Lo que menos se esperaba en el momento en el que decidió ponerse a buscarle era encontrarse con algo como aquello. Buscaba a un vampiro, ¿Qué otra cosa iba a estar buscando Rayna Cruz? Y lo había encontrado. AL menos, había encontrado su rastro y pruebas de un asesinato en aquel lugar. La casa de hecho tenía aspecto de llevar abandonada mucho tiempo.

Rayan había sido meticulosa y había tenido cuidado de que nadie la siguiente. De hecho, estaba segura de que todo lo que ella había podido averiguar la llevaría de cabeza a determinado vampiros. Pero no había sido así. Se había escapado de nuevo. Era demasiado escurridizo y ella parecía que no terminaba de estar en forma totalmente.

Quizás por eso se le había vuelto a escapar. Quizás lo que necesitaba en realidad era ayuda. Pero jamás pediría ayuda para dar caza a quienes ella ya había marcado. Tenía dudas si aquel vampiro responsable, era una de sus presas, pero conforme se acercase a él no tardaría en descubrirlo.

Había mucho desorden en aquel lugar, y le estaba costando encontrar más cosas. No obstante, hubo algo que llamo su atención, un marco: una fotografía de la que seguramente fue la familia asesinada en aquel lugar. Rayna suspiro al recordar a su padre. Pero no sintió tristeza o lástimas solamente le sirvió para recordar su pasado.

No tardo en darse cuenta de que había alguien más allí, en la planta de abajo. Rayna no sentía que fuese vampiro alguno, pero no por ello iba a ser poco peligroso. Sin duda ella no era de presentarse a la ligera asique sencillamente espero en las escaleras, en la parte superior hasta que se dio cuenta de que aquella persona estaba recogiendo algunas cosas. Quizás… un descuido y uno de los tablones sonó bajo ella.

— Es de mala educación entrar a los sitios sin invitación —Como era habitual se estaba marcando un farol. Ella erala primera que había entrado allí sin invitación alguna. Sin embargo, cuando la muchacha se dio la vuelta, no tardo en reconocerla—. Oh… ya veo. vivías aquí. —Sin duda, se parecía mucho a la niña de la fotografía.

Había pasado demasiado tiempo desde la última vez, no porque no quisiera volver por allí, si no porque aún sentía una punzada en el corazón cuando veía cómo había quedado todo después de aquella tarde. No podía ver la casa sin revivir lo que ocurrió, los gritos de sus padres, la sangre, aquellas figuras atacando a su padre... Sólo pensarlo se le revolvía el estómago, por eso trataba de no pensar mucho en ello.

Debería haber ido a clases, pero en lugar de eso, dirigió la bicicleta en dirección contraria, hacia las afueras de Mystic Falls para poder llegar al que, hasta hacía sólo unos meses, había sido su hogar. Se quedó un rato parada delante de la entrada, contemplando la fachada, tratando por todos los medios que los recuerdos amargos le asaltaran la mente, aunque ahí quieta no iba a conseguir nada.

Se bajó de la bicicleta y la arrastró hasta unos arbustos cercanos para que no se quedara a la vista, y se metió en la casa, intentando no hacer ruido. No debería haber nadie, pero era mejor tener cuidado, nunca se sabía si algún ladrón había decidido intentar llevarse algo de valor. Tomó un bate de béisbol del armario de la entrada, y con él en la mano, sintiéndose más segura, se adentró en la casa.

Su primera parada fue la sala de estar, destrozada tal y como la recordaba del día que fue a recoger algunas de sus pertenencias. Se agachó junto al mueble, dejando el bate en el suelo a su lado, tomando un álbum de fotos que sobresalía un poco de una de las puertas que había sido arrancada. Todavía se preguntaba por qué habían hecho eso, qué era lo que buscaban, por qué les hicieron eso a sus padres... Cuando se quiso dar cuenta las lágrimas caían silenciosamente por sus mejillas, pero no estaba dispuesta a irse tan pronto.

Un ruido a sus espaldas le hizo dar un pequeño respingo, y se quedó paralizada por unos instantes. Esperó por si escuchaba algo más, guardando lentamente el álbum en su mochila para poder coger de nuevo el bate. Se levantó despacio, girándose de golpe sólo por lo que había dicho aquella mujer. —Me parece que eres tú quien debería pedir invitación. Esta es mi casa.— Frunciendo el ceño, bajó el bate hasta usarlo de apoyo, sin llegar a soltarlo definitivamente. —¿Quién eres y qué estás buscando aquí? No hay nada de valor, seguro que eso ya se lo han llevado otros.— Quería parecer firme, su presencia allí no le daba buena espina, y no se le ocurría qué podía estar buscando.

«Lo único de valor ya se lo han llevado otros» Si, aquellos que les arrebataron la vida a los padres de aquella muchacha. Porque si, por lo que había sido capaz de deducir aquella era la muchacha de la fotografía que había visto arriba. Raras veces Rayan sentía algo de compasión. No era un sentimiento propio en ella, pero si la lastima.

Aquella muchacha se había sentido como ella en el pasado seguramente, y ante su relación la cazadora se dio cuenta de que quizás podía aprovechar aquella debilidad que todos los humanos comunes tenían. Una debilidad que la llevo a ella a convertirse en lo que era.

— Fue aquí donde ocurrió ¿verdad? —responde observando a la contraria—. Los mataron aquí —añade siendo más clara. La sutileza no está hecha para ella, y supone que paso hace el tiempo suficiente para que la contraria no se derrumbe precisamente en ese momento—. Una catástrofe sin duda, llevada a cabo por monstruos —finaliza terminando de bajar las escalera.

Observa con precaución a la contraria. El bate que sujeta, que ahora usa únicamente de apoyo. Se acerca a una de las paredes de aquel lugar, posando la mano ligeramente en ella. Aun puede oler la sangre impregnada en las paredes. Aun puede sentir cierta agonía pegada a las mismas. Aunque puede que… solo sean imaginaciones suyas. Reflejos de cómo se sintió ella cuando su padre fue asesinado.

— Estoy buscando a los responsables de lo que ocurrió aquí —responde finalmente, porque cree que la contraria podría ayudarla—. ¿Estabas presente verdad? —pregunta, aunque en parte sabe la respuesta por las emociones que ha estado mostrando el rostro de la contraria.

Su cuerpo se tensó de inmediato al escuchar las palabras de la mujer, y su ceño se frunció sin dejar de observarla, atenta a todos sus movimientos. —¿Y dónde te congelaron a ti, hm? No sé a qué clase de persona se le ocurre hacer una pregunta como esa.— Ladeó la cabeza con una sonrisa de falsa amabilidad en los labios, mientras en su cabeza se imaginaba a sí misma golpeando con el bate a aquella tía por hablar de la muerte de sus padres de la manera en la que lo había hecho.

Aunque seguía usando el bate como apoyo, sujetó mejor su mango al ver que comenzaba a bajar las escaleras. Se preguntaba si se habría llevado algo de la habitación de sus padres, si era verdad todo eso que estaba diciendo o solo era su extraña manera de intentar ganarse su confianza para sacarle algún tipo de información o incluso dinero. De todos modos, no iba a conseguir ninguna de las dos cosas.

Resopló por lo bajo, rodando los ojos al tiempo que avanzaba un par de pasos. —Sí, estaba aquí cuando pasó, y no, no puedo contarte nada porque no sé nada. Aunque creo que debería recordarte que eres tú la desconocida que ha entrado en una casa que no es suya como si estuviera de paseo por un museo o una exposición.— Alzó las cejas, plantándose en la entrada de la sala de estar. —¿Me vas a decir quién eres y qué es lo que quieres de verdad? Porque dudo que conocieras a mis padres de nada, así que no sé por qué querrías atrapar a los que nos atacaron ese día.— Porque sí, se había tomado eso como una excusa para explicar su presencia allí, y su postura defensiva no iba a ayudar a creerla fácilmente.

Rayna se encoge de brazos, pero ¿qué espera la contraria que le responda? «Estuve encerrada en un manicomio mas de treinta años». No. Rayna no es ese tipo de persona, ignora ese tipo de sentimientos y siempre ha sido directa. No tiene motivos para ser delicada, y no piensa serlo ahora, menos con ella.

— Estoy buscando a los responsables de la masacre que ocurrió aquí —dice una vez baja las escaleras del todo—. Digamos que tengo cuentas pendientes con los que asesinaron a tus padres. ¿No te gustaría saber qué fue lo que ocurrió aquí de verdad? ¿Los motivos por los cuales os atacaron? —pregunta entonces enarcando una de sus cejas.

Le extraña no obstante que la niña no fuese consciente de lo que pasó o que no supiese nada que pudiese serle de utilidad a Rayna. La cazadora no piensa irse sin respuestas asique sencillamente espera a que la contraria hable y finalmente acaba suspirando.

— Lo que quiero es encontrar a los responsables de lo que ocurrió aquí. He pensado que quizás podría encontrar alguna pista. —No estaba mintiendo. Quizás era la primera vez que buscaba encontrar una solución pacífica—. No conocía a tus padres, pero si a los responsables detrás de su muerte —añade cruzándose de brazos—. Esta casa esta deshabitada desde hace mucho tiempo, asique has tenido suerte en parte de cruzarte conmigo y no con otros —finaliza enarcando una de sus cejas. Se pregunta si la contraria sabe acerca de lo sobrenatural.

¿Que si quería saber quiénes eran los asesinos de sus padres y por qué lo hicieron? Por supuesto que sí, era lo único que quería, pero eso no iba a hacer que se fiase de esa mujer así como así, sólo porque le dijera aquello. Quizá solo la subestimaba por ser una adolescente aún, pero no se iba a dejar engañar tan fácilmente. —¿Y qué si lo quiero saber? Eso no hace que seas menos sospechosa, ni que vaya a fiarme de ti.— Porque ser más pequeña no implicaba ser tonta.

Se apoyó en el marco de la puerta, sin dejar de seguir cada uno de sus pasos con la mirada. Estaba más que claro que le iba a costar que dejara de estar a la defensiva. —Claro ¿Y cómo sé que me estás diciendo la verdad y no eres una de esas personas que vino ese día? ¿O que no eres amiga de ellos y solo has venido a eliminar pruebas? Porque se dejaron a alguien, claramente.— Y si ya habían ido a por sus padres y su abuela, no descartaba la posibilidad de que también fuesen a por ella en algún momento.

Levantó el extremo del bate para poder señalarla con él. —Seis meses y cuatro días. Ese es el tiempo que esta casa lleva vacía, y sí, ya me he encontrado a otras personas aquí. Pero recuperaré mi casa y nadie podrá entrar de nuevo.— Su ceño no podía estar más arrugado a esas alturas —Y sigo esperando a que me digas quién eres. Todavía puedo llamar a la poli por colarte en una casa que no te pertenece. Si no me lo dices, no te voy a decir nada de lo que sepa, por más que insistas.— Que no le quisiera decir quién es le hacía sospechar más todavía, si es que era posible. Algo no le terminaba de encajar en su historia, aunque no sabía decir lo que era.

Por supuesto que sí. La contraria necesitaba saber que era lo que había pasado. Rayna lo sabía y se aprovecharía de ello todo lo que pudiese. Al fin y al cabo, era su forma de ser y de actuar. Pero sabía perfectamente que su única baza era una muchachita asustada que no la ayudaría a menos que ella hiciese algo para ganarse cierta… confianza.

— Si fuese una de esas personas, te aseguro que no estarías viva —le responde alzando la barbilla—. No habrías tenido tiempo ni de darte cuenta de que estaba detrás de ti, y abrías muerto —añade. No es una amenaza. Es un hecho. Si Rayan hubiese estado allí para matarla, no habría entrado de forma sigilosa ni se habría parado a hablar con ella. Sencillamente la contraria no la habría visto venir.

Pero había un problema, y era que la cazadora no sabía hasta qué punto la contraria era o no consciente de lo que hablaban. Consciente del mundo que la rodeaba y por eso seguramente su nombre a aquella chica no le diría nada. Pero igualmente, se encogió de hombros.

— Rayna Cruz —responde con sencilles, de forma escueta—. Aunque dudo mucho que em conozcas, me dedico a dar caza a seres… diferentes que han cometido atrocidades —Estaba intentando ser sutil, pero le faltaba poco para que eso cambiase—. ¿Vas a ayudarme?

Apretó los labios y se cruzó de brazos. Aunque le costara admitirlo tenía razón, algo que no pensaba decir en voz alta por supuesto. Y algo le decía que ella tampoco necesitaba que lo hiciera. Necesitaba entrenarse, en todos los sentidos, y no hacía falta que nadie se lo dijera para que fuera consciente de ello. —Vale, puede que tengas un punto de razón a tu favor, pero eso no te quita toda a sospecha.— Porque sí, también barajaba la posibilidad de que estuviera diciendo todo aquello para ganarse su favor. ¿Le estaba dando demasiadas vueltas? Tal vez, pero no podía evitarlo después de lo sospechosa que se le antojó su aparición por las escaleras que daban a los dormitorios.

Terminó dejando el bate apoyado contra la pared, junto a ella, pero en una pequeña muestra de que estaba dispuesta, como poco, a escuchar lo que tenía que decir, y ese gesto ya significaba un gran paso para ella.

No tuvo ningún tipo de reacción al escuchar su nombre porque, efectivamente, no la conocía de absolutamente nada y tampoco le sonaba haber escuchado su nombre en algún lugar. —No, no te conozco, pero con un nombre las cosas son más fáciles. Soy Autumn.— Tras meditarlo unos segundos se apartó de la pared para acercarse a ella, dejando caer los brazos a los costados de su cuerpo. —¿Cazas seres? ¿Licántropos? ¿O hay otras cosas?— Tenía que ser algo de eso, si no, la palabra "seres" no habría salido de su boca, habría dicho animales o personas, o algo así quería pensar. Si no era eso, con suerte sólo la tomaría por una adolescente con mucha imaginación. —De acuerdo, pongamos que decido ayudarte ¿Qué quieres saber?— Puede que no estuviera tomando la mejor decisión, pero necesitaba saber por qué habían ido tras su familia.

Sigue sin fiarse de ella al completo, pero al menos ya han avanzado en algo. La contraria ya no parece sentir una amenaza tan amplia por Rayna y eso hace que también la propia cazadora sea capaz de sentirse más calmada, menos amenazada e incluso menos alerta. Sabe que la contraria seguramente no tendría nada que hacer, pero… prefiere evitar enfrentamientos innecesarios.

además, la necesita. Porque ella sabe o puede saber qué fue lo que ocurrió en aquel lugar. Y eso es precisamente lo que la cazadora necesita. Saber qué fue lo que ocurrió en aquel lugar—. Los licántropos, no son una raza que entre dentro de mi jurisdicción —responde encogiéndose de hombros—. Nunca me han hecho nada asique, no son un problema para mí. No atacan sin motivo, ni se alimenta de los humanos —añade clavando su mirada en ella—. Su Némesis por el contrario… son seres que deberían morir. —Se refiere claramente a los vampiros, pero no ha terminado de decir las palabras, por si acaso.

La contraria no sabe qué fue lo que se llevó a sus padres, pero Rayna sí que tiene una vaga idea de lo que puede haberles ocurrido. Sin embargo, cuando la contraria finalmente cede. Cuando la ve con intenciones claras de colaborar, la cazadora no puede evitar sonreír con cierta sensación de victoria en su interior.

— Quiero saber más sobre las personas que os atacaron. Humanos que seguramente no eran responsables directos de lo que causaron —analiza meticulosamente la estancia—. Dices no recordar nada, pero no creo que sea del todo cierto. Fueron humanos los que os atacaron, pero… que me dirías si te dijese que no fueron los verdaderos responsables. —Porque no lo fueron. Aquel caso, removía los recuerdos de la contraria, pero si Rayna conseguía lo que buscaba, poco le importaba.

Todavía no tenía claros sus pensamientos sobre ella ni hasta qué punto sería conveniente contarle lo que recuerda de aquella noche, pero hasta el momento, ella es la única opción que tiene de averigüar realmente lo que ocurrió con su familia y el por qué fueron a por ellos, y lo más importante, quién estuvo detrás de todo. Tampoco puede culparla por desconfiar, dadas las circunstancias y que lo único que sabe de ella es su nombre.

Al menos podía quedarse tranquila sabiend que, después de conseguir la información que quiere de ella, no le hará nada, según sus propias palabras no se dedica a cazar licántropos, así que no habría ninguna razón para que lo hiciera con ella. —¿Y cuál es tu jurisdicción?— Había oído ese término alguna vez, aunque sólo en series y películas, y parecía que ella le estaba dando un significado diferente al que Autumn conocía. Se sentó en uno de los primeros escalones, dándole la espalda al resto que llevaban a la primera planta. —Te refieres a vampiros ¿no?— No sabía nada de ese mundo, pero sí que algo podía intuír por los mitos de las películas y los libros. —Pero supongo que no todos serán como dices ¿no? Quiero decir... Seguro que habrá muchos que no ataquen porque sí, ni hagan daño a los humanos.— Eso, al menos, era lo que quería creer ella para no alterarse, al menos no delante de aquella mujer, y ya le estaba costando mostrarse tranquila.

Frunció el ceño mirando a la contraria con curiosidad y cierta confusión. Recordaba de manera algo borrosa al grupo del hombre, no tuvo tiempo para fijarse demasiado en sus rostros, y menos aún después de haber visto el escenario en el que estaban envueltos sus padres, pero tendría que esforzarse por recordar lo máximo posible.

—No sé si las personas que nos atacaron eran humanos o no. Sólo sé que cuando llegamos ese día a casa, la puerta estaba abierta.— Se levantó tras unos segundos de silencio y se acercó hasta la puerta de la entrada. —Mis padres me dijeron que me escondiese y entraron a ver lo que estaba pasando.— Quizá debió hacerles caso y no moverse de dentro del coche. O a lo mejor habría terminado como ellos. —¿Cómo que no eran los verdaderos responsables? Yo vi lo que les hicieron a mis padres, intentaron atraparme a mí también y tiré a uno de ellos por las escaleras cuando intentaba escapar. Sabían lo que hacían.— Aquellas personas eran a los únicos que podía culpar por la muerte de sus padres, y no iba a ser fácil sacarle la idea de la cabeza de que eran completos responsables.

La jurisdicción de Rayna es algo que no piensa decir del todo claramente porque es cierto que solamente va tras aquellos con condición de vampiro, pero si alguien se interpone en su camino también puede llegar a ser una amenaza para ella misma. Asique sencillamente todo enemigo puede ser una presa si deciden proteger a quienes no deben.

— Puede… —susurra cuando una vez más escucha a alguien diciendo que no todos los vampiros son iguales. Una vez más, la falsa creencia impuesta por quienes son más débiles y creen que pueden manejarlos a todos. Rayna suspira—. Yo me encargo de saldar cuentas con la humanidad —le responde escuetamente. Al fin y al cabo, ella solo quiere liberar a la humanidad de un problema que asola el mundo y que cada vez se está complicando más.

Escucha pues su historia después de haber comprendido que debe ir con cuidado dadas las creencias de la muchacha que tiene delante. Finalmente sabe que la muchacha sabe más cosas de las que ha contado, pero no demasiadas. Eso, al menos no cambia el hecho de que Rayna tiene sospechas que aún puede corroborar.

— Tengo la certeza de que los humanos que os atacaron estaban bajo lo que se llama compulsión vampírica —le revela finalmente—. Por eso sabían lo que hacían, lo que querían. Porque recibieron una orden a la que no se podían negar. Pero para saber si ese grupo de vampiros fue responsable, necesito que me dejes revisar la casa. —Que era exactamente lo que hacía cuando ha entrado—. Puedes ayudarme si quieres —le ofrece para que no la eche en ese momento y tenga que regresar más tarde.

Autumn no sabe nada de todo ese mundo, más allá de las pocas cosas que le contó Dominic cuando tuvieron aquella conversación en su despacho, es por ello que no sabe qué pensar sobre nada. ¿Tan equivocada estaba al pensar que no todos los vampiros podían ser unos asesinos despiadados? No conocía a ninguno, o eso pensaba ella, así que no lo podía asegurar, sólo aventurarse a soltar teorías que se le pasaban por la cabeza.

Se encogió de hombros, mirando de soslayo a la mujer. —No he conocido a ninguno, creo. Pero supongo que no todo es blanco o negro... ¿No?— Ojalá poder saber lo que pasaba por la mente de Rayna en esos momentos. Asintió en un gesto casi imperceptible. —¿Hay mucha gente como tú? Que se dedique a... Cazar vampiros, quero decir.— Igual que ella quería información sobre lo que había pasado en aquella casa, le podía dar información sobre todo aquello que la menor desconocía.

No era fácil ni mucho menos agradable tener que relatar todo lo que ocurrió esa noche, pero ya tendría tiempo de lamentarse cuando estuviera sola. Si esa mujer le podía ayudar a descubrir quién hizo eso y por qué, entonces se tragaría todo el dolor que fuera necesario para descubrir la verdad detrás de todo aquello.

Avanzó hacia las escaleras que llevaban al piso de arriba, frunciendo el ceño cuando escuchó lo que decía que había ocurrido. —¿Compulsión...?— Eso le sonaba, aunque de algunos cómics que había leído alguna vez. —He leído algo así en unos libros ¿Es una especie de hipnosis? ¿Pueden hacer eso de verdad? ¿Con cualquier persona?— Se detuvo con un pie encima del primer escalón, y entonces se giró levemente para poder clavar la mirada sobre ella. —No sé qué puede haber que te pueda ayudar a saber qué vampiro fue, pero... te ayudaré. Si a cambio me sigues contando cosas sobre ellos.— Si había sido un vampiro quien había asesinado a sus padres, entonces se encargaría de él, sin importar lo que pudiera pasarle en el proceso. Pero para eso, necesitaba más información. Y entrenarse, pero de momento, se tendría que quedar con lo que Rayna le pudiera contar.

Preguntas y más preguntas, y Rayna no obtenía las respuestas que estaba esperando. No conseguía la información que quería, y comenzaba a cansarse demasiado. No le gustaba que le hiciesen perder el tiempo y ella por su parte ya había respondido a demasiadas dudas pronunciadas por aquella muchacha.

— Somos muchos si —pero ninguno tan letal como ella—, pero eso no es importante ahora —añade dispuesta a zanjar esa parte de la conversación. No quiere ponerse a contarle cuantos son los cazadores que conoce o lo que todos ellos pueden hacer… sigue teniendo prisa. La cazadora suspira—. Si, la compulsión obliga a los humanos que no consumen verbena a cumplir las órdenes de los vampiros. Incluso las ordenes que conllevan olvidar todo lo que han hecho después de haberlo hecho —añade observando la vivienda.

No piensa mantenerse quieta por más tiempo, avanza buscando lo que ha ido a buscar y poco le importa ya si la muchacha quiere atacarla. Aunque sospecha que son más las preguntas que ira haciéndole por el momento.

— No sé muy bien que más esperas que te cuenta de ellos, aun no se si son los responsables —añade acercándose a una cómoda cercana—. Los vampiros son seres repugnantes, que se alimenta de la sangre y la vida de otras personas, obligando incluso a lo humanos a comentar atrocidades, ¿Qué más quieres saber? —pregunta, y esta vez parece ciertamente ofendida. No le gusta hablar de vampiros, no es agradable para ella. Solo quiere matarlos.

Frunció ligeramente el ceño, confusa, pensativa, con mil ideas rondando su cabeza. Jamás había llegado a imaginar siquiera que todo aquello pudiera ser mínimamente real. Claro que tampoco había imaginado nunca que ella sería una mujer lobo. ¿Es que se había vuelto loca? ¿O el mundo ya estaba así de loco pero nunca se había dado cuenta hasta entonces?

Estaba claro por el lenguaje corporal de la contraria y por la cara que estaba poniendo que estaba harta de escuchar las preguntas de la pelirroja, pero no era culpa suya saber tan poco de ese mundo. Ni siquiera sabía que existía hasta hacía muy poco. Suspiró, y echándose el cabello hacia atrás, comenzó a buscar también entre los muebles. —Lo siento, es que... Solo quiero saber qué pasa. Con qué o con quién tener cuidado... No sé, son demasiadas cosas y nunca había escuchado hablar de nada de todo esto antes.— Le lanzó una mirada de soslayo. No quería darle pena, ni mucho menos, solo esperaba que entendiera por qué estaba haciendo tantas preguntas.

Pero le dijo que la ayudaría, y eso pensaba hacer. No tenía muy claro qué estaba buscando, pero si veia algo que le pareciera fuera de lugar se lo enseñaría, quizá al verlo, sabría que era aquello que quería. —No sé aún qué estamos buscando ¿Cómo se puede saber que ese vampiro estaba detrás de todo esto?— Quería poder ayudar, y quería poder identificar ese tipo de cosas por su propia cuenta cuando estuviera sola. Quizá haría que la cazadora terminara cansándose de ella, pero si conseguía aprender a identificarlo ya habría ganado al menos un poco.

Y allí seguiría mientras Rayna continuase buscando, revolviendo los cajones ya revueltos y cada rincón donde se pudiera esconder una pista, hasta que la cazadora dijera que lo habían encontrado o hasta que se cansara o aburriera, lo que antes sucediera.