«Felicidad».

Hacia tanto tiempo que Diane no tenía ese sentimiento que prácticamente se le ha olvidado. Pero esa felicidad es algo que Joanne ha conseguido devolverle. Ha costado mucho, desde que se fueron, ambas intimaron, aceptaron su nueva vida.

La vida que nunca pudieron compartir como madre e hija. Diane la creyó muerta tanto tiempo que… no pudo asimilarlo. Tardó mucho en hacerlo. Reencontrarse, asimilar que era verdad… fue duro.

Pero lo consiguió.
Juntas lo consiguieron.

Ahora, aprenden la una de la otra. La joven de la cazadora, y al cazadora de la inocencia y la bondad de la niña. Aquella mañana habían salido a cazar. A cazar conejos para poder comer, porque así era la nueva vida de Diane: cazar para comer y alimentarse, no para matar sobrenaturales.

En ocasiones echa de menos aquella vida, pero fue una vida a la que quiso renunciar incluso siendo ya adulta, una vida a la que tuvo que volver y de la que ahora ha podido salir gracias a Joanne. Asique, puede decirse que tiene la vida que siempre ha querido. Lástima que aquel día todo vaya a cambiar… y no para bien.

— Mira lo que tenemos aquí —susurra al cabo de un rato rastreando. Señala las huellas que ha conseguido localizar—. ¿Crees que podrías rastrearlo tu sola? —pregunta con una sonrisa. Quiere saber cuánto han mejorado sus capacidades en los últimos meses.

Era increíble y absolutamente alucinante que al final, la tía que empezó siendo to creepy y que casi me pega... al final era mi madre. O sea, tío, mi madre de verdad. La de carne y hueso, la que dios, es que, además no me abandonó y buah todo era tan mega alucinante que había vivido flipando desde que todo hizo pluf y cuales palomitas toda la info empezó a llegar.

Aún estaba asimilando muchas cosas, por que eran muchas, pero, no se tío, después de tantas casas de acogidas y tantas mierdas y tantos sueños olvidados.. buah, poder estar con Diane, poder llamarla mamá, aunque se me hacía tope raro, era demasiado increíble como para ignorarlo.

Además, es que encima era un madre super guay. No era una Jedi, ni algo así, pero sabía defenderse, sabía pelear y sabía cosas tan increíbles que mi yo interior gritaba medio histérica cada vez que me enseñaba algo nuevo. Y yo intentaba aprender. Especialmente, por que era la primera persona, que no me tomaba por loca después de contarle cuando me atacó el loco ese, que resulta era un vampiro de verdad. Alucina.

Pero ahora, la cosa no va de vampiros, tampoco de ser un cazador secreto sacado de un libro. Va de una madre y una hija, siguiendo el rastro a un animal escurridizo y rápido como era un conejo, mientras intentaban recuperar algo del tiempo perdido. Y por eso, me acerco rauda y veloz y me agacho a ver las huellas. Aún me quedaba por aprender por que siempre solía verlas antes.

- Oh, se ven muy bien. - Me agaché un poco más y seguí con la mirada las huellas arrugando las cejas. - Puedo intentarlo. - Por que Diane confiaba en mi y aunque mi vida había sido bastante alejada de todo aquello, estaba intentando aprender. - Por ahora se que se fueron por ahí. - Señalé el punto hacia donde se dirigían aquellas huellas tan monas mientras me incorporaba un poco para intentar seguirles el rastro.

La sonrisa se dibuja en los labios de Diane. Lo que, durante mucho tiempo, pero puede decirse que ha terminado consiguiéndolo. En parte lo que le ocurre es que siente que aquella no es su vida. Después de haber sufrido tanto, de haber abandonado tanto. Algunas cosas siguen pensando en su mente. Como no haber buscado durante más tiempo a su hija. Por haberse rendido sin siquiera mantener la esperanza.

Algunas cosas, pesan como una losa a sus espaldas y el tiempo puede que lo cure, pero no sabe cuánto les queda juntas. el mundo sobrenatural es demasiado peligros, demasiado despiadado. Diane sabe cuanto puede sufrirse porque ella misma ha muerto tras casi perder su brazo. Aún tiene pesadillas.

Aun le duele el miembro que case se queda cercenado en la pelea contra lo Lanvik. Si cualquiera de sus hermanos la viese seguramente la tacharía de débil después de tanto tiempo, pero… estaba casando de luchar y por fin tenía algo de paz. ¿No era algo que se había ganado con su esfuerzo? Claro que sí. Y por eso quería otorgarle a su hija una vida lejos de todo el caos de Mystic Fall. Por eso se la había llevado lejos.

Sin embargo, el destino es cruel y los Ashkore están destinado a ser cazadores les guste o no. Y Diane y su hija no van a tardar en descubrir ese echo y lo doloroso que puede llegar a ser—. Te sigo —le responde cuando la contraria decide cual es e l rumbo que deben tomar para rastrear aquella criatura—. ¿Te gusta esta nueva vida Joanne? —le pregunta al cabo de un rato. Porque si, le sigue preocupado lo que su hija piense o como se sienta. Quizás aun no actúa como una madre si no más bien como una guardiana, pero… tampoco es una niña lo que tiene delante, y prefiere, que sea fuerte y decidida. Que sepa… defenderse y sobrevivir.

Bien. Si Diane dice que me sigue significa que voy en buena dirección. ¿Verdad? No estaba muy segura la verdad. Quizás me estaba equivocando de dirección o quizás no. Las huellas se veían que iban esa dirección. Esas pequeñas y adorables huellitas que iban dando saltitos.

Por eso, en teoría, lo había dicho bien. Aunque, claro, tengo que confesar que no se me da muy bien eso de creer que la gente cree que hago las cosas bien. Eso del amor y apoyo paterno no es que hubiese sido una constante en mi vida. Pero meh, tampoco es que me importase. Me había acostumbrado a vivir por mi cuenta y resolver mis problemas yo solita. Cosa que a veces no salían muy bien la verda.

Pero ahora era diferente. O esa era la idea. Por que lo dicho, aún tenía que acostumbrarme por que era alucinante tener allí a mi madre de verdad. Es que... admito que a veces le daba un abrazo solo para saber que estaba ahí de verdad y no era un sueño o había bebido o tomado más de la cuenta. Pero no, estaba limpita y espabilada y ella seguía allí.

Por eso, creo que me concentraba tanto en seguir esas huellas bien, en aprender a pelear y en aprender todas esas cosas hiper guay que me enseñaba ella. No es que aprendiese a usar la fuerza pero.. tío, es que me sentía como si fuese van helsing. Ahí aprendiendo a cazar vampiros. Que a ver, no había vuelto a ver ninguno desde el loco ese pero quien sabe.

- Um? - Su pregunta me pilló por sorpresa y salí de mi mundo de arcoíris y huellas para observarla. - Es diferente. - Y tan diferente. Hasta Noodle notaba la diferencia. Bueno, el gato es que siempre era un quejica. - Pero haberte encontrado y que estés conmigo y me enseñes cosas, creo que es la cosa más alucinante que me ha pasado en... nunca. - Y con esa confesión tan sincera por mi parte terminé con una amplia sonrisa antes de volver a mirar al suelo.

- Oh mira! Ahora son dos. - El conejo A, se había encontrado con el conejo B y se habían ido juntos a dar un paseo. - Vamos sin hacer ruido. - Para que no nos escuchasen. Por que a parte de pelear y defenderme, estaba aprendiendo a ser más silenciosa cuando andaba. Siempre que no me tropezase, claro.

La ex-cazadora de la Armería, llevaba mucho tiempo sin ser madre. En realidad, nunca pudo serlo, no del todo. Con la muerte de Lou, un niño que no llego ni siquiera a nacer, y luego lo ocurrido con Joanne, Diane se sumió en una tristeza de la cual le fue muy difícil salir. Ni siquiera Hugh su ultimo niño fue capaz de sacarla de ese agujero. Fue una buena madre con el pequeño también, pero una madre completamente rota, que no disfrutaba de esos pequeños placeres.

Fue eso, y su esposo lo que la llevaron a darse cuenta de que sin ella estarían mejor, a salvo. Porque la vida de cazadora la perseguiría siempre. Como una Ashkore que era, Diane tenía que compartir aquello con su familia, sin siquiera plantearse que esa maldición podría llegar hasta su hijo a través de ella. Al fin y al cabo, tenía sangre Ashkore. Igual que Joane.

Y por eso, había querido irse lejos con ella. Para de alguna manera poder proteger a la hija que durante tanto tiempo creyó muerta y que finalmente había estado allí, muy cerca de ella en verdad. Por eso, quizás volvía a actuar como una madre protectora. Se preocupaba por el bienestar de su hija, y no solo eso. Si no también por cómo estaba llevando ella todos esos cambios a los cuales se habían visto sometidos en las últimas semanas.

— Yo… —susurra. Aun le cuesta expresar lo que significa para ella haberla encontrado viva, después de tanto tiempo—. Todo esto es también un cambio muy grande, para mi —añade antes de poder seguir pues su hija a encontrado aquel rastro. Que al parecer ahora indica dos presas. Eso debería haberle resultado extraño, alarmante… pero Diane está pensando en otras cosas en ese momento y es por eso quizás por lo que no advierte un posible peligro en el rastro que ha encontrado su pequeña.

Sencillamente, la sigue, buscando la forma de confesarle algo, buscando la forma de que quizás ella misma puede personarse por todo lo que hizo en el pasado, o más bien por lo que no hizo. Joanne se ha criado como una mujer fuerte y con decisión, una muchacha de la cual ella no ha tenido oportunidad de formar parte. No al menos en toda la vida pasada. Diane acaba tomándola por el brazo, pidiéndola que se detenga. Necesita decir lo que lleva tiempo rondando su cabeza.

— Espera… Joanne —le pide pronunciando su nombre, aun no es capaz de llamarla «hija», porque no cree que lo merezca siquiera—. Quería salir de caza para despejarnos un poco la mente. Pero necesito decirte algo —continua, tras lo cual suspira amargamente—. Me perdí demasiadas cosas de tu vida, por no luchar por encontrarte. Tu padre y yo te dimos por vencidos cuando creímos que estabas muerta y en mi familia nunca hemos sido así. Los Ashkore, luchamos y peleamos por los nuestros… yo no lo hice por ti. Y lo siento mucho —finaliza soltando sus brazo. Sus ojos humedecido muestran el dolor de una madre—. Yo… —intenta decir, pero algo la detiene, algo la hace frenarse en seco—. Ponte detrás de mí —advierte a la menor cuando escucha que algo se dirige hacia ellas. No sabe lo que es, y a perdido facultades, pero no piensa perder a su hija de nuevo.

Era verdad que era un cambio super flipante para las dos. Pero era algo que sabíamos y aún así era tan genial y tan raro que prefería muchas veces no pensarlo. Aunque era algo que hacía con muchas cosas en mi vida. No las pensaba, simplemente, pum, a vivir la vida como mejor fuese y ya está. Al final, era la filosofía que había vivido todos estos años. Y no me había ido tan tan mal.

Pero ahora lo importante eran las huellas y eso hacía, seguirlas con cuidado de no chocarme con ninguna rama por el camino. La verdad, es que antes de encontrarme con Diane nunca había ido de caza ni ninguna cosa así rara de las que hago con ella. Ya digo que esto es como entrar en una peli super guay. Bueno, más o menos. Me daban un poco de penilla los conejos, pero supongo que al final todo da pena.

Aunque fue inesperado cuando sentí que me agarraba el brazo. Por un momento pensé que la había liado super parda o que me había olvidado de las huellas. Pero no. Estas seguían por donde íbamos a si que me quedé allí quieta mirándola con curiosidad.

- Claro dime. - Le sonreí, así de buen rollo, pero las cosas que empezó a decirme consiguieron que una cosilla pasase por mi cuerpo. Por que es verdad que por muchos años estuve medio odiándolos por que  creí que no me querían y todo ese rollo. Pero tío no era verdad a si que negué mientras alzaba la mano en su dirección para decirle que no pasaba nada. Que el pasado pasado está y que ahora estaba siendo genial a si que teníamos tiempo aún. Y yo quería llevarla además un día de fiesta. Pero de tranquis.

Pero ni yo pude decirle nada de eso ni ella pudo terminar de hablar. No cuando se quedó quieta y me dijo aquello. - ¿Qué pasa? - No estaba entendiendo nada. De hecho, es que yo no había escuchado nada más allá de nosotras. ¿Habría visto algo? Pero termino por ponerme detrás de ella bastante confusa e intentando mirar a ver si veía algo. - ¿Viene alguien? ¿Has visto a los conejos? - No creía por que entonces no estaría así.

No puede evitar recordárselo a sí misma, un ay otra vez: siempre que ha creído encontrar algo de paz, la realidad le ha dado un fuerte manotazo en la cara. Ella, siempre una Ashkore, familia de cazadores. Su hija… incluso su hijo menor. Tarde o temprano ambos se verían arrastrados por el apellido de su madre. Tarde o temprano acabarían sumergidos en ese mundo.

Y lo que estaba pasando en ese momento, era algo que Diane se había temido durante muchos años cuando fue joven—. Sal de ahí, criatura —dice al aire cuando Joanne se ha puesto tras ella. Estaba a punto de decirle algo, y Diane esta furiosa por no haber podido escuchar la respuesta de su hija ante las palabras de la mayor.—. Márchate y déjanos en paz. Si no nos atacas no recibirás defensa de nuestra parte —añade finalmente. Ella, jamás a negociado. Siempre se ha lanzado a la cacería, incluso cuando sus capacidades dejaron de ser las de una jovencita.

Ha pasado por tanto en el último año, que la mujer no quiere tener que volver a luchar. No después de lo que ocurrió con los Lanvik. No después de incluso ella haber muerto y regresado. Aun porta consigo el anillo de su hermano, pero hace tiempo que lo dejo apartado, dando por hecho que no lo necesitaría, que podría vivir como una mujer normal y morir de forma natural. Pero no, aquello… no iba a ser natural si finalmente memoria.

Y no quería hacerlo. No con Joanne presente. Sin embargo, la cazadora no recibe respuesta verbal. Y tampoco tiene tiempo de hacer nada. Lo único que es capaz de sentir es el fuerte empujón. Cuando este llega la deja sin aire, y cuando su cuerpo choca contra el suelo, parece que ha perdido todas las fuerzas que ha tenido siempre. Le cuesta respirar debido a la brutalidad del impacto. Pero a aquel vampiro no le ha bastado con atacarla brutalmente, si no que pretende rematar la faena.

Diane, al menos sabiendo que la atención no ha ido directamente hacia su hija, trata de buscar el cuchillo que tiene en su bota derecha, pero al intentar hacerlo, se da cuenta de que no puede. Tiene el brazo dislocado. El mismo brazo que se ha convertido en un lastre para ella después de casi perderlo contra aquellos malditos lobos. Por primera vez en toda su vida, se siente indefensa y paralizada. No sabe que hacer salvo arrastrarse hasta chocar con el troco de un árbol. No tiene salida alguna.

Vale, no hizo falta respuesta para saber que no eran los conejos lo que había visto y eso... solo me hizo tragar saliva y rememorar en mi cabeza el encuentro con aquel vampiro. Ay madre... La espera era angustiante. Allí, detrás de Diane, mordiéndome el labio nerviosa mientras miraba entre la vegetación sin ver nada pero esperando ver aparecer algo, cualquier cosa. Es que estaba tan acojonada / rememorando aquella noche que no me salió ni una gracieta ni un misero sonido de mi garganta.

Pero... no hay respuesta y como si fuese un puf, siento como Diane sale dispara, al mismo tiempo que yo caigo de culo al suelo por no lo se. La verdad es que no tengo ni idea pero allí estoy en el suelo y hay un hombre de pie mirando a Diane y... oh dios...oh dios.. Ella está en el suelo y no está bien y no se pone de pie.

Espero unos segundos a que Diane haga algo.. ¿Por qué ella es una cazadora super chachi no? ¿Debería hacer algo chachi no? Pero no lo hace y el vampiro se acerca lentamente.. parece que lo está disfrutando y yo estoy nerviosa y miro a mi alrededor y entonces... mis dedos tocan un palo. Y entonces ya no pienso más por que la adrenalina y el miedo hacen puff en mi cuerpo y yo que se si la herencia de ser hija de mi madre o de ser una Ashkore de esos o alguna cosa rara me hagan tomar el palo y correr hacia el vampiro.

Parece que este se había olvidado de mí a si que aprovecho para golpearle super fuerte, o lo más fuerte que puedo, en la cabeza. Por que a ver, yo no soy una cazadora chachi como Van helsing, ni ninguna cosa así to cachonda. Pero si me he metido en más peleas de las que quiero admitir a si que esto es como si fuese un bate de beisbol pero...Eso no va a ser suficiente. Por que no hay que ser muy lista para saberlo y por que yo atiendo cuando me explican cosas.

El caso, es que casi que suelto el palo nada más golpearle y saco el cuchillo que me había dado Diane. Estoy segura que en una ocasión normal ni se me hubiese ocurrido hacer algo así. Por que puños y tal guay pero armas... Pero esto no es una ocasión normal y tengo un montón de cosas arremolinándose en mi interior y tampoco es que piense mucho en moralidad y cosas de esas.. y entonces clavo el cuchillo por la espalda del hombre, donde se supone debería estar el corazón. - Deja en paz a mi madre sanguijuela! - Con grito incluido uso toda la fuerza de mi cuerpo, la adrenalina y el miedo para clavar el cuchillo lo más que puedo sin pensar en nada más.

Con el brazos que una vez casi pierde ahora dislocado es complicado que ella pueda hacer algo. Pero también hay un motivo por el cual no encuentra le cuchillo que ha tenido siempre en la bota. Deicidio dárselo a su hija aquella misma mañana. Una pequeña herencia a préstamo familiar que sin duda les va a venir muy bien. Diane no quiere que nada de lo que esta pasando ocurra, ¿cómo iba a querer? Y sin embargo termina ocurriendo.

Cuando aquel vampiro parece haber llegado hasta ella finalmente se echa encima, pero la muerte no a atraparla en esa ocasión —y de haber muerto habría sido así pue son llevaba su anillo de resurrección— asique sencillamente cuando aquel hombre se desploma y detrás del mismo solo queda el cuerpo de Joanne, Diane alza la mirada, totalmente fuera de sí.

— Joanne… —susurra al presenciar lo que su hija a echo. Como puede hace fuerza y con la mano libre se coloca el brazo dislocado, ahogando un grito de dolor que se queda atrapado en su garganta. Como puede y en cuanto puede se dirige hacia su hija, y la toma de la manos, obligándola a soltar aquel cuchillo que cae al suelo—. Joanne, mírame —le pide pues sabe que no es lo mismo matar animales que personas y aquella seguramente es la primera vez que lo hace, por protegerla a ella—. Mírame. No pasa nada. Esta bien, ¿de acuerdo? No pasa nada —añade con su propia voz quebrada.

Su hija esta nerviosa, puede notar como tiembla. Ella sigue buscando su mirada con cierta desesperación y al mismo tiempo mira de reojo al vampiro. Esta muerto. No necesita más que mirar el color en el que su piel se torna para saberlo. Su propia hija ha tenido que matar para defenderla y Diane sabe que aquel temblor en su pequeña es normal.

Sin embargo, no es una reacción bien identificada porque no es precisamente eso lo que le está ocurriendo a Joanne—. ¿Joanne? ¿Qué ocurre? —pregunta al verla. En el pasado vio esa mirada que ahora porta la muchacha en otro de sus familiares. Pero en ese momento Diane no lo ve, o quizas si, pero se niega a comprender lo que ocurre.

Por unos segundos no había pensado solo había actuado. Y ahora, el cuerpo había caído y allí me había quedado yo de pie. Respirando entrecortadamente, con aquel cuchillo aún sujeto en una de mis manos y los ojos tan abiertos que era incapaz de reaccionar realmente.

Ahora, era cuando me daba cuenta, o empezaba a darme cuenta mejor dicho, de lo que acababa de hacer. No había tiempo para bromas, ni para tonterías en aquel segundo. Por que me he metido en muchas peleas pero esto... esto era diferente y de mis labios solo salía la misma palabra repetida una y otra vez como un susurro incesante. "joder".

No era consciente de nada más. No hasta que sentí unas manos que me obligaban a soltar el cuchillo. Un cuchillo que cayó rebotando en el suelo dejando que el sonido metálico resonase en medio de aquello. Escucho la voz de Diane y poco a poco mi mente va siendo consciente realmente de lo que acabo de hacer.

Balbuceo de nuevo y trato de elevar la mirada hacia ella pero es aquel hombre en el suelo el que tiene mi atención. - Esta... yo... matado... - no soy capaz de juntar las palabras o al menos, en voz alta. Trago saliva y ahora si alzo la mirada hacia ella, pero solo es unos segundos por que no me encuentro bien. Aquel pitido en mis oídos cada vez es más fuerte y no entiendo si es por lo que acabo de hacer.

- Joder. Lo he matado.- Cuatro palabras que salen de carrera de mis labios antes de notar un extraño escozor en uno de mis brazos. Arrugo los ojos y me llevo una de las manos a ese punto del brazo. Mi respiración sigue siendo demasiado acelerada y aún tiemblo por eso creo que es ese momento cuando elevo la mirada hacia Diane. Confusa. - No... no lo se. No me encuentro bien. - Por que es demasiado asimilar, por que todo ha pasado muy rápido pero hay una cosa que es verdad jover. - ¿Estás bien? - No había vuelto a perder a mi madre.

El rostro de su hija revela tantas cosas en ese momento que Diane tampoco sabe cómo encajar sus propios pensamientos—. No Joanne… no lo has matado —miente, porque es obvio que lo ha hecho—. Me has salvado la vida —añade tratando entonces de hacerle entender a su pequeña que era la vida de su madre o la vida de aquel ser. No ha elegido mal. Ha elegido a la familia frente a un vampiro. Nadie la culpara por ello.

El mundo es cruel por naturaleza, los Ashkore lo saben de sobra y durante años, Diane quiso huir de su destinó, un destino que jamás deseo para sus hijos, pero… el destino siempre es sumamente caprichoso y ante todas estas cosas, solamente les queda seguir adelante, encajar los golpes de la mejor manera que se pueda.

Y sin embargo interiormente maldice el hecho de que su hija haya tenido que pasar por aquello. Joanne no tarda en ser consciente de lo que ha pasado, pero al mismo tiempo su madre nota algo extraño en ella—. Estoy bien cariño —es la primera vez que habla con tanta ternura, porque quizás comprende lo que acaba de pasar mejor que nadie—. Salgamos de aquí —le dice intentando guiarla fuera de aquel lugar, lejos de aquel cadáver. Poco importa ahora ocultarlo o no. Tienen que salir de allí.

Su hija necesita reponerse asique la antigua armera se dirige hacia un pequeño riachuelo que sabe que hay cerca. Deja a Joanne sentarse cerca de una roca a la orilla y ella misma se dispone a ir a por agua, llenando una de las cantimploras que lleva. Se acerca poco después a su hija, teniéndole la misma—. ¿Estas mejor? —pregunta entonces. Haya algo en la mente de Diane que no se tranquiliza… lleva un rato con la mosca tras la oreja, y todavía tiene un mal presentimiento.

"Me has salvado la vida"

Eso era verdad. Pero también era verdad que había matado a alguien. Y no podía dejar de pensarlo. Por que siempre había tenido unos límites que ahora habían explotado y ya lo he dicho, no es por partir un par de narices o reventarle a alguien un bate encima. Es que estaba muerto. Pero no iba a dejar que matasen a Diane. No ahora que la había encontrado. No ahora que sabía que me quería. No a mi madre.

Por que por un segundo pensaba que la había vuelto a perder y ahora delante mía y hubiese sido demasiado penoso y no se que hubiese sido de mi y... se me va otra vez. Respira Joanne. Respira. Que casi se me olvida como hacerlo. - Menos mal. - Estaba bien. Menos mal que estaba bien, por que había sangre y ya no sabía de quien era y seguía mareada.

Tan mareada que como no quería caerme al suelo cual tronco va, terminé por seguir a Diane sin poner ninguna pega o decir nada. Aunque.. no pude dejar de mirar aquel cuerpo en el suelo hasta que no lo perdimos de vista.

Allí junto al riachuelo todo parece más bonito, pero sigo extrañamente mal. Yo que me jartaba de que era to guay, una malota y una fiestera a la que no podía tumbar ni el mejor chupito y ahora parecía que me iba a dar un algo en cualquier momento. Por eso, mejor sentada. Pero hacía mucho calor. O yo tenía mucho calor. Y al mismo tiempo estaba temblando. ¿Todo esto pasa cuando matas a alguien? Que Hardcore.

Tomé la cantimplora que me tendió para dar un sorbo y lo di si, pero después volví a dársela para abanicarme con una de mis manos. - Uf, creo que no. Tengo mucho calor. - Y eso era decir solo parte, pero no quería parecer así muy débil delante de mi madre. Que ella era to pro. Quizás era mejor si me quitaba algo de ropa. A si que, dicho y hecho me quito la chaqueta para quedarme en mangas cortas.

- Uf ahora seguro que te avergüenzas de tu hija que parecía muy cool y guay eh. - Intento quitarle algo de hierro al asunto y no preocuparla más, pero, a parte de que sigo teniendo en mente a aquel hombre y todo lo que pasó, la verdad es que sigo encontrándome rara y no entiendo por qué. De hecho, inscocientemente me llevo la mano a uno de mis brazos donde lucen algunos tatuajes. Y entre ellos empieza a aparecer algo que todavía ni he visto.

El hecho de que su hija casi hubiese sido atacada todavía martillaba fuertemente en su cabeza. Diane sabía perfectamente que lo que acababa de pasar esa prácticamente por su culpa, pero lo cierto era que su hija había salvado su vida. Y aun si no podía seguir pensando que no había conseguido lo que quería. Apartar a su pequeña de todo aquello.

Había fracasado nuevamente en esa tarea como madre. Y sin embargo la peor de las noticias aún no había llegado. En aquel riachuelo, Diane seguía teniendo una mala sensación que ni siquiera sabía como interpretar. En el fondo lo que más le incomoda era que su hija se sintiese tan extraña. El calor que sentía la muchacha no era algo habitual, aunque bien podría deberse a la adrenalina, Diane en el fondo sabía que se debía a otra cosa.

— Nunca podría avergonzarme de ti —le susurra apartando uno de sus machones de la car ay colocándolo tras la oreja. Aquellas muestras de cariño, espontáneas nunca había siso algo propio de la mayor, pero en el fondo sus sentimientos iban cambiando y el reciente susto le había dado muchas pautas para hacerlo. Sin embargo, la mirada de su hija hace que ella misma mire el lugar donde han bajado los ojos de Joanne—. ¿Qué ocurre Joanne? —pregunta en un susurro.

Lo pregunta, pero en su interior ya lo sabe. Se esa mirando el brazo y eso solamente puede significar una cosa. Mata run vampiro, el calor creciente… el brazo. No. Imposible. Tiene que ser otra cosa. Porque Diane no puede con ello, no puede afrontarlo una vez más. No en su familia, no cuando John ya lo fue y lo sigue siendo.

Incluso la respiración calmada de Diane empieza a acelerarse. Su corazón parece a punto de desbocarse, pero ella intenta a permanecer impasible. Aferrándose a la uncia esperanza que tiene de que no sé lo que está pensando. Y sin embargo es una esperanza dolorosamente falta después de todo lo que ha contemplado a lo largo de su vida.

Me tranquiliza aquel gesto inesperado y que diga que no se podrá avergonzar de mi por que la verdad es que se a veces doy un poco de vergüenza. Sobre todo en las fiestas, pero por alguna razón en aquel instante no tenía especialmente ganas de bromear con nada. No se si era por todo lo que había pasado o por el mal cuerpo que se me había quedado o por un poco de todo.

Creo que era un poco más de todo. Pero lo más raro, bueno, otra cosa rara fue en el instante en que me quité la chaqueta. Al principio no me di cuenta, la verdad es que eran demasiadas cosas a la vez pero.. entonces lo vi. Algo que no debería haber visto. O no es que no debería haber visto, más bien, es que no debería existir.

- ... - Aquello era raro. Quizás ya tengo hasta alucinaciones. No se.. La cosa es que dejo la chaqueta en el suelo y giro mi brazo un poco para poder ver algo que no debería estar ahí. Hace mucho que no iba de fiesta a si que no podía haber sido producto de una borrachera y yo cuando me duché anoche eso no estaba ahí. - Es que... - Joder, tengo el cuerpo lleno de tatuajes, pero creo que los conozco todos y podría hacer una lista con ellos.

Alcé una mano para acariciar aquello, que no era exactamente un tatuaje. No sabría muy bien decir que era.- Es que este tatuaje no lo conozco. Anoche no estaba ahí.- Estaba tan absorta en aquella cosa tan extraña, aunque parece to épica, todo hay que decirlo eh, que no reparto en la reacción de Diane. De hecho, tardo un poquito más en hacerlo. Bueno, por el momento giré mi brazo hacia Diane para que pudiese verlo. - ¿Sabes... que es? - Por que aunque no pareciese haber ningún cambio en su rostro es precisamente eso lo que me asusta, por que no se... ¿Algo más raro podía pasar hoy?

El mundo se le vino abajo en ese preciso instante. Cuando su hija comenzó a hablar de los tatuajes que tenía en el cuello y que claramente se dejaban ver en algún que otro momento. Sin embargo, conforme su mirada se dirige hacia el brazo, la expresión de Diane cambio drásticamente.

— No… —es un susurro, un quejido. Leve pero igualmente doloroso. No puede hacerlo. No sabe cómo hacerlo. ¿Por qué ella? ¿Por qué Joanne? Miles de pensamientos se apoderan de si en ese preciso intenta. Por su mente pasan miles de cosas, miles de improperios que puede dedicarle al estúpido destino que ha decidido que eso sea posible—. Yo no puedo verla… —responde cuando dirige el brazo hacia ella. Esta seca, distante.

Diane suspira, poniéndose en pie y dándole la espalda a su hija conforme sus manos se apoyan en la acintura en postura de jarra. Niega con la cabeza un par de veces, como si aquello no estuviese pasando. Pero está pasando y en ese momento no sabe cómo afrontarlo. No sabe cómo asimilarlo.

— Dentro de nuestra familia, no eres la primera que despierta ese tatuaje —responde girándose de nuevo—. Es indicativo de que te has convertido en un miembro de la Hermandad de los cinco. Pero desaparecerá en un par de días seguramente. —Porque aquel tatuaje es un mapa hacia Silas. Un mapa que sencillamente dejo de existir cuando le encontraron, asique ese tatuaje se activa, pero no tarda en desaparecer.

Aun así, el hecho de que sea consciente de eso ya es suficientemente doloroso. Diane no está lista para aquello, y en su cabeza ahora hay una preocupación más martilleándola. Desconsolada en su fuero interno se acerca a su hija, se inclina y la toma por las manos—. Debes regresar a Mystic Fall pequeña —dice con un nudo en la garganta. Porque ella no va a volver en ese momento con su hija. Tiene algo que hacer antes. Y mientas asimilar lo que ha pasado—. Debes ir allí y buscar a Gwen Ashkore… es la líder de la Hermandad de los Cinco —desconoce dónde está su hermano John, pero al mismo tiempo raza porque sea al con quien Joanne se encuentre.

Aun con un nudo en la garganta, pronunciar aquellas palabras sin ningún tiempo de explicación destrozan su corazón ya herido. Pero no sabe cómo afrontar aquello. No puede hacerlo. No de momento.