Todavía no sabe que es ese ser en concreto. Al fin y al cabo, ella solamente conoce a las razas más comunes que pueblan el mundo por así decirlo y la esencia que percibe en el no es una esencia que conozca. Por eso, siente tanta curiosidad por saber quien o que es aquel hombre. Alguien como ella que sabe perfectamente todo lo que la magia puede conllevar sigue sintiendo curiosidad por la misma.

— La última vez que nos vimos supongo que tenias prisa por marcharte —apunta cuando finalmente le encuentra y puede llamar su atención. Nuevamente juega con fuego, pero la última vez, la única vez de echo que le vio le ofreció compartir la sangre de aquel humano moribundo, algo que el contrario no quiso y se marchó. Eso le hizo deducir a Helga que no era un vampiro, claramente algo que ella dedujo sin necesidad de ese detalle—. Sigo sintiendo curiosidad —añade, no obstante. Si. Curiosidad por él.

El poder es algo que siempre la ha atraído, el poder, la venganza son conceptos que ella entiende casi mejor que el concepto del amor, algo que solamente recibe su esposo, pero que en ocasiones no parece ser lo primero en su vida. En la de ninguno de los dos quizás. Asique, puede que parezca que se esta insinuando, pero nada mas lejos de la realidad. Helga solo quiere saber donde se puede obtener el poder que ostenta aquella criatura.

—¿Me sigues, querida? —pregunta con un tono lleno de diversión y peligro. Un peligro que se sabe que es difícil de ignorar. De los que atrae y que te atrapa cuando menos te lo espera. La mirada y el destello en los ojos de Bradley también son claros; intenta seducirla para llevarla a un juego oscuro. Sea lo que sea ella, no le importa. A fin de cuentas, él siempre va a saberse más poderoso que cualquier criatura que vague por la tierra ahora mismo.

Se encoge de hombros y por un momento, una corriente de excitación cae desde su cabeza hasta los pies, haciéndole temblar por dentro.

—Para muchos soy un monstruo, para otros... Todo lo contrario —sisea. Habla en susurros porque quiere mantener el secreto. ¿No lo querrías tú, sabiendo que la fuente de todo pecado carnal, está frente a ti?—. Es mucho más complejo de lo que tu pequeño cerebro pueda comprender, me temo. ¿Estás segura de que te apetece adentrarte en las tinieblas, cariño?

La vampiresa sonríe abiertamente cuando el contrario pregunta si la está siguiendo. Porque claro que sí, es evidente que es lo que está haciendo—. Siempre persigo aquello que me interesa —aclara encogiéndose de hombros y acercándose a él sin miramientos alguno—. Y no soy una persona fácil de asustar —declara finalmente, sintiendo esa aura aumentar conforme se acerca. Es el poder lo que quiere. Pero nos abe de donde procede aquella fuente de energía.

— Todos podemos llegar a ser monstruos —añade ante las palabras del contrario—. Incluso en ocasiones los peores actos son cometidos por quienes deberían llamarse héroes. —Enarca una de sus cejas al hablar y sigue sin apartar su vista del contrario—. La mía es una raza llena de tinieblas. —Incluso su vida lo fue en el pasado, pero no tiene por qué contarle nada de ella, no al menos de momento—. Pero mis tinieblas está claro que no son las mismas que la tuyas —concede finalmente.

¿A que tinieblas se refiere? Helga debería salir corriendo. Pero no lo hace. La curiosidad sigue siendo mucho, mucho más grande. Pero tiene claro, donde están sus lealtades—. ¿Vas a ser un monstruo conmigo? —pregunta entonces sonriendo ladinamente, mostrándose como una mujer encantadora.

Bradley se ha pasado la lengua por los labios en un par de ocasiones, por su sequedad y porque es un gesto habitual en él. No puede negar que la fémina que tiene en frente ahora mismo no le produce ninguna sensación; al contrario. Cada cuál más profunda y primitiva. Le divierte que quiera saber más de él, sin entender dónde se está metiendo.

Así que Abrahel, como el buen demonio que es, empieza a caminar alrededor de la mujer con los manos dentro de sus bolsillos vaqueros.

—Soy lo que algunos llamarían un espíritu vengativo, pero venido a más. A mucho más —se permite rozar la piel de la mujer, la de su nuca, con sus dedos. E incluso se acerca lo suficiente como para hacerlo con su aliento, antes de continuar su camino—. Nos temen, casi todos. Otros... Nos invocan. ¿Lo vas adivinando, querida? Un demonio.

Uno al que jamás podrá doblegar.

Un escalofrío recorre su columna cuando el contrario no solo comienza a dar vueltas a su alrededor si no que tambien se acerca peligrosamente a ella, rozando la piel de su nuca con los labios. Helga no obstante siempre ha sido una mujer fiel a Dimitri —al menos desde que son un matrimonio—, y por ende es una mujer difícil de entrar en ese sentido.

Aun así, sabe que el contrario está jugando con ella, pero desconoce hasta que punto. Sus palabras resuenan en su cabeza. Una en concreto: demonio.

— Asique… existís —susurra con una sonrisa. Como creyente en el pasado y seguidora de Silas, sabe perfectamente que todo lo que cuentas los libros y las leyendas puede llegar a ser real—. Increíble —susurra con cierta emoción en su tono antes de darse la vuelta para encararlo de nuevo—. Ahora entiendo porque tus tinieblas difieren de las mías —sonríe nuevamente—. ¿Qué hacéis en la tierra? —pregunta curiosa. Aunque en parte puede intuir que todos ellos son igual de primitivos que en los libros. Por tanto, querrá ver el mundo arder.