Mientras la luna bañaba la ciudad con su resplandor etéreo, Demian se encontraba paseando por una de las pequeñas calles. Había vuelto hacía unos días de Nueva Orleans y, tras el viaje, no había tenido mucho tiempo para relajarse. La pelea lo había dejado algo cansado, no tanto a nivel físico, sino mental. Aquellos lobos lo habían sacado de quicio, especialmente el que se hacía llamar Kevin.

Fuese como fuese, lo que nunca se esperó es encontrarse a alguien de Nueva Orleans. Alguien como cierto kitsune:—Tú—no se acordaba bien del nombre, pero sus ojos al verlo se nublaron por la tentación de placeres pasados que compartieron:—¿Qué haces por Mystic Falls?—la mirada de Demian languideció por un momento sobre el rostro masculino de su interlocutor.

No lo recordaba tan atractivo. Debía concederse que tenía buen gusto para sus juguetes:—¿No me habrás estado buscando?—la idea, lejos de asustarle, alimentó su ego:—Porque si es así, debes saber que esta noche estoy solo…—el velo de la lujuria se instauró de nuevo entre ellos, preparado para apresarlos con su vasto manto.

No obstante, de repente, le atizó la duda sobre las intenciones de su antiguo amante. Encontraba extraña su presencia ahí mismo y tampoco se lo imaginaba tan obsesionado con prolongar su aventura. De este modo, redujo las distancias, pero su semblante había cambiado a uno endurecido:—Si vienes a exigirme disculpas, has perdido el tiempo—le sonrió burlón:—Tampoco me lo creería después de escuchar tus jadeos.

Tenía que saciar su curiosidad. Ya hacía varios años que estaba en Estados Unidos y, aunque no hubiera conocido a muchísimos sobrenaturales, siempre que se había cruzado con alguno oía al paso nombrar a aquel pueblo: Mystic Falls. ¿Qué podía ser tan llamativo o importante para "los de su clase" en aquel pueblito que era una miga de pan comparado a la inmensidad del país? La duda solo crecía y Hwang Jin Sun no era de los que pudieran quedarse quietos con la intriga. Al fin había llegado el momento, ¡incluso se había tardado! Mas en un pequeño descanso que había conseguido su equipo, había logrado escapar al tan famoso pueblo para conocerle.

"Imprudencia" podía ser su segundo nombre, claro, considerando que, incluso si sabía que ese lugar estaba atestado de sobrenaturales, había elegido salir a pasear en la primera noche habiendo arribado al lugar. Su atención, entonces, se había visto absorbida por lo extrañamente pintoresco del lugar; más precisamente, se había quedado mirando absorto un edificio que en lo alto de una torre poseía un reloj. Aún no comprendía por qué ese lugar le fascinaba tanto a los "no-humanos", pero algo en el interior le susurraba que estaba sintiéndolo también.

—¿Mnh? —Una voz conocida le hizo bajar la cabeza y salir de su pseudo-trance, pero fue el rostro con el que se encontró después lo que lo hizo caer de golpe a tierra. A la vez, todo fue un poco... irreal. No creyó que fuese a ver a ese hombre alguna vez de nuevo y, por mucho que lo hubiera deseado, se había repetido hasta el cansancio que alejarse había sido lo mejor. Jin Sun abrió la boca pero de ésta no salió nada por un buen rato; se había quedado tieso y mudo mientras escuchaba a Demian y lo veía acercarse. Fue al oír si lo buscaba y el siguiente comentario que el primer sonido abandonó sus labios: un bufido; un intento (un poco pobre) de parecer indignado—. ¿Por qué me vendría desde Nueva Orleans solo para verte a ti? Tampoco soy un stalker como para saber que aquí estarías... —Su forma de defenderse no tenía mucha fuerza; en esa situación, Jin parecía más como un pequeño de primaria al que acusaban de gustar de alguien y se colocaba rojo hasta las orejas sin saber cómo reaccionar, incluso si lo que decían no era verdad—. ¿Tienes que pedirme disculpas por algo? Te das por aludido solo... —Se sonrió entre divertido y nervioso... más lo segundo que lo primero. Al último comentario de Demian, Jin solo soltó un sonido de molestia y le empujó sin demasiada fuerza, poniéndole la mano en el pecho para alejarlo de él. El gesto era una gran metáfora de lo que le pasaba: el maldito Hunt lo hacía sentir más débil de lo que se sabía y se conocía bien también... Un paso más y nada lo detendría de aceptar su invitación, para que luego desaparezca como si nada y lo deje con las emociones en las manos sin saber qué hacer con ellas—. Estoy bien, por cierto, gracias por preguntar... Tenía que ver al fin de qué se trata todo el barullo por este lugar... —Dicho esto, el kitsune miró de nuevo el reloj y una vez más a Demian, de reojo—. ¿Sabes qué? Pensándolo bien, sí tienes que recompensarme. Hazme de guía turístico y dime qué es este edificio y por qué el reloj no funciona.

—Ya veo, vienes por el edificio y no por mí, —respondió con una sonrisa pícara, ignorando su empujón—. Es cierto, hubiera sido muy extraño que vinieras desde Nueva Orleans solo por verme—empezó a sospechar si aquello que estaba diciendo era verdad o no. Demian nunca tuvo la sensación de que Jin fuese un stalker, pero sí que sabía que el kitsune se había quedado muy satisfecho con sus atenciones.
Al fin y al cabo, Demian era un amante extraordinario. Uno de aquellos que le gustaba complacer repetidas veces.

—Estoy bien también, gracias por no preguntar —añadió con un toque de sarcasmo antes de responder a su pregunta—Parece que no puedes resistirte a mi encanto, Jin, aunque intentes disimularlo—no se le había pasado desapercibido el rubor de sus mejillas y cómo su mirada había intentando desviarse hacia otro lugar que no fuese su rostro. Eran justamente aquellas reacciones de Jin que más le gustaban. El saber que aún tenía poder sobre él y que podía tomarlo ahí mismo sin que éste se negase a ello.

—Sobre este edificio... —dijo, mirando hacia arriba y tomando una pose de profesor—Es la antigua sede del relojero más famoso de la ciudad. Cerró hace años, pero se dice que el reloj se detuvo en el momento exacto de su muerte y nunca más volvió a funcionar—era una absoluta mentira, pero una que estaba muy bien construida y que buscaba, sobre todo, que el rubio empezase a moverse hacia otro lugar que no se fuese sólo la plaza.

—¿Y tu recompensa? —se volvió a acercar a él, dejando apenas un suspiro de espacio entre sus cuerpos—Bueno, Jin, la recompensa que puedo ofrecerte es mi compañía. Soy el mejor guía turístico que encontrarás en esta ciudad. ¿No te parece suficiente? ¿O es que esperabas algo... más?

En ese momento, se sentía como cuando en primaria alguien le acusaba de gustar de otra persona y, aunque eso no fuera verdad, igual se ponía colorado y terminaba pareciendo que sí era así... La diferencia entre esa y esta situación era sutil, muy sutil, únicamente porque en aquel momento sí nos referimos a gustar de alguien y en este caso a la acusación sobre haber llegado a Mystic Falls por Demian, lo cual no era verdad; sin embargo, acerca de gustar del humano...

Joder... Jin Sun suspiró intentando sostener una pose y actitud "digna". Dignidad que se fue por la canaleta cuando el contrario le explicó sobre la torre con el reloj y el surcoreano, ingenuo como era, entró en la mentira como un caballo hambriento al establo. Pudo verse en su expresión la curiosidad y la sorpresa, lo mucho que le llamaba la atención la historia, por demás interesante. Ni una pizca en su ser dudó de la veracidad de las palabras de Demian e incluso soltó un pequeño "woah" de fascinación.

Un segundo más tarde, casi habiendo bajado la guardia por ese momento de distracción, el beisbolista volvió a mirar con cierto fastidio y reprimenda al contrario, apretando labios y entrecejo al soltar en simultáneo un pequeño sonido parecido a un "tsk", claramente de queja.

—Deje de poner cosas en mi boca que yo no dije. —No podía mirarlo mucho a los ojos porque temía lo peor: caer de nuevo ante sus encantos. Aquella única vez había sido un claro desliz, una suerte de experimentación, nada importante y mucho menos algo que definiera su sexualidad. Jin Sun estaba supuestamente convencido: él era heterosexual—. ¿Qué otro lugar místico como este debería visitar? —Volteó hacia cualquier parte, observando las calles ofrecerle una infinidad de opciones debido a lo poco y nada que conocía del lugar. Estaba arriesgándose a ser guiado a una "trampa" y, en el fondo, lo sabía; mucho más adentro aún... quería caer en ella—. También quiero un helado, ¿dónde puedo encontrar una heladería?

Demian no pudo evitar una sonrisa torcida, disfrutando de cada pequeña reacción de Jin Sun. A pesar de su comportamiento distante, era evidente que había una tensión palpable entre los dos. El kitsune estaba claramente intentando mantener su guardia alta, pero él, siendo el depredador astuto y encantador que era, vio oportunidades en cada mirada esquiva y en cada comentario reprimido.

—Oh, Jin Sun— dijo en un tono deliberadamente suave y burlón, su acento británico haciendo que cada palabra sonara aún más melódica:—Si bien me encanta poner palabras en tu boca, admitiré que tengo otros... intereses en mente— le lanzó una mirada sugerente, recordando esa noche pasada entre ellos.

Por supuesto aquella noche pretendía tenerlo de rodillas.

Dirigiendo su atención hacia el entorno, continuó:—Si estás buscando más lugares místicos en Mystic Falls, podría llevarte al viejo bosque. Se dice que hay zonas bastante interesantes. Pero ten cuidado— agregó con un guiño picarón:—Nunca se sabe qué o quién podría encontrarte allí.

En el fondo, Demian esperaba que el kitsune le invitase a ir con él hacia esa zona. Aquello les podría ofrecer una intimidad que él ahora estaba buscando.

Con todo, la propuesta que se mencionó hizo que se distrajese.Haciendo una pausa para evaluar la reacción de su antiguo amante, finalmente señaló una calle cercana:—Si lo que quieres es un helado, hay una heladería artesanal justo al final de esa calle. Sirven los mejores sabores que jamás hayas probado. Podría acompañarte si lo deseas, quizá podamos compartir un helado de cucurucho—con un brillo juguetón en sus ojos , Demian extendió la mano en dirección a la heladería, esperando que Jin Sun tomara la decisión de seguirlo.

¿Cómo era posible que una simple sonrisa pudiera colocarlo tan nervioso? Era estúpido lo que le pasaba; sí: estúpido, así era como definía sus propias emociones Jin Sun, quien sentía como le sudaban y cosquillear las palmas de las manos, que terminaban apretadas contra la tela del pantalón en un acto reflejo por tranquilizarse. De alguna forma u otra lo sabía: el kitsune no tenía ni un poco de ventaja frente a Damien Hunt; muy por el contrario, jugaba con muchísimas menos capacidades y herramientas que él... pero quería creer que no. Quería convencerse, terco y orgulloso como era, que el contrario no le causaba absolutamente nada, que él estaba en total control de sí mismo y que lo sucedido en el pasado solo habían sido deslices de un joven inexperto, tonto y solitario en un país desconocido.

—Aaaah, ya veo cómo es esto... —No le quedaba de otra que fingir seguridad y pagarle a Demian con la misma moneda: la de la "burla", como creía Jin que era lo hacía el contrario—. ¿Sabes lo que es proyectar? Es cuando pones en otros lo que en realidad sientes tú mismo. Y tú insistes en que yo quiero estar cerca de ti... —¿Y a quién engañaba? Era verdad. Algo en el pecho incluso dolía por querer permanecer próximo a Demian, aun si sabía perfectamente que eso dolería el doble cuando tuviera que volver a Nueva Orleans... o mucho antes, cuando despertase la semana siguiente solo. Escuchando sobre la heladería, el kitsune abrió la boca y tomó aire para responder, pero en su cabeza le pareció escuchar con claridad la voz de su entrenador... Iban a matarlo si se pasaba de calorías y arruinaba la estricta dieta que debía llevar como deportista—. Olvídalo, vamos al bosque... —concluyó por lo tanto, con cierto fastidio, volteando dispuesto a seguir a Demian a donde lo llevase. Pensar en su coach, sus representantes y ese helado que no podía comerse por mucho que quisiera (en parte para aplacar sus nervios con azúcar) se habían mezclado con los nervios que le generaba el humano y todo eso había sido... peligroso; porque cuando alguien junta tantos "no" (pero, sobre todo, un kitsune) por algún lado explota la rebeldía—. ¿Qué tan escalofriante podría ser? ¿Vendrá un lobo feroz a comerme...? —decía, mientras había ya comenzado a caminar en cualquier dirección. Y eso, por mucho sarcasmo que hubiera en su voz, en múltiples sentidos sí era una terrible amenaza...

Demian, con su postura relajada y una sonrisa irónica en sus labios, observó al kitsune. Había algo fascinante en el juego de emociones que Jin Sun mostraba. La vulnerabilidad escondida detrás de la bravuconería, la necesidad mezclada con el rechazo; era un enigma que Demian encontraba intrigante.

—Proyectar, ¿eh? —murmuró Demian, siguiendo el paso de Jin Sun:—Quizá tengas razón. Quizá yo esté proyectando. O tal vez ambos lo estemos haciendo. La verdadera pregunta es, ¿qué es lo que realmente queremos?— Había un tono de desafío en sus palabras, una provocación.

Al escuchar la elección de Jin Sun de dirigirse al bosque en lugar de la heladería, Demian arqueó una ceja, divertido:—Buena elección. Sabía que eras valiente—dijo con una sonrisa maliciosa:—Y en cuanto al lobo feroz, bueno…¿realmente tienes miedo de él? —agregó con un guiño, sin borrar la malicia de su sonrisa.

Caminaron lado a lado, y a medida que se adentraban en el bosque, Demian se sentía más en su elemento. La oscuridad, los sonidos de la naturaleza, todo era un telón de fondo perfecto para la tensión eléctrica entre ellos.

Deteniéndose de repente, Demian se giró hacia Jin Sun, su mirada intensa fijada en él:—Jin, ¿hasta cuándo vas a aguantar?—con violencia, lo empujó contra el tronco de un árbol y sujetó rápidamente ambas manos del kitsune por encima de su cabeza para tenerlo inmovilizado:—¿Niegas el deseo entre ambos?—acercó su pelvis hacia él para que notase el gran bulto que tenía entre sus pantalones:—Vamos Jin, estamos solos…

¿Qué era lo que quería...? Tal vez estaba tomándose la pregunta demasiado en serio, pero no podía responderla. Jin Sun quería muchas cosas pero si, por ejemplo, fuese el fin del mundo y tuviera que decidirse por solo una de ellas para morir en paz o sentir que cumplió algún objetivo antes de que todo acabase, lo cierto es que comenzaba a prescindir de la mayoría de esas cosas y al final... Al final solo quedaba el amor inmenso que tenía por su melliza, lo mucho que le fascinaba el baseball y...

"Conócete a ti mismo". Las palabras de su mentora resonaban en su interior. Eso quería principalmente: conocerse, saber quién era, qué lo definía. Si le preguntaran en ese momento cuál era su identidad, no sabría qué responder pero, al mismo tiempo —y muy para su fastidio— estar allí con Demian tenía bastante que ver con ello o por lo menos con una parte; no con Demian Hunt en sí, claro, sino con lo que él representaba. Más específicamente: con todo lo que Demian le provocaba siendo otro hombre.

No respondió a la pregunta más que con un pequeño gesto de fastidio. Mismo que se repitió, pero esta vez dirigido al humano, cuando la mención del "lobo feroz" se hizo presente.

En el camino, Jin Sun fue hablando de la arquitectura del lugar, aquellos negocios o casitas que le parecían atractivos, cómo le gustaría que fuese su propio espacio, etc. Puras trivialidades que, llegados al bosque, continuaron pero con la temática de la naturaleza; que los árboles, que las flores, que la bonita forma de algunas hojas... Simple relleno de un silencio que no soportaba sostener con Demian, hasta que oyó la nueva interrogante luego de sentirlo frenar. Con curiosidad y un pequeño "¿mnh?" saliendo de su boca, no tuvo tiempo de reaccionar hasta que estuvo acorralado contra aquel árbol, oyendo la siguiente cuestión. La pelvis ajena contra la propia le hizo removerse apenas y respirar pesado al sentir también su cuerpo comenzar a vibrar por ello, aunque considerablemente más lento gracias al susto del empujón y el estar atrapado. ¡Mala idea acorralar un kitsune! O, quizá, solo era una mala idea acorralarlo a él...

—Suéltame, estúpido, no es como que vaya a huir. —Comenzando a forcejear con sus brazos, logró apenas soltarse de una mano recordando una técnica enseñada por su maestra; con la misma acabó por darle un empujón él al humano, aunque solo pudiera alejarlo un par de centímetros—. Y deja de hablar como si me conocieras —añadió, con un evidente fastidio que solo crecía a medida que lo hacía su propia frustración. Demian representaba ahora una suerte de punching ball, el lugar donde el gumiho descargaba ese enojo contenido por no poder ser él mismo. Esas contradicciones lo llevaban a actuar exactamente de ese modo: luego de haberlo alejado, apenas un segundo más tarde había vuelto acercarlo tomándolo por la ropa, dejando sus rostros mucho más cerca que antes con la mirada clavada en sus labios. En el fondo y en la superficie sabía que cometía un error, pero ya no le importaba; sabía que Demian volvería a desaparecer de su vida y él se quedaría como un idiota con ilusiones a medias y un "te lo dije" de su propia cabeza; sabía, también, que hacía aquello por despecho y porque quería sentir algo más que no fuese solo... incertidumbre, vacío y, sobre todo, responsabilidad—. ¿Agarrarme así es la única forma que tienes para que me quede contigo? —continuó tras un segundo, forzando una pequeña sonrisa socarrona, de fingida seguridad—. Demuestra que puedes hacer que quiera sin necesidad de acorralarme.

Demian sostuvo la mirada de Jin Sun, sintiendo el batir frenético de su propio corazón resonar en su pecho. La intensidad entre ellos era palpable, cada palabra, cada gesto, cargado de significados no dichos y tensiones pasadas.

—Tienes razón, no debería haberte acorralado— admitió Demian, dando un paso atrás y soltándolo completamente. Su mirada no se apartó ni un segundo de Jin Sun, pero su expresión cambió a una mezcla de sinceridad y desafío:—Nunca quise hacerte sentir incómodo o prisionero en mi presencia. Pensé que te gustaba todo esto. Te has vuelto demasiado pudoroso.

El ambiente entre ellos se sintió más pesado por un instante, hasta que Demian dejó escapar una pequeña risa irónica. —¿Seducirte? Eso ya lo hice. Pero sabes, no quiero convencerte de nada. Quiero que estés aquí porque genuinamente deseas estarlo, no porque te sientas atrapado o manipulado.

Haciendo una pausa, sus ojos se suavizaron:—Y en cuanto a conocerte... quizás no conozca a este Jin Sun en frente de mí completamente, pero sé que tú también me deseaste.

El repentino cambio de actitud en Demian había dejado descolocado a Jin Sun, que de algún modo seguía con el estado de defensa activado en su interior, dispuesto a seguir peleando si ese era el caso. Sus pulmones llenos de aire y su cuerpo tenso graficaban a la perfección su plena disponibilidad a continuar discutiendo; pero, quizá, incluso si fue un alivio ese alejamiento, la postura que adoptó el mayor solo hizo que el pecho del kitsune doliera aún más. ¿Por qué era tan amable y comprensivo de repente? No es que le gustase que lo trataran "mal", pero claramente se hacía inviable olvidarse de él si mostraba un lado mucho más "humano". Sus palabras le pesaron ahora como kilos y kilos de plomos en la espalda. Se pudo ver como iba "desinflándose", cayendo de a poco al suelo hasta quedar sentado en la fina hierba junto a aquel árbol.

Cuando Demian terminó de hablar, el beisbolista solo suspiró profundamente y permitió que el silencio se apoderase de sus labios por largos segundos; estaba seguro que todo lo que intentase pronunciar en ese momento saldría trastabillado por un estúpido tartamudeo.

—Eso que pasó... y lo que haya sentido o no en ese momento... no tiene importancia ahora. —¿Era a Demian a quien intentaba convencer... o a sí mismo?— No puede volver a suceder. No se supone que y-yo... —Ni siquiera podía pronunciarlo. La idea de que palabras como "homosexual" estuviesen en una misma oración con su nombre le causaba un nivel de ansiedad aceptable, pero de un tipo que no conocía. Había muchas cosas en su vida por las cuales tener profundas preocupaciones pero al menos aquellas eran más fáciles de asimilar: su futuro, la presión de sus padres, su carrera... La esfera de lo sentimental era un plano que el gumiho no había experimentado casi nunca y probablemente una de las que más miedo le causaba—. No diré que haya sido un error, quizá... Solo algo experimental. Pero tiene que quedarse ahí y ya está. —Hablaba de aquel encuentro sexual como si hubiese sido algo sucio y prohibido, pero evidentemente solo él lo consideraba así, ¿verdad? Sin embargo, ¿por qué tenía que darle vergüenza frente a Demian, si él también había formado parte? En todo caso, estaban ambos en la misma posición en ese sentido—. ¿No te pesa a ti...? —interrogó ahora, con un tono un poco más bajo, uno de ese tipo de curiosidad que se habla en susurros como todas las cosas que, por algún motivo, se perciben como tabúes—. Como digas que es porque parezco una chica te vuelves a ganar otro empujón.

Demian escuchó atentamente a Jin Sun mientras se acomodaba junto a él en la hierba. El repentino cambio de actitud del joven le había sorprendido, pero también le hacía ver una faceta más vulnerable y sincera de su personalidad. Su mirada se suavizó, y aunque seguía manteniendo su actitud coqueta, mostraba un matiz de comprensión.

— Entiendo lo que dices. No importa lo que haya sucedido en el pasado. — respondió:— No tienes que definirte por una experiencia puntual. La vida está llena de sorpresas, y a veces, te lleva por caminos inesperados.

Demian se inclinó ligeramente hacia Jin Sun, mirándolo a los ojos con intensidad:— La atracción y la intimidad no entienden de género. No tienes por qué juzgarte a ti mismo por eso. Y no, no es porque parezcas una chica. Es porque sencillamente me pones cachondo — se encogió de hombros para restarle importancia al tema, sin comprender tampoco porque el kitsune se estaba viendo tan afectado con algo tan natural como esa atracción sexual.

— Y sobre lo que sucedió entre nosotros, no volveré a incidir si te noto tan tenso — Demian sonrió con complicidad:— Será mejor que regresemos. Te aseguro que no quieres estar por aquí a estas horas.