FRANK SINATRA SAID escribió:
Once upon a time
The world was sweeter than we knew
Everything was ours
How happy we were then
But somehow once upon a time
Never comes again

Nyiara no es de las personas más optimistas con las que te puedes encontrar, y eso es un hecho irrefutable. No es que a ella le importe; tiene una percepción de la vida que pinta de realista cuando, en la mayoría de ocasiones, podría pasar por pesimista sin problema. Pero otras tantas veces cae en el más puro derrotismo. No está cansada de que los brujos estén con el hacha en pie a cada momento exigiendo lo suyo, pero está cansada, al menos ese día, de que no haya otro modo para que los tomen en serio.

—Thaddeus —no duda en darle un pequeño abrazo al hombre. Hace tiempo que no lo ve y, una charla tranquila con alguien conocido y en el que confía, no le vendrá mal—. ¿Cómo te ha ido? Te has perdido —admite con una pequeña carcajada. Por lo menos sigue manteniendo su humor como puede.

Los brujos de Nueva Orleans no están gozando su mejor momento ahora mismo. Nyiara siente que hay inquina y resquemor en cada recoveco de la ciudad: bien por simplemente existir o bien porque su plan contra Elijah Mikaelson fue un terrible, terrible error mal calculado que podría costarles muy caro.

Le gustaría preguntarle a Thaddeus si cree que hay algún tipo de esperanza para los brujos. Pero no lo hace. Y no lo hace porque, simplemente, teme su respuesta.

Thaddeus siempre ha mantenido buenas relaciones con los Tremé, pero puede que particularmente con la familia Biobaku. De un modo u otro, por sus elecciones —y no tanto suyas, sino de su corazón—, el brujo del Garden siempre se hallaría vinculado con algunos de sus miembros, y en especial, con Omari y su hermana, Nyiara.

—¿Perderme? No, qué va.—Se echa a reír.—Sólo me he tomado unas pequeñas vacaciones de Navidad.—Vacaciones de las que, por ahora, prefiere no hablar.—Tú también deberías probarlo, ¿lo sabías? Salir de Nueva Orleans más a menudo. El aire fresco fuera de esta ciudad... sienta de maravilla.—Realmente Thaddeus se siente con el espíritu más fuerte y renovado que antes de su marcha.

Y es que las nuevas energías les van a ser más que necesarias para afrontar el creciente conflicto en la ciudad. —Cuéntame, Nia. ¿Qué me he perdido en mi ausencia?—Espera, al menos, poder escuchar buenas noticias.

Aunque duda poder tener tanta suerte.

—Estuve bastante tiempo fuera ya. Nueva Orleans me necesita. Además, no sabría con quién irme —en realidad no tiene a nadie con quién irse. Viajar sola es una opción pero, como ha dicho, ha pasado mucho tiempo fuera y tiene que hacer cosas para Nueva Orleans. Considera que los brujos la necesitan más que nunca.

Nyiara ha presionado los labios entre sí suspirando poco después.

—Bueno, poca cosa, de momento. Digamos que los brujos no estamos en nuestro... Auge, ahora mismo. Ya lo sabrás. Las rencillas entre lobos y brujos siguen vigentes y la guerra llama a nuestras puertas cada vez con mayor ferocidad —lo que significa que hay que movilizarse—. Los ancianos parece que trabajan a destiempo para prepararlo todo, pero las ansias nunca fueron buenas. ¿Crees que...? —que lo conseguiremos, le hubiera gustado añadir.

A veces cree que no, pero cuando ve y escucha a Uther, toda duda se disipa.

—Eso sí que no me lo puedo creer.—Bromea con una sonrisa afable.—Eres joven y tienes la belleza salvaje de los Tremé. Me extraña que no tengas a más de un pretendiente al que le encantaría acompañarte.—Créeme: Thaddeus no está flirteando, y no sólo porque sea mucho mayor que su interlocutora. Los gustos del brujo siempre han ido, más bien, en otra dirección.

Además de lo evidente, claro: siendo hija biológica de Uther, de algún modo, él también es una especie de padre adoptivo de los hermanos Biobaku. —No. No lo estamos.—Asiente, suspirando en silencio. Ya poco después de regresar a Nueva Orleans por septiembre, Tatum King le puso al corriente de la delicada situación que venían atravesando: una situación que no ha hecho sino empeorar en los últimos meses.—Vamos a dar un golpe. Lo sabes, ¿no?—Y lo afirma con seguridad, no porque Uther le haya puesto al corriente de sus últimos planes, sino porque conoce muy bien al hombre con el que está casado; el padre de aquella joven.

No lo dejaría estar.

—Ignoro cuándo, pero... —Suspira pesadamente.—Tendremos que estar preparados, por lo que pueda pasar.—Más vale prevenir que curar.—¿Los lobos no se han pronunciado? Pensé que con el cambio de poder, tomarían decisiones para con los aquelarres.—Los movimientos de Oliver Trudeau —híbrido sin humanidad—, fueron erráticos, cuanto menos. De Alice Harlem pudieron esperar cierto grado de sensatez.

No lo encontraron, al parecer.
«¿Crees que...?»

La duda incompleta de Nyiara permanece allí, flotando en el aire. No hace falta que concluya la frase; Thaddeus capta inmediatamente a qué se refiere. —No lo sé.—Admite con resignación.—Ya conoces a tu padre: él confía ciegamente en nuestras posibilidades —y probablemente su madre, Adanna, también—, pero... los lobos han consolidado su mandato por casi un año.—Y ya es mucho, tratándose de Nueva Orleans.—En mi opinión, creo que no deberíamos bajar la guardia. Nuestra arrogancia puede ser nuestra perdición...—Y, les guste reconocerlo o no, los aquelarres no pueden permitirse más bajas.

Diría que Nyiara no estaba acostumbrada a que le dijeran piropos de tanto en tanto, pero sería mentira. Lo que pasaba era que no estaba acostumbrada a que Thaddeus lo hiciera. La verdad, las palabras causaron un efecto en ella casi desconocido: que sus mejillas se ruborizaran de inmediato—. Anda, calla —añadió con una pequeña risa nerviosa.

Risa que se apaciguó al volver a un tema mucho más serio.

—Sí, lo sé —su suspiro no era porque no quisiera darlo, sino porque no quería perder a nadie de su aquelarre, evidentemente—. Espero de todo corazón que estemos preparados y a la altura. Por más que me duela decirlo, que los lobos hayan mantenido su mandato por un año solo implica que no son fáciles de vencer —y ya con eso, para Nyiara era suficiente. Suficiente para no subestimarlos, suficiente porque sabía que tenían apoyo mágico, suficiente por muchos otros motivos—. Oye, tengo que irme a hacer unas compras, pero si quieres me puedes acompañar y continuamos la conversación.

Tenía que pasar más tiempo con su padrastro y esta podría ser la excusa perfecta.