November 20th, 2013. Ten years later…:

Obligado a mantener su impecable actuación de aquel campo de golf, Alec se ve en la obligación de incluir a Lucretia en su misión para entrar al Edén. No creas que le hace gracia en absoluto, pero debe admitir que la fachada de Ken Dolarhyde y Lily Montgomery le ayudará a pasar aún más desapercibido. Por supuesto, le ha aceptado bajo sus normas, porque esa misión es suya. Y créeme, Lucretia no se llevará el crédito, Alec no lo permitirá.

Cumpliendo con lo acordado, Lucretia bajo la identidad de Lily Montgomery, se presenta en la habitación de Ken Dolarhyde, tan puntual como un reloj suizo.

En cuanto Alec abre la puerta, entreabre muy ligeramente los labios, incapaz de ocultar que aquella mujer le ha dejado brevemente sin palabras.

—Estás… Presentable.—¿Eres idiota o te caíste de la cama de pequeño?, piensa de inmediato. Pero es que no, entenderás que no puede ir por ahí diciendo que la hermana de la mujer que amó, le parece atractiva. Ahí no hay cámaras, ni mucho menos alguien delante de quién fingir.—Aunque yo me habría lavado mejor los dientes después de comer.—Dicho el comentario infantil del día, Alec esboza una sonrisa burlona y se vuelve para entrar a la habitación, esperando que Lucretia le siga.

No creíste que le invitaría a pasar como todo un caballero, ¿no es cierto?

—Bien, esa ropa servirá.—La mira de arriba abajo rápidamente antes de abrir una caja metálica y sacar un pequeño chip.—Ya te lo expliqué, el Edén es un lugar donde hay magia, aunque no todos lo saben.—Ya le explicó brevemente algunos detalles. Aunque ahora que están en terreno seguro, podrá explicarle más detenidamente, o mejor dicho, solventar sus dudas.—Vas a llevar esto. Necesitaré saber todo el tiempo en dónde estás, por si nos separamos.—Se acerca a ella.—Abre un poco más el vestido, lo voy a inocular en tu ombligo.—Le pide con seriedad y total profesionalismo.

Pero aquello no era un chip de localización, sino las llaves del Reino de los Cielos. Por supuesto, Lucretia no tiene por qué saber que se ha vuelto indispensable en esta misión. Que ella y solo ella posee el boleto de salida con éxito de ambos de aquel lugar.

—Lo primero que debes saber del Edén es que… Si no estás dispuesto a cometer pecado, quedas fuera y no llegarás al corazón de Edén. Así que Babilonia… Necesito que… Seas tú misma.—Concluye su breve tono de expectación con una sonrisa falsa que no llega a sus ojos.—Bien, ¿alguna pregunta o podrás confiar en que yo te guíe si vas a ciegas?—Iluso si piensa que aquella insoportable mujer confiará en él cómo lo hacía Giza.

Pero, ¿te digo un secreto? Nunca ha perdido la fe.

—Presentable.—Repite, con una sonrisa ladina.—¿Eso es todo lo que tienes que decir de tu cita?—Cerrando la puerta tras de sí, la morena ya no tiene que ser Lily Montgomery, de modo que se concede aquellos minutos para dejar caer la máscara y volver a ser ella misma. A fin de cuentas, en las próximas horas tendrá que recuperar su papel, y fingir ser aquella básica niña de papá, a punto de caer en las redes de un encantador Ken Dolarhyde...

La misión se presenta harto agotadora, teniendo en cuenta que quien se esconde detrás del soltero más cotizado de Sydney, no es otro que Alec Damgaard.

Se ha convencido a sí misma, sin embargo, de que puede con esto y más: unas horas junto a Roma no serán nada con el crédito que puede obtener por el éxito en semejante misión. Y, porque deben tener garantizado aquel éxito, se ha asegurado de lucir impecable para esta noche.

Por supuesto que sabe que está mucho más que presentable, y por supuesto que sabe que luce una dentadura perfecta. Que las únicas armas que Alec tenga para amedrentarla, sean tratar de minusvalorar su aspecto físico, confirman lo que se imaginaba: ha superado todas las expectativas. —Todavía no me has explicado qué tipo de magia.—Inquiere, arqueando una ceja, mientras abre un poco más el despampanante escote para que Roma coloque el chip localizador.—Imagino que sabes que cuanto más sepamos ambos, mejor.—Si el hereje quiere hacerse con el éxito de la operación, deben confiar en el otro.

Irónicamente, se han convertido en su mejor opción.
«Necesito que... seas tú misma.»

—¿Sabes? Cuanto más descubro de esta misión, más me pregunto por qué no fui elegida como primera opción.—Porque efectivamente: ni Olimpia, ni Estambul, le dijeron de venir, pero Lucretia tiene cada vez más claro que Edén es una operación creada para ella. Y puede que Alec también lo haya asumido... Razón de más por la que, previsiblemente, no volvió a insistir sobre dejarla fuera de cualquier plan.—En realidad, sólo una.—Añade, ladeando el rostro mientras se toma la libertad de otearlo de arriba a abajo, sin ningún pudor.—¿Es tu look final, o sólo los harapos con los que has recibido a Montgomery en tu suite privada? Porque no te veo conquistando nada con estas pintas.—En realidad, no está tan mal.

Pero donde las dan, las toman.

Aquella pregunta, no obstante, es también su manera de confirmarle que no tiene más dudas: está preparada para entrar en Edén... y para que pase cuanto deba pasar.

Cualquier cosa.

November 20th, 2013. Ten years later...:

«¿Eso es todo lo que tienes que decir de tu cita?»

No, en verdad no. Sin embargo, es todo lo que Lucretia oirá de su boca.—Tengo más. Pero son para Lily.—Alec levanta ligeramente los hombros, demostrando a cada minuto lo insoportable que puede llegar a ser estrictamente con Lucretia.

Como era de esperarse, la vampiresa intenta indagar más detalles sobre todo lo que Alec le dice, nada parece ser suficiente para ella, y es que en verdad no lo es. Consciente de que debe poner a Lucretia al tanto de todo, Alec se siente presionado a hacer lo correcto. Sin embargo, apenas alcanza a poner los ojos en blanco como queja muda, cuando Lucretia lanza uno de sus acostumbrados dardos envenenados, comparándolos a ambos una vez más.

«[...] más me pregunto por qué no fui elegida como primera opción.»

Alec alza ambas cejas y ríe ligeramente, como si en verdad no pudiera creer lo que estaba oyendo.—¿De verdad? ¿Que seas endemoniadamente impulsiva no te dice algo? Y es solo una mínima parte.—Por eso estaban en esa situación, porque a Lucretia se le ocurrió la maravillosa idea de ser impulsiva, metiéndose donde no le habían llamado.—Cuando digo que seas tú misma no me refiero a eso.—Mientras habla, desliza sus dedos por el borde del escote, abriéndolo un poco más de lo que Lucretia lo hizo, llegando hasta el ombligo para hacer lo que debe con el chip. Y no, por si te lo preguntas no tuvo que hacer un esfuerzo descomunal para que no le temblaran los dedos, Alec es perfectamente capaz de controlarse.

Lucretia no le intimida en lo absoluto. No le intimida, ¿está bien? Es importante que eso quede claro.

Aunque viéndolo bien, no era necesario abrirle el escote para llegar hasta su ombligo, entonces… ¿Por qué lo ha hecho? Inconscientemente, por supuesto.

«[...] Porque no te veo conquistando nada con estas pintas.»

Una vez más, Alec pone los ojos en blanco. En serio a veces debe hacer un esfuerzo de más con aquella bendita mujer.—Llevo miles de dólares encima, ¿eso no le parece suficientemente atractivo a Lily? —Alec levanta ligeramente los brazos mientras muestra su atuendo, luego gira para mostrar todos los ángulos de su conjunto.—Seguramente a otras sí, así que no me preocupa.—Le resta importancia, no dejándose amedrentar por la vampiresa.

O más bien Ken Dolarhyde. Digamos que Alec sí lo estaba un poco, pero no lo dejaría entrever. Porque si lo hacía, significa que le importa mucho la opinión de Lucretia, y aunque fuese cierto, jamás lo aceptaría.

Deberían salir ya, sin embargo, reconociendo mudamente que Lucretia tiene razón, accede a darle más información.—Hay una droga mágica que usan en Edén. Se desconoce qué tipo de magia y qué tan graves son sus efectos.—Alec puede hacerse una idea tomando como referencia las drogas normales, probablemente se trate de un potente desinhibidor, a saber qué más.—Rigel Industries —el conglomerado de empresas perteneciente a Ariadna Atreides— usa esta droga como protección para el corazón de Edén. Ningún sobrenatural que no pertenezca a Rigel se mete en Edén, es como un muro de contención. Intenté infiltrar una humana, pero nuestra alianza no funcionó hasta el final.—Una vez más, los intereses personales se interpusieron.

Una constante en su vida: todas aquellas mujeres con las que trabaja o forma alianzas, acaban queriendo involucrarse con Roma, la figura detrás de Ken Dolarhyde. Sin embargo, Alec termina cortando por lo sano, y no tan sano.

—Y por eso aquí estamos. El corazón de Edén oculta información importante sobre Rigel Industries y aquí es donde entra esto.—Se toma libertad de presionar sus dedos ligeramente sobre la zona donde le ha colocado el chip.—Necesita mantenerse en calor antes de ser activado, por eso lo lleva puesto…—No hay calor más adecuado que el corporal.—¿Sientes el calor? —Susurra. Sin apartar la mirada de Lucretia, las yemas de sus dedos hacen un círculo pequeño alrededor del chip, insertado en el ombligo de la chica como si fuese un piercing.

Repentinamente hipnotizado con los ojos ajenos, Alec no se percató de que sus dedos descendían por sí solos hacia el vientre femenino. Al darse cuenta, retira aquel tacto como si le quemaran los dedos. El hereje carraspea y desvía la mirada.

—Bien, eso es todo.—Se vuelve hacia la cama para agarrar lo que necesita llevarse.—Podemos irnos.—Hace un ademán hacia la puerta, indicando la salida. No le dio opción de seguir solventando dudas, no. Todo lo que Lucretia necesita saber para cumplir con su parte ya está dicho, ahora solo queda actuar.

Era hora de marchar hacia Edén.

SHIP: #LUCRALEC

«...Pero son para Lily.»

—Hmm.—Tiene que admitirlo: las palabras de Roma han sido contundentes, y sobre todo, convincentes.—Buena respuesta.—Y esos serán todos los cumplidos que Lucretia Kóvacs tenga para Alec Damgaard esta noche.

Lily Montgomery, al contrario, tendrá mucho que adular de su galante compañero.

—¿Por qué tengo la sensación de que pretendes que me lo tome como un insulto?—¿Que si Babilonia es impulsiva? Sí, ¿y? Precisamente aquella impulsividad es lo que la convierte en el arma más impredecible de los Siete Sabios: una vía de escape fuera del alcance de sus tan calculadores enemigos... los Strix.

Puede que sus métodos son poco ortodoxos, pero funcionan. Que Roma se niegue a aceptarlo es otra historia. —No importa. Con suerte, esto será rápido.—La morena deja escapar un suspiro mientras alza el mentón con profesionalidad, permitiendo que el hereje coloque aquel chip en su ombligo, a través de la apertura del escote. Un gesto quizá... arriesgado. Innecesario.

Una declaración de intenciones.
Un desafío.

Contemplando a Roma con fijeza, se aparta de él unos centímetros para contemplarlo. —Creo que eso dependerá de lo dispuesto que esté Ken Dolarhyde a compartir esos dólares con ella.—Lily Montgomery es joven, materialista, pero no es ninguna ingenua. Lleva años participando de aquel juego de poder en el que todo vale, mientras sepas mantenerte en la cima de la sociedad. Tal vez sea eso lo único que busca del apuesto Ken: convertirse en su Barbie por una noche, sacando toda tajada posible.

Pero la jugada va a salirle mal, y Lucretia ignora hasta qué punto.

Pero espera: la parte interesante no ha hecho más que empezar.

«Hay una droga mágica que usan en Edén...»

—Una droga, ¿hmm?—Inquiere, arqueando una ceja.—La clase de droga que no podremos esquivar.—Pues afecta a sobrenaturales, y ellos lo son. ¿Una alianza con una humana que salió mal? No hará mención alguna, pretendiendo no darle importancia, pero no creas que anotará mentalmente el dato, consciente de que podría serle útil en un futuro...

...O puede que tenga sus propios motivos para acordarse de aquel detalle en particular. —Así que estamos de misión kamikaze.—Necesitan infiltrarse en aquella empresa, pero quedarán por completo expuestos ante los efectos adversos de una droga cuya influencia ignoran. Una sonrisa ladina se esboza en sus labios.—Me gusta.—Lo dicho: aquella misión parecía tener su nombre mucho antes de unirse a formar parte.

Si buscas a un Sabio intrépido, rozando la imprudencia, Babilonia es todo lo que necesitas.

Lo que Roma necesitaba esta noche.

Porque los dedos del hereje descienden hacia el vientre de Lucretia, presionando con suavidad el chip mientras mantiene el contacto visual, un contacto que la morena no se atreve a romper.

Como si Edén ya estuviera haciendo su magia mucho antes de empezar.

Pero la magia se rompe a tiempo, por suerte para los dos. Roma se aparta, carraspeando, mientras Lucretia vuelve la vista, como si no fuera consciente de lo que acaba de pasar. —Sí.—Se apresura a confirmar.—No nos conviene llegar tarde... ¿o sí?—Verlos llegar juntos, y además tarde, dará que hablar.

Tal vez sea eso justo lo que necesitan.

De modo que, tomándole del brazo —sin preguntar—, Lily Montgomery dedica su sonrisa más encantadora a su conquista de esta noche, ignorando por completo lo que les depara aquella velada.

Un vuelo de ida y sin regreso.