostro a la zona lacerada. Y sin mayor dilación, pasa la punta de su lengua por el contorno de cada uno de sus pechos, saboreando cada herida de forma lenta, como si se tratase de un manjar. De un momento a otro, el sabor metálico en su boca parece insuficiente. Quiere más de ella.

Mucho más.

Deimos no piensa en las consecuencias de sus actos, solo reacciona. Desliza su ávida lengua hacia uno de sus pezones, y lo succiona. Primero suavemente, luego con más fuerza. Su boca lo suelta para tomar el otro y morderlo con locura.

Pero no creas que se ha olvidado del cuchillo. Deimos todavía lo sostiene en su mano, deslizándolo por el vientre hasta encima de la falda. Esta vez presiona más profundo sobre la entrepierna, sintiendo como la punta traspasa la tela y roza las bragas de la chica. Si ella mueve sus caderas un solo centímetro…

Game over.

O tal vez no. Tal vez la demente tenga un as bajo la manga. Deimos no lo descarta, y créeme que le encantaría averiguarlo cuanto antes.


SHIP: #Heimos

1994 • Noche • @Heidi C. Ellsworth
Deimos T. EllsworthLun Oct 02, 2023 1:27 am
THEY HIDE
IN THE SHADOWS

Davina Claire lloriqueando es música para sus oídos, sin embargo, no le presta demasiada atención. Lo hará más cuando saboree sus tripas bañadas en una de sus salsas gourmet, por lo que se centra al envalentonado chico. Deimos tiene pensado el castigo perfecto para un traidor como él.

Ha firmado su sentencia de sufrimiento al escoger a la traidora más grande de toda la ciudad como noviecita.

Aunque le divierte ver a su mujer tirando de los cabellos de la chica, Deimos reitera sus palabras:—¡Pero mi tesoro, míralos! Míralos como tiemblan. El chico casi se orina los pantalones cuando te vio, pero se hace el señorito valentía frente a su chica... ¡Qué romántico! —Se burla, acompañando las risas de su mujer con una estridente, gélida y ominosa. La entrada de su mujer ha sido excepcional y Deimos no se coarta de alabarla. Aunque no será quien para impedirle a su mujer ser más incisiva.—Veámos cuánto le dura…—Siniestro y retorcido, Deimos no piensa dejarlo ir, no cuando el muchacho ha abandonado su oportunidad tan solo por defender lo indefendible.

—¿Has escuchado eso, Davina Claire? JAJAJAJAJA.—Relame sus labios, sin apartar la vista de Kaleb. Acerca su boca al oído de la bruja de la Cosecha y le hace víctima de un susurro perturbador:—Mi mujer ha imaginado tu cabeza abierta en dos… Y yo me pregunto cómo sabrá horneada… Tu cerebro mezclado con mi pasta a la carbonara…—Seguramente has captado lo que intenta hacer: Deimos busca provocar pánico en Kaleb a través de Davina. El brujo del Garden comienza a mordisquear la oreja ajena, lame su lóbulo de manera lasciva.

Sujeta la nuca de Davina con fuerza, y con su mano libre saca su propio cuchillo de su bolsillo. Más pequeño que el de su mujer, es verdad, pero no significa que sea menos letal.

—¿NADA? ¿NADA? ¡SIEMPRE SERÁ UNA TRAIDORA PARA NUESTROS AMADOS ANCESTROS!—Se altera repentinamente, encolerizado. Por supuesto que Davina Claire ha hecho mucho, demasiado en contra de su propia gente… Lo pagará con su vida. Pero, Kaleb insiste en hacerse el héroe.—Entonces mi mujer te cortará algo más que la mano.—Si han de pasar por encima del cadáver del muchacho que así sea…

Sin embargo, el chico tiene un as bajo la manga, o al menos cree tenerlo…

Ni siquiera Uther Morningstar puede controlarlos... Por completo.

Pero decidido a seguir con los juegos mentales en medio del baño de sangre, Deimos abre los ojos alarmado, buscando la mirada de su mujer.—¡AMOR, AMOR! No quiero dejar de ser el rottweiler de Morningstar, no lo soportaría.—Teatraliza.—No volveré a Fauline… ¡NO! Ni muerto.—La fingida expresión de terror de Deimos se transforma en sadismo y crueldad pura:—Si el muchacho lo pide por su propia voluntad, no seremos culpables más que de hacer sus deseos realidad, ¿cierto, amor?—Plantea entonces, revelando una acción aún más retorcida. Ladea la mirada, esbozando una sonrisa torcida.—Ruégale a mi mujer que te corte la mano, o va a obligarte a tomar el cuchillo y cortar la de tu noviecita.—Deimos toma la muñeca de Davina y la expone, lista para que el muchacho tome una decisión.—¡Escoge! O vas a ver a Davina pedirme que le haga cosas mucho peores. —Tan solo para salvarlo… ¿Qué vale más para el joven brujo?


19 agosto • 22 pm • @Davina Claire + @Heidi C. Ellsworth
PNJ (1)Mar Sep 19, 2023 12:02 pm
THEY HIDE
IN THE SHADOWS
«Niño malo, niño travieso…»

¿Acaso puede haber alguien más inquietante y peligroso que Heidi Ellsworth? Pues sí: su marido, Deimos. Kaleb tensa la mandíbula, reconociendo al brujo cortándoles el paso. Puede que en otras circunstancias se hubiera dejado intimidar por el descerebrado Deimos, pero no puede permitírselo ahora: no delante de Davina. Envalentonado y consciente de que tendrá que velar por ella, Westphall levanta y sostiene la mirada hacia el enemigo, cual muro de contención.

Las cosas están a punto de ponerse muy feas.

—¡No la toques!—La amenaza del brujo es muy clara, por lo que Kaleb tiene que limitarse a apretar sendos puños y permanecer inmóvil, consciente de que han quedado por completo a su merced.—¿Qué demonios queréis? ¡La chica no ha hecho nada!—O al menos, nada recientemente. Los pecados de Davina Claire fueron perdonados en el instante en el que fuera recibida nuevamente en el aquelarre.—Antes de hacerla daño, tendréis que pasar por encima de mí.—Les advierte, severo, utilizando la única herramienta en su favor que aún le queda.—Y después, tendréis que decidir cuál de los dos le dará una excusa convincente a Uther Morningstar.—Les recuerda, desviando la mirada de uno a otro entre el matrimonio Ellsworth.—Sí.—Les recuerda.—Los dos sabéis su opinión sobre el asesinato de otros brujos. ¿Y no sois algo así como sus rottweilers? Todo el mundo sabrá que fuisteis vosotros, y ni siquiera el Regente podrá impedir que volváis a ser encerrados en Fauline.—¿De verdad están dispuestos a correr el riesgo?

Y, de ser así, ¿por qué?


19 agosto • 22 pm • @Davina Claire + @Deimos T. Ellsworth
Deimos T. EllsworthJue Sep 14, 2023 9:16 pm
Such horrible things

Reflejada en su viva mirada y en el forecejeo de su cuerpo intentando escapar, la fiereza de Heidi se presenta como un espectáculo divertido. Es tan diferente a Harlow, llena de vida y energía. Aunque también, inmadura y sin aparente rumbo. Por desgracia, si sigue así, toda esa vivacidad y potencial caerá en saco roto.

Por supuesto, todo aquello en el hipotético caso de que Heidi Ellsworth sobreviva esta noche.

—¿Qué vas a saber tú del amor? Estás tan llena de odio que no hay lugar para entender ese sentimiento, mucho menos la diferencia entre ambos.—No es un reproche, no le juzga. El desprecio que sentiría cualquier persona normal no llega a las facciones del rostro de Deimos. En su lugar, sus ojos se llenan de placer y lo demuestra saboreando cada palabra.—No necesitas ser fuerte para arrebatarle todo, solo debes saber aprovechar todas las oportunidades.—Aunque no las haya contemplado con anticipación. Deimos parece un maestro enseñando a su nueva alumna, aunque seguramente Heidi no lo percibe de esa manera.

Porque es ella quien hoy le enseñará una lección. Quien le abrirá un mundo lleno de posibilidades.

La sonrisa maquiavélica de la morena era la primera señal… Sus ojos la recorren hasta el último detalle, demasiada maldad para un cuerpo tan frágil. La última vez que vio un gesto similar fue en el espejo…

En su propio reflejo.

«Elegiste casarte con una mujer sin sangre en las venas»

Repentinamente, deja escapar una carcajada siniestra.—Nunca me has visto detenidamente, ¿verdad, Heidi?—Se siente a punto de retirar la careta de su rostro.—Soy yo quien tiene sangre en las venas… Y en todas partes.—Manchando sus manos… No obstante, no aclara más esas últimas cuatro palabras.—No necesito eso de Harlow.—Sin embargo, mentiría si dijera que una parte suya no ansía liberarse y compartir esa liberación con alguien más.

Pero a veces, estamos tan cerca de lo esperado que somos incapaces de identificarlo y tomarlo.

«Quiero saber… cómo eres por dentro.»
«¿A qué sabe un hombre encorsetado en desazón y desgracia… hasta que la muerte lo libere?»

Los pervertidos pensamientos de Deimos viajaron hasta lo literal. Sin embargo, tan pronto ocurre, el brujo piensa erróneamente que su interlocutora es una más del montón que no comparte su visión. Hasta que Heidi le demuestra que está completamente equivocado.

Y eso le hace sentir genuino interés. ¿Acaso también excitado?

Entonces Deimos, recorriendo la enloquecida mirada de Heidi, decide tomar riesgos. Suelta las muñecas ajenas lentamente y sin romper el contacto visual, se agacha y toma el cuchillo por el mango, lo desencaja en el proceso.

—Todavía… Puedes… Hacerlo.—Le incita, asomando en su voz, un tono macabro y demente a medida que le desliza la punta del cuchillo por una pierna, ascendiendo lentamente por la media de colegiala.—Si sabes hacerlo, un corte limpio… Debería bastar. Usa magia para ampliar su fuerza, eso siempre funciona —la punta sigue su camino, cortando la piel nívea muy ligeramente, dejando a su paso un hilo de sangre—, te permitirá abrir mi cerebro en dos —El brujo se va incorporando a medida que la hoja afilada del metal se acerca a la entrepierna femenina por debajo de la falda del uniforme—, y ver qué está tan dañado como el tuyo.—El recorrido de su mano empuñando aquella arma se detiene antes de llegar a una zona de mayor intimidad.

Gotas de sangre manchando la blanquecina piel caen sobre el zapato de la adolescente… sobre el suelo. Manteniendo aquel siniestro contacto visual con Heidi, Deimos acerca la hoja de metal a sus labios y lame el líquido bermellón. Acto seguido, coloca el cuchillo de vuelta en la mano de su interlocutora.

Si crees que Deimos no se ha dado cuenta de que su cuñada parece tentarlo, es que no has prestado atención.

—Sé lo que intentas.—Deimos le ha descubierto en el juego. Un juego bastante descuidado. O tal vez de eso se trata. De que él lo capte con facilidad.—Y si querías excitarme, felicidades.—Aquel intento de asesinato se ha convertido en algo más retorcido, morboso e inesperado. Inserta su mano derecha entre la pared y la espalda ajena para retener el cuerpo contra el suyo. Por otro lado, su mano libre se cierra sobre la hoja afilada de metal. Aprieta, causando un corte considerable en su piel.—¿Y ahora qué? ¿Vas a seguir jugando?—Le tienta, haciéndole frente a la demente chiquilla que ha pretendido asustarlo.

Soltando el cuchillo, Deimos acerca su pulgar ensangrentado al labio inferior ajeno. No sólo desliza su dedo sobre él, sino que intenta abrirse paso entre ambos labios.

SHIP: #Heimos

1994 • Noche • @Heidi C. Ellsworth
Heidi C. EllsworthSáb Ago 26, 2023 12:50 pm
Our animal impulses
No civilizing hides
«Si hay algo que no me arriesgaría, tesoro...»

Y Heidi, muy a su pesar, no puede sino darle la razón. Porque no son necesarias las aclaraciones: sabe que habla del único lugar en el que la desquiciada bruja sintió miedo de verdad. Aquel lugar en el que su ya desequilibrada mente, terminó por romperse… para siempre.

La Casa Fauline.

Tuvieron suerte la última vez: Uther Morningstar pasó por alto cada una de sus indiscreciones con tal de asegurarse su libertad y por ende, su lealtad. Sin embargo, y aunque ahora Heidi se debe por completo al señor M, no tiene claro que vuelva a apiadarse de ellos si se exponen en demasía una segunda vez.

La decepción es algo que se paga caro. Al menos, ante Uther Morningstar.

La señora Ellsworth deja escapar una risilla maquiavélica mientras las fauces de su marido alcanzan su cuello, como la bestia que atrapa a una presa que no se desea liberar. —Siempre me delatas tan deprisa…—Y hace un mohín, mas sin perder la sonrisa. Es cierto: los castigos son la parte favorita de Heidi en sus retorcidos juegos. Pero, por una vez… hubiera deseado no darle la razón, para poder pasar a la acción.

Necesitan… diversión.

—Ni te creas que no pienso anotar eso en mi wishlist.—La mayoría de mujeres tienen listas de deseos con su ropa de marca soñada, los viajes o experiencias que quieren vivir antes de morir, o los caprichos que anhelarían recibir en Navidad. La lista de deseos de Heidi incluye sangre, muerte y diversos nuevos métodos de tortura, aún por probar.

Y ahora, un @Virgil Varleux desangrado y sin cabeza acaba de entrar catapultado y directo a aquella wishlist.

Sin embargo, es otro el nombre que Deimos tiene en mente.

«Davina Claire.»

—¡La niñita de la Cosecha!—¡Pues claro! ¿Quién, si no ella, ha confraternizando más abiertamente con el enemigo? Y actuando en favor de Palax, ha expuesto su camaradería. Un blanco vulnerable y perfecto.—¡Hagámoslo! ¡HAGÁMOSLO, amor! Se acerca el verano —añade, como si no viniera al caso—, ¡y será tú perfecto ingrediente estrella!—Ensalada de ventresca sazonada en Davina Claire.

La boca se le hace agua sólo de pensarlo.
Es la hora de tramar un plan.

SHIP: #HEIMOS

26/04 • 22:00 • @Deimos T. Ellsworth
Heidi C. EllsworthSáb Ago 26, 2023 12:49 pm
THEY HIDE
IN THE SHADOWS
—¿Que me aleje? ¡Ah, niñita! ¡Tan dulce y valiente!—Se ríe, descontrolada y desquiciadamente.—¿Y qué me harás si no lo hago?—No pueden huir, no pueden resistirse.

Aquel maquiavélico juego no ha hecho más que empezar.

—Oh, ¿de verdad lo crees?—Deimos la felicita y Heidi sonríe, emocionada, aunque no hay mayor crítica en su proceder que ella misma.—No lo sé —chasquea la lengua, dubitativa—, creo que aún debo mejorar la entrada. Algo más... agresivo y siniestro, tal vez.—La mano de Heidi busca deslizarse por el cabello de la joven Davina Claire, agarrando sorpresivamente los mechones, con fuerza.—¿Tirarle del pelo, podría ser?—Y tira un poco más, obligando a que su oreja termine apenas a unos milímetros de los labios de Heidi.—Una declaración de intenciones espectacular para lo que vendrá después.—Pero aún hay tiempo para jugar, ¿no crees?

De modo que Heidi, les deja hacer.

Su marido, no contento con cortarles el paso, toma a la bruja como rehén, asegurándose así de que Kalebcito no haga ninguna estupidez.

—¡Diablos, no!—Grita, horrorizada... antes de romper a reír.—¡Esa he sido yo! JIJIJIJIJI.—¿Que si se ha imaginado a Davina Claire mutilada, desmembrada o sin tripas? Varias veces al día, desde que Deimos dejó sobre la mesa su propuesta: marchar a por todos aquellos que alguna vez fueren importantes para Héctor Palax... empezando por ella.

—De aquí no se va nadie.—Sentencia, mientras saca de su chaqueta un afilado cuchillo. Los hechizos son muy útiles en batalla, pero el matrimonio Ellsworth prefiere algunas cosas a la vieja usanza.—¿Por quién empezamos?—Le pregunta a su marido, mientras la mirada de Heidi se vuelve hacia el muchacho; la lengua de la bruja recorre demencialmente la hoja del cuchillo, amenazando con cortar la carne en cualquier momento.—Quiero cortarle la mano.—Así pagaría por haberla empujado.

Y así abrirían también, la veda a la sangre que se derramará esta noche.


19 agosto • 22 pm • @Davina Claire + @Deimos T. Ellsworth
Davina ClaireJue Ago 24, 2023 11:42 pm
THEY HIDE
IN THE SHADOWS
Davina se siente bien con Kaleb, de hecho, muy bien. Le hace reír, también le trata de maravilla. El brujo es lo más parecido que tiene a una herramienta para evadir su realidad, y sobre todo, su pasado...

Sus sentimientos por Kol Mikaelson, todavía arraigados en su corazón.

Ha pasado exactamente un año desde que el original le rompió el corazón, doce meses desde que su primer chico —en todo los sentidos— dejó de ser su mundo, el centro de su vida. Y también, su protector.

Empujándola a ser carne de cañon para otros que en el pasado se lo hubieran pensado dos veces antes de atacarla. Sin embargo, esto nunca incluyó al matrimonio Ellsworth. Desde que Davina ayudó a Marcel Gerard contra los brujos de la ciudad, estuvo condenada.

—Heidi.—Susurra, entrando rápidamente en un estado de alerta máxima. Su corazón palpita de forma acelerada, pero no le presta atención. Cree que si lo hace, aumentará su pánico. No obstante, nada de eso importa cuando Heidi invade su espacio personal.

Davina se queda paralizada, respirando el aliento de la horripilante mujer. Por fortuna, la intervención de Kaleb le despierta.

—¡Déjalo en paz! Aléjate de nosotros, Heidi.—Le advierte, esforzándose por usar su tono envalentonado. Sin embargo, pierde toda fuerza cuando se da cuenta al mismo tiempo que Kaleb de la abrumadora realidad…

Heidi no está sola. Nunca lo está.

—¡NO! ¡Kaleb! ¡Vete de aquí! —Invadida por el miedo cuando Deimos le toma por el brazo, Davina le pide a su novio que se vaya, necesita que esté a salvo. Como si no fuese consciente de lo que le está pidiendo….

Dejarla sola, a merced de ese par de dementes pervertidos.



19 agosto • 22 pm • @Heidi C. Ellsworth + @Deimos T. Ellsworth
Deimos T. EllsworthJue Ago 24, 2023 11:00 pm
THEY HIDE
IN THE SHADOWS

Un mórbido entretenimiento, adrenalina y emoción recorriendo su espina dorsal al cien por ciento… Deimos no puede dejar de sentir todo eso al observar a su mujer junto a los críos, los polluelos reaccionando ante la maravillosa dosis de intimidación de la morena.  

Pasa la punta de su lengua por los labios, pervertido. Deimos los observa con atención, por detrás. No es que haya demasiada carne para usar la receta egipcia que tanto le gusta a su mujer, pero Deimos se encargará de hacer lo mejor posible… después de todo es un profesional de la cocina. Algo se llevarán de ambos y será hoy.

Los han vigilado por meses. Darles tan solo un buen susto sería tiempo perdido. La amplia sonrisa de Deimos desaparece para contemplar a Kaleb con un par de ojos llameantes por empujar a su mujer.

—Tsk, tsk, tsk.—Chasquea la lengua al negar con la cabeza en señal de desaprobación. —Niño malo, niño travieso…—Su voz es tan infantil como tétrica, hecha para forzar a cualquiera a desobedecer.—Esta juventud de hoy día no respeta a sus mayores…—Con los ojos anclados en Kaleb, intimidante y demente, avanza algunos pasos con la intención de obligar al chico a retroceder.

La figura de Deimos era una mezcla de un cúmulo indescriptible: snob como todos los del Garden, dueño de una demencia teatral, un susurro pervertido que te cala hasta los mismísimos huesos… Hecho para cazarte, paralizarte…

—¡Lo hiciste de muerte cariño! ¡Mira sus caras! ¡Hasta a mí me asustaste! JAJAJAJA.—Felicita a su flamante mujer, un retorcido giro de la naturaleza tan alucinante como él mismo.—Si te mueves un milimetro —comienza a formular su amenaza a medida que se hace con la muñeca menuda de Davina Claire—, mi mujer le sacará las tripas en menos de lo que tardes en pestañear.—Amenaza Deimos con serenidad al tiempo que tira de Davina Claire y la abraza por detrás.

—Mi amor, ¿crees que el chico se ha imaginado a su novicieta mutilada…—sin terminar de formular la pregunta, Deimos sonríe a Heidi, una sonrisa cómplice y macabra— o con la cabeza pinchada en un palo? —Tic tac, tic tac. ¿Cuál será la respuesta más divertida?



19 agosto • 22 pm • @Davina Claire + @Heidi C. Ellsworth
PNJ (1)Sáb Ago 19, 2023 10:09 am
THEY HIDE
IN THE SHADOWS
Créeme: jamás se ha llevado a engaño.

Kaleb Westphall es más que consciente de que su noviazgo con Davina Claire no es más que un parche: habiendo prácticamente solapado sus últimas relaciones, sabe que la joven bruja aún siente algo por su ex pareja. El proceso natural de duelo aún no ha sido superado, y aunque no puede evitar sentirse algo herido en el ego, Kaleb está aprendiendo a ser paciente.

La chica le gusta de verdad.

Si tiene que esperar para que ella sienta por él lo mismo que él siente por ella... entonces, esperará.

Lo que, desde luego, no pensaba para aquella cita —una de aquellas que empiezan a ser tan habituales—, es que terminase truncándose ante la inesperada aparición de Heidi Ellsworth. —Heidi.—Conoce tan bien como Davina a algunas de las figuras más emblemáticas entre los brujos de Nueva Orleans: sabe que lo mejor que puede hacer con la mujer, es seguirla la corriente hasta que se aburra... o marcharse antes de que la situación se tense aún más.—Apártate.—En un gesto brusco, Westphall propina un manotazo a la bruja para que deje de agarrarlo, y se vuelve hacia Davina, tomándola de la mano.

Sea lo que sea que aquella mujer haya venido a buscar, no se lo van a conceder. —Daremos un rodeo.—Sin embargo, cuando da media vuelta, dispuesto a volver sobre sus pasos para tomar un desvío... se encuentran a su espalda al segundo miembro del dúo dinámico.

Deimos.

El pulso del joven Westphall se acelera. Todo el mundo sabe que, cuando los Ellsworth salen de caza... lo hacen siempre juntos.

Esta noche, su presa son ellos.


19 agosto • 22 pm • @Davina Claire + @Deimos T. Ellsworth
Heidi C. EllsworthSáb Ago 19, 2023 9:57 am
THEY HIDE
IN THE SHADOWS
Desde hace algunos meses, Kaleb Westphall y Davina Claire tienen su propia rutina. Por lo menos dos veces a la semana, el brujo es quien pasa a buscarla al territorio de Marcel para pasar la tarde juntos. Algunas veces, se acercan al Barrio Francés; la mayoría evitan los grandes focos de la ciudad, como temiendo estar siendo observados cuidadosamente por las alimañas al servicio de Uther Morningstar, a la espera de hallar las pruebas suficientes para darlos por expulsados del aquelarre.

Un temor fundado.

Porque, de entre todas las alimañas, desalmados y fanáticos a favor del nuevo Regente, los Ellsworth son los peores. Y, sin descanso, han vigilado a la pareja de tortolitos el tiempo suficiente… no para buscar pruebas, sino para servirse de sus propios métodos.

Más sangrientos, sí, pero también, mucho más rápidos.

Se encuentran a tres manzanas de la mugrienta nave en la que Marcel Gerard y los suyos se esconden como ratas. Lo suficientemente cerca como para que ambos hayan bajado la guardia… Pero aún lejos como para que Marcel termine siendo alertado por los gritos.

Nadie podrá ayudarles.

Y, cuando Kaleb y Davina vuelven la esquina de su recorrido habitual, Heidi espera que ambos lo sepan.

Apoyada sobre el muro del edificio contiguo con expresión impaciente, la bruja sonríe repentinamente al verlos aparecer. Les estaba esperando. Ese es el gran problema de los chicos buenos: son tan predecibles que sus planes fácilmente pueden ser estudiados por cualesquiera matrimonio de psicópatas.

—Oh, pero mira a quiénes tenemos aquí. ¡La pareja del año!—Exclama, emocionada.—Mi querida Davina, empezaba a temerme que fueras vampirosexual.—Invasiva y sabedora de estar incomodando, toma a la joven bruja del brazo para estrecharla contra su cuerpo en un gesto más violento que cariñoso.—¡O no me digas que tú noviecito tiene un par de colmillos ahí escondidos, EH! ¿Qué me dices, Kalebcito?—Añade, volviéndose hacia el brujo y tomándole del mentón, dispuesta a practicarle la revisión dental por sí misma.

Esto será divertido.

19 agosto • 22 pm • @Davina Claire + @Deimos T. Ellsworth
Deimos T. EllsworthSáb Ago 12, 2023 4:26 pm
Our animal impulses
No civilizing hides
Pueden sí. Su mujer está en lo cierto, relativamente. Heidi y Deimos, dos turbias tempestades que han llegado a la ciudad junto a Morningstar para arrasarlo todo a su paso, pueden —y son capaces— de hacer lo que quieran. Desde infundir temor con su sola presencia o sacar los corazones de tus hijos mientras duermen para convertirlos en un delicioso plato gourmet que seguramente, te obligarían a degustar.

Pueden hacer eso y más. Sin embargo, si muestran tal descontrol sin asegurarse primero de que, su candidato se convierta prácticamente en el jefe de la ciudad, su reino del terror acabaría en un santiamén.

—Si hay algo que no me arriesgaría, tesoro, es a privarnos de divertirnos.—No volverán a la Casa Fauline, Deimos se encargará de eso. Por todos los Ancestros que no volverán. Ese nunca fue lugar. Después de todo, es un lugar para todos aquellos rotos por la magia. Y, su mujer y él están tan cuerdos como cualquiera. La única diferencia es que no esconden su perversión, su retorcida oscuridad. Sino que hacen gala de ella.

—No, no es cierto. Lo amas.—Deimos hunde nuevamente su cara en el cuello ajeno, lo muerde estirando levemente la piel con los dientes.—Porque sabes lo que te hago cuando te gano teniendo razón.—Bromea con su mujer, pasando la punta de su lengua por donde le ha dejado marca con la mordida.

Si fuese por él, se la comería completa —no como lo hace habitualmente—, sino en todo el sentido más literal de la palabra. Heidi sería su platillo favorito, pero entonces no gozaría a diario de su compañía e ideas retorcidas... Y su mujer es irremplazable.

—Me lo demuestras cada día.—En muchas ocasiones, debe admitir. Como cuando se convierte en testigo de la muerte de desconocidas jovencitas, humanas insignificantes. Como cuando le anima a posar su mejor ángulo sobre sus cadáveres para sacarle las mejores fotos...

Ni siquiera necesita que Heidi le diga que lo ama, aquello es amor puro y duro.

—Varleux habría sido encantador, siempre me pregunté cómo se habría visto con ese cabello rojo vivo en vez de blanco aburrido, lo habríamos conseguido con uno de tus BAAAAAAMse lleva su mano a la cabeza en forma de revolver y hace una mueca grotesca de cómo saltarían los ojos de las cuencas y se deformaría la cara, se ríe de forma lenta y tétrica. Su rostro se vuelve repentinamente serio, con la expresión de un maldito sádico asesino en serie...

—Davina Claire.—Inspira profundamente sobre el cabello de su mujer.—Quiero que juguemos con ella antes de poseer su cuerpo por completo.—Y con poseer, Heidi sabe muy bien a lo que Deimos Ted Ellsworth se refiere.—Es tan dulce y orgullosa a la vez que... Quiero bajarle los humos. Además, tenemos una deuda pendiente con ella por lo que nos hizo junto a Marcel.—Y Deimos quiere incluirla en su álbum especial de fotos.


Ship escribió:#Heimos

26/04 • 22:00 • @Heidi C. Ellsworth