Después de la última reunión con todos los brujos para desterrar a Héctor Palax, Nyiara Biobaku se había mantenido con un perfil bajo. Muchas emociones en un momento, tal vez demasiadas. No le había supuesto un problema que echaran al viejo y, por ella, como si se iba al infierno y no volvía. Le daba lo mismo. Lo que había estado carcomiendo su cabeza era cómo se había sentido tan estúpidamente débil —y sorprendida a la vez— de tomar a Patrick Trélanger por la mano.

Por favor. Esperaba que el brujo no se hubiera hecho las ideas equivocadas con ella. Además, la misma bruja del tremé había preferido mantenerse un poco al margen los últimos meses. Claro que, con la llegada de la navidad, era difícil que Nyiara pudiera contener su emoción.

—Vaya, esto es... Impresionante —eso había dicho en la entrada. A medida que pasaba la velada, Nyiara se encontraba con alguna que otra cara conocida y, sobre todo, se quedaba más maravillada con la cena y la fiesta que estaba dándose en el castillo Grigori, hasta entonces pasado por alto por la joven bruja tremé.

Si había ido también era porque quería saber qué se tramaba allí. ¿De dónde venían? ¿Quiénes eran? ¿Qué importancia tenían? ¿Serían una amenaza para su padre y su regencia? Tenía que saberlo.

Claro que no creyó que se encontraría de buenas a primeras a Patrick Trélanger, la horma de su zapato—. Así que tú también has decidido venir a la fiesta, ¿eh? —preguntó, con una copa de champagne en su mano.

No iba a deshacerse de él ni en navidad.

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El Anciano Palax era alguien a quien Patrick siempre había respetado mucho, siempre creyó que su juicio era acertado hasta que descubrió que en realidad estaba con una vampira y abrió los ojos para ver que la persona a la que tanto respetaba se había desviado del camino que debía seguir, su juicio ya no era válido para él por lo que tampoco merecía su respeto, por eso no sentía que hubiese sido exiliado del aquelarre.

Respecto a aquella fiesta había acudido, por supuesto, para el brujo todo lo que pudiera afectar a los aquelarres por lo que perderse aquel evento tan misterioso con un extraño anfitrión era simplemente inconcebible, además era una fiesta con alcohol y comida gratis, ¿cómo acudir? Después de todo tenía también una reputación que mantener, todo eran ventajas realmente pero podría decirse que lo que más le interesaba era quién era esa gente y juzgar por sí mismo si se trataba de posibles aliados o una amenaza aun por desvelarse.

Al menos hasta que escuchó una voz más que conocida-¿Pensabas que me perdería un evento como este?-cuestionó enarcando una ceja-No sé quién es esta gente pero han montado una fiesta con alcohol y comida gratis, sabes la fama que tengo-la cual era básicamente que una fiesta no estaba completa sin Patrick Trélanger-también tengo curiosidad por saber quiénes son, quiero saber qué considerarlos-reveló el chico, no se fiaba realmente quizá motivado por la traición al Aquelarre de parte de Palax.

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