Lily R. Salvatore escribió:Rayna le ha marcado, pero aún tendrá una oportunidad de escapar.
No le dejes marchar solo.

No tuvo la oportunidad de tomar contacto con Lillian Salvatore cuanto hubiera deseado —en calidad de suegra y nuera—, pero Elena jamás olvidaría aquel breve, aunque dilapidante mensaje, que hizo llegar a su teléfono apenas sucedió lo inevitable. Las amenazas de @Rayna Cruz finalmente tomaron forma, la peor de las posibles: Damon ha sido marcado.

Tiene que escapar. Escapará de Mystic Falls todo lo rápido posible, para ponerse a salvo y, lo que es más importante: para no poner en peligro a sus seres queridos. Pero Lily tiene razón: Damon no debe marchar solo.

No se lo merece.

De modo que, sea cual sea el destino que le depare al mayor de los Salvatore, Elena está dispuesta a compartirlo.

La réplica conoce bien a su pareja, sin embargo. Sabe que Damon se opondrá en rotundo a ser acompañado —aún más por otro vampiro, y en especial, por ella—, y una discusión se convertirá en una pérdida de tiempo que sólo jugará en su contra. Las medidas de Elena deben ser más drásticas: lo suficiente como para que Damon, simple y llanamente, no pueda negarse.

De modo que a la salida de Mystic Falls por el puente Wickery —la salida más cercana al hogar de los Salvatore—, el Camaro azul del 69 habría de detener su huida: el temporal ha propiciado la caída de un gran tronco justo ante el puente, cortando el paso.

¿El temporal?
No: una novia desesperada.

Antes de que el vehículo pueda siquiera dar media vuelta para retomar el camino, Elena abre la puerta del copiloto y toma asiento, sin previo aviso. Sin preguntar. La morena cierra la puerta con un golpe seco antes de dirigirse al conductor—: La salida este está despejada.—Como si hubiera estado sentada allí todo el tiempo. Como si su presencia formase parte del plan.

La mirada de Elena, en cambio, habla más en su lugar.

«Estoy aquí. Estoy contigo, Damon.»
«Estamos juntos en esto.»

SHIP: #DELENA

Rayna Cruz le ha marcado.

Por primera vez en mucho tiempo, Damon se ha sorprendido de sí mismo. Y no porque haya sido incapaz de huir de la letal cazadora antes de ser marcado —pudo haberlo hecho en un santiamén—, sino porque todavía era capaz de cometer la estupidez de sacrificarse por una madre ausente sin pensar en las consecuencias…

Como por ejemplo, verse en la obligación de alejarse de Elena.

O al menos, tratarlo. Porque mientras Damon huye de Rayna y se apresura a prepararlo todo para poner distancia de su depredador, su pensamiento se centra Elena. Le costó demasiado que la vampiresa entendiera y aceptara que él era su destino y su verdadero amor... Damon la persiguió y la obligó a enfrentar la realidad de sus sentimientos, a no dar la espalda al futuro —lleno de una pasión capaz de consumirla— que tanto había anhelado…

Y ahora Damon es quien le está dando la espalda.

Sabía que Elena no se lo perdonaría, pero Damon confía en que habrá puesto bastante tierra entre ambos para cuando la vampiresa se entere. Porque aunque no quiere alejarse de ella, debe hacerlo. Siempre, por encima de todo, Damon escogería protegerla. Aunque eso signifique perder todo lo que ha construido con ella, y con el tiempo, lanzarla a los brazos de alguien más…

Tanto su camaro como sus pensamientos intrusivos se han visto en la obligación de parar abruptamente en medio de la carretera. A Damon solo le dio tiempo de fruncir el entrecejo, molesto por su mala suerte. Sin embargo, nada pasa en Mystic Falls por mala suerte, ¿no?

Como si hubiese salido de la nada, como si hubieran quedado para realizar la escapada del siglo, ella se sube a su auto sin dar ninguna explicación, dejándole literalmente con la boca abierta.

—Elena.—Pronuncia su nombre en un susurro. Sus manos siguen apretando el volante con fuerza, ellas quieren seguir, ese no es el problema. Sí lo son sus ojos. No puede dejar de mirar a la vampiresa, entre sorprendidos y disgustados.

Ella no debería estar aquí.

Y sin embargo, como si de repente le diera por apoyar su último acto de locura, Damon le sujeta del rostro con una rapidez sobrenatural y presiona sus labios contra los suyos, devorándolos. Invade su boca, aunque de manera fugaz. Aquel beso no está pensado para ser largo y tendido como normalmente acostumbra. Es un beso de alivio, y a su vez, despedida.

Sin pronunciar palabra alguna, el vampiro se separa de ella y arranca el auto, pero no para continuar el largo camino hacia su destino, sino para alejarse y poner suficiente distancia del árbol caído.

Damon estaciona descuidadamente y tras apretar un par de botones en su móvil, lo pone en su oído.

—@Alaric Saltzman, traidor.—Sí, obvio que le dijo a su mejor amigo sobre lo de Rayna. Fue mucho más fácil confesarlo a él que a su novia y su hermano. Lo que no imaginó es que resultaría traicionado rápidamente.—Ven por Elena al puente Wickery. Y ven con @Caroline E. Forbes.—Necesita todo el apoyo que pueda para hacerle entender a Elena que esto es una muy mala idea. Tan solo cuando cuelga, Damon gira la mirada y por fin, encuentra los ojos de Elena.

Está enfadado, muy enfadado.—Eres necia, obstinada, y mandona, y por lo general obtienes todo lo que quieres.—Espera, ¿acaso está hablando de sí mismo? Ah sí, ambos son más similares de lo que les gustaría admitir.—Pero adivina qué, yo también lo soy. Y hoy no harás esto Elena Gilbert, no. Tú te bajas aquí.—Debe ser así. @Rayna Cruz iría a por él, debía marcharse solo.

Poner distancia… Aunque también lo haga de Elena.

SHIP: #DELENA

La mirada de Elena y la de Damon lucen muy diferentes cuando ambas se encuentran. La de ella: emoción contenida ante una aventura incierta; el miedo ante lo desconocido; una explosión de adrenalina. La de él: cavilando entre el desconcierto, la incredulidad...

Y sobre todo, el terror.

Porque Elena se está arriesgando, lo está arriesgando todo por él, y el universo de Damon Salvatore deja de girar sobre su eje en el momento en el que las tornas se vuelven y, por una vez, no es él quien podría perderlo todo —inclusive la vida—, en nombre de la persona amada.

El beso entre ambos no es más que el reflejo de lo efímero e intenso de aquel instante, que para Elena, se convierte inmediatamente en aceptación. Una parte de ella quiere pensar que su plan ha funcionado; que el tiempo es demasiado valioso como para perderlo en medio de una discusión inútil, y que sea lo que sea que el destino le tenga preparado, ella estará allí para acompañarlo... y él podrá aceptar su decisión.

Pero como decía: sólo fue un instante. Y si hay algo que ambos comparten, es su testarudez.

Aquel beso no es un signo de aceptación, sino una despedida. Apenas tiene tiempo de recuperar el aliento cuando Damon ya ha marcado el número de @Alaric Saltzman. Por supuesto: debió imaginarse que él lo sabría. —¿¡Qué crees que estás haciendo!?—¿No es obvio? La expresión de Elena se desencaja.—¡No pienso quedarme aquí mientras tú te marchas, Damon! ¿¡Me oyes, Ric!?—Alza un poco más la voz, queriendo asegurarse de que él también puede escucharla.—¡No pienso hacerlo!—Ya está decidido.

Y esta vez, no habrá nada que ni Damon, ni nadie, pueda decir para hacerla cambiar de opinión.

«Tú te bajas aquí.»

—No.—Sentencia.—No puedes obligarme.—O tal vez sí, pero eso podría acabar muy mal para ellos.—No pienso quedarme aquí mientras... huyes de Rayna, a saber por cuántos...—¿Meses? ¿Años? Simplemente, no está dispuesta a pasar por eso.—Y no voy a permitir que pases por esto solo.—Porque no se trata sólo de ella, al contrario de lo que puedas pensar. No: se viene una etapa difícil, puede que la más difícil a la que Damon se haya enfrentado jamás, y no va a abandonarle en el proceso.—Ahora arranca el coche y larguémonos de aquí; no debemos perder más tiempo.—No hay lugar a discusión o debates: deben aprovechar cada minuto antes de que Rayna les atrape.

SHIP: #DELENA

«¿¡Qué crees que estás haciendo!?»

Se quita el móvil del oído por un momento y le dirige a Elena una mirada exasperante. —¿Salvándote la vida, te suena? Me lo agradecerás después.—Está loca si cree que le permitirá marcharse junto a él. Y está aún más re loca si cree que le permitirá arriesgar la vida.

Damon alarga su mano para alejar el móvil de Elena y su pobre intento por convencer a Ric de dejarla ir. Cómo si en verdad tuviera oportunidad de decidir eso…

Cuelga el móvil.—¡Con un demonio, Elena! ¡Deja de actuar tan infantil! Se trata de tu maldita vida.—En verdad, que sea tan testaruda aún a sabiendas de que si vida está en riesgo, lo enloquece. Sin embargo, Elena no se lo pondría fácil, ¿verdad? No, claro que no. ¿Por qué lo haría?

Elena Gilbert nació y se cruzó en su camino para volverlo loco de forma perenne, y a veces, no en el buen sentido de la palabra.

—¡Claro que puedo obligarte! Son tus tendencias suicidas hablando por ti y no me da la gana de dejarte hacer esta tontería.—Porque la ama demasiado como para consentir que pierda su vida de esa manera.—¡Exacto Elena! No sé por cuánto tiempo tendré que hacer esto, ni siquiera sé si voy a sobrevivirlo, ¿de acuerdo? —¿Cómo es que ella era tan inconsciente? Damon escurre su mano desde la frente hacia la barbilla. En verdad no puede creer que deba explicarle esto.—Claro que lo harás, Elena. Porque este fue mi error y tú no tienes que cargar con esto.—No le hará eso. Si algo le sucediera junto a él, jamás se lo perdonaría.

Pero hacer entrar en razón a Elena Gilbert era peor que hablar con la pared, ¿no?

«Ahora arranca el coche y larguémonos de aquí [...]»

—¿Es que acaso no lo entiendes? —Susurró con la vista anclada en el volante, su rostro comenzó a mostrar realmente el  temor que sentía al imaginar a Elena corriendo el mismo peligro que él.—Adoraría verte huir conmigo, pero no puedo ser tan egoísta, no contigo. Sí algo te pasa…—Damon se niega a arrancar el auto, se niega a internarla a ese infierno.

Ella simplemente no se lo merece.

SHIP: #DELENA