Para un vampiro, un año más no suponía mucha diferencia. Al final, era normal perder la cuenta del tiempo, o las ganas de celebrar el fin de año, como sí hacían los humanos que, a aquellas horas, todavía recorrían las calles y las discotecas de Praga, festejando y dando la bienvenida al 2013.

La capital de la República Checa se había convertido en su última parada. Aquellos últimos meses junto a Kyle habían supuesto un reinicio para él, una forma de recuperar el control que había perdido. Se había jurado a sí mismo que no regresaría hasta lograrlo, por suerte ella siempre había sido una buena maestra.

—Una noche demasiado tranquila, ¿no crees? —opinó, sentado en la azotea a la que había subido con unas cuantas cervezas, para disfrutar de las mejores vistas de la ciudad. Ningún vampiro parecía dispuesto a hacer de las suyas, por lo que esa noche de cacería también se había convertido en una noche de celebración para ambos— La última cerveza —le tendió una lata, y abrió la suya, dando un trago—. Debería irme, no quiero acabar como un vampiro a la brasa. Feliz año, Kyle —se acercó al borde de la azotea, con idea de saltar hacia la calle y cobijarse en su habitación de hostal, siempre con las persianas bajadas.

Hacía mucho tiempo que no sentía la luz del sol en su piel, una decisión que había impuesto sobre sí mismo como un castigo, una forma de penitencia por todos los crímenes que había cometido cuando era su otra versión. Aquella de la que huía a diario... aunque de lo que no podría seguir huyendo, era de la insistencia de su maestra.

¿Cuántos iban ya? Había perdido la cuenta. Tanto de los años, como de las cervezas que se había tomado esa noche. Quizás ese era le motivo por el que no recordaba lo primero.

— ¿Acaso estabas esperando la batseñal?— enarcó ambas cejas, con diversión —. Piénsalo, mejor para nosotros. Significa que hemos hecho un buen trabajo limpiando la ciudad y este es nuestro merecido descanso — opinó, tomando la nueva lata de cerveza que el vampiro le pasó. La última. Entrecerró los ojos. Aquella era la señal que necesitaba para sacar el tema.

— Sabes que hay opción de que te tomes una más sin necesidad de que acabes hecho barbacoa — lo interrumpió, antes de que pudiera marcharse —. ¿No has oído eso que dicen de año nuevo, vida nueva? — se llevó una mano al bolsillo de la chaqueta, de la que no tardó en extraer algo —. Quizá ya sea hora de que te perdones a ti mismo y empieces de nuevo. ¿No crees? — extendió el brazo y abrió el puño ante sus ojos, dejando ver el anillo que se encontraba sobre su palma.

Un anillo que ya intentó darle en una ocasión, años atrás, y que el propio Desmond rechazó.

¿Conseguiría esta vez que lo aceptara?

—Hmm, quizá deberíamos conseguirnos una —sonrió, respondiendo a la broma de la vampiresa— En vez de un murciélago, deberíamos probar con unos colmillos, ¿qué opinas? O un ajo, para ser sutiles —bromeó a su vez, sopesando aquella posibilidad y llegando a la conclusión de que la castaña tenía razón—. Supongo que tienes razón, estos días no han estado nada mal —y quizá sí se merecían aquel pequeño descanso como recompensa, aunque Desmond sabía que, haciendo lo que hacían, los descansos nunca duraban demasiado.  

—Ya hemos tenido esta conversación miles de veces... —suspiró con paciencia. Sabía que lo hacía por su bien, sin embargo el vampiro siempre optaba por seguir castigándose a sí mismo, privándose de la luz del sol desde hacía años, como si eso fuera a cambiar todo lo que había hecho— Y siempre llegamos a la misma conclusión —sin embargo, en esa ocasión se giró hacia ella, observando el anillo que le ofrecía, debatiéndose consigo mismo.

¿Debía saltar y huir hacia las sombras?, ¿o podía, por una vez, permitirse gozar de un poco de luz?

—No creo que pueda perdonarme nunca, Kyle —admitió, resistiéndose a aquella voz en su cabeza que le suplicaba que aceptara. Había soñado con volver a sentir el calor del sol en la piel tantas veces...— ¿Cómo disfrutar de algo tan simple e increíble, algo que he arrebatado a tanta gente? —dejó la pregunta  en el aire, esa pregunta que lo acosaba y torturaba desde que había recuperado la humanidad, y que lo había convertido en la persona que era ahora.

— Oh, sí. Puedo visualizarlo; La garlic-señal. Los vampiros huirán antes de que lleguemos tan solo por el temor a que les atufemos— dejó escapar una risotada que terminó ahogando en un nuevo trago de cerveza. La verdad, estaba disfrutando de ese pequeño descanso.

— De hecho, podemos quedarnos un par de días para hacer turismo y asegurarnos que todo está bien. Luego podemos irnos a... Te cedo el honor de elegir nuestro nuevo destino — lo bueno que tenía Europa es que era muy fácil moverse entre los distintos países. Estaban muy bien comunicados —. Y no seas tan cliché de decir Transilvania — le advirtió, como si de una broma se tratara. En realidad, no estaba bromeando. Hacía demasiados siglos que Kyle evitaba pisar cualquier parte de Rumanía.

La vampiresa aguardó. Sabía que Desmond trataría de desaparecer, pero aquella madrugada no iba a dejar que lo hiciera tan fácilmente, al menos no sin intentarlo primero. Por eso había esperado el momento indicado para dejar el anillo solar al alcance de su mano.

— Lo sé, pero sabes que aunque acepte tu decisión, no voy a cambiar de opinión y que seguiré intentándolo — por supuesto, no iba a obligarlo. Todas las veces que habían tenido esa charla, Kyle siempre había sabido cuando parar —. No eres un monstruo, Desmond. Lo sé, he conocido a muchos que sí lo eran y tú no lo eres — de otra forma, la noche en que lo encontró no habría dudado en ponerle fin a su miseria —. ¿Si lo fueras de verdad crees que me habría arriesgado a dejarte vivir? ¿A poner en peligro la vida de otros?— no, no lo habría hecho. Pero cuando lo miró a los ojos, fue capaz de distinguir no solo el sentimiento de culpa por todas las vidas arrebatadas a lo largo de esos años, si no que también, el dolor que esto le provocaba. Pero, sobre todo, el deseo de poder enmendarlo.

— ¿Recuerdas lo que te dije esa noche? — lo miró a los ojos mientras hacía una pausa, para que el mismo recordara sus palabras antes de pronunciarla —. No puedes cambiar el pasado. Nadie puede hacerlo. Ni tú, ni yo — algo que ella misma se había repetido a lo largo de su existencia —. Pero lo que sí podemos hacer es luchar juntos por un futuro mejor y eso es lo que estamos haciendo. ¿Cuántas vidas has salvado a lo largo de todos estos años? Vidas que no habrían tenido una segunda oportunidad si tú no hubieras estado allí para ellos — golpeó el pecho del vampiro con el anillo que todavía sostenía —. Además, si lo piensas, si no llevas puesto el anillo, ¿Cómo te encargarás de las amenazas diurnas? — esbozó una pequeña sonrisa, mientras movía lentamente la joya delante de sus ojos.

Venga, vamos, Desmond...

Se echó a reír junto a ella al imaginarse en su cabeza la "garlic señal". ¿Quién iba a pensar que unos vampiros centenarios estarían teniendo aquella conversación tan tonta? Era una de las cosas que siempre le habían gustado de Kyle: era tan humana, que a veces era fácil olvidar que le duplicaba la edad y llevaba mucho tiempo en el mundo, como uno de aquellos seres que ambos cazaban.

—Me parece buena idea... Me gusta esta ciudad. Será como unas pequeñas vacaciones —suspiró. Después de los meses que llevaban, lo cierto es que se las merecían, por mucho que Desmond no soliera permitirse ningún tipo de descanso de las cacerías—. Me has pillado, por ahí iban los tiros —bromeó de buen humor—. La otra opción era cruzar de continente y empezar por Asia. ¿Cuándo fue la última vez que estuvimos en Pekín? —habían estado en casi todas las capitales del mundo... y en ninguna de ellas Desmond se había permitido salir del escondite que le proporcionaba la noche.

—Lo sé, después de tantos años uno se acostumbra a tu testarudez... —protestó, por mucho que supiera que tan solo se preocupaba por él. Nunca lo había presionado, pero no era la primera vez que hablaban sobre el tema.

"No eres un monstruo".

Desmond apretó ambos puños y volvió a mirar a la calle. Bajo ellos, una pareja regresaba de la fiesta, abrazándose y compartiendo su felicidad. En el pasado, seguramente habría jugado con ellos junto a Valentina, antes de asesinarlos. Eran la presa perfecta.

—Pero lo fui. Estas mismas manos fueron las que arrebataron esas vidas, ¿en qué me convierte eso? —siguió defendiéndose bajo aquella actitud de autoflagelamiento que lo dominaba desde la noche en la que aquella bruja había decidido vengarse de él— Nunca entenderé porqué no lo hiciste... —se volvió hacia ella otra vez y, en esa ocasión, se acercó y se dejó caer de nuevo a su lado, terminándose su cerveza de un solo trago.

—Pero siempre te agradeceré que no lo hicieras —admitió en voz baja, mirando hacia el cielo que se ocultaba tras los edificios de Praga, un cielo cada vez más claro. Aquel pasado que no podía cambiar era el mayor peso que cargaba su alma, y el miedo a que todo se repitiera lo asfixiaba. Había intentado hacer ese peso más liviano al seguir el camino de Kyle, al usar sus habilidades para matar... a los que mataban, para salvar a las personas que en el pasado habría condenado. Eso lo hacía más soportable, sin embargo la culpa seguía ahí.

Y puede que siempre fuera a estar presente.

—Sé que no puedo cambiarlo —sonaba derrotado; aquello era algo que había asumido. Pero, tal y como Kyle señalaba, podía hundirse en esa realidad o podía cambiar las cosas—, y también sé que nunca podré compensar lo que hice —añadió, como si fuera a negarse de nuevo a aquella propuesta. Parecía que iba a levantarse en cualquier momento y marcharse, con el amenazante sol a punto de asomar por el horizonte.

—Pero al menos tú me diste un propósito —y aquello era la segunda cosa que tenía que agradecerle, una deuda que no podría pagarle por muchas vidas que viviese—. Esto es lo que debo hacer, lo que tú me enseñaste, hasta que se agote mi tiempo —volvió a observar la joya y, después, de nuevo al cielo. Los segundos se agotaban, y la decisión ya estaba tomada.

—Solo por una vez... —murmuró, aceptando al fin la joya, cayendo en la trampa del anhelo y las palabras convincentes de su mentora. Al ver la luz del sol mostrarse tímidamente cerró los ojos de forma automática, como si temiera saltar en llamas en cualquier momento; no obstante, con aquella protección en su dedo, tan solo sintió el calor en su piel y aquello le hizo sonreír de forma automática.

Solo por una vez...

— Hace cinco años. Cuando te metiste en líos con esa subdivisión vampírica de la Tríada. Que bien lo pasamos esa noche — esbozó una sonrisa divertida, recordando como ellos dos solos se enfrentaron a un grupo de vampiros ninjas. Podían presumir de ello por muy poco —. ¿Sabes? Hablando de Asia, no me importaría pasar un par de meses en Japón. ¿Alguna vez te conté que fui una especie de samurai durante el periodo Edo? — se lo mencionaba como mínimo un par de veces al año —. A todo esto, va a estrenarse una película sobre los 47 Ronin. Guárdame un hueco ese día para acompañarme al cine — ella ya había cumplido su parte tragándose todas las películas de Bruce Lee con él, ahora le tocaba a él ir con ella al cine a ver toda película que quisiera por el resto de la eternidad.

Un trato justo.

Se encogió de hombros sutilmente. Parecía incluso encantada que la llamase testaruda, como si de un piropo se tratara. Y es que, sí que lo era.

— Te convierte en un hombre atormentado que desearía poder deshacer todo el daño que causó en el pasado — y así era como ella lo veía. No albergaba maldad en él, y eso fue algo que percibió aquella noche nada más verlo. No era el villano de la historia, tan solo una víctima más que deseaba cambiar. Y Kyle podía proporcionarle los medios para hacerlo.

Y lo hizo

— Si te hubiera matado, ¿Quién estaría ahora aquí bebiendo cerveza conmigo celebrando el año nuevo? Ufff... Igual me sentiría un poquito sola — comentó, tratando de quitarle hierro al asunto. Sabía que los demonios perseguirían a Desmond, probablemente, durante el resto de su existencia, pero Kyle no permitiría que lo arrastrasen hasta el infierno —. Hasta que se agote nuestro tiempo — corrigió sus palabras, lanzándole una mirada significativa —. Porque tú y yo estamos juntos en esto. Somos un equipo — le recordó, golpeándole el brazo con el puño de forma cariñosa.

"Solo por una vez..."

Una gran sonrisa se ensanchó en el rostro de la cazadora. Solo por una vez... No se lo creía ni él. Puede que tras unas horas se lo devolviese, pero que hubiera accedido a ponérselo ya era un paso.

Durante unos segundos, se quedó en silencio, ignorando la belleza del amanecer, cuando los primeros rayos de luz empezaron a bañar los tejados de Praga. Toda su atención, estaba puesta en el rostro de su padawan, admirando las facciones de este cuando pudo volver a sentir la calidez del sol al tocar su piel, siendo testigo de ese instante tan único e inolvidable que atesoraría en su memoria por el resto de sus días.  

— Solo por una vez... Já — la vampiresa volvió la mirada hacia el horizonte y se dejó caer hacia atrás, hasta apoyar la espalda contra el tejado —. Pero por ahora, me conformaré con eso — aceptó, sin perder su sonrisa, dejándose embaucar por las vistas que la ciudad le ofrecía a primera hora de la mañana —. No digas que no sienta bien volver a contemplar el amanecer después de más de veinte años. Y además, en tan buena compañía — lo picó, golpeándolo con el índice en el costado.

—Oh, sí... ¿Cómo olvidarlo? La verdad es que tengo ganas de repetirlo —comentó con cierta sorna. Habían estado a punto de morir, pero pocas veces había sentido Desmond tanta adrenalina y, al final, habían salido ilesos. Eso era lo que importaba, ¿no?— No podría olvidarlo, creo que es tu historia favorita. Una pena que ya no existan, sino te veo regresando para ser una ninja de nuevo —bromeó, imaginándose cómo estaría vestida con las armaduras que llevaban— ¿Entonces, Japón? —parecía que la decisión era definitiva— Y vemos la película en japonés, el mío está un poco oxidado —admitió. No era de los idiomas que mejor manejaba, sin duda.

Al principio, no dijo nada al escucharla. Era cierto: vivía atormentado por su pasado. Este lo perseguía, y le recordaba cada día que sus manos estaban manchadas de sangre. Seguía creyendo que, sin importar lo que hiciera o cuántas vidas salvara, eso no cambiaría nunca. Nada podría eximirlo de todo lo que había hecho en sus años junto a Valentina.

Y su mayor temor era que esa puerta volviera a abrirse.
Caer en la oscuridad era fácil, demasiado fácil.

—Puede que entonces estuvieras en Japón, creando una nuevo grupo de ninjas, vampiros ninjas —torció una sonrisa divertida, ocultando la emoción que era evidente que sentía por las palabras de la Kane. Ella no era solo su salvadora, o su mentora, era mucho más. La persona en la que más confiaba del mundo—. Somos un equipo —asintió, dedicándole una mirada cómplice—. Uno pequeño contra un gran número de vampiros por todo el mundo. Pero, eh, aquí seguimos —vivos, y haciendo de las calles algo más seguro. Aunque fuera a pequeña escala, sí era cierto que habían conseguido cambiar las cosas.

Al final, hizo lo que se había prometido y negado durante veinte años. La sensación del sol en su piel era indescriptible, liberadora... todo lo que recordaba y más. Algo simple para muchos, pero no para él, que se había obligado a vivir en las sombras y en la noche como castigo. Solo una vez. Kyle tenía razón... No se lo creía ni él.

Era una pequeña recompensa, puede que... se lo hubiera ganado.

—Hmm, alguien no tiene abuela desde hace mucho tiempo —sonrió al notar el toque de su maestra y, sin borrar la sonrisa de su semblante, se recostó sobre las tejas, a su lado, dejando que la luz del sol lo iluminara y observando el cielo, cuyo azul despejado competía con los últimos rastros de la oscuridad de la noche. Era una vista increíble—. La verdad... creo que podría acostumbrarme a esto —tuvo que acabar dándole la razón a Kyle. No iba a ser fácil permitirse gozar del sol de nuevo, un sol que no lograría reducir a cenizas sus demonios y su culpa, pero a partir de aquel día las cosas cambiarían.

— Decidido. Seguro que hay algún grupo de vampiros dentro de la yakuza que está esperando por nosotros — un peligro al que no temía en lanzarse de cabeza y de paso, arrastrar a Desmond con ella. Porque si algo había aprendido en las últimas dos décadas, es que juntos eran imparables.

Lo único que hacía falta, era que Desmond creyese merecerse la redención. Nunca había conocido a nadie que se torturase tanto a sí mismo —ni siquiera ella lo hacía— y ya solo por eso, supo que tomó la elección correcta aquella noche, veinte años atrás.

Porque si alguien le preguntaba si este podría redimirse algún día por sus actos, Kyle tenía clara su respuesta; Ya lo había hecho.

— Tentador, lo admito. Pero creo que prefiero seguir metiéndome contigo y con tus tristes totadas de aguacate — bromeó, metiéndose con los desayunos de su padawan. Puaj... — Aquí seguimos y a mí con eso me basta — concluyó la cazadora. Puede que por el momento solo fueran ellos dos, pero también tenían a July y aunque fueran tan solo ellos, era su pequeña familia.

La familia que ellos habían escogido en un mundo que les había quitado todo, incluida la humanidad.

— Desde hace cuatro siglos, para ser exactos — le sacó la lengua de manera un tanto infantil y terminó esbozando una sonrisa al ser consciente de lo mucho que a Desmond le había costado dar ese pequeño paso y permitirse un halo de felicidad — Oh, ya lo creo que lo harás... — se recostó a su lado, cerrando los ojos para disfrutar de los primeros rayos de sol del año —. Así, la próxima vez que conozcas a alguna rubia que te meta en problemas, al menos podrás llevarla a ver el amanecer — lo picó, como siempre hacía cada vez que sacaba a relucir su mala suerte con el sector femenino.

Quien sabe, puede que, por primera vez, Desmond Kane hubiera aceptado que él también se merecía algo bueno.