-Amenazas, cómo no, Nyiara-bufó el chico-a ver si ahora por tener razón no voy a poder ni si quiera hablar, ¿qué quieres? ¿Que te lo envíe mejor por correspondencia? ¿Tienes fax?-cuestionó entre bromista y molesto, estaba nervioso también, ¿cómo no estarlo cuando no era capaz de asimilar la situación en la que se encontraba? Apenas era capaz de pensar con claridad.

Ni si quiera sabía cómo iba a salir de allí, esperaba que vestido eso sí-Al contrario de lo que puedas llegar a pensar no suelo ir pregonando mi vida privada a los cuatro vientos-mencionó el Trélanger-aunque admito que esto es algo bastante tentador de que se sepa, la verdad-más que nada porque creía que le dejaba a él en muy buen lugar por esa fama que tenía de soltero de oro irresistible-Pues a juzgar por la situación de la habitación me arriesgaría a decir que anoche diferías-igual puede que se estuviese ganando a pulso ese almohadazo-Ya, eh, ¿sabes que escuecen? En plan, supongo que en algún momento me gustarían... espero-tampoco lo recordaba-pero por un casual, ¿no podrías darme algo para desinfectarlo? Si se infectase la gente haría muchas preguntas-puntualizó el brujo haciendo una mueca.

-Oh, no te preocupes, me encargaré de grabarla en mi mente a fuego, ya sabes, como una pequeña victoria-le dedicó con una media sonrisa triunfal ante aquello, por su parte no recordaba escenas completas sólo algo parecido a flashes cuando observaba algunas cosas en particular como el edredón por el cual sentía algo de molestia muy probablemente porque en la noche le sobrara ante la urgencia que ambos dos parecían tener-¿Puedes culparme? Iba borracho y en ocasiones desabrocharlos puede ser algo complicado incluso yendo sobrio-se encogió de hombros ante aquello, buff, de hecho recordaba intentarlo ahora que lo mencionaba, casi lo hace desaparecer con su magia de lo mucho que lo quería lejos de Nia-Me ofrecería a comprarte uno nuevo, incluso a que te hagan uno para ti en compensación pero me da que no vas a querer dar explicaciones de por qué lo recibiste-ofreció aun así, tal vez incluso fuese la excusa perfecta para evitar admitir que lo que había pasado podría volver a pasar... varias veces.

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Bien, es cierto que si estuvieran en casa de Patrick habría tenido mucho más sentido lo que dijera Nyiara, pero digamos que no está muy en sus cabales ahora mismo. En fin, no se le puede culpar—. Tú sigue hablando que te meto otro almohadazo, pedazo de... —Nyiara entrecierra los ojos, observando al Trélanger de nuevo, negando con la cabeza.

¿Cómo han llegado a esta situación?

—Eres consciente de que nadie puede saber esto, ¿verdad? —aunque Nia sabe que va a ser la primera en decirlo. Bueno, a su hermano Omari, al menos. Porque necesita alguien a quién contárselo y su padre y su madre están fuera de esa ecuación por ser quiénes son—. ¡Claro que no quiero que te levantes desnudo! —pega un grito más alto de lo esperado, nerviosa. Dios, es que la pone histérica—. No necesito una foto. Además —señala las marcas que ha dejado en el abdomen del brujo—. Supongo que tengo que reconocer que lo pasamos bastante bien.

¿Arañazos incluidos? Vale, a Nia se le va un poco la cabeza pero..., ¿tanto? ¿Y con él? Ugh.

—Oh —Nyiara parpadea un par de veces, más extrañada que otra cosa, hasta que lo ve. Un flash aparece en su mente. Patrick y ella besándose, golpeándose contra algunos objetos dentro de la habitación, lo que explica por qué hay varias cosas en el suelo, deshaciéndose de la ropa y..., sí, ella por lo visto tenía bastantes ganas—. Eso parece —rasca la mejilla con su dedo índice, mordiéndose el interior de la misma—. Esta conversación y lo que estoy admitiendo no ha pasado jamás, por cierto —amenaza a Trélanger, señalándole con el dedo—. Además, no estás para hablar... —recoge del suelo su sujetador, casi hecho trizas—. No creo que fuera la única que tuviera muchas ganas.

¿Pueden admitir, de una buena vez, que tanto odio les ha llevado a eso? Tal vez.
¿Y qué pasa después de que la tensión sexual se resuelva? Que aumenta.
¿Nyiara querría eso? No...
¿No?

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—Yo no... —pero se calla casi de inmediato. El endiablado Trélanger se lo está devolviendo con creces y no le gusta. Por supuesto que le gustan los juegos de dos, pero no aquellos en los que está perdiendo constantemente. Cada día lo detesta cada vez más—. ¿Sabes qué? No te voy a responder a tus preguntas. Demasiado estás viendo ya de mí —se encoge de hombros, poniendo los ojos en blanco.

Será idiota.

—¿Podemos tener una cena en paz, por favor? Gracias —finge una sonrisa tras aquel agradecimiento poco sincero, aunque a decir verdad, la Biobaku sí desea tener la fiesta en paz. Empezando por ella misma, que será la que calle o introduzca otro tema totalmente diferente. A ver si así consigue que la cosa no sea tan tensa.

Por una noche.

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Apenas pudo reaccionar antes de que aquella almohada impactase contra él-¿Qué estabas qué? ¡Si era yo el que iba más borracho que una cuba! Ni si quiera recuerdo más allá de la mitad de la noche y además me has traído a tu casa-mencionó algo extrañado mirando a su alrededor, nunca pensó que terminaría en el cuarto de la contraria-Dijo la bruta que no deja de agredirme de forma gratuita-replicó de vuelta aun buscando cubrirse con los brazos de los almohadazos de parte de la contraria.

-¿Quieres que me levante desnudo? Porque a pesar de que ya lo has visto todo te encanta dramatizar hasta con estas cosas-quiso asegurarse antes de nada aunque no ha pasado por alto la forma en que los ojos de Nia recorren su torso, él también ha mirado dándose cuenta de que lleva su camisa puesta-¿Quieres una foto? Te duraría más-ofreció con una sonrisa algo pícara.

Aun así la contraria seguía con las demandas-No, están colgados de la lámpara-bromeó el brujo-La verdad es que sí los llevo puesto pero por algún motivo que no consigo comprender parecen estar dados de sí...-por unos segundos se quedó pensativo, no lo recordaba-¿qué es lo que me hiciste? ¿Tanta prisa tenías por quitármelos?-cuestionó saliendo de debajo del edredón, partes de su boxer estaban dadas de sí como si alguien hubiese tirado de estas con cierta insistencia.

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-Si te molesta significa que te importa-le devolvió el chico, Patrick era alguien más que capaz de darle la vuelta a un tema en su contra y por eso su madre le tenía tanta confianza, muchos en su facultad sugirieron que se dedicase a la política que podría ser alguien que llegase muy lejos con suma facilidad pero al chico nunca le sedujeron esos juegos de poder llenos de falsedades, lo cual no significaba que no hiciera uso de sus dotes de charlatán en su día a día-Los ejemplos a menudo exponen deseos, por eso se ha de tener cuidado con revelar estos-advirtió con una media sonrisa triunfal.

Pero todo lo que tenía que ver con un intercambio entre ellos se traducía a una encarnizada lucha de a ver quién quedaba por encima del otro siendo ambos incapaces de aceptar una derrota, era casi un juego de dominancia-Si me asustase entonces me habría marchado, esta es nuestra segunda cena, ¿acaso es que desearías que hubiese una tercera?-se interesó algo curioso sobre aquello en particular-¿Quieres que sea un caballero contigo? Suelo serlo con las damas-sí, le había lanzado una puya con aquello.

-Si demandas de tu cita que lo haga siendo además un hombre, ¿no significa que no lo eres tanto? De hecho es hasta descortés el pedir que otra persona con la que no tienes la suficiente confianza pague por ti-puntualizó ladeando la cabeza algo pensativo-Entonces visto lo visto últimamente somos dos-él mismo no se había atado a nadie desde que la relación con su ex terminó no muy bien que digamos.

Aunque todo podía cambiar si encontraba a la indicada aunque la mujer ante ella no parecía ser precisamente alguien dispuesta a ello-¿Quieres pensar mal, Nia? Vaya y yo que hablaba de privacidad, ¿acaso me estabas imaginando desnudo?-cuestionó ante aquello fingiendo sorpresa-Recibes lo que das, Nia y de un tiempo a esta parte tan sólo has buscado darme quebraderos de cabeza así que he tomado la decisión de que dos pueden jugar a este juego, ¿no te gustan los juegos para dos?-sus palabras seguidas de una sonrisa que estaba seguro sacaría de quicio a la contraria, parecía ser que recibir de su propia medicina no le gustaba mucho.

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Nyiara coge su almohada y le pega un golpe con ella en la cabeza—. ¡Tú sí que vas a quemarte, pedazo de idiota! ¡Te aprovechaste de que ayer estaba pasada de copas para llevarme a la cama! —bueno, técnicamente los dos han hecho eso, ¿no es verdad? Pero da lo mismo, porque Nia continúa golpeando con la mullida almohada a Patrick—. ¡Eres un puerco! ¡Degenerado!

¿Y ahora qué?

Por suerte para ella, en algún punto cuando acabasen, cogería la camisa que Patrick llevaba puesta la noche anterior y ahora no hace el ridículo desnuda. Bien, un miedo menos del que encargarse. Pero ojo, le gusta demasiado como huele, así que va a pensarse eso de devolvérsela—. Levanta de la cama, pedazo de holgazán. ¡Estás en mi casa, Patrick! —de suerte que Omari y ella no viven juntos y cada uno tienen su propio piso, que si no...—. Ahora voy a tener que quemar las sábanas y comprarme una cama nueva.

Bueno, puede que estuviera exagerando pero... ¡Que no, que no y que no! Dios. Qué cagada. Qué gran cagada. Y encima Nyiara se lo ha quedado mirando. Sin camiseta que va, claro, normal, la está usando ella.

Nyiara Biobaku, deja de mirar, te lo pido por todos los Ancestros.

La bruja Tremé alza la vista al techo mientras sus manos están en su cintura—. Bueno, ¿ya vas a salir de mi cama? Espero que por lo menos lleves calzoncillos, pedazo de cochino.

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El alcohol podía ser una de las cosas que provocase que la gente hiciera cosas que, de otro modo, resultarían inimaginables y ese precisamente era el caso de la situación en la que se encontraban ambos, ¿cómo habían acabado? En la misma cama el primer día del año aunque lo más probable es que los detalles estuviesen borrosos para ambos.

Por el momento Patrick se mantenía ajeno a todo lo que había ocurrido dormitando en aquel colchón para nada familiar aunque ciertamente cómodo, eso había de concederlo, por el momento todo era bonito ya que ignoraba la realidad o más bien la identidad de la persona junto a él. Sin embargo por mucho que él quisiera descansar no sería precisamente la misma idea que la contraria tuviese, oía ruidos de fondo aunque no estaba lo suficientemente despierto como para escuchar la voz con claridad hasta que la contraria le destapó, el chico se aferró a las sábanas como pudo.

-¿¡Qué pasa!? ¿¡Se quema la casa!?-cuestionó Patrick incorporándose de golpe-AH, por los Ancestros, que susto, Nia-le dedicó llevándose una mano al pecho sólo para darse cuenta de que precisamente ese era el problema-Espera, ¿qué? ¿Tú qué haces aquí, Nia? ¿Y dónde puñetas se supone que estoy? Esta no es mi habitación-y entonces todo hizo click-Oh, no, no puede ser, que mal...-se lamentó llevándose una mano a la cara, quizá fuese porque se había afeitado y cortado el pelo para fin de año, eso siempre les gustó de él a las chicas.

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Primer día de Enero y tiene un dolor de cabeza horrible. No solo eso, sino que además le está costando moverse y hasta cree que no sabe abrir los ojos—. Venga Nyiara, tú puedes —se da ánimos a sí misma porque no quiere entrar en pánico. Nota la boca pegajosa y eso solo confirma una teoría que ya tenía antes de casi despertar: el día anterior llegó a casa con acompañante. Eso también lo sabe por el pesado brazo que hay sobre su cuerpo.

Sin embargo, ese sentimiento de no querer entrar en pánico se queda en eso, un sentimiento. Cuando abre los ojos, lo primero que hace es apartar el brazo que la atrapa entre la cama y el cuerpo del hombre que llevaría la noche anterior a casa y, cuando gira la cabeza, pega un grito al darse cuenta de quién es.

¡Y si se ha despertado, que le den!

—AH NO, AH NO. ¡Imposible! ¡Esto no puede estar pasando! —pero cuando Nia sale de la cama y se da cuenta que lleva la camisa de Patrick, entiende que sí puede estar pasando. Y no solo eso, es que encima empieza a recordar. Las risas, las provocaciones, el alcohol, el baile, las palabras una más alta que la otra, los besos,...

Y de ahí, directos a su casa. ¡¿Ella y Patrick Trélanger acostándose?! ¡No, no, no y no!

—¡Levántate pedazo de idiota! —Nyiara destapa a Patrick, sacudiéndolo en la cama—. Dios, creo que voy a vomitar.

Lo que le faltaba. ¡Gran inicio de año, Nia!

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El Anciano Palax era alguien a quien Patrick siempre había respetado mucho, siempre creyó que su juicio era acertado hasta que descubrió que en realidad estaba con una vampira y abrió los ojos para ver que la persona a la que tanto respetaba se había desviado del camino que debía seguir, su juicio ya no era válido para él por lo que tampoco merecía su respeto, por eso no sentía que hubiese sido exiliado del aquelarre.

Respecto a aquella fiesta había acudido, por supuesto, para el brujo todo lo que pudiera afectar a los aquelarres por lo que perderse aquel evento tan misterioso con un extraño anfitrión era simplemente inconcebible, además era una fiesta con alcohol y comida gratis, ¿cómo acudir? Después de todo tenía también una reputación que mantener, todo eran ventajas realmente pero podría decirse que lo que más le interesaba era quién era esa gente y juzgar por sí mismo si se trataba de posibles aliados o una amenaza aun por desvelarse.

Al menos hasta que escuchó una voz más que conocida-¿Pensabas que me perdería un evento como este?-cuestionó enarcando una ceja-No sé quién es esta gente pero han montado una fiesta con alcohol y comida gratis, sabes la fama que tengo-la cual era básicamente que una fiesta no estaba completa sin Patrick Trélanger-también tengo curiosidad por saber quiénes son, quiero saber qué considerarlos-reveló el chico, no se fiaba realmente quizá motivado por la traición al Aquelarre de parte de Palax.

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Después de la última reunión con todos los brujos para desterrar a Héctor Palax, Nyiara Biobaku se había mantenido con un perfil bajo. Muchas emociones en un momento, tal vez demasiadas. No le había supuesto un problema que echaran al viejo y, por ella, como si se iba al infierno y no volvía. Le daba lo mismo. Lo que había estado carcomiendo su cabeza era cómo se había sentido tan estúpidamente débil —y sorprendida a la vez— de tomar a Patrick Trélanger por la mano.

Por favor. Esperaba que el brujo no se hubiera hecho las ideas equivocadas con ella. Además, la misma bruja del tremé había preferido mantenerse un poco al margen los últimos meses. Claro que, con la llegada de la navidad, era difícil que Nyiara pudiera contener su emoción.

—Vaya, esto es... Impresionante —eso había dicho en la entrada. A medida que pasaba la velada, Nyiara se encontraba con alguna que otra cara conocida y, sobre todo, se quedaba más maravillada con la cena y la fiesta que estaba dándose en el castillo Grigori, hasta entonces pasado por alto por la joven bruja tremé.

Si había ido también era porque quería saber qué se tramaba allí. ¿De dónde venían? ¿Quiénes eran? ¿Qué importancia tenían? ¿Serían una amenaza para su padre y su regencia? Tenía que saberlo.

Claro que no creyó que se encontraría de buenas a primeras a Patrick Trélanger, la horma de su zapato—. Así que tú también has decidido venir a la fiesta, ¿eh? —preguntó, con una copa de champagne en su mano.

No iba a deshacerse de él ni en navidad.

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Nyiara miraba al brujo y sus ojos se entrecerraban de inmediato al mismo tiempo que sus manos descansaban en su barbilla, observándolo. Intentaba analizarle, pero sin demasiado éxito. Nyiara era historiadora y tomaba partido en tasaciones de obras de arte de cualquier tipo entre otras cosas, no era psicóloga. No se le daba bien analizar a los demás, pero algo sí podía sacar en claro con Patrick: le encantaba tocarle demasiado la moral.

—¿Con tan poca cosa? Contigo todo me molesta —y, sin embargo, allí había decidido quedarse la bruja. Prefería no hacerse preguntas incómodas para no obtener respuestas aún peores—. Era un caso hipotético, no tienes que tomártelo todo tan literal —Nyiara puso los ojos en blanco.

Necesitaba una botella de vino tras otra. Como mínimo.

—Y qué pasa, ¿te asusta tener dos cenas con la misma mujer? —con la misma que supuestamente detesta. Y es que los Biobaku y los Trélanger eran como los Capuleto y los Montesco, por la familia seguro, pero también por sus propios herederos. Aunque Nia tenía la sospecha de que su hermano @Omari A. Biobaku eso le daría bastante igual. De todas maneras, sólo de pensarlo, la bruja quería ir al baño corriendo—. Dicen los rumores que eres un caballero, ¿vas a serlo con todas pero no conmigo?

Eso sería muy injusto, ¿no? Y, según creía ella, muy en contra de los propios principios del brujo.

—Que no pague una cena no significa que no sea independiente —por favor. A veces Nia era demasiado independiente. Cosa de sus traumas infantiles y de su madre Adanna, desde luego. Si bien nunca le ha faltado de nada, Nyiara siempre ha sido más... Ha chocado más con su madre, en exceso, que Omari. Esas cosas pasan factura en la edad adulta, pero la bruja tremé prefería ignorarlo—. A veces lo envidio. Aunque no recuerdo la última vez que haya tenido una relación seria que le haya durado más de un mes —añadió con una media sonrisa en los labios.

Omari y ella podían ser mellizos y ser muy parecidos, pero en otras, eran bastante diferentes.

—¿Qué no es algo para todos los públicos? —eso sí le hizo gracia de verdad. Tanto fue así, que Nia dejó escapar varias carcajadas—. ¿Tengo que pensar mal? Porque por raro que parezca, yo no iba por ahí—ni mucho menos—. Eres experto en romper la burbuja, ¿eh? En tus prioridades está tocarme las narices, no hace falta que me lo jures.

¿Acaso no estaba también entre las suyas?

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-Con una memoria ciertamente selectiva cuando se trata de las cosas que dices o haces-o al menos a esa conclusión había llegado el propio Pat tras las múltiples discusiones que tuvieron, él por su parte para bien o para mal tenía bastante buena memoria para ese tipo de cosas-¿Te molestas con tan poca cosa, Nia?-cuestionó de vuelta con semblante tranquilo aunque amenizado por ese intercambio-No es como si fuese uno de mis deseos, he de decir que eres tú quien decidió sacar el tema de ir sin ropa-le recordó encogiéndose de hombros ante aquello.

No pudo evitar reír ante sus palabras-¿Asumiste que iba a pagar yo?-cuestionó algo incrédulo-Si pago yo tu cena eso significará que me deberás otra cena, además, ¿qué pasó con Nia la independiente? ¿No crees en el feminismo? Porque yo he de decir que estoy a favor de la igual-mencionó-Bueno, como se suele decir, no hay más ciego que el que no quiere ver-respondió con una sonrisa triunfal en su rostro.

-Y no me extraña, tu hermano es muy apuesto-asintió ante aquello, Patrick no tenía problema alguno en admitir que el hermano de la contraria era alguien cautivador y quizá por eso es por lo que le caía tan bien-Supongo que entonces será una cuestión de tiempo-concluyó el chico.

Cualquiera diría que parecían dos niños pequeños picándose cada dos por tres y al segundo manteniendo lo que algunos podrían catalogar como una conversación hasta civilizada-Me temo que mostrar todas mis cualidades aquí en frente de todos no es algo...-hizo una pausa algo pensativo-para todos los públicos-fue lo más parecido que encontró a aquello que quería expresar-Además no tengo que demostrarte nada, Nia, no está en mis prioridades contentarte-le recordó con una pequeña sonrisa, si Nia creía que Patrick iría tras ella es que estaba muy equivocada.

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—Yo no he dicho eso. Sólo te recuerdo lo que hiciste —¿Por qué le gustaba tanto sacarla de quicio? Luego cuando Nia se ponía a la defensiva y atacaba, lloraba por ahí. Maldito seas, Patrick Trélanger—. ¡Por supuesto que no! Ugh, tú sigue molestándome que me pienso ir de aquí —ya tenía los pies bien metidos en sus zapatos de tacón deseando salir corriendo. ¿Cómo se atrevía? ¡Con qué cara le decía eso!—. Además, no creas ni por un momento que tú vas a tener el privilegio de verme sin ropa.

¿Estábamos locos? Por favor... Nyiara valía mucho más.

—Por favor, expón. Tienes tantas ganas de hacerlo que no seré yo la que te quite ese gusto, pero te recuerdo que cuanto más me molestes, más cara te va a salir esta cena —Nyiara se encogió de hombros. Evidentemente, como mujer independiente que era ella misma se había traído su cartera pero ni por asomo iba a pagar. No señor. Iba a hacerlo el Trélanger por buscar picarla tan insistentemente—. No son argumentos decisivos para ti, querrás decir. Para mí son más que convincentes y eso me basta.

Y encima intentaba desacreditarla. ¿Y si lo mataba? ¿Lo echaría alguien de menos? Creía que no.

Bien, bien, se relajará—. Omari siempre tiene a alguien —no sería ella la que negase que su hermano era un poco suelto, porque lo era. Nia también, pero desde lo sucedido con Roan, ahora era más cauta—. Alguna vez se me ha pasado por la mente, pero es que no hay nadie que considere... —la bruja frenó ahí la frase. No había nadie que considerase digno de ella. Claro que hasta entonces no reparó siquiera en Patrick Trélanger.

¿Tal vez...?

Con una media sonrisa en los labios, más tranquila que de costumbre, la bruja vudú se echó hacia atrás en su silla y se cruzó de brazos sobre el pecho—. Muy bien. Si tan seguro estás, demuéstrame entonces todas tus cualidades. Hoy, aquí, ahora. Esta noche. Tómalo como tu oportunidad para darme con un canto en los dientes, tu orgullo no podrá decir que no, y después de esta noche... pues ya veremos.

Puede que tuviera razón y al final, sí fuera cosa del destino.

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Al escuchar aquella acusación de vuelta no pudo evitar observarla enarcando una ceja-¿Pretendías hacer un monólogo en lugar de mantener una conversación cuando lo hiciste?-cuestionó extrañado ante aquello, por supuesto que el chico se apoyaría en su inteligencia para buscar desestabilizar a Nia-Oh, ¿entonces hubieses preferido acudir desnudo a un compromiso formal?-se interesó algo confuso-Atrevido aunque supongo que respetable-agregó con una media sonrisa, lo cierto es que sí, estaba buscando vacilarla, ¿no era lo que ella siempre hacía? Dos podían jugar a ese juego.

-Si quieres puedo hacerte una lista de las veces que tú has acudido a mí y yo a ti pero saldrías perdiendo y no sé si quieras que exponga tus tendencias acosadoras en público-le dedicó, la última vez que se vieron Patrick iba alcoholizado y su mente trabajaba de forma muy distinta cuando estaba sobrio, era difícil que perdiera por argumentos cuando pensaba con total claridad-Además tu concepto de verdad es demasiado difuso cuando crees tener la razón pero nunca presentas argumentos decisivos-advirtió manteniendo la calma-Y yo que pensaba que ese sería tu hermano, Omari, me han dicho que hay quien se lo anda rifando-reveló lo que escuchó por cuchicheos.

Y estaba bastante decidido a sacarla de quicio al no perder los nervios ante sus palabras, si ella encontraba placer en molestarle entonces le devolvería la misma moneda-¿Y no has pensado en intentar eso de tener una relación estable con alguien?-se interesó por mera curiosidad, lo cierto es que él tampoco la tenía desde que cortó con su ex-Es bastante irónico cómo la vida no deja de hacer que nos encontremos-admitió-hay quien diría que se trata del destino-aunque él no precisamente, Nia parecía guardarle mucho rencor.

-Entonces he de suponer que para tu hermano no sólo soy decente sino que además estoy a tu altura-asintió ante aquello dándose cuenta de algo-lo cual vuelve a darme la razón sobre lo que te dije, Nia-y ante aquello apoyó los codos sobre la mesa observando a la contraria-si tu familia hubiese de elegir a alguien con quien estuvieras yo estaría entre las quinielas-le recordó lo que le dijo cuando se encontraron en el río Misisipi pero esta vez en sus labios portaba una sonrisa triunfal sabedor de que Omari con aquello le había dado la razón.

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—Recordemos que no fui la única que dejó claro lo que pensaba del otro. Tú también lo hiciste, Patrick —acto seguido Nyiara se relamió los labios, nerviosa. Recordar aquella conversación no le hacía precisamente bien y no quería hablar de ella, no era... Un recuerdo agradable—. ¿Que qué hubiera decidido traer? Definitivamente no este vestido —sólo había que verla. Nyiara estaba increíble. Era un vestido rojo de un diseñador italiano que se ceñía perfectamente a su cuerpo y a sus curvas y, además, las realzaba. Diría que tampoco su presencia, pero es que no quería tener un comportamiento peor del que ya tenía.

En pocas palabras, Nia estaba comestible de muchas maneras. Que Patrick Trélanger aprovechase para mirarla tanto como quisiera porque no iba a dejarle hacer nada más.

—Te encanta molestarme y sacarme de quicio, pero luego soy yo la mala por decirte cuatro verdades a la cara —para ese momento, la bruja estaba fulminando con la mirada al hombre que tenía frente a ella, resoplando. Se echó el pelo hacia atrás y con la mano levantada, aprovechó para llamar a un camarero y hacer su pedido, pidiendo también la bebida para los dos—. Oh, y has tenido la mejor de las suertes. Si tú eres el soltero de oro del Barrio Francés, yo lo soy del Barrio Tremé —y encima hija del actual Regente.

Por Dios, Nyiara Biobaku era un partidazo.

Con una media sonrisa y algo más animada e interesada en la conversación, la bruja se encogió de hombros—. Hace mucho tiempo que no tengo una relación. O mejor dicho, una cita. Algo que no sea únicamente... sexual. Aunque admito que deberíamos dejar de vernos así, siempre... Acabamos el uno con el otro —confesó, un poco abrumada por hacerlo frente a alguien a quien supuestamente no soportaba—. Creo que necesitaba un cambio de aires. Le pedí el favor a Omari y me dijo que organizaría citas con varios hombres decentes y en pocas palabras que estuvieran a mi altura.

Pero su hermano patinó un poco con eso. ¿O tal vez no?

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