@Maegor Valyrian acaba de alejarse, de dejarla sola, supuestamente, por última vez, en aquella larga y tortuosa velada. Malika entiende lo que esa noche significa para Maegor: su libertad. Su tan y ansiada libertad. Pero, para ella, es el comienzo de otra serie de interminables favores que acabará pagando con el tiempo.

—¿No deberías estar en alguna otra parte buscando lo que sea que es tan importante?— Movió la mano de un lado a otro, como si espantara una mosca, pero, en realidad, a quien quería espantar es a él.

Seth era todo el epicentro de todo su mal aquella y todas las noches anteriores desde que descubrió que, quizás, o en una diminuta parte, había raptado y esclavizado a Maegor para vengarse de ella. Sí, un poco ególatra pensar así.

Le dedico apenas una mirada cargada de desprecio y odio, una que no se molestó en disimular. Ambos eran más que conscientes de adversión mutua y era algo que no cambiaría. Nunca.

Tal y como el cazador le había dicho a Maegor cuando estaban en la biblioteca, no se fiaba de él. Por eso no le había pasado desapercibidas sus continuas desapariciones y aun menos la no tan misteriosa acompañante con la que había estado hablando en distintos momentos de la velada. Desgraciadamente por el murmullo de la multitud no se había enterado de la mayoría de su conversación, pero ya se encargaría de que el vampiro se lo relatara palabra a palabra en cuanto volvieran a Mystic Falls.

Iba a desaparecer entre el gentío cuando escuchó la voz de la fémina interpelándole directamente a él. Las comisuras de sus labios se curvaron en una divertida sonrisa antes de voltearse y dirigirse a ella directamente. — Veo que tu perro faldero no te esconde nada. — dijo haciendo clara referencia a  @Maegor Valyrian. — Digamos que esta noche hemos hecho unos grandes progresos. — se encogió de hombros antes de cruzar ambos brazos enfrente de su torso mientras contemplaba el cuerpo de @A. Malika Lloyd a arriba abajo  con cierto descaro.

— Te has arreglado mucho para venir aquí, por un segundo no te había reconocido, incluso podría admitir que tu aspecto me ha seducido, pero ... — Volvió a subir su mirada, hasta volver a posarla en los ojos de la contraria. — ... por mucho que lo intentes, la podredumbre del fracaso que te precede sigue envolviéndote. Nunca serás como ella Malika, así que ríndete. —  

—¿Mi perrito?— Malika arrugo el ceño. Quería hacerse la despistada, la ignorante, como si aquel comentario no diera justo donde le dolía. —¿No querrás decir el tuyo?— Alzó la mano, meneando la muñeca, en clara referencia a las pulseras de obediencia. El único motivo por el que seguía soportando la cercanía de Seth y por el que se vengaría en cuanto le fuera posible.

Dado que tenía la mano levantada, un camarero se acercó para volver a rellenar su copa, un gesto que llevaba repitiendo con demasiada asiduidad a lo largo de la noche. Pero, en lugar de que solo la sirviera a ella, Malika especifico dos copas. En cuanto estuvo servida la segunda, la deslizo con cuidado por la barra en dirección a Seth.

—No te cortes en lo más mínimo.— Se separó de la barra, apenas un ligero movimiento hacia atrás y en rotativa hacia él para que pudiera apreciar mejor lo bien que le sentaba el vestido. El ego inflado por el piropo fue rápidamente desinflado. Era algo que tenía que haberse visto venir, pero fue ingenua al creer que caería en la ilusión tras la que se escondía. —¿Podredumbre?— Chisto con la lengua negando lentamente. —Creo que te confundes, querido. Lo que hueles es su podredumbre. Es ella la que está muerta.— Picó con el dedo en su pecho y luego lo llevo a su barbilla, obligándolo a mantenerle la mirada. —Y tú aquí, anhelando un recuerdo corrompido, de quien no merecía ni una lágrima.

Te lo avisé varias veces. Te dije que nos arrastraría a la muerte y mira.— Se señaló, de arriba abajo. —Yo morí por ella.

El cazador arqueó una de sus cejas hacia arriba al escuchar la pregunta de la fémina. — ¿El mío? — Repitió como un eco sus palabras. Había entendido a lo que se refería, pero para Seth, mas que un perro aquel tipo era lo más parecido a un esclavo. — ¿Tan poco lo aprecias al pobre? Ya sé que no está muy allá, pero quién lo escogió fuiste tu no yo, a mi me lo impusieron. — Pronunció aquellas palabras con sorna, burlándose del dúo que aquellos dos formaban. Los dos igual de estúpidos e insoportables, pero lamentablemente separados temporalmente. Una especie de Rome y Julieta. Con un poco de suerte terminarían igual.

Al parecer aquella noche, ambos habían decidido hacer una tregua. Que Malika lo invitara a aquella copa de champagne fue sorprendente pero aun así no iba a negarse a ello. Necesitaba beber algo para poder seguir soportando al albino en el camino de vuelta. Por lo que, tomó la copa apreciando el dorado liquido burbujeante que había atrapado en su interior. Fue tras aquello cuando Seth se percató de lo bien que había tomado aquel cumplido la vampiresa, pensándose inocentemente en un primer instante que él sería capaz de decirle tales cosas sin una razón detrás. Herirle el orgullo, como siempre hacía. — ¿Verdaderamente habías pensado que lo decía en serio? — Preguntó mordazmente evitando ocultar su divertida sonrisa mientras daba un sorbo a la copa que tenía en la mano. Mas, aquella sonrisa rápidamente desapareció al escuchar las palabras empleadas por la vampiresa. La miraba intensamente a los ojos con rabia. Había tantas cosas que aun no le había perdonado y que nunca lo haría y aquello solo hacía que sumarse a la larga lista que la precedía.

El cazador tomó la mano de la mujer que le estaba sujetando la barbilla, para apartarla de aquella posición, pero sin liberarla. Había querido a Bianca con toda su alma, era más, aun no la había olvidado y era más, inclusive aun la seguía amando. Mas el último reencuentro que tuvieron en el que ella rehuyó de Seth le hizo ver que aquello era imposible mantener. — Moriste por ella y aun así, en vez de intentar aprovechar su desaparición para rehacer de cero tu vida, lo primero que hiciste fue correr hacia mi para regocijarte y después de aquello intentar sustituirla. — No había olvidado aun aquella escena en el callejón ni la rabia que sintió hacia ella en aquel momento. — Pero a diferencia de ti yo sigo bien vivo. — Obligó a Malika a apoyar la palma de su mano, aquella que aun Seth estaba sujetando, en el pecho del cazador para que así sintiera el latido calmado del corazón que le pertenecía. — Así  que tal vez no eres quién para dar lecciones. — Y con aquello, una vez más, Seth D'Sousa volvía a tener razón.

Las uñas perfectamente pintadas de Malika se incrustaron en la barra. Autocontrol, se repetía mentalmente. Seth era, seguramente, la única persona capaz de sacar lo peor de ella, de ahondar y meter el dedo directamente en la peor de sus heridas. Deseaba... No. Ansiaba arrancarle la lengua por osar decir algo así de Maegor, pero se contuvo a duras penas.

—¿Es que acaso piensas que eres el único que puede burlarse?— Malika uso el mismo tono que Seth, de burla y sorna, provocador y con toda la intención de herir. Se acercó a él, apenas eran un par de pasos lo que los separaban, por lo que fue un gesto rápido y fugaz. Como una serpiente, se amoldó al cuerpo masculino, apretándose contra él. —¿No querías jugar? Pues adelante.

El latido de su corazón y el calor del cuerpo ajeno revelaban muchas más cosas de las que pretendía. Malika no se alejó, se mantuvo allí, muy cerca de él. —Cierto. Tu corazón aún late. ¿Quieres un aplauso? ¿Algún premio por ello?— Se burlaba, tacita y astuta. —Puede que aún estés vivo, pero sigues ligado a ella. Anhelándola, añorándola, deseándola...— Había tantos adjetivos que podían traducir el dolor de aquella perdida, y Malika uso casi todos ellos para regodearse, para hundirlo aún más en la perdida y el dolor.

—Dime cuanto de ti ha quedado intacto tras su marcha. ¿Cuánto perdiste por ella? ¿Cuánto hubieras dado aun sabiendo que te dejaría?— Siguiendo el juego, Malika sigue junto a él, en una cercanía íntima que va más allá de los límites del odio con el que se trataron en el pasado. Trata de ser sensual, de provocarlo e incitarlo. Están en un sitio público, con una multitud a su alrededor y las chispas de su odio mutuo a punto de estallar.

Un juego muy divertido y peligroso.

Era sumamente divertido ver a Malika malhumorada, además de haber descubierto un nuevo punto débil. Como adoraría en su próximo encuentro, porque lo habría, meterse con lo inútil que era el vampiro y ahondar en la fatídica relación que mantenían aquellos dos por el simle hecho de querer joder. Siempre era un placer arruinarle el día a tal mujer.

No le faltaron las ganas de responderle con un afirmativo SÍ. Sí, verdaderamente era el único que podía burlarse de ella con tanta facilidad y gracia, hasta el punto de sacarla de sus casillas y apreciar como las ganas de matarlo solo hacían que aumentar en su interior. Era como jugar con un fuego que no quema, ya que por el momento, tenía algo que ella apreciaba lo suficiente como para no querer ponerle ni un solo dedo encima, aunque aun si quisiera hacerlo, no tendría ni la oportunidad. Seth era mas fuerte y astuto, lo había demostrado en el pasado y tal vez Malika, tras tal derrota, comprendió cuál era su lugar en el mundo.

Mas, en aquellos instantes, el humor de Seth no le permitía hacer tal réplica y aun más debió admitir que se sorprendió cuando la vampiresa siguió aquel peligroso juego, lo cual salió completamente de sus planes. — Si  @Maegor Valyrian nos viera, estoy seguro que malinterpretaría esta situación. — Respondió con un tono impasible. El castaño entrelazó los dedos con los de la mujer, aun manteniendo la mano de ella encima de su propio pecho.

— No veo que hay de malo en ello. — Mantuvo una fría mirada posada en los ojos de la fémina, apretando aun su mano con más fuerza de la que ya había usado anteriormente, pasando de lo que podría haber sido considerado un acto cariñoso a una proyección de la rabia que estaba sintiendo por las palabras empleadas. Aquella mujer había aprendido a darle donde verdaderamente le dolía y además de poder usar el espacio en el que se encontraban a su total favor. Seth sería incapaz de desquitarse con ella como hacía usualmente, así que allí estaba, conteniéndose para no despedazarla en medio de una multitud de posibles testigos.

No pudiendo soportarlo, terminó por abrazar el cuerpo de la joven, hundiendo la cabeza en su cuello para así poderle susurrar al oído. — No sé desde cuando te preocupa tanto mi vida, pero si lo que quieres son respuestas te las daré. Con su marcha perdí un pedazo de mí, pero aquí sigo sin arrepentirme de nada. Y a sabiendas de que pasaría todo lo que pasó lo habría dado todo por ella. Tal vez eso es lo que más odias. Ella tuvo lo que tu nunca tendrás. ¿O me equivoco? — Con aquella, pudo desahogarse mayormente antes de hacer una barbaridad, pero si Malika volvía a chincharlo de aquella manera, no estaba seguro si se pondría controlar.