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Alec H. DamgaardMiér Mar 27, 2024 1:24 am


It’s all in
your eyes


«... y olvidas que esa vez yo nos salvé a los dos.»

No hizo falta que Lucretia dijera algo más allá de esas palabras mágicas para que Alec decidiera no seguir por ese camino. No valía la pena volver a hacer mención sobre lo sucedido en Edén, directa o indirectamente, de cualquier manera Lucretia se las arreglaría para dejarlo como un inútil.

—Ahora me comparas con Cancún. —Su expresión facial tensa. No me malinterpretes, le agrada su buen amigo y mentor, sin embargo, no le hace gracia la comparación. Su risa es ruidosa pero sin alegría, más bien llena de amargura y resignación.—¿Sabes? Siempre te superas. A veces no sé si solo quieres llamar mi atención —y se aseguraría de que así fuese, insultándolo—, o es que en verdad me odias.—Y Alec cree que jamás obtendría una respuesta genuina, Lucretia siempre ha preferido mantenerlo envuelto en un jueguito de misterio innecesario.

Y aunque en ocasiones, él mismo ha alentado tal juego, siente que después de hoy ha llegado a su límite.

«Crees que utilizo a Elijah para ganar.»

Pone los ojos en blanco.—¿Creo? —Y vuelve a reírse porque imposible tener otra reacción.—No, Lucretia. No simplemente lo creo. Lo que está a la vista no necesita anteojos.—Y está seguro de que no exagera. De hecho, está convencido de que cualquiera en su lugar lo habría pensado al verla salir de ese despacho.

En sus refulgentes ojos, llenos de acusación y desafío, se muestra la ira y frustración de un hombre celoso.  

—Oh, ¿no eres capaz de traspasar el muro invisible? Uy perdona, te creía muy apta para todo.—Se apresura a decir con una sonrisa sarcástica en cuanto observa a la vampiresa golpear la pared invisible.

«¿Acaso tú quieres volverme loca?»

Abandona con rapidez el sarcasmo en su voz para corresponder con una rabia similar.—¡Sí! ¡Es lo que quiero! ¿Qué vas a hacer al respecto? —Alec no retrocede al verla fuera de sus cabales, sino que se planta firme frente a ella con un desafío en su semblante.—¡Claro que lo hice! —Exclama expresivo como si fuese lo más obvio del mundo. Por supuesto que le advirtió muchas veces a Eleazar que Lucretia era un peligro para todos, y no fue sin razón.—Eres demasiado impulsiva.—¿Tiene que seguir enumerando todos los motivos?

«¿Crees que me he ganado mi posición follándome al jefe? Eso es lo que crees, ¿no es cierto?»

Ante la insistencia de la vampiresa, Alec no mide sus palabras:—Debió ser una gran decepción para ti que Amélie y Eleazar te desplazaran después de haberte esforzado tanto. Pero oye, míralo de la mejor forma, te acostaste con un Original, es mucho más de lo que otras pueden presumir.—Y Alec no piensa ni por un minuto que se está pasando de la raya, no. Solo cree que le hace honor a la verdad, pronunciándola clara y firme.

Se convence de que no le importa herirla. Y lo hace porque ahora entiende que jamás sería suficiente para ella…

En ningún sentido.

Recibe un insulto tras otro como golpes de esos que esperas en el mentón en alto, creyendo que son impulsados porque ha herido la vanidad de aquella mujer. Sin embargo, cuando se da cuenta, su cuerpo también ha respondido: Alec ha avanzado unos cuantos pasos hacia Lucretia, cortando considerablemente la distancia entre ambos, arrinconándola contra la pared.

«Ni siquiera sé cómo…»

—¿Cómo me soportas? —Su tono de voz cambia drásticamente a un tenue susurro. Siente su cuerpo todavía ardiendo por la rabia.—Cuando sepa cómo es que todavía soporto esto —la recorre con la mirada brevemente—, te pasaré el dato.—Y no, al decir verdad, no se refiere a soportar a Lucretia, se refiere más bien al hecho de soportar está situación entre ambos. Pero no lo iba a aclarar, ¿no es cierto?

¿Porque aclararía que miente cuando dice que no soporta a una mujer que le desprecia abiertamente?


SHIP escribió:#LUCRALEC



PNJ (1)Vie Mar 22, 2024 10:39 pm
HEAR MY LYRICS
TASTE MY VENOM
Dejando escapar un suspiro con expresión aburrida, Prudence rueda los ojos. No nos engañemos: la vida en el Otro Lado no es lo que se dice demasiado demandante, pero los servicios de aquella bruja tienen un precio, y su tiempo también.

Por más que lo tenga de sobra.

De modo que, frunciendo el ceño, concede a los vampiros unos breves segundos de discusión e intimidad, antes de carraspear sonoramente, como queriendo recordarles que aún está allí.. —¿Y bien, pareja?—Concluye, arqueando una ceja.—Mi vida a cambio de la resurrección de vuestra amada Giza... o vivir cientos de años más sin resolver la dura incógnita. ¿Qué será?—En sus manos queda, aunque reconoce bien la expresión de un alma desesperada.

Lucretia Kóvacs no lo dejaría estar fácilmente... para su fortuna.

Parece ser el hombre, por desgracia, quien se convertirá en un verdadero problema. Tal vez, ¿por eso lo haya traído con ella?

Se cruza de brazos, impaciente, a la espera de una respuesta.

SHIP: #LUCRALEC

16/09 • 19.45 pm • @Alec H. Damgaard
Lucretia C. KóvacsVie Mar 22, 2024 10:34 pm
HEAR MY LYRICS
TASTE MY VENOM
—Lo que tengo que hacer.—Por primera vez desde que iniciasen aquella reunión con Prudence Royce, Lucretia vuelve la mirada hacia Roma para responderlo, dirigiéndose sólo a él. No hay duda en su expresión, aun siendo consciente de lo arriesgado, delicado y poco conveniente de la situación.

Lo sabe: confiar en una Expresionista fallecida tan impredecible como Prudence, puede ser una completa locura, y es probable que realmente lo sea. Pero, aun siendo imprudente, aquella no se trata de una decisión impulsiva o premeditada. De hecho, ha necesitado de semanas, y de mover muchos hilos para concertar aquella reunión.

Su decisión ya está tomada. —¿Y cuáles se supone que son las opciones?—Le increpa, zafándose de su agarre, si bien tratando de no perder las formas, pues Prudence sigue delante de ellos, a la espera.—¿Quedarme de brazos cruzados y esperar a que alguien mejor la encuentre en su lugar? Ya han pasado más de diez años.—Ha esperado suficiente.

Giza ha esperado suficiente.

—No está en el Otro Lado, Roma.—Y le dice con un convencimiento tal, que muy pocas personas se habrían atrevido a contrariarla. ¿Que cómo lo sabe? No se trata de un hecho fáctico, ni tan siquiera comprobado. Es un acto de fe. Tal vez, el único que se ha permitido hacer en su vida.—Ella no nos habría abandonado. Lo sabes.—Por más que le duela admitirlo, es consciente de que la amó, y de que los sentimientos entre el hereje y su hermana fueron recíprocos. Ambos fueron importantes el uno para el otro; él fue importante para Giza, del mismo modo que la propia Lucretia.

Y no los habría dejado atrás.
No pudo ser asesinada y alcanzar la paz sin más.

—Sé que no es alguien de fiar —prosigue, antes de que se ocurra hacer mención alguna al respecto—, pero fue muy poderosa mientras estuvo viva.—Y quizá... Sólo quizá... Lucretia traga saliva, tratando de aliviar inútilmente aquel nudo en su garganta.—Aún no hemos agotado todas las opciones.—Y eso es, precisamente, lo que tiene que hacer. Lo que necesita hacer.

—Tengo que hacerlo.—Concluye, sin más explicaciones. Es la única conclusión a la que ha podido llegar, su único argumento...

Y ni Alec, ni nadie, podrá impedírselo.

SHIP: #LUCRALEC

16/09 • 19.45 pm • @Alec H. Damgaard
Alec H. DamgaardJue Mar 07, 2024 4:58 pm
THE HANGOVER
WELCOME TO EDEN II
«¿Eso es todo lo que tienes que decir de tu cita?»

No, en verdad no. Sin embargo, es todo lo que Lucretia oirá de su boca.—Tengo más. Pero son para Lily.—Alec levanta ligeramente los hombros, demostrando a cada minuto lo insoportable que puede llegar a ser estrictamente con Lucretia.

Como era de esperarse, la vampiresa intenta indagar más detalles sobre todo lo que Alec le dice, nada parece ser suficiente para ella, y es que en verdad no lo es. Consciente de que debe poner a Lucretia al tanto de todo, Alec se siente presionado a hacer lo correcto. Sin embargo, apenas alcanza a poner los ojos en blanco como queja muda, cuando Lucretia lanza uno de sus acostumbrados dardos envenenados, comparándolos a ambos una vez más.

«[...] más me pregunto por qué no fui elegida como primera opción.»

Alec alza ambas cejas y ríe ligeramente, como si en verdad no pudiera creer lo que estaba oyendo.—¿De verdad? ¿Que seas endemoniadamente impulsiva no te dice algo? Y es solo una mínima parte.—Por eso estaban en esa situación, porque a Lucretia se le ocurrió la maravillosa idea de ser impulsiva, metiéndose donde no le habían llamado.—Cuando digo que seas tú misma no me refiero a eso.—Mientras habla, desliza sus dedos por el borde del escote, abriéndolo un poco más de lo que Lucretia lo hizo, llegando hasta el ombligo para hacer lo que debe con el chip. Y no, por si te lo preguntas no tuvo que hacer un esfuerzo descomunal para que no le temblaran los dedos, Alec es perfectamente capaz de controlarse.

Lucretia no le intimida en lo absoluto. No le intimida, ¿está bien? Es importante que eso quede claro.

Aunque viéndolo bien, no era necesario abrirle el escote para llegar hasta su ombligo, entonces… ¿Por qué lo ha hecho? Inconscientemente, por supuesto.

«[...] Porque no te veo conquistando nada con estas pintas.»

Una vez más, Alec pone los ojos en blanco. En serio a veces debe hacer un esfuerzo de más con aquella bendita mujer.—Llevo miles de dólares encima, ¿eso no le parece suficientemente atractivo a Lily? —Alec levanta ligeramente los brazos mientras muestra su atuendo, luego gira para mostrar todos los ángulos de su conjunto.—Seguramente a otras sí, así que no me preocupa.—Le resta importancia, no dejándose amedrentar por la vampiresa.

O más bien Ken Dolarhyde. Digamos que Alec sí lo estaba un poco, pero no lo dejaría entrever. Porque si lo hacía, significa que le importa mucho la opinión de Lucretia, y aunque fuese cierto, jamás lo aceptaría.

Deberían salir ya, sin embargo, reconociendo mudamente que Lucretia tiene razón, accede a darle más información.—Hay una droga mágica que usan en Edén. Se desconoce qué tipo de magia y qué tan graves son sus efectos.—Alec puede hacerse una idea tomando como referencia las drogas normales, probablemente se trate de un potente desinhibidor, a saber qué más.—Rigel Industries —el conglomerado de empresas perteneciente a Ariadna Atreides— usa esta droga como protección para el corazón de Edén. Ningún sobrenatural que no pertenezca a Rigel se mete en Edén, es como un muro de contención. Intenté infiltrar una humana, pero nuestra alianza no funcionó hasta el final.—Una vez más, los intereses personales se interpusieron.

Una constante en su vida: todas aquellas mujeres con las que trabaja o forma alianzas, acaban queriendo involucrarse con Roma, la figura detrás de Ken Dolarhyde. Sin embargo, Alec termina cortando por lo sano, y no tan sano.

—Y por eso aquí estamos. El corazón de Edén oculta información importante sobre Rigel Industries y aquí es donde entra esto.—Se toma libertad de presionar sus dedos ligeramente sobre la zona donde le ha colocado el chip.—Necesita mantenerse en calor antes de ser activado, por eso lo lleva puesto…—No hay calor más adecuado que el corporal.—¿Sientes el calor? —Susurra. Sin apartar la mirada de Lucretia, las yemas de sus dedos hacen un círculo pequeño alrededor del chip, insertado en el ombligo de la chica como si fuese un piercing.

Repentinamente hipnotizado con los ojos ajenos, Alec no se percató de que sus dedos descendían por sí solos hacia el vientre femenino. Al darse cuenta, retira aquel tacto como si le quemaran los dedos. El hereje carraspea y desvía la mirada.

—Bien, eso es todo.—Se vuelve hacia la cama para agarrar lo que necesita llevarse.—Podemos irnos.—Hace un ademán hacia la puerta, indicando la salida. No le dio opción de seguir solventando dudas, no. Todo lo que Lucretia necesita saber para cumplir con su parte ya está dicho, ahora solo queda actuar.

Era hora de marchar hacia Edén.

SHIP: #LUCRALEC


20/11/2013 • 16 pm • @Lucretia C. Kóvacs
Alec H. DamgaardSáb Feb 24, 2024 7:29 pm
HEAR MY LYRICS
TASTE MY VENOM
i]«Lillian Montgomery.»[/i]
«Babilonia, Lucretia...»

Cuatro palabras —o mejor dicho, nombres— que consiguen sacarlo ipso facto de su actuación. La apuesta pasa a un segundo plano, incluso el coqueteo de Ken Dolarhyde. La severidad invade el semblante de Roma, y sobre todo, la necesidad de saber lo que ocurre en esos momentos.

¿Quién era esa desconocida y cómo sabía las identidades de Lucretia?

En un principio, el hereje desvía su mirada hacia la vampiresa, esperando una explicación. Sin embargo, nota de inmediato que Lucretia se encuentra tan desconcertada como él. Y entonces, sus alarmas se disparan. ¿Acaso no ha sido la propia Lucretia quien ha revelado su identidad para la mujer?

No, Alec sabe que no. Por la manera en que ambas se tratan, no son amigas ni cercanas. Además, siendo justos con Lucretia, la vampiresa es demasiado inteligente como para revelar algo así aún frente a quienes la consideran su amiga.

Pero entonces, ¿qué está pasando ahí?

Roma se abstiene de preguntar inmediatamente. Pese a que la curiosidad y necesidad le carcome, se limita a alternar su mirada entre Lucretia y la desconocida, hasta que…

«Necesito garantías de que encontrarás... y resucitarás a mi hermana.»

Así que esto se trata de Giza.

Suficiente para intervenir sin importar nada.—¿Qué crees que estás haciendo, Lucretia? —No tiene sentido llamarla por otro que no sea su nombre real, ¿verdad? La morena ya está expuesta. No sólo sus orbes se fijan en el rostro de aquella mujer que le harta hasta más no poder, Roma también se toma la libertad de sujetarla del brazo para obligarla a mirarlo.

No permitirá que le siga ignorando, si le ha traído es por algo, ¿no? También él tiene derecho a opinar sobre Giza.

—¿Buscas una ayuda como esa, algo tan delicado, en alguien en quien no confías? —Pregunta frunciendo el ceño, como diciendo: ¿Entiendes lo peligroso y sobre todo, absurdo que es eso?—A ver, ¿qué tiene de especial esta bruja? —Inquiere hacia Lucretia para enfocar al fantasma. ¿Ha escuchado bien? Sí, un fantasma.—¿Cómo puedes encontrar a alguien en el Otro Lado si ya alcanzó la paz? Ella no está ahí.—Han pasado trece años desde que el amor de su vida murió, ¡trece! ¿En verdad no crees que Alec ha buscado hasta el cansancio?

Ningún cárcel sobrenatural la retiene, ningún hechizo poderoso la esconde.

Ella no está, se ha ido.


SHIP: #LUCRALEC

16/09 • 19.45 pm •  @Lucretia C. Kóvacs
Lucretia C. KóvacsVie Feb 16, 2024 12:57 pm


It’s all in
your eyes


—¿Habla de cinismo el hereje más entrometido de los Sabios?—Dentro de aquel grupo existe una regla no escrita —o tal vez sí escrita, pero jamás vista en persona por la propia Lucretia: más allá de aquellas instrucciones compartidas, cada Sabio ejerce control con discreción sobre las órdenes recibidas personalmente por Elijah, siendo Amélie y Eleazar los únicos que tienden a estar plenamente informados de todos los movimientos tanto del original, como del resto del grupo.

Babilonia y Roma son dos piezas de aquel tablero: poderosas, es cierto, pero piezas al fin y al cabo. Cumplir y mantener el listón alto sin entrometerse en la labor de sus compañeros es lo que habrían hecho desde el principio si se hubieran limitado a cumplir con sus papeles respectivos. Pero el juego y la sanguinaria competencia entre ambos no ha hecho más que acrecentarse con el paso de los años, propiciando que ambos se hayan arriesgado más de lo que ninguno de los dos habría querido admitir.

Los dos son artífices de un juego peligroso que ninguno recuerda haber empezado, pero que ambos piensan terminar.

O al menos, creen que desean hacerlo. —¿Edén? ¿En serio?—Cómo no: Roma aprehende su única oportunidad para estimarse en posición de hacer reclamos, porque fue Lucretia quien rompió drásticamente las normas en aquella ocasión.—Te aferras a tu único argumento para justificar tu incumbencia, y olvidas que esa vez yo nos salvé a los dos.—Está bien: puede que salvar sea un término elegido a conciencia para glorificar su intervención, pero ni siquiera Roma puede negar que su intervención en Sydney les facilitó las cosas.

En cierta medida. —Discúlpame si todavía no te he visto hacer nada que Cancún ya haya llevado a cabo más rápido, eficiente y limpiamente que tú.—Cierto es que Kóvacs jamás podría aspirar a gozar de las habilidades de un hereje como él —aun teniendo otros atributos y armas de las que un hombre como Roma nunca podría disponer—, pero el grupo tiene ya a un integrante que ha demostrado ser más apto y útil entre los Sabios, que el propio Alec. Sus acusaciones, sin embargo, toman un desvío inesperado, entreabriendo los labios de la vampiresa.

«...todo ha sido más fácil para ti, ¿verdad?»
«...hasta aquí llegó mi participación en esta competencia.»

—Crees que utilizo a Elijah para ganar.—Y no es una pregunta. Claro, cómo no: ¿por qué Alec iba a pensar que la amistad entre el original y Lucretia es genuina, cuando en su retorcida mente puede convertirlo en una mera herramienta para lograr sus propósitos? Algo que por supuesto haría el propio Roma de tener oportunidad. La diferencia es que Kóvacs jamás habría caído tan bajo.

O eso es lo que quiere pensar.

Por alguna razón, se siente dolida. No imaginaba que ni tan siquiera el propio Roma podría tacharla de una estrategia tan ruin, pero lo ha hecho. Y puede que, quizá tratando de hacerle sentir aquel mismo dolor, opte por el golpe más bajo de todos: el de inducirle a pensar que efectivamente, entre ella y Elijah hay mucho más que una mera amistad.

Su interlocutor no se hace esperar. Apenas hace ademán de marcharse, Lucretia choca contra una pared invisible. Roma ha conjurado una barrera que la impide abandonar la escena. Furiosa, la vampiresa golpea aquel muro mágico inútilmente, tratando de hacerlo desaparecer, sin éxito.

«¿Qué demonios es lo que quieres de mí?»
«¿Acaso quieres volverme loco?»

—¿Acaso quieres volverme loca?—Le increpa, enrabietada, volviéndose hacia él como un resorte.—¡Vamos, dilo! Sé que llevas una eternidad tratando de convencer a Eleazar de lo poco conveniente que soy entre los Sabios. ¿Crees que me he ganado mi posición follándome al jefe?—En esa frase se resuelve todo, ¿no es cierto? Da por terminada y perdida aquella competencia, porque ni siquiera Elijah sería fuerte ante los placeres de la carne.—Eso es lo que crees, ¿no es cierto? Que he ganado, porque no puedo ofrecerle a Elijah nada que no sea una noche de sexo.—Menospreciando como nunca su posición entre los Siete Sabios.—Eres... despreciable. Un tarugo, un cretino, un...—Le espeta, rabiosa, tratando de controlar inútilmente aquella verborrea, buscando los insultos más apropiados y denigrantes que se le puedan ocurrir.—Ni siquiera sé cómo...—Y, cuando está a punto de decirlo en voz alta, percatándose en medio de su enajenación de lo que está a punto de pronunciar, calla súbitamente.

Ni siquiera sé cómo ella pudo fijarse en ti.

Y es que puede que los Sabios tuvieran muchas reglas no escritas, pero Roma y Babilonia tenían una en particular: no hablar jamás de ella.

No hablar jamás... de Giza.

SHIP escribió:#LUCRALEC



20/10
23:45
@Alec H. Damgaard

Alec H. DamgaardMiér Ene 31, 2024 2:57 pm


It’s all in
your eyes


—¿De qué demonios? —Alec se siente incapaz de contener una corta risa, pensando que el descaro de su compañera de grupo escala a niveles absurdos. Le mira incrédulo.—Tu cinismo me exaspera.—Siempre, siempre, maldita sea. Desde que conoció a esa mujer, cada partícula de su ser le consigue exasperar hasta explotar su cabeza.

«Lo que tenga que tratar con Elijah no es asunto tuyo.»

Debería dejarlo, simplemente abandonar aquel reclamo que cualquiera pensaría, no tiene lugar. Sin embargo, Roma no puede dejarlo estar. No después de que Babilonia siempre se jacte de ser mejor por méritos y habilidades propias, cuando la realidad es completamente diferente.

—Lo es y lo sabes bien. Hace mucho perdiste tu derecho a exigirme lo contrario.—Replicó, alzando el mentón, envalentonado. Por supuesto, le llevaría la contraria aunque no fuese así, porque en verdad no es su asunto. Durante años, cada Sabio siempre ha recibido alguna misión directamente de Amélie o Eleazar, y ninguno de los demás ha estado autorizado para inmiscuirse en la misión de otro Sabio. De hecho, sería una falta grave.

Y ahora, cuando esas misiones son asignadas por el jefe principal —nada más y nada menos que Elijah Mikaelson— esa norma toma mayor fuerza. El noble original siempre ha sido conocido por su discreción y deseo de seguridad para con los suyos.

Sin embargo, después de lo ocurrido hace años en Sydney, cuando Babilonia se entrometió en su misión bajo la identidad de Lily Montgomery, esa norma perdió su efecto en ambos. Y Roma jamás lo olvidaría.

De modo que, sí. Él también puede entrometerse.

—Siempre me has creído poca cosa para este grupo, Lucretia. Te has ensalzado por encima de mí, vanagloriandote de lo que has conseguido y que jamás podré llegar ahí… Cuando en realidad todo ha sido más fácil para ti, ¿verdad? —Deja escapar una risa impregnada de incredulidad.—Y todavía tienes la cara para despreciarme.—Por todos los cielos, en serio no recuerda cuándo fue la última vez que sintió tanta ira junta.—Claro, hasta aquí llegó mi participación en esta competencia. No tengo opción, no puedo competir contra eso. Ni Elijah ni yo somos gays.—Bien, está siendo absurdo. Y tal vez evidente, demasiado evidente. ¿En qué? En qué por alguna razón todo aquello le afecta más de lo normal y lo único que quiere es hacer sentir mal a Lucretia.

Pero, siendo sinceros, ¿qué mal se va a sentir? La morena es una mujer libre. Y hasta donde sabe, también Elijah.

«[...] Vas a despertar a Elijah [...]»

Sí, Alec no ha escuchado nada más que eso. Y entonces, curva sus labios en una risa muda. Sus ojos, llenos de ira, crean un contraste impactante,  como si esa risa fuera un velo que apenas oculta la hostilidad latente.

Sin decir una palabra más, sujeta a Lucretia por la muñeca imprimiendo toda su fuerza de hereje y tira de ella para separarles todo lo posible del jefe. Alec la lleva al primer salón vacío que encuentra. Abre la puerta y de un solo movimiento la empujó hacia el interior.

Con su magia, conjura un hechizo para crear una barrera invisible en la puerta. Lucretia no podrá salir a menos que él así lo quiera.

Al terminar, se vuelve hacia ella.—De acuerdo, Lucretia. ¿Qué demonios es lo que quieres de mí? —Acerca sus pasos hacia ella lentamente, aunque sabe que está lejos de intimidar a una mujer como aquella, pero en verdad está enfadado. Y Lucretia debe responder por ese enfado.—Primero niegas lo evidente y luego lo confirmas sin pudor. ¿Acaso quieres volverme loco? —Esa mujer era detestable. Puede que sea la mujer más detestable que conociera en toda su vida.

Pero aún así, simplemente siente que no puede dejar de mirar en dirección a ella.


SHIP escribió:#LUCRALEC



Lucretia C. KóvacsDom Dic 10, 2023 9:47 pm
HEAR MY LYRICS
TASTE MY VENOM
«Lillian Montgomery.»
«Babilonia, Lucretia...»

La vampiresa traga grueso, visiblemente incómoda, y lo que es peor: desconcertada. Debió imaginarse que engañar a una expresionista como Prudence Royce no sería fácil, y aun con todo, lo ha intentado. —Para ser alguien que apenas contó con aliados durante su vida mortal, pones en duda muy fácilmente la palabra de los demás.—Se permite contraatacar porque, al contrario de lo que trata de sugerir, Lucretia tiene el presentimiento de que su trato seguirá adelante.

Ahora y más que nunca, ambas se necesitan. —Su presencia aquí no cambia nada.—Se refiere a Roma, pero no se molesta en mirarlo, porque no es importante por ahora. Su reunión con Royce, en cambio, sí.—Me dijiste que la próxima vez que nos viéramos, debía haber encontrado la manera de devolverte a la vida. Y lo he hecho.—Sentencia con vehemencia, exponiendo en voz alta los términos de su acuerdo: unos términos que ahora, no le serán desconocidos a Alec.—Pero una vez suceda, tú has de cumplir con tu palabra.—Le recuerda, entornando la mirada, despacio.—Necesito garantías de que no me lo jugarás, Royce. Puede que mi palabra no tenga valor para ti, pero sabes que yo puedo decir lo mismo de la tuya.—A decir verdad, ninguna de las dos puede tener garantías de que la otra cumplirá con su parte del trato... hasta el último momento.

El problema es que debe ser Lucretia la primera en mover ficha. Si Prudence la traiciona, saldrá perdiendo... y es importante que eso no suceda. Porque a estas alturas, puede que sólo ella esté dispuesta a conseguir aquello que Kovács ansía tan desesperadamente...

—Necesito garantías de que encontrarás... y resucitarás a mi hermana.

Boom.

No creerías que Lucretia perdió alguna vez la esperanza de hacerlo, ¿verdad? Las Moiras volvieron a la vida, @Amélie De Villiers volvió a la vida. Todos tuvieron una oportunidad... y aunque encontrar y resucitar a Giza habría sido el siguiente paso lógico, nadie logró encontrarla en el Otro Lado. Todos afirmaron con vehemencia que, a todas luces, y después de todo este tiempo... su hermana habría encontrado la paz.

Lucretia nunca los creyó.

Y por eso, hubo de encontrar a alguien que alimentase aquella esperanza. Alguien tan ruin como para jugar con los sentimientos de una mujer desesperada.

Alguien... como Prudence Royce.

SHIP: #LUCRALEC

16/09 • 19.45 pm • @Alec H. Damgaard
Lucretia C. KóvacsLun Nov 13, 2023 12:32 am


It’s all in
your eyes


—Ella está bien.—En las últimas semanas, Lucretia ha conseguido hacerse con su misión particular: después de que Estambul escoltase personalmente a Nadia Petrova de vuelta a Estados Unidos, y mientras aquel sigue ejerciendo su vigilancia directa sobre aquella, a Babilonia le ha sido asignada la vigilancia indirecta. De forma discreta y en absoluto invasiva, Kóvacs ha seguido los pasos de madre e hija a lo largo de los días, siendo testigo ajeno de su reencuentro y de la progresiva evolución de su relación.

Sobra decir que la hábil vampiresa pudo comprender los motivos de la discreción de Elijah: naturalmente, tenía que verse envuelta una mujer.

Mas, lejos de sentirse celosa por el recuerdo de aquel affair del pasado, ha cumplido de forma eficiente con su deber. —Creo que... aún se está adaptando.—Estambul tiene contacto más bien con Nadia, y Lucretia no ha preguntado a Katherine por obvias razones, de modo que sólo se trata de una conclusión en base a sus suposiciones.—De entre todas las personas de la faz de la tierra, creo que quien menos se imaginaba a Katerina Petrova siendo madre, era... Katerina Petrova.—Sonríe, relamiéndose los labios acto seguido.—Pero después de quinientos años, ambas se merecían vivir este momento.—De modo que, por ahora, Elijah puede estar tranquilo.—Me he asegurado de que ninguna de las dos capte mi presencia, pero... Puedo hacerle llegar un mensaje. Si quieres.—Esperaba una respuesta negativa al respecto, porque le conoce bien, pero no ha podido dejar de hacerle aquella oferta.

A estas alturas, negar que la vida de Katherine Pierce seguirá incompleta sin él, sería de necios. Y lo mismo puede decir del propio Elijah.

Asintiendo con disposición a recibir nuevas instrucciones, Lucretia abandona el despacho de Elijah, cerrando la puerta tras de sí. Ya sola, se lleva el dedo anular de la diestra a la comisura de los labios. Definitivamente, debería desechar aquel labial: además de resultar demasiado secante, no fija en los bordes como debería...

Ensimismada en los detalles, sin embargo, demora en percatarse de que no estaba sola en absoluto.

«¿Consolando al jefe a altas horas de la noche?»

Cual siniestro acosador, Roma emerge de la oscuridad de aquel pasillo, sobresaltándola. —¿Disculpa?—No es ningún secreto que, eventualmente, Elijah les asigna misiones especiales a cada uno de los Siete Sabios, pero no se imaginaba a Alec —precisamente, a Alec—, acusándola de hallarse compartiendo con el original mucho más que palabras.—¿De qué demonios estás hablando?—No es ningún secreto —o al menos, ella no cree que lo sea—, que Lucretia y Elijah vivieron algo más que un desliz en el pasado, pero incluso aunque se hubiera repetido, no tiene por qué darle explicaciones a nadie, y aún menos a Roma.—Lo que tenga que tratar con Elijah no es asunto tuyo.—Replica, sin entrar en más detalles, y quizá permitiendo que la imaginación desbordada del hereje haga el trabajo en su lugar. Si no le conociera, diría que parece... celoso, aunque no se trata de la clase de celos que puedas estar imaginando.

La competencia entre Alec y Lucretia puede alcanzar límites insospechados, pero hay algo que ambos saben, él nunca podría concederle a Elijah.

Y ella, sí.

Que aquella historia no pueda volverse a repetir por razones obvias —una sola razón vestida en tacones de aguja y con un acento búlgaro muy bien disimulado—, no es algo que Roma tenga por qué saber, sin embargo. —Y ahora, baja la voz o márchate de aquí. Vas a despertar a Elijah y a toda la Plantación.—¿Acaba de sugerir lo que acaba de sugerir?

Puede que Alec tenga razón, después de todo: Babilonia no va a jugar limpio.

SHIP escribió:#LUCRALEC



20/10
23:45
@Alec H. Damgaard

Lucretia C. KóvacsJue Nov 09, 2023 12:31 pm


WELCOME TO EDEN
Where to begin?


«Cuando finges debes tener claro los límites, ¿no lo crees...?»
«...O podrías perderte.»

Ya entonces, debió haberse dado cuenta de que ambos empezaron un juego del que tendrían muy difícil escapar. Obnubilados, y metidos en el papel al demandante nivel exigido en su profesión, ambos se han dejado llevar por el flirteo propio de una pareja creada para encajar. —Así que Ken Dolarhyde es todo un reto para los sentidos... Uno que ninguna mujer ha podido superar.—Inquiere, con una sonrisa ladina—Me gusta.—Aquello sólo convertía el desafío en uno más interesante... o en una dinámica peligrosa.

Una en la que ambos tendrían mucho que perder.

Y es que el pasado sigue siendo una cicatriz demasiado grande y dolorosa para ser obviada; ambos lo saben. Roma recoge con orgullo aquellos atributos que bien podrían haberla descrito a ella, o a alguien más. Alguien que no existe en las vidas de Montgomery y Dolarhyde, pero cuya sombra acompañaría de por vida a Lucretia y Alec, como un fantasma del pasado, un obstáculo insalvable.

Quizá sea aquella la razón por la que la leve carcajada de Lily, demora unos segundos más de la cuenta; una espera prácticamente imperceptible para cualquier ricachón básico... mas no para Roma. Un error que no se debería haber permitido; no delante de él. —Lo dicho, amor: eres un zalamero.—Añade, a modo de conclusión.—Deshacerte en halagos se te da bien, lo debo admitir. Pero te advierto que no será suficiente...—O tal vez sí. Tal vez eso es precisamente lo que Lily Montgomery necesita y ha venido buscando de él: una némesis en otra vida que, en esta, encaja como su otra mitad.

La atmósfera embrujada entre ambos, sin embargo, desaparece apenas se hallan en soledad, con la seguridad de no estar siendo seguidos ni escuchados por nadie más. La máscara de Dolarhyde cae para convertirse simplemente en el detestable de Roma, quien utiliza su fuerza sobrenatural para retenerla contra un árbol. La siguiente carcajada de Lucretia no se parece en absoluto a las anteriores, coquetas y complacientes; su voz suena mucho más rasgada, y su mirada, clara e intensa, otea a su interlocutor con ironía. —¿No es evidente?—Lily ha desaparecido, dejando lugar tan sólo a Babilonia.—Intentaba entrar al juego... y lo he conseguido.—Ahora, sea cual sea la estrategia de Roma, tendrá que contar con aquella nueva pieza sobre el tablero.—¿Tan seguro estás de que no me han invitado?—Pues no, no lo han hecho. En realidad, ni Olimpia, ni Estambul saben que está allí.

Pero aquello es algo que Roma, simple y llanamente, no puede saber.

En su mano queda decidir si le merece la pena invertir su tiempo en averiguarlo o, en cambio, aceptar las nuevas reglas de la misión. —Oh, por favor. Eres un dramático.—Bufa, zafándose de él.—No te preocupes por mí. Lily seguirá riéndole las gracias a Ken, y su flechazo eclipsará todo lo demás.—Según Lucretia, acaba de conseguirles una ventaja con aquella cortina de humo. Ahora, podrán pasar incluso más desapercibidos...

O correrán más riesgos, si cabe. ¿Quién sabe? Cualquier cosa podría pasar en Edén...

Cualquier cosa.

SHIP escribió:#Lucralec



PNJ (1)Jue Nov 09, 2023 11:56 am
HEAR MY LYRICS
TASTE MY VENOM
La expresión de Prudence Royce inspira severidad. No importa cuán joven pueda lucir: cualquiera habría podido asegurar que su poder no ha de ser subestimado.

Inclusive, a pesar de estar muerta. —Lillian Montgomery.—Se dirige a ella con su sobrenombre, pero no ha concluido con su saludo.—Babilonia, Lucretia...—Y ladea el rostro, contemplando a la pareja con perspicacia.—Una persona con muchas identidades, y una palabra de muy poco valor.—Puede que ante cualquier bruja —inclusive un fantasma—, pudiera haber ocultado hábilmente su verdadero nombre; no ante la expresionista. Sus ojos oscuros se desvían entonces hacia el hombre que la acompaña.—Acordamos que vendrías sola.—Siendo aquella la primera condición previa a cerrar cualquier acuerdo.

Porque, efectivamente: Lucretia y Prue están a punto de hacer un trato. Uno cuyas consecuencias, la vampiresa está dispuesta a pagar.

Mas, ¿permitiría Roma el cierre de aquel acuerdo, a pesar de haber perdido aquella apuesta?

SHIP: #LUCRALEC

16/09 • 19.45 pm • @Alec H. Damgaard
Lucretia C. KóvacsJue Nov 09, 2023 11:50 am
HEAR MY LYRICS
TASTE MY VENOM
La reprimenda en la mirada de Lucretia —o de la volátil y caprichosa Lily Montgomery—, habla por sí sola. —No has venido para complacerme de esa manera.—Le recuerda, con cierto deje de lascivia, divirtiéndose genuinamente con la escena; la curiosidad está devorando a Alec aún más que a Ken, y aquello no puede haberla hecho sentir más satisfecha.

Aunque ni siquiera ella podría negar que todo aquel juego es harto peligroso.

Sin embargo, también era necesario, porque sólo Lily Montgomery cuenta con ciertos contactos en aquella galería; contactos que les permitirían reunirse con alguien especial. Alguien a quien Lucretia necesita ver, desesperadamente. Cruzando la sala, alcanzan la esquina, bloqueada por dos hombres de seguridad; con naturalidad, y como si Ken estuviera prevenido de lo que están a punto de hacer, la vampiresa se toma la libertad de dirigirse a ellos. —Soy Lily Montgomery.—Les dice, y aquello es suficiente para echarse a un lado.

Las luces de la galería empiezan a ser apagadas, en señal de que la hora de cierre del local se acerca. Sin embargo, y al contrario que el resto de visitantes, marchando poco a poco hacia la salida, Lily se adentra con seguridad en dirección hacia aquel pasillo, sin soltarse del brazo de su prometido.

¿Qué tendrá Lucretia entre manos? Pronto podrás descubrirlo.

El pasillo lleva a una sala en penumbra. Parece una especie de sala de exposiciones actualmente en uso; hay algunas obras en las paredes o las esquinas, cubiertas debidamente con diferentes telas protectoras. No están allí para curiosear sobre aquellas esculturas o cuadros, sin embargo.

Una mujer al fondo de la sala, los está esperando.

SHIP: #LUCRALEC

16/09 • 19.45 pm • @Alec H. Damgaard
Alec H. DamgaardVie Oct 27, 2023 5:04 pm


It’s all in
your eyes




It’s all in your eyes
The way that you’re looking at me kinda toxic
It’s hard to define.



Como era de esperarse, los contratiempos ocurridos cuando secuestraron el cuerpo de Kaleb Westphall tuvieron sus consecuencias. Lucretia llevaba más de dos semana sin dirigirle la palabra, ni siquiera para burlarse o echarle en cara que casi no lo consiguen por su culpa. Era como si ya no existiese para la vampiresa. Y con sinceridad, aquel comportamiento lo tenía perturbado, así como también… Bastante molesto.

Aunque no quisiera admitirlo.

Pero no creas que Alec no se la devolvió, también lo hizo. Se mantuvo alejado de ella, al menos de cara al público. Tras bastidores, la historia era diferente. Alec ignoró el comportamiento de la vampiresa por unos días, pero después se propuso a vigilarla discretamente, incluso a través de otras personas. Sin embargo, fue por él mismo que se dio cuenta de las visitas furtivas de Lucretia al espacio privado de Elijah Mikaelson.

Al parecer, se había vuelto un hábito.

Te podrás imaginar hasta qué punto viajó la imaginación del hereje, mucho más después de enterarse por otras fuentes que el Original ya no frecuentaba a Katherine Pierce. O no, no deberías ni alcanzar a imaginarlo, porque se supone que Alec Damgaard no debería importarse con lo que haga Lucretia Kóvacs con su vida privada. No debería, pero…

Se siente estúpido, como un idiota. Esta vez ha decidido enfrentar a la vampiresa, esperándola a las afueras de donde ella está con Elijah, donde por cierto, no se escucha absolutamente nada… Porque sí, el hereje lo ha intentado, pero esa zona parece incluso protegida por magia. Y a que no adivinas: sí, esperó ahí fuera quién sabe por cuánto tiempo —perdió la noción— para ver el rostro de la vampiresa apareciendo finalmente por la puerta.

Sin mayor dilación, Alec deja de ocultarse en las sombras del oscuro del pasillo, revelando su presencia.

—¿Consolando al jefe a altas horas de la noche?—Alec piensa enmascarar todo su enfado con una actitud burlona, necesita ser así de principio a fin.—En verdad creí que jugarías limpio en esta competencia.—Ríe amargamente y niega con la cabeza, mostrando su decepción.—Supongo que tendré que acostarme con Freya Mikaelson para no quedarme atrás.—Añade, sabiendo que aquel sería más un reclamo frontal que no debería estar haciendo a la vampiresa.

Pero, ¿qué te puedo decir? Aquella mujer le saca de quicio tan solo con mirarlo de la manera en la que lo hace, incluso por cómo se viste… Aquel vestido que naturalmente no es para…

Él.


SHIP escribió:#LUCRALEC



Alec H. DamgaardJue Oct 26, 2023 9:54 pm


WELCOME TO EDEN
Where to begin?



No lo rechaza. Pese a los riesgos que ello pueda implicar, Babilonia —bajo la piel de Lily Montgomery— profundiza su actuación en aquel juego, un movimiento que Alec toma como una invitación a seguir hasta las últimas consecuencias. ¿Por qué? ¿Qué necesidad tiene la vampiresa de desafiar y presionar de esa manera? Ah claro, seguramente espera que Roma cometa un error que arruine una operación en la que lleva trabajando meses, y supone que sería un triunfo personal para Babilonia si es ella la causante…

Eso demostraría el nivel de poder que Lucretia Kovacs posee sobre Alec Damgaard.

Y probablemente tuviera que aguantar el recordatorio perenne de aquella derrota. Oh sí, Lucretia no dudaría en echárselo en cara cada vez que fuese posible. Pero Alec está decidido a romper sus ilusiones.

«Quizá ese sea tu primer error. Porque yo no soy como todos»

Entonces Ken deja escapar una breve carcajada, una típica del hombre que siempre encuentra cada jodida laguna en un contrato, un hombre que está demasiado seguro de saberselas todas más una.

—No quiero menospreciar tu actitud de chica dura, pero ya me han dicho eso antes… Un millón de veces.—Admite, manteniendo la sonrisa, aunque dirigiendo a L una mirada de cierta condescendencia.—Pero oye, ¿quién soy yo para quitarte la ilusión?—Alza las manos en señal de rendición.—Tú solita te darás cuenta.—Ah pero, obviamente él se encargará que sea así… A cualquier costo.

Porque cada acción y palabra pronunciada por Alec a través de Ken Dolarhyde tiene una intencionalidad, un mensaje que espera haya quedado claro: voy a ganar esto a como dé lugar.

«Tendrás que esforzarte más... y hacerlo mejor, [..]»

—Nadie me dijo que fueras poeta.—Observa entonces, una burla sutil y disimulada en respuesta a aquella frase trillada que acaba de escuchar. Quizá Lucretia debería actualizar más su guión.—Entonces…—Comienza por exponer su propio razonamiento de aquella interesante conversación.—Si quieres que me esfuerce más, es porque quieres que tenga una oportunidad.—No es una pregunta, sino una declaración de hechos. De lo contrario, Lily habría rechazado al narcisista y egocéntrico Dolarhyde sin ninguna posibilidad.—Y no pierdas el tiempo en negarlo… Más bien aprovéchalo para decirme, ¿por qué quieres jugar un juego que vas a perder? —Lily Montgomery ya sabe de su fama, los amigos de Ken le han dejado al descubierto y el socialité no se ha molestado en desmentirlo. Incluso, lo ha confirmado.

De modo que, Lily Montgomery no tendría razón alguna para continuar perdiendo el tiempo con un hombre como aquel. Ah pero, Lucretia sí. Sin embargo, son las razones de la propia Lily las que le interesan. O al menos, trata de convencerse de eso.

—Todavía no ha llegado la mujer que me haga lanzar esa lista al fuego.—Se encoge de hombros. Y mientras sea así, seguirá creciendo tan larga hasta que Ken Dolarhyde ya no le sirva de nada. No es que a Alec le enorgullezca ir por la vida engañando a las mujeres, pero se toma su trabajo muy en serio. Después de todo, era lo único que tenía en la vida, además de ser lo que Giza —su antiguo gran amor— esperaba de él: ser un espía del mundo sobrenatural a la altura.

Y está dispuesto a todo por demostrar que está hecho para este trabajo, y que Giza no se equivocó con él.

—Diana y yo, fingimos una relación.—Admite en un tono aún más bajo.—Teníamos un trato, y ella se enamoró.—Alza las cejas y niega con la cabeza en señal de reprobación. Luego, suspira profundamente.—Cuando finges debes tener claro los límites, ¿no lo crees? O podrías perderte.—Susurra entonces, mirándola con intensidad. El problema de aquella mirada es que no se parece en absoluto a Ken Dolarhyde. Pero sí al vulnerable y temeroso Alec, aquel Alec que solo Giza tuvo el privilegio de ver. Un privilegio que con la muerte de la vampiresa, se convirtió en su principal arma, su gancho como Ken Dolarhyde. Sí, mostrar en una simple mirada o frase, algo de su verdadera personalidad, ha resultado ser lo que convenza y mantenga interesadas a las mujeres.

¿Quién en su sano juicio se resiste a un mujeriego, aparentemente sin remedio, que comience a abrirse frente a ti sin darse cuenta? Hasta ahora ninguna. Sin embargo, lo más probable es que Lily sea la primera. O tal vez no.

«¿Te gusta? Creo que es bergamota y... lirio.»

Lirio. No te imaginas el esfuerzo titánico que ha hecho Ken Dolarhyde para mantener el control sobre Alec Damgaard. Una mirada de severidad amenazaba con instalarse en la expresión facial del hereje, pero en lugar de eso, se queda un breve momento en silencio, contemplando el rostro de Lily Montgomery como si no hubiese visto belleza semejante en toda su vida. A modo de cruel venganza, Ken le dedica una sonrisa genuina a la morena.

—Lirio… Sofisticación, delicadeza y sensualidad.—Su voz profunda y suave, con un tono calmado y seguro, enfatiza la última palabra mientras recorre los ojos ajenos con los suyos de manera intensa.—Atributos que ya posees y no necesitas reforzar.—Asegura sin pudor alguno, como si la conociera desde hace mucho, incluso como si se refiriera a… otra mujer y no a la propia Lily. Otra L, mismo cuerpo, mismo rostro. Pero eso es lo divertido, y a su vez, tranquilizador de aquel juego…

Que el otro no se dé cuenta cuándo se cruzan los cables… Cuándo danzas de un lado a otro de aquella delgada línea entre lo genuino y lo falso. Por desgracia, aquella es también un arma de doble filo. Una que su interlocutora también sabe manejar, al punto de empujarlo a hacerse preguntas que no debería hacerse.  

Y sin embargo, prefiere más aquellas preguntas impropias acerca de Lucretia que el tormento de volver a pensar en Giza, la mujer que hasta día de hoy, sigue considerando el amor de su vida. Un amor del cuál evita hablar, mucho más delante de Lucretia, manteniéndolo detrás de un muro que no permite a nadie escalar.

¿Lo puedes culpar? ¿Acaso no todos luchan con uñas y dientes para proteger sus vulnerabilidades?

—Pero tú no eres cualquiera —entonces sonríe. Una sonrisa forzada, como si hubiera pillado por fin de qué se trata todo esto—, tú te vas con el secuestrador persiguiendo un único fin… Entrar al Jardín Prohibido…—De eso se trata todo aquel teatro, ¿no? Y ahora, Alec se verá en la obligación de cuidar su fachada, lo cuál implica que terminará llevando a su nueva conquista a esa fiesta.

En ese momento, aprovechando que se alejan poco a poco de su amigo y novia, Ken se toma la libertad de deslizar su mano hacia la ajena con delicadeza, y a su vez, confianza. Con disimulo, dirige sus pasos hacia un árbol de tronco grueso, lo suficiente como para cubrirlos a ambos y hablar con libertad sin arriesgar su fachada.

Sin nadie más a la vista, Alec se vuelve hacia Lucretia obligando a la vampiresa a pegar su espalda contra el árbol.

—¿Qué crees que estás haciendo?—Donde Ken Dolarhyde visualiza una mujer atractiva e interesante cuyos labios parecen hechos especialmente para comérselos como Dios manda, Alec Damgaard solo encuentra a una mujer diseñada para sacarlo de sus casillas, obligarlo a cambiar su carácter.—Ni Olimpia ni Estambul te han enviado.—No es una pregunta. Alec entrecierra los ojos, intentando adivinar los motivos de Lucretia para inmiscuirse en su misión.—Si quieres ir al Edén vas a tener que hacer exactamente lo que yo te diga… Lucretia vas a hacerlo.—Hacerse pasar por la nueva chica que no quiere separarse de Ken Dolarhyde, incluso que no se negaría a acompañarle a su habitación…

Tendrá que llegar hasta las últimas consecuencias.



SHIP escribió:#Lucralec



200?
15:00
@Lucretia C. Kóvacs

Alec H. DamgaardDom Oct 22, 2023 9:16 pm
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TASTE MY VENOM
Nunca creyó que perder una apuesta le costaría demasiado... Y créeme, Alec todavía no es consciente de cuánto.

Pero ya no puede zafarse con alguna excusa por más buena que sea, Lucretia se lo recordará por el resto de su existencia. Si fuese humano no le preocuparía en lo absoluto, una lástima que no sea el caso. Inquieto, aunque también algo resignado, vuelve a meterse en la piel de su antítesis: Ken Dolarhyde. Un millonario mujeriego que tuvo toda la ciudad de Sydney a sus pies y cambió aquel mundo por Lily Montgomery… Una mujer que acabó calzando con él a la perfección.

Irónicamente, identidad de la mujer más insoportable y peligrosa que ha conocido en su existencia. Le habría encantado negarse, no tener que volver a actuar aquel papel junto a Lucretia, especialmente porque no quería arriesgarse a traer ciertas dudas que tuvo en esa ocasión. Sin embargo, un trato era un trato. ¿Cuánto debía aguantar? ¿Un par de horas? ¿Tres?

Está bien. Pero ni creas que se limitará a ser el payaso de Lucretia. De alguna manera le devolverá cada ataque que reciba está noche.

—Sin preguntas.—Repite para su "prometida" Lily. Ya metido en su papel, no solo su ropa sino también su expresión muda por completo. Tiene demasiadas preguntas, empezando por la más importante de todas: ¿por qué Lucretia ha escogido precisamente rememorar aquellas identidades? ¿Acaso era su manera de reconocer implícitamente que le había gustado? No, aquello era demasiado.

Lucretia jamás reconocería que Alec es capaz de hacer algo a la altura. He ahí lo que inició una rencilla viva y explosiva que lleva más de una década.

—Entonces no me dejarás hacer ninguna pregunta…—Eso no era una pregunta en sí misma, sino un simple comentario. Sin embargo, Ken se apresuró a agregar:—¿Ni siquiera cuál es el color de tu ropa interior?—Sí, le ha preguntado eso. O mejor dicho, susurrado seductoramente a su oído. ¿No quería al mismo Dolarhyde de Sydney representado? Pues a correr con todas las consecuencias.—Me haría tan feliz si dices que no traes.—Mira de algo le sirve al menos aquel odioso Ken: necesita evadir las preguntas de su cabeza. Y nada mejor que ser un completo idiota para centrarse en otra cosa.

No le dará el gusto a Lucretia de desesperarse, ni exigir respuestas a por qué demonios están en ese lugar, no.

De vuelta a la pintura, entorna la mirada.—Y ahora es cuando me devuelves el anillo de compromiso porque me niego a comprar eso… Es horrible.—Sí, se ha negado. Lo ha hecho porque Lucretia no le hará gastarse una fortuna comprando algo que tirará a la basura. No puede estar hablando en serio. Y definitivamente, no lo hará…

No lo hará… ¿Verdad?


SHIP: #LUCRALEC

16/09 • 19.45 pm •  @Lucretia C. Kóvacs