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SHE'S A MONSTER
AND SHE'S NOT COMING BACK
En «American Gothic» se escribió:— I hope that you can find your way back to yourself someday.
— Just like you hope Katherine will find her way back? You still think that innocent girl you saved from Klaus ages ago was in there, somewhere.
— I'd like to think so, yes.
—She's not! She's a monster now, Elijah. The sweet peasent girl you fell in love with way back when is dead. And she's not coming back.
— I'm not a fool, Elena. Of course this has occurred to me, but what kind of man would I be if I didn’t try to find my Katerina beneath this… Katherine façade?
De entre todas las personas con las que Elena hubiera esperado cruzarse atravesando el parque de Mystic Falls, probablemente Elijah Mikaelson habría sido el último que se le hubiera ocurrido. Y sin embargo, allí está: con aquel semblante sereno y calmo, y la expresión de alguien que lleva más de mil años manteniendo de forma permanente el control.
El cielo gris no apuntaba a ser un buen presagio.
—Bonnie, tengo que colgar.—Le advierte a su mejor amiga desde el teléfono móvil, con quien charlaba amenamente hasta hacía unos segundos.—¿Nos vemos más tarde? En mi casa.—Advertirla sobre aquella inesperada visita no parecía buena idea; al menos, no por el momento. De suerte, sin embargo, que acordando una cita para más tarde, Bonnie podrá dar la voz de alarma si Elena no se presenta a tiempo.
No tiene miedo, sin embargo. Huir no le serviría de nada, pero si de verdad quisiera hacerle daño... ya lo habría hecho.
—Elijah.—Se esfuerza por verse tranquila, pese a que su expresión denota inquietud.—Creía que Klaus ya no...—Que ni él, ni Klaus, ni nadie en la familia Mikaelson estaban ya interesados en aquel pequeño pueblo —para suerte de todos los residentes. Que al menos él haya vuelto... no puede ser una buena noticia.
—¿Qué estás haciendo aquí?—No se quedaría por más tiempo con la duda.
28 abril • 19.30 pm • @Elijah Mikaelson
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SHE'S A MONSTER
AND SHE'S NOT COMING BACK
—Elena Gilbert.—Con una mano embutida en el bolsillo de su pantalón, Elijah detiene sus sobrios y elegantes pasos de manera inmediata. Justamente hace casi dos horas el original sacó a colación el nombre de la joven vampiresa frente a sus hermanos. Agradece que sea él y no Niklaus, quien se encuentre de forma fortuita con la chica. Puede que consiga información valiosa que a su hermano probablemente se le habría negado.
Por desgracia, el original desconoce que se encontrará con otro escenario.—Niklaus...—La pronunciación de aquel nombre en los labios de la vampiresa le saca una sonrisa de labios cerrados, más bien un gesto inusualmente divertido, por decirlo de alguna manera.—Cada vez que me cruzo con una réplica, dedica su primera palabra a mi hermano. Por suerte, poseo... cierto humor que puedo usar cuando me place, así no lo tomo como un gesto de falta de modales.—Un comentario inesperado viniendo de Elijah Mikaelson, pero con su razón de ser. La pequeña distracción le ha permitido usar su habilidad de audición para barrer la zona cuidando de que la vampiresa no se percate de que le conviene haberla encontrado sola.
«¿Qué estás haciendo aquí?»
—Esta vez no se trata de ti, si es eso lo que preguntas.—Elijah no borra aquella leve sonrisa de sus labios.—Mis asuntos no deberían ser de tu incumbencia, pero debo admitir que quizá podrías ayudarme.—Si no son Elena y sus amigos, no cree que alguien más en ese pueblo olvidado podría hacerlo.—Hay una novedad en el pueblo... Sabes a lo que me refiero.—La joven inteligente Elena Gilbert lo sabe, claro que sí.—¿Qué puedes decir sobre eso?—
Por desgracia, el original desconoce que se encontrará con otro escenario.—Niklaus...—La pronunciación de aquel nombre en los labios de la vampiresa le saca una sonrisa de labios cerrados, más bien un gesto inusualmente divertido, por decirlo de alguna manera.—Cada vez que me cruzo con una réplica, dedica su primera palabra a mi hermano. Por suerte, poseo... cierto humor que puedo usar cuando me place, así no lo tomo como un gesto de falta de modales.—Un comentario inesperado viniendo de Elijah Mikaelson, pero con su razón de ser. La pequeña distracción le ha permitido usar su habilidad de audición para barrer la zona cuidando de que la vampiresa no se percate de que le conviene haberla encontrado sola.
«¿Qué estás haciendo aquí?»
—Esta vez no se trata de ti, si es eso lo que preguntas.—Elijah no borra aquella leve sonrisa de sus labios.—Mis asuntos no deberían ser de tu incumbencia, pero debo admitir que quizá podrías ayudarme.—Si no son Elena y sus amigos, no cree que alguien más en ese pueblo olvidado podría hacerlo.—Hay una novedad en el pueblo... Sabes a lo que me refiero.—La joven inteligente Elena Gilbert lo sabe, claro que sí.—¿Qué puedes decir sobre eso?—
28 abril • 19.30 pm • @Elijah Mikaelson
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¿Intenta ser amable, o sólo jocoso? Nunca lo tiene claro cuando se trata de los originales, aunque Elena podría atreverse a asegurar que Elijah es, de largo, el único de ellos en quien realmente pueden confiar. Aunque es consciente de que ha justificado los deleznables crímenes de Klaus, el mayor de los hermanos se rige bajo un estricto código de honor con el que Elena cree, puede saber lidiar.
«Esta vez no se trata de ti...»
—Eso sí es una novedad.—Qetsiyah, Kai, Katherine... La lista de los sujetos obsesionados con la idea de hacerlos daño a ella y a sus seres queridos, nunca deja de crecer, ni tan siquiera en los últimos tiempos. Que Klaus y el resto de su familia hayan abandonado la ecuación de forma temporal, sigue sin ofrecerles la seguridad de que no vayan a volver a la misma en algún momento.—Y un alivio.—Ya sea verdad o mentira lo que acaba de afirmar, a Elena no le queda más opción que confiar... y escuchar.
«...quizá podrías ayudarme.»
—La cura.—Claro: ¿qué otro motivo ha podido devolver a Elijah a Mystic Falls, sino las pistas sobre el arma capaz de destruir a un original?—Veo que los rumores vuelan... pero me temo que llegas tarde. Todos lo hicimos.—En la expresión de la réplica puede leerse una sincera decepción. Ni Elena, ni los suyos, consiguieron hacerse con la cura.—Muchos en el pueblo intentaron hacerse con ella hace unos días. Creemos que un vampiro llegó primero.—Aunque, desgraciadamente, no pueden tener la seguridad de nada. Elena y los demás estuvieron demasiado ocupados lidiando con Kai Parker por enésima vez.
Quién sabe: si tan sólo Katherine se hubiera abstenido de ponerla a ella en bandeja de plata por primera vez, quizá el hereje no hubiera desarrollado su psicótica obsesión por atormentarlos a ella y a todas las personas que le importan.
«Esta vez no se trata de ti...»
—Eso sí es una novedad.—Qetsiyah, Kai, Katherine... La lista de los sujetos obsesionados con la idea de hacerlos daño a ella y a sus seres queridos, nunca deja de crecer, ni tan siquiera en los últimos tiempos. Que Klaus y el resto de su familia hayan abandonado la ecuación de forma temporal, sigue sin ofrecerles la seguridad de que no vayan a volver a la misma en algún momento.—Y un alivio.—Ya sea verdad o mentira lo que acaba de afirmar, a Elena no le queda más opción que confiar... y escuchar.
«...quizá podrías ayudarme.»
—La cura.—Claro: ¿qué otro motivo ha podido devolver a Elijah a Mystic Falls, sino las pistas sobre el arma capaz de destruir a un original?—Veo que los rumores vuelan... pero me temo que llegas tarde. Todos lo hicimos.—En la expresión de la réplica puede leerse una sincera decepción. Ni Elena, ni los suyos, consiguieron hacerse con la cura.—Muchos en el pueblo intentaron hacerse con ella hace unos días. Creemos que un vampiro llegó primero.—Aunque, desgraciadamente, no pueden tener la seguridad de nada. Elena y los demás estuvieron demasiado ocupados lidiando con Kai Parker por enésima vez.
Quién sabe: si tan sólo Katherine se hubiera abstenido de ponerla a ella en bandeja de plata por primera vez, quizá el hereje no hubiera desarrollado su psicótica obsesión por atormentarlos a ella y a todas las personas que le importan.
28 abril • 19.30 pm • @Elijah Mikaelson
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Alza las comisuras de sus labios apenas un instante ante la sorpresa y el alivio de Elena. Desde que Niklaus desistió de crear más híbridos, la joven Elena Gilbert desapareció por completo de sus prioridades. Y, aunque su hermano volviera a manifestar interés en híbridos, otra réplica sería su foco y no la vampiresa de Mystic Falls. En resumidas cuentas, sí, Elena Gilbert podía respirar tranquila.
La severidad invade las facciones del honorable original cuando Elena expone las malas noticias. Entonces, sus hermanos y él han perdido el tiempo al visitar Mystic Falls. Elijah le cree demasiado fácil a Elena, sí, porque sabe que la vampiresa no gana algo mintiéndole. Además, podría forzarla mediante compulsión a decir la verdad, pero no será necesario. La expresión del rostro femenino es convincente.
—¿De quién se trata? —Pregunta ipso facto, esperando que Elena pueda revelar algo más que pueda ser de utilidad.—¿Algún nombre, descripción…? ¿Alguien a quien pueda conectar con ese vampiro? —Pregunta, dando un suspiro e introduciendo las manos en sus bolsillos, manteniendo su acostumbrado porte recto.
Puede que Elijah no consiga la cura hoy, pero no se irá con las manos vacías. Un Mikaelson jamás se conforma.
Y quizá todavía alcance a presionar los botones correctos en la vampiresa.—Si hay alguien que posee información útil, siempre eres tú o… Alguno de tus amigos… Aquel dueto de hermanos, los…—Chasquea los dedos, como si en verdad fuese olvidado sus nombres— Salvatore. Damon y Stefan.—En especial, olvidar el de éste último, cuya relación con Niklaus —y Rebekah— fue demasiado estrecha en algún tiempo.—Sé de buena fuente que siempre poseen información más útil de la que comparten.—Añade, siendo esa fuente confiable, nada más y nada menos que la misma Katerina Petrova.
La severidad invade las facciones del honorable original cuando Elena expone las malas noticias. Entonces, sus hermanos y él han perdido el tiempo al visitar Mystic Falls. Elijah le cree demasiado fácil a Elena, sí, porque sabe que la vampiresa no gana algo mintiéndole. Además, podría forzarla mediante compulsión a decir la verdad, pero no será necesario. La expresión del rostro femenino es convincente.
—¿De quién se trata? —Pregunta ipso facto, esperando que Elena pueda revelar algo más que pueda ser de utilidad.—¿Algún nombre, descripción…? ¿Alguien a quien pueda conectar con ese vampiro? —Pregunta, dando un suspiro e introduciendo las manos en sus bolsillos, manteniendo su acostumbrado porte recto.
Puede que Elijah no consiga la cura hoy, pero no se irá con las manos vacías. Un Mikaelson jamás se conforma.
Y quizá todavía alcance a presionar los botones correctos en la vampiresa.—Si hay alguien que posee información útil, siempre eres tú o… Alguno de tus amigos… Aquel dueto de hermanos, los…—Chasquea los dedos, como si en verdad fuese olvidado sus nombres— Salvatore. Damon y Stefan.—En especial, olvidar el de éste último, cuya relación con Niklaus —y Rebekah— fue demasiado estrecha en algún tiempo.—Sé de buena fuente que siempre poseen información más útil de la que comparten.—Añade, siendo esa fuente confiable, nada más y nada menos que la misma Katerina Petrova.
28 abril • 19.30 pm • @Elena M. Gilbert
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«¿De quién se trata?»
Elena deja escapar un suspiro. Entiende el interrogatorio; si el original se ha dejado caer en Mystic Falls buscando la cura de la inmortalidad, recabar toda la información que sea posible será su prioridad. Se resiste, sin embargo, a ofrecer respuestas concretas a la primera de cambio. La realidad es que Elena tiene sus propias teorías sobre los vampiros que se llevaron la cura, por una sencilla razón: debieron ser los sujetos que tomaron el mismo camino por el que Kai la obligó a avanzar. Dos de ellos le fueron totalmente desconocidos; uno de ellos, en cambio, no.
Está convencida de que vio al hombre moreno en algún momento, mientras Kai Parker la tuvo secuestrada.
¿Soldados de la Condesa? Podría ser plausible. Ignora por qué alguien como Erzsebét Báthory podría estar interesada en la cura de la inmortalidad —quizá sus razones no disten en demasía de las de los originales al respecto—, pero eso explicaría asimismo, la presencia de Kai en aquellos túneles. Todavía no ha tenido la oportunidad de contrastar su teoría, y a decir verdad, tampoco se ha atrevido a hacerlo hasta el momento. Ante la menor noticia sobre la cura, Damon no dudaría en volver a lanzarse hacia una misión suicida contra Erzsebét y los suyos.
Además, que Elijah no tenga ningún dato al respecto, abre la puerta a la posibilidad de que sus suposiciones no sean acertadas.
Aunque... —Y esa buena fuente, ¿no sabe nada de la cura?—Hace tiempo que Elena se vio obligada a dejar de ser inocente, y desde luego, no es ninguna estúpida. Esa fuente tan implicada con todos ellos no puede ser otra que Katherine Pierce. Después de todo, hará ya dos años que Elijah hubo de presentarse en la mansión para liberar a su réplica de la compulsión de Klaus.
Para Elena es evidente que, como mínimo, Katherine es importante para él. Si sus suposiciones sobre la cura son ciertas, Katherine ya debe estar alertada al respecto a través de Kai... y Elijah no habría necesitado hacer tantas preguntas.
Aunque también cabe la posibilidad de que Pierce se haya reservado cierta información de interés. —No estoy segura —advierte entonces—, pero creo que la Condesa Sangrienta tiene algo que ver con lo que pasó con la cura.—Y entonces, Elena se propone lanzar un órdago. Que se muestre dispuesta a colaborar, no significa que aquella conversación sólo deba ser beneficiosa y útil para Elijah, ¿cierto?—Pensé que Katherine habría averiguado más.—A menos que esté totalmente equivocada...
O que, efectivamente, Katherine siga siendo tan de fiar como de costumbre.
Por ahora, cualquier opción parece viable.
Elena deja escapar un suspiro. Entiende el interrogatorio; si el original se ha dejado caer en Mystic Falls buscando la cura de la inmortalidad, recabar toda la información que sea posible será su prioridad. Se resiste, sin embargo, a ofrecer respuestas concretas a la primera de cambio. La realidad es que Elena tiene sus propias teorías sobre los vampiros que se llevaron la cura, por una sencilla razón: debieron ser los sujetos que tomaron el mismo camino por el que Kai la obligó a avanzar. Dos de ellos le fueron totalmente desconocidos; uno de ellos, en cambio, no.
Está convencida de que vio al hombre moreno en algún momento, mientras Kai Parker la tuvo secuestrada.
¿Soldados de la Condesa? Podría ser plausible. Ignora por qué alguien como Erzsebét Báthory podría estar interesada en la cura de la inmortalidad —quizá sus razones no disten en demasía de las de los originales al respecto—, pero eso explicaría asimismo, la presencia de Kai en aquellos túneles. Todavía no ha tenido la oportunidad de contrastar su teoría, y a decir verdad, tampoco se ha atrevido a hacerlo hasta el momento. Ante la menor noticia sobre la cura, Damon no dudaría en volver a lanzarse hacia una misión suicida contra Erzsebét y los suyos.
Además, que Elijah no tenga ningún dato al respecto, abre la puerta a la posibilidad de que sus suposiciones no sean acertadas.
Aunque... —Y esa buena fuente, ¿no sabe nada de la cura?—Hace tiempo que Elena se vio obligada a dejar de ser inocente, y desde luego, no es ninguna estúpida. Esa fuente tan implicada con todos ellos no puede ser otra que Katherine Pierce. Después de todo, hará ya dos años que Elijah hubo de presentarse en la mansión para liberar a su réplica de la compulsión de Klaus.
Para Elena es evidente que, como mínimo, Katherine es importante para él. Si sus suposiciones sobre la cura son ciertas, Katherine ya debe estar alertada al respecto a través de Kai... y Elijah no habría necesitado hacer tantas preguntas.
Aunque también cabe la posibilidad de que Pierce se haya reservado cierta información de interés. —No estoy segura —advierte entonces—, pero creo que la Condesa Sangrienta tiene algo que ver con lo que pasó con la cura.—Y entonces, Elena se propone lanzar un órdago. Que se muestre dispuesta a colaborar, no significa que aquella conversación sólo deba ser beneficiosa y útil para Elijah, ¿cierto?—Pensé que Katherine habría averiguado más.—A menos que esté totalmente equivocada...
O que, efectivamente, Katherine siga siendo tan de fiar como de costumbre.
Por ahora, cualquier opción parece viable.
28 abril • 19.30 pm • @Elijah Mikaelson
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—La adorable Elena Gilbert aprendió a jugar en este tablero, más rápido de lo que pensaba.—Hace aquel comentario en voz alta, adrede, mientras le contempla con ligera curiosidad. Al decir verdad, no se esperaba esa respuesta de la vampiresa.—Mismo modus operandis que tu predecesora: recabar información antes de soltar una sola sílaba de la propia.—Será cosa de sangre, de familia. O tal vez, las circunstancias y experiencias han revelado esta Elena Gilbert. O quizá, un poco de ambas.
De momento, se reserva contestar a aquella interrogante.
—Erzsébet Bathóry.—Murmura pensativo. Es la segunda vez que esa mujer está indirectamente en el camino de su familia y él, y todavía no le conoce. Tal vez deba hacerlo pronto.—Agradezco tu aporte, Elena Gilbert.—Asiente ligeramente con la cabeza, derrochando su habitual educación y actitud cortés.—Eso me deja en un camino más despejado.—Traducción: ya sabe de dónde tirar. Aunque, la verdad habría deseado más información al respecto. Pero la ingenuidad de Elena ya no es algo a lo que pueda aspirar.
Entonces, aquella recolección de información va hacia un derrotero que Elijah no ha previsto. El original observa detenidamente en silencio a la joven vampiresa, como deseando indagar en su mente hacia dónde quiere llegar con aquel comentario. Sin embargo, como no es suyo el don de leer mentes, acaba por aplacar su curiosidad…
—He sido yo —se lleva la mano al pecho de manera solemne, un poco robótica— quien ha introducido el nombre de Katherine Pierce en esta conversación —no tiene sentido ocultar que era ella, a quien Elijah se refería con la buena fuente—, de manera implícita, pero tú…—Entrecierra un poco los ojos— La mencionas, ¿con la intención de…? —¿Acaso es por la cura? Algo le dice que no. Porque si Katerina supiese sobre la cura, ya se lo habría confiado, y por ende, Elijah no tendría necesidad de indagar con alguien como Elena Gilbert.
—¿Qué tiene que ver Katherine Pierce con Erzsébet Bathóry? —Jamás se le habría ocurrido colocar a las dos mujeres en la misma línea, mucho menos en una especie de trato o alianzas.
Aunque bien pensado, puede que Katherine Pierce —y no Katerina Petrova— en algún momento haya buscado interactuar con alguien que ostenta tal poder como la mencionada Condesa.
De momento, se reserva contestar a aquella interrogante.
—Erzsébet Bathóry.—Murmura pensativo. Es la segunda vez que esa mujer está indirectamente en el camino de su familia y él, y todavía no le conoce. Tal vez deba hacerlo pronto.—Agradezco tu aporte, Elena Gilbert.—Asiente ligeramente con la cabeza, derrochando su habitual educación y actitud cortés.—Eso me deja en un camino más despejado.—Traducción: ya sabe de dónde tirar. Aunque, la verdad habría deseado más información al respecto. Pero la ingenuidad de Elena ya no es algo a lo que pueda aspirar.
Entonces, aquella recolección de información va hacia un derrotero que Elijah no ha previsto. El original observa detenidamente en silencio a la joven vampiresa, como deseando indagar en su mente hacia dónde quiere llegar con aquel comentario. Sin embargo, como no es suyo el don de leer mentes, acaba por aplacar su curiosidad…
—He sido yo —se lleva la mano al pecho de manera solemne, un poco robótica— quien ha introducido el nombre de Katherine Pierce en esta conversación —no tiene sentido ocultar que era ella, a quien Elijah se refería con la buena fuente—, de manera implícita, pero tú…—Entrecierra un poco los ojos— La mencionas, ¿con la intención de…? —¿Acaso es por la cura? Algo le dice que no. Porque si Katerina supiese sobre la cura, ya se lo habría confiado, y por ende, Elijah no tendría necesidad de indagar con alguien como Elena Gilbert.
—¿Qué tiene que ver Katherine Pierce con Erzsébet Bathóry? —Jamás se le habría ocurrido colocar a las dos mujeres en la misma línea, mucho menos en una especie de trato o alianzas.
Aunque bien pensado, puede que Katherine Pierce —y no Katerina Petrova— en algún momento haya buscado interactuar con alguien que ostenta tal poder como la mencionada Condesa.
28 abril • 19.30 pm • @Elena M. Gilbert
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Elijah no sólo es el original noble: también es un hombre de palabra y reconocedor de sus errores... o de los méritos en los demás. Elena contiene una sonrisa de orgullo, pues no le falta razón: como todos, ha terminado aprendiendo las reglas del juego.
Y ha aprendido a leer las señales. —Puede que sea lo único que tengamos en común.—Katherine le habló una vez del fuego Petrova, y en más de una ocasión repitió hasta qué punto han llegado a ser parecidas. Elena, por su parte, se niega a creer que tenga nada que ver con la réplica, más allá de su aspecto físico. De algún modo, Katherine se ha convertido en el perfecto ejemplo de aquello en lo que no desea convertirse, aun siendo un vampiro.
Pero algunos, al parecer, siguen siendo capaces de encontrar bondad en ella.
Y Elena... no puede evitar preguntarse, por qué. Por qué precisamente él, de entre todos los hermanos Mikaelson.
Conforme ante la mención de la Condesa Sangrienta, Elijah parece haber obtenido de Elena información suficiente, pero la conversación no termina allí. Abierto el melón de Katherine Pierce, la joven Gilbert sigue adelante, plasmando en voz alta el hilo de unos pensamientos que, quizá, hubiera hecho mejor en dejar reservados. —Es sólo que no... —Al principio, no le es fácil encontrar las palabras adecuadas.—No termino de entender por qué sigues trabajando con ella. Después de... todo lo que ha hecho.—Sin embargo, las palabras de Elijah revelan una información que, hasta el momento, se le escapaba.
Acto seguido, la expresión de Elena se descompone.
«¿Qué tiene que ver Katherine Pierce con Erzsébet Bathóry?»
—No lo sabes.—Elena deja escapar el aliento, mientras las piezas encajan en su mente con un ligero click. No: por supuesto que no lo sabe. ¿Cómo un hombre como Elijah habría podido colaborar con la villana, a sabiendas de los tratos que se trae a sus espaldas? La morena deja escapar un suspiro, sintiendo cierta culpabilidad por el original, pero sobre todo, lástima. Katherine es importante para él, y ni siquiera se hace una idea de la clase de mujer que es.
Tratar de ocultarlo sería inútil, por lo que Elena se limita a hacer lo que mejor se le da: decir la verdad. —Katherine se las ingenió para que la bruja Qetsiyah me hechizase.—Le explica entonces.—Estuve... meses sumida en un sueño profundo, pero no fue suficiente para ella. Mis amigos guardaban mi cuerpo en un ataúd, a la espera de hallar la manera de despertarme...—Sobra decir, que al final, lo consiguieron. Aunque no fueron exactamente ellos.—No se conformó, por supuesto.—Porque Katherine no se detendría hasta conseguir hacerla sufrir desde todas las perspectivas posibles.—Entregó la ubicación de mi ataúd a los esbirros de Erzsebét Báthory.—Y más concretamente, al protagonista de sus últimas pesadillas...
Kai Parker.
Y ha aprendido a leer las señales. —Puede que sea lo único que tengamos en común.—Katherine le habló una vez del fuego Petrova, y en más de una ocasión repitió hasta qué punto han llegado a ser parecidas. Elena, por su parte, se niega a creer que tenga nada que ver con la réplica, más allá de su aspecto físico. De algún modo, Katherine se ha convertido en el perfecto ejemplo de aquello en lo que no desea convertirse, aun siendo un vampiro.
Pero algunos, al parecer, siguen siendo capaces de encontrar bondad en ella.
Y Elena... no puede evitar preguntarse, por qué. Por qué precisamente él, de entre todos los hermanos Mikaelson.
Conforme ante la mención de la Condesa Sangrienta, Elijah parece haber obtenido de Elena información suficiente, pero la conversación no termina allí. Abierto el melón de Katherine Pierce, la joven Gilbert sigue adelante, plasmando en voz alta el hilo de unos pensamientos que, quizá, hubiera hecho mejor en dejar reservados. —Es sólo que no... —Al principio, no le es fácil encontrar las palabras adecuadas.—No termino de entender por qué sigues trabajando con ella. Después de... todo lo que ha hecho.—Sin embargo, las palabras de Elijah revelan una información que, hasta el momento, se le escapaba.
Acto seguido, la expresión de Elena se descompone.
«¿Qué tiene que ver Katherine Pierce con Erzsébet Bathóry?»
—No lo sabes.—Elena deja escapar el aliento, mientras las piezas encajan en su mente con un ligero click. No: por supuesto que no lo sabe. ¿Cómo un hombre como Elijah habría podido colaborar con la villana, a sabiendas de los tratos que se trae a sus espaldas? La morena deja escapar un suspiro, sintiendo cierta culpabilidad por el original, pero sobre todo, lástima. Katherine es importante para él, y ni siquiera se hace una idea de la clase de mujer que es.
Tratar de ocultarlo sería inútil, por lo que Elena se limita a hacer lo que mejor se le da: decir la verdad. —Katherine se las ingenió para que la bruja Qetsiyah me hechizase.—Le explica entonces.—Estuve... meses sumida en un sueño profundo, pero no fue suficiente para ella. Mis amigos guardaban mi cuerpo en un ataúd, a la espera de hallar la manera de despertarme...—Sobra decir, que al final, lo consiguieron. Aunque no fueron exactamente ellos.—No se conformó, por supuesto.—Porque Katherine no se detendría hasta conseguir hacerla sufrir desde todas las perspectivas posibles.—Entregó la ubicación de mi ataúd a los esbirros de Erzsebét Báthory.—Y más concretamente, al protagonista de sus últimas pesadillas...
Kai Parker.
28 abril • 19.30 pm • @Elijah Mikaelson
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«Puede que sea lo único que tengamos en común.»
Y afortunadamente, Elijah también lo cree. O de lo contrario, sin Katerina presente en su vida, habría nacido y crecido un interés particular en esta réplica. Después de todo, siempre le ocurre, ¿no?
—Y eso bastaría para derrocar imperios.—Menciona con una leve sonrisa. Aunque, al observar las acciones de la vampiresa, no puede evitar subestimar a Elena Gilbert…
La chica se le antoja tan transparente que duda seriamente si la palabra cizaña está en su diccionario. O… puede que sea la destacada. No lo sabe. Una de las debilidades del honorable original es su afición por creer en los rasgos de inocencia de los demás.
La extrañeza por aquel comentario de Elena se instala en sus facciones. Su rostro atento, aguarda más información por parte de la chica Gilbert. Asume que la morena se refiere a todos estos años donde las fechorías de Katherine han causado que Katerina Petrova sea rechazada por todos, y no a un evento en concreto…
Bien, se ha equivocado.
No le interesa que Elena Gilbert solvente sus propias dudas a costa de su privacidad, así que no se preocupa en aclarar su relación íntima con Petrova, ni mucho menos hacerla partícipe de sus sentimientos. De hecho, es impropio. Sin embargo, desde la ignorancia, la adorable y dulce Elena tira de una carta de la base de su castillo de naipes…
Y amenaza con arrasar todo lo que está construyendo con su amada Katerina.
No, evidentemente no sabía lo ocurrido con Elena Gilbert, propiciado por Katherine como un acto de venganza. Conociendo a su actual amante, y reconociendo de antemano la reputación de Elena de ser extremadamente sincera, Elijah decide dejarse sembrar la duda, sin olvidar que debe escucharlo de la propia fuente.
—Ya veo. Katherine Pierce no se separa de sus andadas.—Es toda su reacción, al igual que su expresión impertérrita, al menos en apariencia. Pensativo, Elijah desvía la mirada por un momento y embutiendo la mano en su bolsillo, da un suspiro.
Puede que enfrentando a Katerina consiga las respuestas que busca, pero no la seguridad de que no volverá a hacerlo.
Sin pensarlo demasiado, Elijah salva distancia entre Elena Gilbert y él, la toma por el brazo para asegurarla en su lugar antes de usar la compulsión con ella.
—Elena Gilbert —le mira directo a los ojos—, vas a mantenerme informado si Katherine Pierce vuelve a causarte algún daño, vas a relatar con detalles lo sucedido. Quiero nombres, lugares, quiero la verdad. Y sobre todo, quiero que lo olvides cada vez que me lo transmitas. No hablarás con ninguno de tus amigos ni los Salvatore sobre esto. Ni con la propia Katherine o alguien de mi familia y aliados.—Saber que Elijah está usando a Elena para vigilarla sería devastador para su relación.
Dicho esto, y ya todo hecho, Elijah rompe el contacto visual.
—Ten cuidado, Elena. Decir la verdad no siempre te garantiza ser libre.—Le recomienda con un susurro, volviendo a mirarla a los ojos antes de despedirse y marcharse sin reaccionar debidamente a las acusaciones contra su amante.
Quien necesita ofrecer explicaciones.
28 abril • 19.30 pm • @Elena M. Gilbert
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—No.—Confirma, dejando escapar un suspiro. Elena no es ninguna tonta: puede reconocer el brillo de decepción en su mirada; el mismo que se dejó ver en la mirada de Damon después de haberse visto engañado por ella por enésima vez. Porque eso es lo que hace Katherine Pierce: engañar, controlar, manipular...—Y nunca lo hará.—Afirma con severidad, aunque también, con transparencia.—Algunas personas no buscan la redención, Elijah.—Katherine, para su desgracia, es una de ellas.
Pero no puede juzgarlo cuando ella misma se ha esforzado siempre por hallar luz en las personas. La esperanza, a veces... es lo único que nos queda. Y sea lo que sea que Elijah espere de Katherine Pierce, aún tiene esperanza de que sea diferente.
Sorpresa: no lo es.
Y ya es hora de que asuma la verdad.
Pero Elijah tiene otros planes.
La réplica contiene la respiración mientras su mirada desciende a aquella mano sobre su brazo. Apenas tiene unos segundos para comprender lo que está a punto de pasar... y ni siquiera tiene tiempo de rogarle por que no lo haga.
«Vas a mantenerme informado si Katherine Pierce vuelve a causarte algún daño...»
«...quiero que lo olvides cada vez que me lo transmitas.»
Elena contiene la respiración mientras aquella información se almacena en su subconsciente, como una orden que no podría eludir. Aguarda, paciente, a que el original concluya su discurso, sin posibilidad alguna de negarse, o siquiera de moverse. Habría sido tan sencillo como pedírselo. Podría haberle pedido que la mantuviera informada si Katherine volvía a acercarse a ellos... pero no lo ha hecho.
Porque, a pesar de todo, Elena conoce la piedad. Si descubre la verdad de su relación con Elijah, ni siquiera a Katherine podría negarle aquel intento de felicidad; aquel vano intento por hacer las cosas bien.
Por increíble que pueda parecer... la habría encubierto. Y Elijah, cansado de las medias tintas, lo sabe.
Por eso, y pretendiendo asegurarse de que Elena dirá la verdad y sólo la verdad, formula aquella orden antes de retomar su búsqueda.
«Decir la verdad no siempre te garantiza ser libre.»
Y así, entornando la mirada en silencio, incapaz de comprender el contexto de su discurso, o siquiera de recordar la última parte de su conversación... Elena, lo ve marchar.
Pero no puede juzgarlo cuando ella misma se ha esforzado siempre por hallar luz en las personas. La esperanza, a veces... es lo único que nos queda. Y sea lo que sea que Elijah espere de Katherine Pierce, aún tiene esperanza de que sea diferente.
Sorpresa: no lo es.
Y ya es hora de que asuma la verdad.
Pero Elijah tiene otros planes.
La réplica contiene la respiración mientras su mirada desciende a aquella mano sobre su brazo. Apenas tiene unos segundos para comprender lo que está a punto de pasar... y ni siquiera tiene tiempo de rogarle por que no lo haga.
«Vas a mantenerme informado si Katherine Pierce vuelve a causarte algún daño...»
«...quiero que lo olvides cada vez que me lo transmitas.»
Elena contiene la respiración mientras aquella información se almacena en su subconsciente, como una orden que no podría eludir. Aguarda, paciente, a que el original concluya su discurso, sin posibilidad alguna de negarse, o siquiera de moverse. Habría sido tan sencillo como pedírselo. Podría haberle pedido que la mantuviera informada si Katherine volvía a acercarse a ellos... pero no lo ha hecho.
Porque, a pesar de todo, Elena conoce la piedad. Si descubre la verdad de su relación con Elijah, ni siquiera a Katherine podría negarle aquel intento de felicidad; aquel vano intento por hacer las cosas bien.
Por increíble que pueda parecer... la habría encubierto. Y Elijah, cansado de las medias tintas, lo sabe.
Por eso, y pretendiendo asegurarse de que Elena dirá la verdad y sólo la verdad, formula aquella orden antes de retomar su búsqueda.
«Decir la verdad no siempre te garantiza ser libre.»
Y así, entornando la mirada en silencio, incapaz de comprender el contexto de su discurso, o siquiera de recordar la última parte de su conversación... Elena, lo ve marchar.
28 abril • 19.30 pm • @Elijah Mikaelson
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