—Erin, me alegro de volver a verte.—Le dice con sinceridad, acercándose a ella para ofrecerle un cálido abrazo —gesto cada vez más común en Ashkore en los últimos tiempos, en los que cada día parece ser tan delicado e importante como si fuera el último en esta Tierra. Aprender a valorar cada minuto, compañía e instante, quizá sea lo más relevante que Gin haya aprendido en los últimos meses.

Y no es para menos: a punto estuvo de morir por segunda vez.

Ya han pasado semanas, sino meses desde su último encuentro con Erin: aquel en el que decidieran ponerse manos a la obra para encontrar a Velkan. Vaya si no han pasado cosas desde entonces.—Siento no haberte contestado a los mensajes antes; han sido unas semanas de locos.—Y tanto.

Su transformación fallida en nefilim, su muerte temporal, el cierre de las puertas del infierno... y aun con todo, Gin sigue sin olvidarse de Velkan. Sin olvidarse de todos ellos. Sea como fuere, de corazón espera y desea que, al menos, Erin traiga consigo mejores noticias. Así pues, procedieron a reunirse a las afueras del pueblo, donde Ashkore esperaba que ambas cazadoras contasen con algo más de tranquilidad.

—¿Y bien? ¿Descubriste nuevas pistas?—Puede que quizá no sea demasiado tarde para rescatar a Velkan... después de todo.

El abrazo de Gin era de las mejores cosas que le habían pasado últimamente y eso no decía mucho a favor de los últimos acontecimientos en la vida de Erin. Su reencuentro con Rowdy, enterarse de que su antiguo amor había muerto y el misterio que rodeaba a Velkan habían hecho mella en la cazadora. esto había hecho que se mostrara aún más solitaria y esquiva desde entonces, pese a lo cual había tratado de contactar con Gin para contarle las noticias acerca de Velkan. Por eso, no pudo evitar suspirar hondamente cuando su amiga la recibió con aquella calidez.

—No te preocupes, yo tampoco he estado en mi mejor momento —respondió con su habitual ironía resignada, encogiéndose de hombros.

Aunque llevaba semanas queriendo hablar con Gin, ahora que la tenía enfrente no sabía cuál era la mejor manera de lanzarle las noticias acerca de Velkan. Erin no se caracterizaba precisamente por sus habilidades sociales así que decidió contárselo sin más, a bocajarro. Sabía que Gin sería capaz de asumirlo.

—Velkan está vivo, me encontré con él hace algunas semanas durante la feria de Navidad, por eso intenté hablar contigo —dijo sin rencor en sus palabras; no sabía en qué había estado ocupada Gin pero estaba segura de que era por un buen motivo.

—Pero... No me quiso contar nada de lo que pasó, ni cómo escapó, nada... Y estaba raro, esquivo, apenas me miraba a los ojos... —siguió diciendo con la libertad de saber que podía confiar en Gin para esas cosas —Y hace poco me volví a topar con él en la tienda de comestibles de Johnny y seguía igual, haciendo preguntas raras... Gin, creo que le han hecho algo.

Erin no se atrevía a verbalizarlo aún. Si ponía en forma de palabras los pensamientos que rondaban su mente desde aquel día se harían reales y no se sentía preparada para afrontarlo.

«Velkan está vivo...»

Ashkore recibe la noticia como un jarro de agua fría. Y no porque no le alegre; por supuesto que la hace sentir feliz, e incluso aliviada, que aquella carga que lleva arrastrando desde hace meses, por fin sea un peso del que puede desprenderse. Siempre se sintió culpable de lo ocurrido con Velkan; de cómo aquellos lobos consiguieron llevárselo contra su voluntad, mientras una impotente Gin no pudo hacer nada por él. Por ayudarle. En todo este tiempo...

...Y ese, amigos míos, es el quid de la cuestión: Velkan fue secuestrado por licántropos a finales de junio del año pasado, hace casi un año. Desde entonces, no volvió a tener noticias de él. Llegó a pensar que incluso pecaba de ilusa, por negarse a perder la esperanza y confiar en que Strøm podía seguir vivo... Y así ha sido, después de todo.

Sin embargo, a pesar de todo el tiempo que ha pasado, de lo preocupada que ella ha llegado a estar por él, Velkan jamás se molestó en volver a buscarla. En hacerle saber que estaba a salvo. Erin le encontró en la feria de Navidad —de la que han pasado meses asimismo—, con evasivas y eludiendo sus preguntas... —Esos desgraciados...—Chasquea la lengua y aprieta los puños, tratando de canalizar la rabia.—Erin, está muy claro lo que le está pasando. Sigue siendo un prisionero.—¿Cuál podría ser la explicación, sino? Si Velkan no ha podido darle explicaciones, es porque, literalmente, no puede dárselas.

Todavía se halla bajo la merced de los licántropos.

De otro modo, ¿por qué habría evitado un reencuentro? ¿Por qué no ser claro con Byrne? —Necesito que me lo cuentes todo. Punto por punto.—Le pide.—Exactamente dónde le encontraste y qué estaba haciendo cuando lo hiciste. Cuál era su aspecto. Qué... qué te dijo.—Quizá entre las dos puedan desentrañar las pistas. Tal vez exista una explicación razonable a todo esto...

...O tal vez no.

Aunque pudo ver en rostro de Gin cierta turbación ante sus palabras, comprobó cómo su amiga pareció recuperarse en apenas un pestañeo para pensar con frialdad y determinar qué le ocurría a Velkan y qué podían hacer con él. Sintió un gran alivio, no solo porque había soltado parte de su carga sino porque mientras Gin pensaba y decidía, ella podía dejar descansar su mente.

—Eso encaja —afirmó cuando Gin aseguró que aún seguía prisionero de la manda Lanvik, recordando la mirada esquiva de Velkan —En Navidad me dijo que todo era complicado y que me olvidara de él, que era peligroso para nosotras estar con él y que hiciéramos como si estuviera muerto —relató, sintiendo casi el mismo dolor que le habían provocado aquellas palabras cuando Velkan se las dijo a la cara, arrinconándola de aquella manera.

—En la tienda de Johnny me echó en cara que por qué le buscaba y que si no valoraba mi vida... ¿Y sabes? Me hizo una pregunta... Me dijo que qué haría su un amigo mío se convirtiera en vampiro... Después empezó a decir que un vampiro no puede dejar de ser lo que es y que lo mejor era alejarse —obvió el intercambio de comentarios respecto a sus físicos como si tuvieran quince años pero recordarlo volvió a hacer que se pusiera un poco nerviosa —Y Gin... Nos quedamos atrapados dentro de la tienda y de algún modo él pudo abrir la puerta usando solo sus manos... Y sus ojos...

No pudo -o no quiso- describir el color ambarino tan familiar de aquellos ojos, esperando que Gin supiera a qué se estaba refiriendo. No quería decirlo, no quería ni pensarlo, pero sabía que aquello no evitaría lo que ya estaba ocurriendo.

—Gin... Creo que está con ellos.

A medida que el discurso de Erin sigue adelante, sólo va a peor. Cada expresión elegida, cada comportamiento inexplicable... Gin trata de retener, punto por punto, todo lo que Velkan le dijo, deteniendo su reflexión brevemente en la mención a los vampiros. Ashkore no puede reprimir un escalofrío. En el pasado, ella misma habría sido capaz de asesinar a un ser querido convertido en vampiro; aquella estricta y radical educación le fue impuesta desde niña, y hasta hace algunos años, jamás se cuestionó aquellos valores...

Pero a día de hoy, Gin conoció el amor no sólo junto a uno, sino junto a dos vampiros. El tiempo y la experiencia le enseñaron a asumir que hay sobrenaturales que no son monstruos... y monstruos que no son sobrenaturales.

El problema es que hasta ahora, Gin no ha tenido oportunidad de compartir aquellos pensamientos con su vieja amiga, razón por la que no sabe cómo Erin se tomaría todo aquello. Absteniéndose de hacer comentarios, y dándole vueltas al ejemplo expuesto, Gin concluye en una teoría que, por ahora ignora, no es correcta, pero encajaría.

«Creo que está con ellos...»

—¿Crees que es un vampiro?—Eso explicaría que cuando los lobos Lanvik los encontraron, sólo se lo llevasen a él; a fin de cuentas, los licántropos reconocen a los vampiros por el olor.—No, pero... eso no puede ser.—Gin trata de hacer memoria y recordar cada ocasión en la que Velkan salió herido, cada afrenta que compartieron. Siempre se sintió tan... humano.—No puede ser posible... Erin, me habría dado cuenta.—¿Seguro?

Hay vampiros que logran esconder muy bien su naturaleza. Si Velkan se hubiera propuesto ocultar la verdad, ¿de verdad Gin habría logrado descubrirlo?

Comprendía la actitud de Gin porque hubiera sido la suya apropia de encontrarse en una situación similar. Antes de emitir juicios y tomar decisiones quería conocer todos los detalles acerca de lo que podría estar sucediéndole a Velkan. Si estaba envuelto con sobrenaturales sería complicado recuperarlo sin que hubiera daños o luchas.

Por eso, Erin decidió que tenía que saberlo todo.

—En la tienda de comestibles de Johnny hubo tres cosas que me llevan rondando la cabeza desde entonces —afirmó —Una de ellas es que Velkan parecía mucho más fuerte de lo normal... Sí, sé que él siempre ha sido fuerte, pero abrió con sus manos las puertas atascadas de la tienda —hizo una pausa para que Gin calibrara sus palabras, no se trataba de las viejas puertas de madera de una casa de cien años precisamente —Otra es que me preguntó qué haría yo si un amigo mío fuera vampiro —sin duda, aquella pregunta había sido muy esclarecedora —Por último, el color de sus ojos había cambiado cuando se marchó precipitadamente de la tienda...

Mientras dejaba que Gin asumiera toda aquella información, se encendió un cigarrillo para liberar los nervios. La impotencia y la rabia que le provocaba aquel asunto le impedía hasta descansar bien por las noches.

—Gin, tenemos que encontrar a Velkan como sea, sigue por el territorio, en alguna parte... Antes de tomar decisiones deberíamos hablar con él, encontrar su rastro. Esto es desesperante.

Y aunque ninguna de las dos mujeres era afectuosa por definición, Erin extendió una mano para posarla en el antebrazo de Gin. Ese sencillo gesto representaba lo que para otras personas hubiera sido una gran muestra de apoyo pero ellas no necesitaban mucho más.

—Tú le conoces mucho mejor que yo, ¿dónde crees que podría haber ido?

Desconcertada, incrédula, pero sobre todo: aterrorizada. No quiere creer en las posibilidades pero, ¿y si son ciertas? ¿Y si no se trata únicamente de hipótesis, y Erin no está equivocada? Ashkore se ve obligada a reprimir un escalofrío de auténtico horror.

Una fuerza implacable...
Una pregunta desafortunada...
Un cambio en el color de sus ojos...

No quiere creerlo, pero Erin es una cazadora experimentada: no habría confundido fácilmente las señales. —Dios...—Preocuparse de antemano, en cualquier caso, no les servirá de nada. Tratando de tranquilizarse, Gin toma una profunda bocanada de aire antes de continuar.—Tienes razón.—Le dice.—Tenemos que encontrarlo.—Si sigue en las inmediaciones, no deberían tener severos problemas para dar con él...

...Claro que, quién sabe.

Hasta ahora, sólo una de las dos le encontró, y de forma totalmente casual. —Sinceramente, Erin... Ni siquiera sé si le conozco.—Admite finalmente. A estas alturas, y ante semejante y nuevo escenario, Gin no sabe qué pensar.—Pero... si no te fue fácil dar con él, estará evitando el foco urbano.—Quizá centrarse en las afueras sea su mejor opción.[b]—Por ahora... si averiguas algo más, infórmame de todo lo que descubras. Necesito...—[b]necesita pensar en todo esto y tomarse, al menos, un par de días para asimilar la verdad.

¿En qué momento las cosas se complicaron tanto?

El ver a Gin abrumada por la situación hizo que Erin se sintiera como algo parecido a una "hermana mayor" en esos momentos, pese a que ambas siempre habían mantenido una relación de igualdad, de compañeras. Podía comprender a la perfección sus sentimientos: al final, su mejor amigo parecía haberse convertido en lo que quería destruir.

—Creo que... A pesar de todo, Velkan seguirá siendo el mismo que conocemos —aventuró, pues se negaba a pensar que el noruego de repente se hubiera convertido en un tipo soberbio o arrogante como solían ser muchos licántropos —Imagino que estará viviendo con... ellos

Y aquella situación sí que le produjo cierta repulsión: pensar en Velkan rodeado de la manada Lanvik en cualquier cuchitril tras haber sido secuestrado y convertido por ellos, como la máxima expresión de venganza contra los humanos y contra los cazadores que los perseguían desde hacía siglos. Era despreciable.

—Sí, será mejor que tratemos de asimilar todo esto. Al menos sabemos que está vivo.

Vio que su amiga necesitaba estar a solas y lo comprendió. Sin añadir mucho más, pues entre ellas no hacía falta, dijo:

—Seguimos en contacto, ¿vale? Esperemos que no pase tanto tiempo esta vez —añadió con una sonrisa torcida.

Off: cerramos si quieres