Casi hubiera preferido no haber tomado un atajo para volver a su casa. Llevaba ya tiempo en Mystic Falls, pero nada, Iris era... torpe. Y se desorientaba con facilidad. Así que no, tomar un atajo y acortar camino no era la mejor idea. Además, era tarde. Y no sabía exactamente por dónde se había metido.

Sólo sabía que era de noche, que su móvil se había quedado sin batería y que posiblemente sería víctima de un asesinato a manos de un loco asesino en serie.

—Lo siento Gin, he intentado vivir todo lo que he podido para ayudarte con la Nueva Armería —con un suspiro dramático, la chica avanzó por las calles aferrándose a su bolso. No veía mucho al frente, pero tampoco escuchaba nada a sus espaldas.

Hasta que lo hizo.

Un paso, dos pasos, tres pasos. Cortos y un poco pesados, pero no mucho. ¿Tal vez era una mujer?¿O alguien más joven?

Sin embargo, el gruñido de un animal a sus espaldas le hizo congelarse. Bien, genial, no era una mujer ni alguien más joven y su asesino en serie iba a ser otra cosa muy poco humana; un rottweiler con cara de pocos amigos—. Venga, perrito, perrito. Sh, no hagas ruido. Sólo quiero llegar a mi casa... —se había dado la vuelta y había tratado de acariciar al animal, pero el perro siguió ladrando.

Iris dio un bote hacia atrás y, suspirando, sólo le quedaba una opción: correr.

Genial, iba a ser devorada por un perro rabioso. ¡Qué bonito!

Estaba algo magullada, tenía sangre por algunas parte de su cuerpo principalmente visibles los cortes en su cara y sus brazos pero no le importaba lo más mínimo, necesitaba la adrenalina de la caza para evitar que su mente volviera al tema de la muerte de su padre porque cuando se quedaba sola su mente se volvía una trampa mortal para ella ante el problema que no quería enfrentar.

La Ashkore avanzaba por la calle con cara de pocos amigos oculta bajo una capucha perdida en sus pensamientos mientras intentaba decidir si debería de visitar algún club nocturno para tomar un par de copas y quizá buscar compañía para la noche, el lugar donde vivía se hacía demasiado grande estando ella sola. Sin embargo mientras avanzaba unos ladridos provocarían que buscase la presencia de un perro y, para su sorpresa, no tardaría en divisar unos cabellos rubios conocidos, junto a su voz no había duda de quién era.

-Va a resultar que no sólo tienes apariencia de princesa sino que también eres una damisela en apuros, el pack completo-mencionó quitándose la capucha mientras se acercaba a la contraria, Iris, la recordaba del ritual de conversión-No sabía yo que mi primer gran acontecimiento tras volver sería rescatar a una chica guapa de un perro corpulento-mencionó de manera sarcástica con una media sonrisa-¿Me darás un beso como en los cuentos si te salvo del malvado perro feroz?-cuestionó la Ashkore con una sonrisa ladina algo descarada pero muy en su línea.

En su primer intento para echar a correr, Iris dio un traspiés con la aparición estelar de Grace Ashkore, provocando que cayera al suelo de culo. El perro, que todavía seguía gruñendo, sólo se acercó un poco más a ella—. ¡Grace! —dios mío, su heroína—. ¡No soy una damisela en apuros! —vale, sí, sí lo era.

Y una de las más torpes, además.

—¡Oye! Oh, espera, me has llamado guapa —¿estaba ligando con ella? ¿Una mujer? ¿Desde cuándo? O igual sólo era un cumplido sin más—. ¿Te parezco guapa? —genial, estaba más preocupada por eso que por el perro furioso que tenía delante—. ¡Quítamelo! Solo quiero que se vaya, ¡yo no he hecho nada!

E Iris lo de hacer daño a los animales pues no lo veía claro. Tampoco creía que Grace fuera capaz, pero seguro que ella era más valiente que la rubia y tenía el coraje de echarlo.

—Eres una descarada, ¿lo sabías? —con esa sonrisa sólo había una respuesta clara: que sí que lo sabía—. ¡Claro que no voy a darte un beso!

Será posible. No es momento, Grace Ashkore.

Al ver la reacción de la contraria le costó contener la risa haciendo un par de muecas en un intento por no soltar una sonora risotada al respecto-Vale, pongamos que no eres una damisela en apuros-mencionó-¿Entonces por qué estás sentada de culo en medio de la calla?-cuestionó algo juguetona-Porque la única otra situación en la que suelo provocar el que una chica al verme se caiga de culo por lo general requiere una cama de por medio-agregó con una sonrisa ladina algo pícara.

-¿Nunca te lo he dicho? Joder, debo de estar perdiendo mi toque-se lamentó soltando un suspiro, quizá estaba más oxidada de lo que debiera o la contraria podía llegar a resultar un hueso más duro de roer de lo que acostumbra e irónicamente ignoraba cuál podría ser la situación sentimental de la contraria pero quería suponer que si tuviese a alguien en su vida no estaría a esas altas horas sola por la calle sabiendo todos los peligros que se movían... o al menos si fuera su chica ella no la dejaría sola en esa situación-Eso puedo hacerlo-de hecho le resultaría cuanto menos sencillo.

Pero ah, las palabras de la rubia provocaron que se detuviera antes de dar un paso-Gracias, me enorgullezco de ello-quizá pudiese juguetear un rato con la contraria-Ah, ¿pero entonces qué gano yo al salvarte? ¿Un simple gracias? Que típico, ¿no?-se interesó haciendo una mueca de decepción-Por si no lo has notado vengo de una pelea, si me voy a meter en otra por ti quiero algo a cambio-comentó quizá siendo demasiado caprichosa-Vamos, Iris, consiénteme por un día, ofréceme algo, ha sido un camino jodido hasta llegar aquí-la instó a ello ladeando la cara, un par de cortes en su mejilla visibles a la luz de las farolas.

—¿Porque me acabo de... caer? —Iris arrugó la nariz de manera inconsciente. Solía hacerlo cuando se sentía un poco tonta; no por la otra persona en sí, sino por cómo contestaba ella—. ¡GRACE! Por Dios. ¡No es el momento! Ni el lugar. ¿De verdad te parezco de esa clase de chicas? Por favor... —para empezar, Iris era orgullosa y para continuar, tenía cierta «dignidad» que le gustaría conservar.

No podía negar que los comentarios de Grace, aún así, la ponían ciertamente nerviosa. Lo decía con tanta naturalidad y soltura que no sabía con qué cara quedarse.

—Creo que no, pero puedes repetírmelo muchas veces. Eso sí te lo puedo aceptar —a ver, ¿A quién no le gustaba que le llamaran guapo? O guapa, en el caso de Iris. A ella le encantaba que le regalasen los oídos y le dijeran cosas bonitas—. ¿Realmente te parece que es el mejor momento para intentar ligar conmigo? —el perro volvió a ladrar e Iris dio otro bote más. Maldita y dichosa Ashkore—. Vas a tener que explicarme de dónde vienes, señorita —Iris tenía el ceño fruncido mientras la observaba—. Pero está bien —acabó alzando las manos en son de paz—. Te doy un beso en la mejilla, te vienes a mi casa y te curo las heridas. ¿Te vale?

Esperaba que sí, porque el perro sólo ladraba cada vez más fuerte y se acercaba a Iris mucho más.

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-¿Significa eso que crees que hay un momento y lugar para esto?-cuestionó de vuelta con una sonrisa pícara en sus labios-Oh y voy a evitar responder a esa pregunta, estoy segura de que no te va a gustar mi respuesta-mencionó observándola de arriba a abajo de forma algo descarada.

Quizá fuese por su estado mental actual que eso de los filtros había quedado completamente de lado o quizá simplemente necesitase distraerse y por eso había decidido centrarse en aquello, era difícil de por sí de decir con Grace pero lo cierto es que ahora que había empezado frenar el derrotero que había tomado esa conversación no era realmente su estilo.

-Ten cuidado, Iris, si me das ese permiso te embarcas en una dinámica algo peligrosa conmigo-mencionó aquello riendo ligeramente-Sí, ¿acaso crees que tengo algún problema en trabajo y vida personal?-cuestionó encogiéndose de hombros ante aquello.

Al escuchar las palabras de la contraria arqueó una ceja aun cruzada de brazos-Si lo hiciera sería simplemente porque quisiera, no te debo ninguna explicación de lo que hago o dejo de hacer, Iris-quiso aclarar, puede que llevada por esa parte más rebelde suya-Pero supongo que puedo aceptar tu propuesta, oh, sólo una cosa más-mencionó acercándose al perro-invitarme a tu casa es algo muy atrevido, puede que me haga ideas de algo... distinto-comentó la Ashkore con una sonrisa pícara mientras llegaba hasta el perro en cuestión, recordaba por alguien en particular, su prima Gwen, una técnica para dejar inconsciente a alguien por lo que aprovechó que estaba centrado en la contraria para pasar uno de sus brazos por el cuello del animal presionando con fuerza controlada hasta que el perro quedó inconsciente-Listo, ¿y mi premio?-cuestionó tras levantarse del suelo como si nada volviendo a cruzarse de brazos mientras la observaba ladeando la cabeza.

—¡No he dicho eso! —¿no lo había dicho? No. ¿Segura? No, tampoco. En fin, maldita Ashkore y sus técnicas para confundir a la gente. Pero Iris lo achacaría a que era muy tarde por la noche, a que estaba asustada y que, por tanto, no sabía lo que decía. Tampoco es que distase mucho de la realidad, todo sea dicho—. ¡Oye! Pero qué os pasa a todos con mirarme así... —bufó. Primero Velkan, ahora Grace. Faltaba que @Theo J. Hadreas también la mirase así y ya lo que le faltaba para culminar el trío dorado.

El perro ladró de nuevo e Iris estaba convencida de que era porque escuchaba a la nefilim alzar la voz tanto como le era posible.

No se le podía culpar, estaba nerviosa, ¿vale? Y punto.

—Me gusta que me digan cosas bonitas, soy una romántica —tal vez demasiado. Grace en cambio parecía lo contrario a ella. Por lo menos ahora—. Claro que no, yo no he dicho eso —aunque sólo con la mención de la otra, Iris podía hacerse una idea de que muy bien no estuviera. O no del todo. Podría explicar su actitud o algunos de sus comportamientos, tal vez—. No, ya... Yo... —arrugó la nariz de nuevo sintiéndose tonta ante sus propias palabras de antes—. Sólo no quiero que te metas en líos, eso es todo.

Ay, Jesús. La rubia acababa de estresarse muchísimo de la nada.

—Sólo entras a mi casa para que te ayude a curarte, nada más —le sacó la lengua después, un poco a modo de burla. Cuando Grace dejó al perro inconsciente, Iris se levantó de un salto y fue casi corriendo hacia ella para abrazarla, dándole un beso en la mejilla tal y como había prometido—. ¡Mi heroína! Bien, pues ya podemos irnos.

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Una media sonrisa algo pícara se dibujó en los facciones de la cazadora-¿Lo pensaste entonces?-no dejaría el tema ir tan fácilmente cuando podía picarla con aquello-¿Te miran mucho así? A ver, no puedo culparles, entiendo por qué-se encogió de hombros ante aquello restándole importancia aunque no por ello se cortaría con las miraditas.

-Lo tendré en cuenta-mencionó Grace como si tomara nota sobre aquello y en parte lo haría porque los juegos de seducción era lo que más le gustaba en el mundo a la Ashkore-¿Te preocupa que me meta en líos, Iris? Venga ya, no es como si te importara si lo hago-o al menos Grace no creía que a la contraria le pudiera importar lo más mínimo, tampoco se conocían tanto.

Soltó un suspiro ante aquella respuesta tan tajante rodando los ojos de manera algo dramática-¿Y si lo dejamos a un lo que surja?-propuso aunque teniendo en cuenta la reticencia de la contraria no estaba segura de que aceptase aquel trato, aun así valía la pena intentarlo pues no tenía nada que perder realmente-Que beso más vainilla-mencionó Grace riendo-¿Me curarás las demás heridas a besos cuando lleguemos a tu casa?-una sonrisa pícara de nuevo en sus labios ante aquello, oh, no sabía Iris con quién había ido a dar.

—¡Grace! —se queja la rubia, sus mejillas brillando como un par de cerillas al encenderse, acentuando su color rojizo. Y quién va a decirle a ella que ha terminado atrapada entre las redes de los Ashkore. Primero conociendo a Gin, ahora a Grace. Por lo visto una vez te cogen ya no puedes escapar—. Es usted una descarada, señorita —pero también es verdad que no puede negar que le gusta la atención.

Aunque en voz alta no lo admitiría, no.

—Lo suficiente como para que no quiera que te maten —se encoge de hombros. Iris es bastante empática, al menos eso cree ella, pero también curiosa. Y Grace es un misterio que McGonagall tiene ganas de descubrir, aunque se la lleve por delante en el proceso. Es el tipo de persona a la que es mejor no acercarse porque sus heridas pueden salpicarte y abrir unas en ti que no tenías antes, pero la rubia no ha decidido ignorar todo eso—. ¡Pero bueno! —vale, no se le acaban las energías para intentar ligársela.

La nefilim chasquea la lengua en su paladar antes de contestar, pensante.

—Vamos a hacer una cosa —dice, antes de empezar a caminar en dirección a su casa—. Si quieres algo de eso, vas a tener que ganártelo un poquito antes. No es tan fácil.

Y es que en realidad, Iris no sabe dónde acaba de meterse.

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